Dos ultrajantes "homicidios justificados" adicionales

7 de abril de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

En ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS!, Bob Avakian habla de "dos de las palabras más nocivas del idioma inglés en estos días, el 'homicidio justificado'", y que los asesinatos cometidos por la policía y otros agentes armados de este sistema cuentan de manera cotidiana y acostumbrada con aprobaciones y apologías.

Veamos las noticias de la semana pasada:

Primero, el Departamento de Policía de Pasadera divulga un informe interno que absuelve a sus oficiales de cualquier mala conducta a raíz del asesinato de Kendrec McDade el año pasado. Dicen que habían recibido un reporte de un robo a mano armada en una camioneta que vendía tacos. Kendrec, un estudiante universitario negro de 19 años de edad, y un amigo suyo, presuntamente huyeron cuando llegaron los policías. Un agente en la patrulla disparó al menos cuatro veces por la ventana después de qué, según él, Kendrec "estrió la mano hacia la cinturilla". Según el reporte, el agente le disparó a una distancia de menos de 30 cm. Otro agente, a pie, le pegó cuatro disparos.

Kendrec fue blanco de un total de siete tiros, luego le pusieron las esposas y lo llevaron al hospital, donde murió 90 minutos después. El abogado de su familia dice que la trayectoria de las balas indica que lo balearon mientras o caí o que ya yacía en el suelo. Y adivínese: la "pistola" a la que presuntamente Kendrec le echaba mano era un teléfono móvil que llevaba en el bolsillo delantero de su pantalón de calentamiento.

Para colmo, la policía de Pasadera anuncia los hallazgos que absuelven a los oficiales con motivo del primer aniversario del asesinato de Kendrec.

Segundo, una emisora radial local presenta una noticia sobre los suicidios en el sistema carcelario del estado de California. La reportera dice que un promedio de 31 presos al año se han suicidado en las prisiones estatales durante la última década y media. Un abogado de derechos de los presos denuncia que a los presos que los carceleros consideran que tengan tendencias suicidas y que estén a la espera de una evaluación psiquiatrita, les quitan toda la ropa salvo los calzones y los meten en celdas de detención del tamaño de una caseta telefónica. La reportera habla del aumento de encierros y segregación de larga duración y cómo eso afecta la sensación de desesperanza del preso: da el ejemplo de un preso con severa depresión que enviaron a una instalación de servicios médicos para casos agudos en una prisión, el personal carcelero lo acusó de "fingir estar enfermo" y lo expulsaron, y que en cosa de tres horas, el preso se ahorcó.

Esa historia en sí es casi insoportable: Confinan a los presos en unas condiciones que los orillen a querer quitarse la vida a fin de liberarse por fin de la brutalidad de su entorno; muchos de éstos ya están diagnosticados con enfermedades mentales y reciben poco o ningún tratamiento con pasión. Una cantidad mucho mayor que 30 personas al año se quitan la vida porque lo consideran su única salida. Pero la reportera remata su historia con lo siguiente:

El ex psiquiatra en jefe de las prisiones, Alan Abrams, justifica los suicidios con lo siguiente: "Fíjese, en última instancia estos sujetos tienen que entender que van a pasar el resto de la vida en la prisiones, ¿quién dice que eso no sea una solución aceptable a una vida fallida?"

¡Qué bárbaro! ¡Y además, totalmente injustificado!

Si alguien aún necesita una razón para la necesidad de eliminar este sistema cruel y horroroso por medio de la revolución, he aquí dos más.

De un lector de California

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.