Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

Turquía: Un movimiento toca fibras sensibles en la población

7 de julio de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Part of  a protest   at Taksim Square in Istanbul, Monday, June 3, 2013

Una parte de una protesta en la plaza Taksim, Estambul, 3 de junio de 2013. Foto: AP

17 de junio de 2013. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. La situación en Turquía ha dado otra vuelta. Al parecer, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan ha adoptado una estrategia de "doble o nada" para tratar de buscar la estabilidad principalmente por medio de aplastar la resistencia, escalar el conflicto político e ideológico y llevar la violencia a un nuevo nivel. Al mismo tiempo, esta resistencia al régimen ha impactado el sentir entre los jóvenes y por toda Turquía. No es pan de cada día que una sociedad esté tan claramente dividida en dos bandos opuestos.

La policía ha estado tirando gases y golpeando a los manifestantes sin piedad desde el comienzo, pero nunca antes ha sido tan obvia la naturaleza del estado que dirige Erdogan como en la noche del 15 de junio. Las cerradas filas de miles de policías apostados con sus escudos sobre la cabeza, alineadas como falanges de soldados de la antigua Roma, marcharon por la plaza Taksim en un intento de terminar con las semanas de protestas a pura fuerza no importa a qué costo.

Thousands of Turkish youths gather at Ankara's main Kizilay Square in the face of government attacks on them, Saturday, June 1, 2013. National protests over a  violent police raid of an anti-development sit-in in Taksim square  revealed the depths of anger against Prime Minister Recep Tayyip Erdogan.

Miles de jóvenes se congregan en la plaza principal de Ankara, la plaza Kizilay, ante los ataques del gobierno, 1º de junio de 2013. Foto: AP /Burhan Ozbilici

La mayoría de los manifestantes no estaba preparada para el alcance y el salvajismo de este asalto. El ataque fue especialmente inesperado porque aun en su tono más amenazador, Erdogan les había dado a los manifestantes hasta el día siguiente antes de que ordenara que las fuerzas de seguridad los expulsaran. Retrocedieron al adyacente parque Gezi, donde pudieron resistir los cañones de agua, enormes nubes de gas y porrazos por más horas de lo que parecía posible.

El régimen trajo policías de todo el país. Envió a los gendarmes —una formación militar que no solía usar en las calles— en un intento de evitar que los manifestantes cruzaran del lado asiático del estrecho Bósforo para llegar a la plaza Taksim. No lograron parar a las personas sobre el puente, pero las atacaron brutalmente cuando alcanzaron el lado europeo.

Las autoridades también han cambiado la composición de sus armas químicas y los gases de alta tecnología usados contra los manifestantes, por lo que no sólo arden terriblemente los ojos sino que hacen vomitar y la piel muestra marcas distintivas de quemaduras químicas.

Pero aunque el régimen ahora controla la plaza Taksim, muchas personas aún se reúnen en los alrededores y en otras partes de Estambul listas para confrontar todo lo que el régimen use en su contra.

A las nueve de la noche, la gente interrumpe sus actividades y por 15 minutos hace ruido en solidaridad con el movimiento y entre sí. Esto es particularmente poderoso en los vecindarios alrededor de Taksim donde muchos moradores han empezado a apoyar a los jóvenes contra la policía, pero a cierto nivel por todo Estambul. Las personas abren las ventanas y golpean ollas y sartenes, dan porrazos a los faroles de metal si se encuentran en la calle, e incluso en los cafés y restaurantes se paran para hacer sonar sus platos y vasos tan fuertemente como sea posible.

Se dieron escenas similares en Ankara y en Izmir, la segunda y tercera ciudades más grandes de Turquía.

Erdogan exitosamente convocó a grandes mítines en Ankara y en Estambul. El acto en Estambul fue para demostrar que su apoyo aún es fuerte no sólo en las aldeas de la Anatolia sino entre la población urbana y las clases comerciales de la ciudad más grande. Erdogan ha tratado de encender a su base social en lucha con la religión y el sentido de que él y su base son víctimas de enemigos que no precisa, implícitamente "el Occidente" y la gente occidentalizada en Turquía. En un estallido casi increíble de chovinismo turco de lo más descaradamente racista, recurrió a decirles a sus seguidores que estos enemigos les consideran "gentuza" sin educación.

Sus afirmaciones de que las multitudes de los manifestantes son todos "terroristas" o al menos manipulados por "terroristas" han empezado a fallar. Cuando llamó a las madres a venir al parque Gezi y llevarse a sus hijos a casa, cientos de madres llegaron para formar un anillo protector alrededor de los manifestantes. La asociación de abogados realizó una manifestación para demandar que liberaran a sus colegas encarcelados por defender a los manifestantes, y la asociación de médicos y dentistas hizo lo mismo para defender al personal médico que la policía había seleccionado para golpear y encarcelar por tratar a los heridos. Varias confederaciones de sindicatos han salido en huelga para exigir un alto a los ataques policiales.

Erdogan respondió con una histeria aún más afiebrada contra el movimiento de protesta, denunciándolo como parte de un complot de las potencias occidentales, Israel y financistas internacionales resueltos a negarle a Turquía su posición justa como una moderna potencia regional islámica. (Además, sugiere que están usando a los kurdos para desmembrar a Turquía, aunque el PKK [Parido de los Trabajadores del Kurdistán] kurdo todavía intenta conservar su entente [acuerdo] con el AKP en el poder.)

Como si el propio Erdogan —como el último en un linaje de líderes del estado turco desde Ataturk y las figuras civiles y militares que le siguieron al fundador de la república, junto con toda la clase dominante turca— no hubiera buscado "la posición justa" para Turquía como refugio (y paraíso) para el capital extranjero y como socio subordinado de los imperialistas de Estados Unidos y Europa. Como si el propio Erdogan no fuera experto en entrometerse en los asuntos de otros países, junto con Estados Unidos (e Israel), desde Irak y la República de Georgia a Libia y Siria.

No es necesario imaginarse un complot extranjero para explicar por qué sus políticas y su sistema han impulsado a tanta gente a tomarse las calles en contra de la situación y los acontecimientos en Turquía.

El régimen se ha esforzado para despegar a alguna gente mayor y establecida de la clase media que constituye una base importante de apoyo del movimiento en la calle, mediante promesas (por ejemplo, no arrasar el parque Gezi sin un procedimiento judicial y posiblemente un referendo) así como amenazas (de considerar a cualquiera cerca de la plaza Taksim como un "miembro de una organización terrorista", una acusación potencialmente tan grave jurídicamente como ridícula). Muchas personas llegaron a Taksim para celebrar, no para oponer resistencia a la policía, y la brutalidad desenfrenada contra toda persona en la calle —como si fuera un "terrorista" todo transeúnte, médico o abogado, manifestante ocasional, fanático de fútbol y aguerrido luchador callejero— ha hecho reflexionar a alguna gente. Pero al mismo tiempo, esto ha sido un factor importante en hacer que la gente empiece a dejar de creer y crezca el número de personas que dejan de creer en la legitimidad del régimen.

Erdogan orquestó la limpieza de la plaza Taksim como una clase de telonero para su mitin en Estambul. Quería que ambos actos indicaran que el régimen tiene una fuerte base social, especialmente entre aquellos inculcados con la religión, y que tiene un poder mucho más violento del que se habían imaginado muchos manifestantes. Pero intentar dividir a la sociedad aún más es una operación peligrosa con consecuencias inciertas. Ese uso del franco terror y las amenazas de mandar al ejército para aplastar a los manifestantes políticos o armados no necesariamente trae beneficios para el régimen a corto o largo plazo

Parece que el núcleo de este movimiento tiene el espíritu de lucha más que nunca. A veces se expresa de modo solemne, por juramentos en masa de jamás rendirse, en honor a los que la policía ha matado. A veces por bromas desafiantes como corear "vengan con el gas de pimienta" al anochecer. Otro coro, "Esto es sólo el comienzo", es una creciente valoración realista de que lo que está comenzando será muy peligroso y difícil.

Lo más importante es que existe un cuestionamiento, no sólo sobre qué hacer —de mucha importancia— sino sobre los objetivos de la lucha, qué clase de mundo tenemos y qué clase queremos. Reflexiones serias y acciones serias.

People gather to react as Turkish riot police spray water cannon at demonstrators who remained defiant after authorities evicted activists from an Istanbul park, near the main Taksim Square in Istanbul, Turkey, Sunday, June 16, 2013.

Unos manifestantes se mantienen desafiantes ante los cañones de agua de la policía después de que las fuerzas del gobierno expulsaron a los activistas de un parque, cerca de la plaza Taksim, Estambul, 16 de junio de 2013. Foto: AP

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

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