Informe de un lector: Tras la “tormenta perfecta”

30 de octubre de 2012 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La noche del domingo el 28 de octubre, durante todo el día y alcanzando su punto máximo la noche del lunes el 29, una tormenta sin precedentes golpeó la Costa Este de Estados Unidos. Meteorólogos —científicos del clima— la calificaron de una “tormenta perfecta” porque la produjo la colisión de tres elementos: un huracán tropical (“Sandy”) que vino del Caribe; una tormenta de nieve que vino de los estados centrales; y una marea alta que elevó el nivel del mar varios pies de altura a lo largo de la Costa Esta de Estados Unidos debido a la proximidad de la luna y el efecto de su fuerza de gravedad sobre los océanos.

¿La Fukushima de Nueva Jersey?

El estado de las plantas nucleares en la Costa Este es motivo de preocupación estratégica. Sin embargo, los medios de comunicación masiva casi no lo mencionan. El 29 de octubre, Democracy Now entrevistó a Arnie Gundersen, ex ejecutivo de la industria nuclear que es coautor del informe de Greenpeace, “Lessons from Fukushima” (Lecciones de Fukushima — Fukushima Daiichi es la planta nuclear japonesa que entró en fusión nuclear y difundió radiación nuclear por todo el país.)

[Científico nuclear Arnie] Gunderson dijo a “Democracia Ahora”: "El mayor problema, tal como lo veo en este momento, es la planta de Oyster Creek, ubicada en la bahía de Barnegat en Nueva Jersey, ya que parece estar en el mero ojo de la tormenta. Oyster Creek tiene el mismo diseño, aunque más antiguo, que la unidad uno de Fukushima Daichii. Tiene el servicio interrumpido por reabastecimiento de combustible. Eso significa que no todo el combustible nuclear se encuentra en el reactor nuclear, sino en la pileta de almacenamiento de combustible usado. Y en esas condiciones, no hay suministro de energía de apoyo para las piletas de combustible usado. Por lo tanto, si Oyster Creek se quedara sin la energía que proviene de fuera de las instalaciones, y francamente es muy probable que eso ocurra, no habría manera de enfriar ese combustible nuclear que está en la pileta de combustible, hasta que se restablezca el suministro de energía. Los viejos reglamentos de la Comisión Reguladora Nuclear no requieren enfriar las piletas de combustible nuclear por diesel.”

A una pregunta sobre el impacto del cambio climatológico sobre toda esa situación, Gunderson contestó: “Bueno, el cambio climatológico ha afectado las plantas nucleares este año. Bastante de ellas tuvieron que reducir su producción de energía en el verano porque bajó el nivel de flujo de los ríos y no hubo bastante agua para enfriarlas. También ocurrió en Francia y en otras partes del mundo. Así que, aunque representamos a la energía nuclear como una medida para eliminar el cambio climatológico, en realidad necesitamos resolver el cambio climatológico antes de tener plantas de energía nucleares, porque simplemente no hay suficiente agua para enfriar estas plantas en caso de los veranos calorosos”.

La tormenta era feroz. Vientos de 40 a 60 millas por hora azotaron grandes regiones de la Costa Este durante horas y horas, y en su punto máximo llegaron a las 90 millas por hora. Derribaron cables eléctricos, lo que causó muchos apagones. Los mayores daños resultaron de las inundaciones. Los vientos furiosos aventaron el Océano Pacífico contra las tierras costeñas. La combinación de la marea alta y el agua de la tormenta mandaron oleadas de 14 pies de alto sobre las tierras bajas de Manhattan y Brooklyn. Comunidades costeñas en Nueva Jersey y otros lugares quedaron inundadas bajo agua de varios pies de profundidad; la mitad de Nueva Jersey sigue sin luz.

Vientos feroces y lluvias copiosas están azotando una región que va desde Georgia hasta Canadá, y hasta el Lago Michigan en el oeste. Partes de Virginia Occidental quedan bajo nieve de tres pies de profundidad.

Al momento en que mando este informe, apenas se está iniciando una evaluación de los daños, bajas humanas y el sufrimiento y la damnificación. Mucho aún queda impreciso. Pero lo que sí queda claro es que millones de personas en 15 estados carecen de luz eléctrica. El transporte público —metros, camiones y trenes sin los cuales millones y millones de personas en la zona de Nueva York no funcionan— está cerrado.

Decenas de millones de personas en la región más densamente poblada de Estados Unidos están sufriendo la dislocación de sus vidas y se les dificulta asegurarse del calentamiento y la seguridad. Durante los meses por venir, estarán batallando para recuperarse de este desastre. La situación no regresa rápida o fácilmente a “la normalidad”, signifique lo que signifique eso para diferentes sectores del pueblo en esta sociedad grotescamente desigual.

La locura del capitalismo agrava el daño y el peligro

Dentro de Estados Unidos, y de manera concentrada en la ciudad de Nueva York, recursos impresionantes son disponibles para responder a la tormenta. Pero el marco del capitalismo, impulsado por del mercado y las ganancias, distorsionó el uso de estos recursos masivos.

En un incidente emblemático, los vientos de la tormenta rompieron el brazo de una enorme grúa posicionada encima de un proyecto de construcción de 1,000 pies de altura para construir condominios grotescamente lujosos que costarán hasta cien millón de dólares. Al momento en que mando este informe, la grúa cuelga peligrosamente encima de una zona del centro de Manhattan, y han apagado el suministro de luz en la zona para minimizar el daño si la grúa caiga como misil sobre la ciudad.

Recientemente sancionaron ocho veces esta grúa por violar normas de seguridad. Al mismo tiempo que el gobernador de Nueva Jersey calificó de “estúpidos o egoístas” a los residentes de la Costa de Nueva Jersey que no se evacuaron, las autoridades incluyendo el Alcalde de Nueva York Bloomberg insisten en no echar ninguna culpa a los inversionistas de ese proyecto de torre de apartamentos, mucho menos al sistema descabellado que lo priorizó. Tampoco cuestionan las prioridades de ahorrar dinero para una inversión masiva de bienes raíces al no asegurar bien o quitar esa grúa ya tan sancionada por insegura, cuando se anunciara que se aproximaba un huracán.

Wall Street, sitio de la Bolsa de Valores de Estados Unidos, está en una de las zonas más dañadas por la tormenta. Mientras decenas de miles de personas por toda la región están damnificadas, muchas en circunstancias desesperadas con urgencia de calentamiento, luz, comida y techo, la revista Forbes reportó que “el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo habló con Secretario del Tesoro Tim Geithner sobre acelerar la reapertura de Wall Street, y habló con presidente Obama dos veces el martes”.

El impacto del cambio climatológico en agravar fenómenos meteorológicos violentos, y su relación con el funcionamiento del capitalismo, va más allá del alcance de este informe, pero recomienda a los lectores leer El cambio climático: La ola de calor, tiempo extremo y futuras tormentas en revcom.us, y especialmente a estudiar y difundir ¡Estado de emergencia! El saqueo de nuestro planeta, la catástrofe ambiental y la verdadera solución revolucionaria (http://revcom.us/medio_ambiente/).

Control social vs. movilización popular

Al acercarse la tormenta, impusieron medidas draconianas sobre los sectores más pobres y oprimidos del pueblo que se encontraron en el camino de la tormenta — medidas no destinadas a proveerles seguridad sino mantenerlos bajo control.

Esta es una sociedad marcada por la encarcelación en masa de personas negras y latinas en particular. Y en Nueva York “parar y registrar” sirve para canalizarlas a las prisiones, y la prisión neoyorquina de Rikers Island es una pieza grande en el engranaje de la encarcelación en masa. Mother Jones reportó que: “En una rueda de prensa ayer sobre los preparativos de la ciudad de Nueva York para el Huracán Sandy, preguntaron al alcalde Michael Bloombuerg sobre la seguridad de presos en Rikers Island, ubicado cerca de la desembocadura de Long Island Sound entre Queens y el Bronx. Al parecer, la pregunta irritó a Bloomberg, quien contestó opacamente: ‘Rikers Island, la tierra es alta donde ellos están y los cárceles están seguros’. Aparentemente incapaz de captar que alguien podría preocuparse por el bienestar de los más de 12.000 presos en Rikers, Bloomberg aseguró a los presentes: ‘No se preocupen de que alguien vaya a escaparse’”.

Trataron a los residentes de los proyectos de vivienda pública con el mismo desprecio. Mucho antes de ocurrir los apagones, las autoridades en dos docenas de proyectos cortaron el calentamiento, agua caliente y servicio de elevadores (algunos de esos edificios tienen 14 pisos o más), no como resultado de la tormenta sino con el fin de obligar a los residentes poco dispuestos a evacuar los edificios y recurrir a los albergues públicos.

Reportes noticiosos y políticos criticaron fuertemente a los residentes de los proyectos que se negaron a evacuar — sin tomar en cuenta la base concreta por su miedo de lo que les podría esperar en los “albergues” prometidos de parte de un gobierno que encerró a miles de personas negras y pobres en condiciones inhumanas en el Superdome de Nueva Orleáns durante el Huracán Katrina.

La mayoría de los residentes de los proyectos —ante esas opciones inaceptables— se arriesgaron a quedarse. Muchos de los que se han quedado encerrados en edificios sin luz ni calentamiento son personas de la tercera edad y deshabilitadas.

Al nivel macro, el mensaje principal a todos los neoyorquinos fue “quédense en casa” y “sigan los órdenes”.

Hubo razones legítimas de seguridad para que las personas se quedaran adentro inmediatamente después de la tormenta — ahorita que mando este informe, siguen cayendo ramas de los árboles, cables eléctricos están caídos y siguen otros peligros. Pero, conforme se vaya pasando la tormenta, se ve cada vez más intolerable la contradicción entre la gran potencial humana de rescatar a los víctimas y reparar daños, por un lado, y la doctrina oficial de “quedarse en casa”.

Para más información sobre cómo sería una sociedad socialista en Estados Unidos, lean la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) y para más sobre cómo se podría hacer una revolución, lean “Sobre la estragia para la revolución”, del Partido Comunista Revolucionario, EU y en línea en revcom.us.

Una sociedad revolucionaria, organizada sobre una base completamente diferente a la actual, priorizaría el rescate y la ayuda. El ejército y la policía, en vez de ser fuerzas de ocupación en naciones oprimidas por todo el mundo y en las zonas urbanas marginadas, se dedicarían a servir y proteger de verdad al pueblo. Movilizar a las masas populares y basarse en ellas sería al centro de todo esfuerzo para lidiar con un desastre semejante — combinando la planificación centralizada y distribución de recursos con la iniciativa y creatividad descentralizadas, desencadenando todo tipo de iniciativa de todo tipo de personas.

Asimismo, el estado y sus órganos de poder facilitarían y no bloquearían los impulsos de las personas de ayudarse unas a otras a enfrentarse a los crises médicos y alimenticios, y a reconstruir en corto y largo plazo.

Todo eso se contrasta muy agudamente con lo que están haciendo actualmente.

¡El gobierno debe ayudar, no reprimir, ahora!

Tras la tormenta que devastó la Costa Este de Estados Unidos y más allá…

  • El gobierno debe proveer comida, vivienda (y albergue temporario seguro), y servicios esenciales a todos los que los necesitan, ahora, sin costo y sin someterlos a regulaciones degradantes, revisión de identificación y condiciones. Hay que satisfacer las necesidades de todos, siendo la prioridad los de las necesidades más urgentes. No hay que evacuar a las personas a situaciones que reproduzcan enfermedades y peligros.
  • No se permite que especulen con la miseria popular y que se ceben los aves de rapiña de las compañías de seguranzas, monopolios petroleros, promotores inmobiliarios, etcétera.
  • Donde las personas están luchando y pidiendo ayuda ahora y en los días y semanas que vienen, hay que apoyar dichas luchas por las necesidades básicas, y el gobierno debe proveer la asistencia. Debe proteger la seguridad de las personas, y donde sea apropiado, hay que cerrar plantas nucleares y otros peligros potenciales, hasta que cumplan con mejoramientos necesarios de seguridad y se haya determinado que son seguros.
  • Es inaceptable toda represión fascista como la que impusieron después del Huracán Katrina — especialmente contra los más oprimidos— incluyendo en las formas de toque de queda, violencia policial, interferencia o supresión de esfuerzos voluntarios, y evacuaciones forzadas innecesarias; que se la opongan todos.

 

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