El matrimonio entre las personas del mismo género: Un derecho básico, una demanda justa
7 de abril de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
La Suprema Corte de Estados Unidos está viendo dos demandas que piden que el gobierno reconozca los matrimonios entre las personas del mismo sexo (o el matrimonio gay).
El matrimonio entre personas del mismo sexo es un derecho básico y una demanda justa. Si dos adultos se aman y quieren comprometerse a un matrimonio, es cruel y opresivo negarles ese derecho por su orientación sexual. Es decirles que son menos que seres humanos a los ojos de la sociedad. Cada día que el gobierno sigue rechazando reconocer el matrimonio gay es intolerable.
Un derecho básico
¿Por qué no deben tener la posibilidad de casarse dos adultos del mismo sexo? Las voces de la intolerancia se quejan: “Eso no es un matrimonio tradicional”. Además, insisten que el que un hombre tenga sexo con un hombre o que una mujer tenga sexo con una mujer “no es natural”.
No existe nada parecido al sexo “natural”. En la Biblia —si en eso ellos quieren basarse— parece que “dios” ordena que al menos algunos hombres tengan sexo con decenas de esposas y amantes.
No hace tanto tiempo, en muchos estados se consideraba como algo “antinatural” y en contra de la ley el que los blancos y los negros tuvieran sexo entre sí o se casaran. Apenas en 1965, un juez en Virginia confirmó la convicción criminal de un matrimonio de “raza mixta”, invocando la siguiente definición de lo natural: “Dios todopoderoso creó a las razas blanca, negra, amarilla, malaya y roja y las ubicó en continentes separados, y si no se hubiese interferido con Su arreglo, no existiera causa por aquellos matrimonios. El hecho de que Él separó las razas demuestra que no tuvo la intención de que se mezclaran las razas”.
Además, las actitudes, y las leyes acerca del sexo en sí, han cambiado. En 1998, el sexo oral, hasta entre las parejas casadas de hombre y mujer (heterosexuales), era ilegal en Georgia. Y hasta en 2003, era ilegal el que una pareja de personas del mismo género tuviera relaciones sexuales consensuadas, bajo las leyes contra la “sodomía” en catorce estados con penas tan severas como una cadena perpetua en la prisión.
El matrimonio, y “la moralidad tradicional”, acompañaron el surgimiento de la división de la sociedad entre opresores y oprimidos, como una forma de reforzar el patriarcado (la dominación de la mujer por el hombre) que siempre ha constituido un pilar de la opresión de los muchos por los pocos. Las actitudes acerca de las relaciones sexuales y el matrimonio se remontan a esos tiempos. Al igual que toda institución humana, el matrimonio y las actitudes acerca del sexo han evolucionado y seguirán evolucionando.
Por lo tanto, no tiene nada de “antinatural” ninguna forma particular de las relaciones sexuales y no tiene nada de “sagrado” el “matrimonio tradicional”. Pueden ser maravillosas las relaciones sexuales entre las personas que se cuidan y se respetan mutuamente, sin importar cuál sea su género. Y está muy bien el que la sociedad “tal como está” se sacuda al “salir del armario” las lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros (LGBT), para declarar su orientación con orgullo y reclamar sus derechos.
Toda persona con un sentido de justicia básica, toda persona que odie el orden opresivo, un mundo de explotación, opresión y represión, un mundo de violación, tortura, guerra y asesinato policial… debe arder de indignación de que no pueden casarse las parejas del mismo sexo. Y deben exigir la igualdad, con orgullo y en voz fuerte, ¡ahora mismo!
Un desafío a la desigualdad en la Suprema Corte
La GRAN MENTIRA acerca de Ruth Bader Ginsburg y la llamada "sombra de Roe v Wade"
Sunsara Taylor
Durante la última semana, la Suprema Corte veía los argumentos sobre dos casos relativos al matrimonio entre personas del mismo género… Lo que quisiera comentar aquí es la forma en que muchas personas, de ambas posiciones sobre este tema, han citado a Ruth Bader Ginsburg y su afirmación de que "tomó medidas muy extremas con demasiada rapidez" el fallo de la Suprema Corte Roe v Wade de 1973 que despenalizó el aborto.
Un reto en torno a la igualdad de matrimonio, de Carl Dix
Últimamente ha habido mucho debate en torno a la igualdad de matrimonio. Quisiera lanzar un reto en torno a este tema, sobre todo a los negros y otros oprimidos, a las personas azotadas por este sistema.
Un caso ante la Suprema Corte impugna la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA, por sus siglos en inglés). La DOMA prohíbe que el gobierno federal reconozca los matrimonios gay incluso donde se hayan legalizado (como es el caso en nueve estados y la capital, Washington, Distrito de Columbia ). La DOMA le priva a las parejas del mismo sexo, aunque estén casadas legalmente, de más de mil derechos y beneficios. Al viudo o viuda gay no le dan beneficios de la cuenta de seguro social de su pareja. Niegan a las parejas del mismo sexo el derecho de pedir permiso del trabajo para cuidar al cónyuge enfermo. Tampoco les dan la oportunidad de traer legalmente al cónyuge de origen extranjero.
La demandante principal en la demanda contra la DOMA, Edith Windsor, tuvo que pagar $363.000 de impuestos de sucesiones cuando murió su esposa, mismos que no le hubieran cobrado si su cónyuge hubiera sido del sexo opuesto. Es injusto ese castigo financiero. Es peor aún el mensaje y el marco mayor: en Estados Unidos, no se considera a las parejas del mismo sexo como plenos seres humanos, y sus relaciones no se consideran legítimas.
El otro caso impugna la Proposición 8 de California. En 2004, el alcalde de San Francisco declaró que el palacio municipal realizaría el matrimonio civil para las parejas del mismo sexo. Dentro de cinco semanas, cuatro mil parejas intercambiaron votos matrimoniales. Un tribunal del estado puso fin a los matrimonios gay e invalidó a los que se habían realizado. Se impugnó ese dictamen, y en mayo de 2008, la Suprema Corte de California declaró que eran legales los matrimonios gay en todo el estado, y miles de parejas del mismo sexo adicionales se casaron por ley.
Pero en noviembre de 2008, después de una campaña multimillonaria encabezada por organizaciones cristianas de la derecha, especialmente los mormones, se aprobó la Proposición 8 que prohíbe que se casen las personas del mismo sexo. Les arrebataron un derecho básico mediante una votación. Cabe señalar que se sentó un precedente ultrajante: que ahora se puede “poner a la consideración del electorado” cualquier derecho de cualquier grupo de personas… a la merced de fanáticos religiosos, las personas subyugadas en las fauces de la ignorancia y los manipuladores fascistas. (Vea más información sobre la Proposición 8 en “El matrimonio entre gays: ¡Un derecho básico! ¡Una demanda justa!”, Revolución #148, 23 de noviembre de 2008, en revcom.us.)
La situación concreta de la gente LGBT en Estados Unidos
La vida para la gente lesbiana, gay, bisexual y transgénera en Estados Unidos es un horror; sofocante, peligrosa y traumática en un millón de formas. A pesar de los cambios culturales que se están dando, aún es cierto que, excepto en unas contadas comunidades en unas ciudades grandes o en ciertas universidades, si uno se es LGBT, en cualquier parte corre el peligro de insultos, amenazas, humillación y lesiones corporales. Si bien es sabido que los predicadores fundamentalistas insisten en que “Dios creó a Adán y Eva, y no a Adán y Esteban”, no son solamente los fascistas cristianos de los estados rojos [conservadores] los que impongan prejuicios crueles. En Brooklyn, Nueva York, el presidente de un consejo escolar mandó quitar del currículo del distrito el libro Heather tiene dos mamás, que promueve el respeto y orgullo para hijos de parejas del mismo sexo.
Si uno estudia en la secundaria y se es LGBT o simplemente no está seguro de su orientación sexual, puede sufrir acoso y humillación. Un artículo de New York Times en 2011 dijo que, de los ocho suicidios en dos años en una secundaria en las afueras de Miniápolis, por lo menos cuatro eran de estudiantes gay. Varios estudiantes LGBT de 14 años de edad demandaron al distrito escolar por no proteger a los estudiantes considerados como gay. Una dijo que le habían llamado “lesba” repetidas veces y los maestros no hacían nada; fue hospitalizada por depresión grave e ideas suicidas.
Y es legal perseguir a las personas LGBT y negarles la igualdad. Es inmoral, por cierto. Sí, es inaceptable. Pero es legal: No existe ninguna ley federal que prohíba específicamente la discriminación en el trabajo sobre la base de la orientación sexual en el sector privado.
Una brecha de legitimidad… y la Suprema Corte
Hay un profundo abismo en la sociedad entre las actitudes que están cambiando rápidamente, por un lado, y por el otro, las leyes que discriminan abiertamente contra la gente LGBT. Esa brecha plantea problemas de “legitimidad” para los que reinan sobre el imperio global de saqueo conocido como los Estados Unidos de América. Ellos son una clase dominante que refuerza su dominio con la policía (vean la ocupación de las zonas marginadas de las ciudades y el violenta desalojo de las protestas Ocupar) y las guerras por todo el mundo. Pero también depende de la lealtad de unos sectores de la población, de la cual muchos se indignan de que la ley no reconozca la igualdad de las personas LGBT.
Además, la afirmación cada vez más fuerte del orgullo LGBT en la sociedad en muchas formas y en protestas como la Marcha Nacional de Igualdad en la capital en 2009, han ayudado a subir al escenario nacional la cuestión de derechos de la gente LGBT y de la igualdad de matrimonio.
Hay conflictos en la clase dominante estadounidense sobre cómo lidiar con esta situación. Algunos sectores de la clase dominante (más o menos identificados con los republicanos) argumentan que el brutal ejercicio de los “valores tradicionales” es la única manera de conservar el sistema en unos tiempos de grandes trastornos sociales y económicos. En ese caldo de cultivo, Tony Perkins, el jefe del Family Research Council (Consejo de Investigación Familiar), una organización fascista cristiana, le dijo al anfitrión de un programa de entrevistas de derecha: “Creo que se puede dar una revolución social y cultural si a la corte se le pasa la mano con eso”. Por una “revolución”, Perkins y otros de su índole quieren decir una u otra forma de la represión fascista violenta.
Otros (más o menos identificados con los demócratas) ven una necesidad de hacer concesiones superficiales a “la diversidad”, mientras constantemente cambian el marco de su programa dentro de los términos establecidos por los sectores más fascistas sobre las cuestiones de la moral tradicional, el aborto y otros derechos de la mujer y el poder de la religión en la sociedad. (Vea el artículo de Sunsara Taylor, “La GRAN MENTIRA acerca de Ruth Bader Ginsburg y la llamada ‘sombra de Roe v Wade’”).
Es esta situación entró la Suprema Corte de Estados Unidos. Ésta es una institución de la clase dominante. Una parte del rol que ha desempeñado históricamente es tratar de resolver las crisis y conflictos en la sociedad que pongan en duda el derecho de aquellos en el poder a gobernar la sociedad.
Un ejemplo aleccionador es cuándo y por qué la Suprema Corte invalidó el fallo de una corte de Virginia de 1965 (al que nos referimos al comienzo de este artículo) que estipulaba que el matrimonio entre una persona negra y una persona blanca constituía “la interferencia en el arreglo [de Dios] de que no existiría motivo para tales matrimonios”. En 1967, la Suprema Corte invalidó esa decisión en Loving v. Commonwealth of Virginia (siendo Loving el apellido de la pareja negra y blanca que había impugnado la ley en Virginia).
La Suprema Corte vio este caso en un momento cuando la imagen de Estados Unidos en el mundo era de la ocupación de ciudades como Detroit de parte de la Guardia Nacional y la devastación de Vietnam por las tropas yanquis; se estaba poniendo en duda la credibilidad y la legitimidad de los gobernantes de Estados Unidos en el territorio nacional y su imperio estaba bajo sitio en gran parte debido a las luchas de liberación nacional en Asia, África y América Latina.
En esas circunstancias, la Suprema Corte de repente “descubrió” que las leyes que prohibían el matrimonio entre personas blancas y negras (y todos los estados del Sur tenían esas leyes en 1967) representaban “la discriminación racial” y violaban la XIV Enmienda de la Constitución.
Aunque durante cien años, la Suprema Corte había fallado que esas leyes se cuadraban cien por cien con la misma XIV Enmienda.
No fue el progreso lento pero seguro de la justicia lo que hizo que la Suprema Corte invalidara esas leyes. El fallo fue un llamado de atención de parte de la Corte de que fuera necesario desechar esas leyes para que el sistema ganara de nuevo la credibilidad, y para reagruparse y para continuar oprimiendo y explotando a los pueblos del mundo. Durante los años desde ese entonces, las nuevas formas de discriminación, o sea, el “Nuevo Jim Crow”, han conducido al terror policial del parar y registrar y la encarcelación en masa de negros y latinos.
Mencionamos esto como una analogía, y no un paralelo directo a la decisión de la corte de ver las impugnaciones de las prohibiciones contra el matrimonio entre las personas del mismo sexo. Pero he aquí una lección sobre la naturaleza y el rol de la Suprema Corte, por qué actúa en ciertos casos y con qué objetivos.
¡Derechos iguales, ya!
Sería un ultraje cualquier fallo menos que la anulación de la DOMA y la Proposición 8 y que el reconocimiento de la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo, en todo el país.
Algunos “analistas” de derecho establecidos (es decir, unos portavoces de la clase dominante) dicen que el rumbo actual de las deliberaciones —las preguntas que los jueces plantean y las opiniones que suponen— dan a entender un fallo que invalidaría la Proposición 8 y la DOMA sobre una base muy limitada, y no despenalizaría el matrimonio entre las personas del mismo sexo en toda la nación.
Para colmo, hay indicaciones de que la Suprema Corte podría anular la DOMA y la Proposición 8 explícitamente sobre una base de “los derechos de los estados”. Se prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo en docenas de estados. Un fallo que explícita o implícitamente se refiere a “los derechos de los estados” institucionalizaría “el derecho” de los estados a hacer ilegal el matrimonio entre las personas del mismo sexo. Tal fallo lleva el potencial de crear una situación semejante a la de Estados Unidos antes de la guerra de Secesión, cuando existieron los “estados libres” y los “estados esclavistas”, aunque en la ocasión actual existirían los estados en que las personas del mismo sexo pudieran casarse y los estados en que no. No se reconocerían los derechos de las parejas gay y lesbianas bajo el derecho estatal en los estados que prohibieran el matrimonio entre las personas del mismo sexo. “Los derechos de los estados” fueron el grito de guerra de los segregacionistas durante el movimiento de los derechos civiles. ¡Cualquiera que se oponga al prejuicio, la discriminación y la aplicación violenta de esas cosas no debería apoyar esa lógica de ninguna manera!
Está entre la gama de posibilidades el que la Suprema Corte no invalide ni la DOMA ni la Proposición 8. Eso sería un ultraje extremo y vil. Millones de personas lo considerarían, correctamente, una cruel bofetada en la cara. Tal situación exigiría que todos aquellos que creen en la igualdad y la justicia se tomen las calles de inmediato en una resistencia determinada.
Luchando por la igualdad… yendo más allá de la discriminación y el prejuicio
Ya es una barbaridad el que se le niegue a la gente LGBT el derecho de casarse o que el gobierno federal no reconozca sus matrimonios como legítimos y legales. ¡Eso tiene que cambiar, ya!
Hay mucho en juego en la lucha por la igualdad de matrimonio y las cuestiones más amplias de la igualdad de derechos para la gente LGBT. Esto plantea una gran interrogante: ¿qué clase de cambio se necesita?
Es necesario que la gente siga tomándose las calles y actuando de muchas maneras en apoyo al orgullo e igualdad, con la resolución y la convicción de que la historia y la razón estén de nuestro lado.
Y en medio de eso, instamos firmemente a que todos comparen las dos Constituciones que representan dos futuros opuestos. La una, redactada como una herramienta para reforzar la esclavitud, el genocidio y la opresión de las mujeres (quienes no tuvieron el derecho de votar antes de 1920); se ha interpretado a lo largo de la historia de unas maneras que ajustan pero jamás desafían la profunda desigualdad arraigada en la explotación. Ésa es la Constitución de Estados Unidos de América.
Pero existe otra potencial manera de organizar la sociedad. Estudie con detenimiento la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), del Partido Comunista Revolucionario. Esa constitución prohíbe toda discriminación contra las personas con una orientación sexual que no encaje en las formas y normas tradicionales y patriarcales. Además, presenta una sociedad en que el sistema de educación y la cultura arrojen luz sobre la verdadera historia y las fuentes de los prejuicios retrógrados y cómo éstos surgen de varias formas de opresión; tal sociedad no solo cambie las leyes sino los corazones y las mentes.
Estudie y éntrele a “Sobre la estrategia para la revolución”, una declaración del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, y conozca la estrategia para crear esa sociedad revolucionaria.
La resistencia a la discriminación, los prejuicios y la violencia en contra de las personas LGBT y la justa afirmación del “orgullo” son elementos positivos en la situación actual. Esa resistencia tiene que crecer y fortalecerse e ir alimentando a un poderoso movimiento para la revolución con el fin de crear una sociedad completamente diferente donde se eliminen todas las formas de opresión.
También necesitamos estar conscientes del potencial positivo —que en importantes formas, “subvierte el sistema”— de la afirmación de la “identidad” gay y los derechos de los gays, aunque haya contradicciones muy reales en todo esto, incluyendo la “política de identidad” con la tendencia a una perspectiva reducida y también las influencias conservadoras relacionadas al matrimonio tradicional y asimismo, la campaña para que los gays puedan servir en el ejército imperialista al ser abiertamente gay. A pesar de todo eso, en su aspecto principal esto tiene que tener y puede tener en una medida aún más grande un efecto muy positivo “de subvertir el sistema”. Ésta es una contradicción que en la sociedad en general “ha salido del closet”. Es posible que vuelvan a meterla al closet y a la clandestinidad, no solamente con la afirmación más fuerte del tipo de movimiento fascista que fuerzas poderosas de la clase dominante están apoyando y fomentando en este período, sino con el ascenso concreto de una forma fascista de dictadura burguesa. Pero no será fácil suprimir la lucha contra la opresión de la gente gay. Necesitamos entender el potencial de esto también y la necesidad de tratarlo correctamente, para fomentar un mayor desarrollo de su potencial positivo y de su contribución al movimiento para la revolución. Bob Avakian |
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