Revolución #262, 11 de marzo de 2012


Habla Carl Dix en la Ciudad de Nueva York:

"Encarcelación en masa + Silencio = Genocidio" le toca un nervio visceral al público

El 18 de febrero, Carl Dix del Partido Comunista Revolucionario dio un discurso en la iglesia Riverside de la Ciudad de Nueva York: "¡Encarcelación en masa + silencio = genocidio! ¡La encarcelación en masa: Su fuente, la resistencia que se necesita al rumbo actual y la revolución que necesitamos!"

Dix planteó de forma poderosa el argumento de que la encarcelación en masa de millones de personas de este país, en su mayoría negras y latinas, como una concentración de lo que este sistema capitalista imperialista les hace en general a los negros, constituye un genocidio lento que fácilmente podría acelerarse. Expuso la realidad de que para parar eso de una vez para todas, se requerirá una revolución comunista que elimine el sistema capitalista imperialista, cuando surjan las condiciones para hacerla, y que establezca un poder estatal radicalmente diferente, que tenemos la dirección necesaria para esa revolución en Bob Avakian y que estamos trabajando para difundir la obra y la visión de BA en todas partes de la sociedad como parte de luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para esa revolución. Exhortó a las personas a entrarle a BA y a entrarle a este movimiento para la revolución. Les instó a ponerse de pie y oponer resistencia a la encarcelación en masa y al rumbo de las cosas, sin importar si están de acuerdo con la necesidad de la revolución o no.

Habló de dos elementos de ese genocidio: los millones de personas que se encuentran encerradas en las prisiones y los millones más que están en libertad condicional, y el efecto devastador que eso tiene no solo sobre los presos sino sobre sus amigas y amigos y sus seres queridos; el hecho de que decenas de miles están en condiciones de aislamiento que constituye la tortura; el uso desproporcionado de la pena de muerte contra los negros y los latinos; que la policía neoyorquina para y registra cada año a cientos de miles de personas, abrumadoramente negras y latinas; la epidemia de asesinatos y brutalidad policial contra gente de color, como ilustran los 2.000 asesinatos policiales, principalmente a personas no armadas, solo en la década de 1990 a 2000, y también el asesinato reciente de Ramarley Graham, un hombre negro de 18 años de edad, por policías en el Bronx que irrumpieron en la casa y lo balearon frente a su familia; y la retórica de supremacía blanca genocida que los representantes políticos de este sistema y los medios de comunicación sueltan y avivan, satanizando a los negros con el fin de justificar todo esto.

Argumentó además que la causa de este genocidio lento que podría acelerarse fácilmente no es un "complejo industrial de prisiones" en que unos cuantos grupos interesados sacan ganancias aprovechando el racismo o la explotación de los presos. Al contrario, la causa radica en el funcionamiento y la política consciente de un sistema capitalista imperialista que le ha explotado al pueblo negro desde un principio, primero con la esclavitud, luego la aparcería y después al restringirlos a los trabajos de fábrica más peligrosos y más sucios y de menor paga; pero ahora, debido a los grandes cambios en la economía mundial, ese sistema ya no tiene una manera de sacar ganancias de la explotación de los negros ni futuro para ofrecerle a todo ese sector de la sociedad y quiere imponer una contrainsurgencia en anticipación de la insurgencia; es decir, quiere aplastar a los sectores de la sociedad que tanto teme antes de que estos puedan alzarse, una posibilidad que los gobernantes de este sistema tienen muy en cuenta debido a las luchas de liberación negra de los años 60 y su papel central en la efervescencia revolucionaria general de esa época. Dix recalcó que los genocidios no ocurren todos a la vez ni ocurren siempre en la misma forma, sino que avanzan por etapas y pueden tomar formas distintas.

Las entrevistas que el periódico Revolución hizo después del acto demostraron que el tema de "Encarcelación en masa + silencio = genocidio" les tocó una poderosa y visceral fibra en el público, y muchas personas con que hablamos describieron cómo ese fenómeno opera en la sociedad en general y también en su vida y experiencias cotidianas.

"Eso lo creo totalmente", dijo un joven hombre negro, interrumpiéndole al entrevistador aún antes de que este pudiera pedirle su impresión. "Sí, lo creo totalmente".

Revolución mencionó que muchas personas no ven los patrones que están en desarrollo.

"Yo sí veo el patrón", respondió. "A mí ya me han parado y registrado y detenido. Definitivamente veo el patrón. Mis amigos dicen que los registran y los paran sin razón alguna".

Luego relató una experiencia en que le dieron una multa de $125 por pasar de un vagón del metro a otro, lo que hizo simplemente para estar más cerca de la salida del metro más conveniente. La "justificación" que dieron los policías era que se habían dado unos atracos y los atacantes se mueven entre varios coches.

El hombre respondió: "¿Y eso qué diablos tiene que ver conmigo? Nadie les gritó a ustedes: ‘¡Agárrenlo, agárrenlo! Me robó la…’"

Un hombre que trabaja con ex presos dijo que eso lo motivó a asistir al programa; habló de manera conmovedora sobre la vida y las condiciones en que vivían esas personas con que trabaja, señalando que para quien crezca en esas situaciones desesperadas, sería muy difícil sobrevivir y no caer en la delincuencia.

Dijo: "Esa vida, porque conduce a la prisión, a las drogas, muchas de esas personas no llegan ni a los 40 años de edad. Eso es como un genocidio lento. Definitivamente. Absolutamente. Creo que [Carl] lo planteó de manera contundente".

Se le preguntó a un estudiante de posgrado qué opina del argumento de Dix de que la situación de la encarcelación en masa constituye un genocidio lento que podría llegar a ser una genocidio acelerado.

El estudiante contestó: "Para mí fue muy persuasivo. Estuve un tiempo en Ruanda durante el verano, y para prepararme hice mucho estudio de lo que llevó a ese genocidio. Las circunstancias ahí eran muy distintas de las de aquí, pero es muy convincente en que el genocidio siempre es sistémico, siempre es planeado, es siempre más intencional de lo que parece mientras está pasando. Generalmente se trata de un gobierno. La razón por la que estudiamos los genocidios del pasado es de aprender qué son las señales de advertencia. Los seres humanos somos capaces de eso, desafortunadamente, y se han descubierto indicios para saber cuándo eso va a pasar".

Un grupo de tres hombres negros y una mujer blanca relataron incidentes muy fuertes.

Uno de los hombres negros, cuarentón, recordó que una vez un tira lo paró después de que él usó un talón especial en la estación del metro. Explicó que se usa ese talón cuando han suspendido los servicios del metro, y es necesario tomar un autobús y volver a entrar al metro en otra estación. El agente vende-boletos lo dejó entrar.

"Así que pensé: ‘Está bien, no hay problema’. Bajé a donde pasan los trenes y este policía se me acercó y empezó a tomar mis datos, porque al principio me iba a dejar libre. Luego vio mi insignia contra el parar y registrar, y me preguntó si yo estaba tratando de intimidarlo. Le dije: ‘¿Cómo le puedo intimidar a usted? Usted tiene balas de calibre .45’. Al policía eso no le gustó mucho. Así que me llevó de nuevo a la plataforma de arriba y dijo: ‘Bueno, usar ese boleto es ilegal, es un delito menor’. Fui ante la jueza, ella miró mis antecedentes y dijo: ‘No tienes ningún antecedente criminal’, como para decir: ‘¿Qué pasa aquí?...’

"El día que fui ante la jueza, el juzgado estaba lleno de gente de Harlem, todos que estaban en ese juzgado; había una madre de 85 años de edad que usó su propio boleto para hacer pasar su hijo al metro. La tenían esposada, era posible que purgara de dos a cinco años de prisión por robo de servicios".

La mujer blanca del grupo abordó la situación de los negros en este país desde una óptica distinta pero muy poderosa.

"Mi mayor inquietud es la satanización de los negros", dijo. "Pues, se realiza a un nivel, cómo se llama, a un nivel muy subliminal y primordial. Mi prima vino a este país desde Italia y en el lugar de donde viene en Italia… no hay personas negras. Ella es una persona muy igualitaria. Cando vino a este país y vino a visitarme, de hecho empezó a temblarse. Le pregunté: ‘Bueno, ¿por qué?’ Ella respondió: ‘Pues en su barrio hay puros negros’. Le dije: ‘Y eso ¿qué tiene que ver?’ Ella contestó: ‘Sé que es una actitud irracional pero de algún modo lo siento muy en lo profundo de mi corazón’. Después de ponderarlo largo rato, dijo: ‘Dios mío, me han condicionado. Simplemente por haber visto películas norteamericanas’.

"‘Estas personas son tan maravillosas, tus vecinos, que todos quieren ayudarme cuando yo estaba perdida, que no podía encontrar el camino. Éstas son personas maravillosas’. Dice: ‘Ay, Dios mío, no doy crédito de lo que me han hecho’. Luego dijo pensando en voz alta: ‘Dios mío, ¿qué pasa aquí en este país? Cuando yo solamente lo veo en las películas norteamericanas cada de vez en cuando pero ustedes lo viven a diario’".

Durante su discurso, Dix trazó un paralelo histórico entre la situación que viven los negros en este país y la experiencia de los judíos en la Alemania nazi, recalcando que lo que se viene a la mente al pensar en la historia de la Alemania nazi son las detenciones de los judíos, su envío a los campos de exterminio y su exterminación mediante gas venenoso. Dix dijo que en realidad eso fue el último paso de un genocidio que tuvo muchas fases. El genocidio no siempre asume la misma forma.

Dix se refirió al libro Drug Warriors and Their Prey, de Eugene Jarecki, que compara la guerra contra la droga con la Alemania nazi, señalando que este libro habla de una "cadena de destrucción" conducente al genocidio: identificación; ostracismo; confiscación; concentración; y exterminación. Luego, describió la manera en que los negros han sido identificados y condenados al ostracismo en la forma de ser: satanizados como predadores delincuentes para justificar las recorridas de la policía como ejércitos ocupantes en las comunidades latinas y negras; brutalizados, hostigados y muertos por la policía que lo comete todo con total impunidad; una vil discriminación en los tribunales; un desproporcionado número condenado a la pena de muerte; y encarcelados y dejados bajo libertad condicional ¡a un ritmo que rebasa la cantidad de personas bajo la esclavitud en 1850! Por lo que se refiere a la confiscación, si bien no han privado a los negros de su propiedad tal como le hicieron a los judíos antes de la Segunda Guerra Mundial, a lo largo de la historia han robado el fruto del trabajo de los negros en la forma de la esclavitud y las posteriores formas de opresión. Los negros están concentrados en las peores zonas urbanas, en escuelas derruidas, en prisiones. Además, Dix recalcó que no decía que era inevitable el genocidio total contra los negros y que el que ocurriera o no en gran medida se determinaría por la pasividad y el silencio de las personas, incluidas aquellas en este salón, en respuesta a esta situación, o al contrario, por una resuelta resistencia.

Algunas personas con las que habló Revolución después del acto, si bien daban a entender que la situación de los judíos en Alemania no era la misma que la de los negros en este país, también en algunos puntos clave estaban de acuerdo con el análisis de Dix.

"Claro que sí", dijo un hombre negro veintiañero de Harlem. "No sé si está a ese nivel, pero definitivamente existen ciertas comparaciones que son muy reales las que hacía Carl, por lo que respecta a toda la propaganda que regaron en la Alemania nazi antes de que condujera concretamente a todo el matadero de millones de personas. Así que definitivamente hay similitudes al respecto".

Además, vio un paralelo por lo que se refiere a la resistencia que se necesita:

"Tal como decía Carl, si suficiente alemanes se opusieran en serio a lo que pasaba, o sea, toda la propaganda racista que lanzaban contra los judíos, si suficientes personas estuvieran participando, pues tal vez, solamente tal vez, eso se pudiera haber impedido. ¿Quién sepa?"

El hombre que trabaja con ex presos dijo: "Es que es una situación muy distinta, los judíos en Alemania, en cierta sentido… Lo que dijo es muy cierto, no se inició con el genocidio. Eso representó cierto punto final. Además, ese punto final tuvo muchos antecedentes. Pero el genocidio es algo que los negros han vivido siempre desde que llegaron a este país y en África. Mataron a muchos más africanos de los que esclavizaron... Así que el genocidio no tiene nada de nuevo para nosotros y considero que continúa".

Se le planteó a un estudiante de posgrado que fue de visita a Ruanda que a veces las personas objeten los paralelos históricos entre diferentes genocidios porque este o aquel aspecto específico de los genocidios sea diferente.

"Claro, pero podrías haber dicho lo mismo respecto a todos", señaló el estudiante. "Jamás son idénticos dos genocidios o incidentes de matanza en masa, ¿qué no?"

Las personas entrevistadas por Revolución manifestaron distintos conocimientos del problema y de la solución. Por ejemplo: una mujer negra con la que hablamos que se enteró del acto mediante su esposo, se refirió a su promoción del retiro de ahorros de los bancos y de comprar comida a los agricultores y no en los supermercados. La mujer blanca que hablaba de su prima sostuvo que una gran parte del problema es que los policías no viven en las comunidades en que trabajan. Parecía que ella, junto con uno de los hombres negros en su grupo, también veía el problema en cierta medida en el marco del remozamiento de barrios para las clases medias. Salieron a flotes distintas concepciones de lo que es la revolución y qué clase de revolución se necesita. El hombre que trabaja con ex presos manifestó su apoyo a la idea de una sociedad sin clases pero dijo que era musulmán y que "Dios tiene que ser parte de tocar a las personas y de guiarlas hacia una revolución". El hombre negro veintiañero de Harlem dijo que su concepción de una revolución era que las personas "llegaran a participar" y opusieran resistencia.

Eso era otro ejemplo de la urgente necesidad, tras el acto y respecto a la cuestión de la encarcelación en masa, y de manera constante, en sectores amplios en toda la sociedad, de poner la revolución que necesitamos y la dirección que tenemos a la orden del día de una manera muy grande y de luchar por ganar a las personas hacia este análisis del problema y de la solución.

Pero incluso en esta diversidad de ideas acerca del problema con el que tenemos que lidiar y lo que se necesita, un hilo común que recorrían los comentarios de la gente tras el discurso fue un sentido de urgencia.

Un hombre negro joven mencionó la cifra que citó Dix de que uno de cada 8 hombres negros jóvenes entre 20 y 29 años de edad está preso en este país.

"Soy uno de esos hombres jóvenes. Nunca he estado encarcelado, pero de los ocho hombres parecidos a mí que están en la fila, uno de nosotros va a estar en la cárcel. Eso es alarmante. El hecho de que divulgan poco esa cifra como tal es alarmante en sí y simplemente nos deja saber del estado de los medios de comunicación, en la medida en que no existen medios de comunicación libres en este momento".

De ahí, habló de su manera de ver la importancia del discurso de Dix: "Este lugar debería estar repleto de más personas. Al ritmo que suceden las cosas, ya no queda tiempo en realidad de esperar y anhelar otros cuatro años de una presidencia para cambiar o contrarrestar eso".

Un hombre negro dijo que se había enterado del acto solamente un par de horas antes en boca de unos revolucionarios en la calle que repartían tarjetas y volantes sobre el discurso y se sintió una necesidad de estar en la sala.

"Me sentí como que era mi deber cívico. Eran las dos de la tarde. Se iba a celebrar a las 4 de la tarde. Dejé todo lo que hacía y lo hizo mi primera prioridad estar presente. Así que, loas a los revolucionarios allá fuera".

Otro hombre negro que estaba en el grupo habló sin rodeos.

"Tenemos una oportunidad ahora mismo que nunca jamás la tendremos de nuevo en caso de no actuar ya. Con NDAA [Ley de Autorización de Defensa Nacional] y todas esas leyes disparatadas que están ratificando, si nosotros no aprovechamos esta oportunidad, si dejamos que se cierre esta puerta, jamás se abrirá de nuevo. Dense cuenta. Dense cuenta. Ellos tratan de aplastar a este movimiento, y a nosotros, y si nosotros no seguimos luchando, lisa y llanamente no tendremos por lo cual luchar".  

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