Debajo de la superficie de la elección de De Blasio en Nueva York

3 de febrero de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Querido revcom/Revolución:

Aprecié el análisis de los factores detrás de la elección de Bill de Blasio como alcalde de la Ciudad de Nueva York y el análisis de cómo su programa concreto, aunque se realizara, ni cambiaría en la superficie las desigualdades e injusticias flagrantes en la Ciudad de Nueva York y el mundo en conjunto (vea "La Ciudad de Nueva York: La ropa nueva del alcalde" en revcom.us). Es crítico que la gente entienda esto.

También he reflexionado sobre lo que reveló, al menos en parte, la forma sorprendente en que De Blasio surgió desde "el final del pelotón" y ganó las elecciones en una victoria aplastante.

Para aquellos que no siguen la política de la Ciudad de Nueva York, el multimillonario "independiente" (ni demócrata ni republicano) Michael Bloomberg gobernó sobre la Ciudad de Nueva York durante tres cuatrienios y se describió a sí mismo como un alcalde al estilo de un director ejecutivo de una corporación. Su sucesor designado, Christine Quinn, presidenta del Consejo Municipal, fue una demócrata que dio unos pasos para distanciarse de Bloomberg, pero en la percepción del público estaba estrechamente vinculada a él. El otro candidato principal del partido demócrata, Bill Thompson, tiene una larga historia como una figura demócrata de la clase dominante cuya carrera se ha caracterizado por "hitos" como el aval que recibió del entonces alcalde Rudolph (o, como le ha llamado Carl Dix, "Adolfo") Giuliani, para encabezar la Junta de Educación de la Ciudad de Nueva York. Pero ninguno generó mucho entusiasmo o energía entre los votantes.

Luego, como señala el artículo en revcom.us, De Blasio se separó del pelotón — siendo un momento clave "el anuncio". En éste apareció el hijo adolescente negro de De Blasio diciendo que su papá "pondría fin a la época del parar y registrar, lo que injustamente singulariza a las personas de color".

El día después del anuncio, yo caminaba por Park Slope, un vecindario de la clase media en Brooklyn. Park Slope está orgulloso de su diversidad. Ahí viven muchas parejas de raza mixta (las que incluyen a De Blasio cuya esposa es afroamericana) y el vecindario es un hervidero de activismo liberal y progresista. Además es un lugar donde muchos intelectuales ilustrados crían a sus hijos y se conoce por las aceras atestadas de coches de bebé, algunos empujados por niñeras del Caribe y otras partes, algunos por madres o padres que se quedan en casa.

Se deberías haber visto a Park Slope el día después de "el anuncio". Había afiches de De Blasio en cada escaparate y en la mayoría de los coches de bebé — un ambiente celebratorio, festivo como si la primavera hubiera llegado temprano a Nueva York. Y por toda la ciudad, De Blasio se conectaba con muchísima gente. Su historia de izquierda, su familia de raza mixta. Su estilo populista que reflejaba un poco los sentimientos de Ocupar y más de la onda. Y la atracción de De Blasio se extendió ampliamente — inclusive a las comunidades de los más oprimidos. Las revelaciones en el New York Times de que se había opuesto fuertemente a la agresión estadounidense contra la revolución sandinista en Nicaragua sirvieron en parte de mensaje de que "conocemos tus antecedentes, ten cuidado", pero además realzó su credibilidad. Y sus denuncias de los "dos Nueva York" se conectaban con un público que había seguido la serie de cuatro partes en el New York Times sobre las crueles privaciones de una muchacha afroamericana que vivía en un asqueroso, peligroso y descuidado albergue público. Además, se enmarcaba todo eso en un remolino de ultrajes y crisis en la sociedad en general, del escándalo del espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a la situación de emergencia del aborto en Estados Unidos.

El que fuera De Blasio el que "se conectó" con el electorado refleja la profundidad y envergadura del descontento. Tengo la impresión de que esa conexión tiene que ver más con su estilo y aparente "postura", los que se conectan con el idealismo y esperanzas de que las cosas puedan ser diferentes. Pero a la gente de esta sociedad así le habían entrenado a juzgar a los candidatos. Por eso yo estaba atraído, de joven, a John F. Kennedy y su esposa culta, y la gran brecha de estilo entre, por un lado, él y Jackie, y, por otro, esa encarnación visceral, abiertamente racista y atrincherada de las tradiciones de Estados Unidos, Dick Nixon y su esposa plástica, Pat.

Como iba a aprender de modo comprimido en las tormentas de los años 1960, Kennedy orquestó una invasión de la CIA para derrocar a Castro, hizo lo posible para mantener "dentro de los límites" al movimiento de derechos civiles y para impedir que desafiara el statu quo más que él estimaba necesario, y lanzó a Estados Unidos sobre el camino que llevó a la muerte de más de dos millones de personas indochinas a manos de las armas químicas, los bombardeos de saturación y las masacres de parte de Estados Unidos. Y en el caso de millones y millones de personas en ese tiempo, la indignación que en un momento se encauzó en apoyo a Kennedy se "desvió" por el funcionamiento del sistema capitalista imperialista, de Selma, Alabama en el "profundo Sur" a Vietnam, a la resistencia popular contra todo eso — a pesar de la represión violenta; y por la influencia de los radicales y revolucionarios, a cuestionar y además rechazar la propia legitimidad de este sistema, su derecho de gobernar a Estados Unidos y dominar al mundo. (El hecho de que el movimiento para la revolución en ese entonces no tenía la fuerza suficiente para llevar esa indignación "a vencer la cuesta" y derrocar al sistema no es algo que tiene que repetirse.)

No quiero comparar a De Blasio con Kennedy ni ninguna otra persona. De Blasio llegó a ser el alcalde de la Ciudad de Nueva York, no a la presidencia de Estados Unidos, y la historia no se repite. Y no voy a predecir una repetición de los años 1960. Pero estoy considerando cómo reconocer y responder a lo que podrían ser "los comienzos embrionarios" de unas crisis de legitimidad, visto desde el ángulo de efectuar el cambio CONCRETO mediante la revolución, aunque es posible que esas "señales de alerta temprana" no tomen formas que los revolucionarios preferirían (como por ejemplo, la manera en que es posible que lo que consideran los llamamientos de los candidatos que "prometen el cambio", como el de De Blasio a la diversidad y la inclusión, atraigan a unos sectores de la gente a la actividad política).

Volvamos a la historia de las elecciones. Bill de Blasio terminó ganando las elecciones preliminares de los demócratas y luego ganó las elecciones generales en una victoria aplastante —algo como el 75% del voto— contra Joe Lhota, el candidato republicano.

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Pero hablemos en serio. Uno no puede llegar a ser el alcalde de la Ciudad de Nueva York sin el visto bueno de la clase dominante — es decir, aquellos que son los propietarios de todo y controlan todo en Estados Unidos y los agentes políticos que sirven al sistema. De hecho, había otro candidato que según los estándares convencionales electorales estaba "a la izquierda" de De Blasio, al menos en términos del parar y registrar. El contralor municipal, John Liu, quien tiene una larga historia en la política de la Ciudad de Nueva York, según había dicho: "Se debe abolir el parar y registrar". Las críticas que planteó Liu se basan en el mismo marco que las de De Blasio (vea "El verdadero problema al fondo del parar y registrar, y la verdadera solución" en revcom.us), es decir, que "el parar y registrar sigue profundizando el abismo entre las comunidades y la policía". Además, Liu también estaba tratando de apuntalar la perjudicada legitimidad del sistema, pero fue el único candidato prominente con la posición de abolir el parar y registrar. En efecto, cancelaron su campaña — no tenía las credenciales para convencer a la clase dominante de que estaba plenamente domado. Persiguieron a su campaña con investigaciones de irregularidades financieras y acusaciones contra sus ayudantes y le negaron los millones de dólares de "fondos de contrapartida" los que son necesarios para una campaña seria.

Además de las cosas como las que ocurrieron contra la campaña de Liu, es posible crear la opinión pública —sin siempre tener que contar con las microgestiones de los medios informativos de la clase dominante— para promover o destruir a un candidato mediante un escándalo o revelación oportuna. Pero eso no pasó, aun cuando Bill de Blasio emergió de la retaguardia del pelotón y comenzó a dominar en la encuestas. El artículo del New York Times sobre su pasado de izquierdista explica que él había llegado a ser "una parte de la institución que había denunciado — el establecimiento". Y Bill de Blasio tenía buenos antecedentes — cumplió servicios bajo diversas figuras de la clase dominante, como Bill Clinton (el que "terminó la ayuda publica tal como se conoce), Hillary Clinton (el halcón de la guerra de Irak) y Michael Bloomberg (De Blasio le sirvió como Defensor del Pueblo durante la administración de su predecesor Bloomberg).

En resumen, los de arriba estaban suficientemente convencidos de que De Blasio, al mudarse a la Mansión Gracie (la residencia oficial del alcalde en la Ciudad de Nueva York), no iba a "mear en la alfombra" porque a pesar de su pasado de izquierdista, sus conexiones activistas y su estilo contracultural, ha estado completamente domado.

El primer acto de De Blasio, de nombrar a Bill Bratton como comisario de la policía, identifica mucho más el contenido de lo que representa que el séquito de puntos de vista radicales expresados por el micrófono durante su ceremonia de toma de posesión (vea "El nuevo comisionado de policía de Nueva York, el Señor 'Parar y Registrar' Bratton — lo mismo en odres nuevos" en revcom.us).

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El hecho de que se percibe que De Blasio representa algo que se opone al statu quo, desde un ángulo progresista (no del Partido del Té) y de que tuvo una acogida amplia y profunda, en realidad arroja luz, de manera no lineal, sobre el potencial de una revolución — por qué la revolución es necesaria, pero además es posible.

¡El que yo diga eso NO es porque De Blasio representa alguna especie de "progreso" concreto para lidiar con las injusticias profundas en la sociedad y el mundo! De plano, no existe ninguna evidencia en su programa declarado o en sus promesas de que represente, en esencia, nada excepto el mismo viejo sistema en "ropa nueva", como lo expresa revcom.us.

Pero el descontento profundo que se reveló en la atracción hacia De Blasio y el hecho de que, después de que quedó claro que él estaba conectándose con la gente, la clase dominante tomó la decisión de al menos poner el sello de aprobación a este candidato que al principio no parecía tener posibilidades de ganar, indican la profundidad y el alcance del descontento arraigado en la profundidad y alcance de los ultrajes que son elementos integrales de este sistema.

Es posible que crezca ese descontento, junto con otros factores, como el trabajo de los revolucionarios que acelere enérgicamente el desarrollo de una situación revolucionaria, hacia una "crisis de legitimidad" en la que millones de personas en la sociedad lleguen a cuestionar de modo fuerte e impugnar el propio derecho de gobernar del sistema capitalista. Y tales crisis pueden llegar a ser una parte de un ambiente que se transforme en uno de los momentos raros para los cuales los revolucionarios se preparen y hacia los cuales trabajen para acelerar su movimiento, cuando sea posible que un movimiento de miles de personas —de forjarse— dirija a millones de personas y para que exista la posibilidad concreta de una verdadera revolución.

Sin duda NO lograremos eso sin decir la verdad sobre lo que De Blasio representa e ilustra, como lo hace el artículo en revcom.us, de que eso no cambiará este sistema mundial de opresión pero que servirá para reafianzarlo. Los sentimientos reflejados y expresados en el atractivo de De Blasio, de dejarse como son, siguen el camino de la menor resistencia al callejón sin salida de trabajar dentro del mismo sistema y de apoyarse en el mismo sistema, el que causa todos los ultrajes que definen el mundo de hoy.

O… se puede desviar esos sentimientos por medio de todo un conjunto de trabajo revolucionario para contribuir a construir un movimiento para la revolución con el Partido como su núcleo dirigente. Las fuerzas revolucionarias no habían desarrollado ese conjunto al entrar en el período culminante de los años 1960, pero sería posible —si orientáramos todos nuestros esfuerzos y trabajáramos con un sentido de la marcha de los acontecimientos de la situación y de los cambios del estado de ánimo de la gente, y nos basáramos nuestro trabajo en el reconocimiento de los mismos— que estuviéramos en tal posición "en esta ronda". Eso es lo que tenemos que hacer.

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