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¿Se debe criminalizar o apoyar a los inmigrantes?

17 de marzo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

10 de marzo de 2014. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. A la gente que vive en Occidente y en otros destinos para los inmigrantes le dicen constantemente cosas como, “Nuestro país está siendo invadido por inmigrantes”. A duras penas pasa un día en que no escuchen a los políticos y a los medios haciendo ataques racistas contra los inmigrantes, culpándolos del desempleo, de abusar de los beneficios del sistema de bienestar, de ser una carga para los que pagan impuestos o de generar el crimen.

La forma en que la actual histeria antiinmigración es deliberadamente incitada por las autoridades, y no una reacción espontánea de gente ignorante, resaltó a principios de marzo en lo que debió haber sido todo un escándalo en el Reino Unido. Se reveló que cuando un estudio académico revisado por pares, encomendado por el gobierno, concluyó que la relación entre la inmigración y el desempleo es muy tenue, el Partido Conservador simplemente lo suprimió y continuó con su campaña para convencer a los británicos de que para mantener su nivel de vida deben cortar la entrada de extranjeros.

Las clases dominantes de los países imperialistas de Occidente y otros países desarrollados que atraen a los inmigrantes etiquetan con el término “ilegal” a estos seres humanos para criminalizarlos y legitimar una cacería de brujas contra personas que ya han pasado por un tremendo sufrimiento mental, físico y económico. De diferentes formas y a diferentes niveles, aun cuando la cantidad de personas que entran a estos países se ha mantenido más o menos estable, la despiadada propaganda antiinmigrantes se ha convertido en un importante factor que moldea el panorama político en Europa occidental y Australia, en los que se centra este artículo. (Por razones históricas, demográficas y otras, además de la importancia militar de una frontera contigua con un país al que Estados Unidos ha aplastado, la cuestión de la inmigración se da de forma diferente allí).

Lo que arriesgan los refugiados y cómo los gobiernos usan esos riesgos para imponerles la pena de muerte

Ahora mismo decenas de miles de personas de toda África viven en casuchas en campamentos en las colinas que rodean Ceuta y Melilla, dos enclaves remanentes del colonialismo español y su dominación en Marruecos. Dado que esos dos trozos de tierra robada son legalmente parte de Europa, lograr entrar en ellos es la meta principal de migrantes y refugiados.

En los últimos años los gobiernos españoles de turno con su policía repetidamente han gaseado, golpeado y hasta baleado a la gente que intenta trepar sobre las cercas de doble alambre de púas que rodean esos dos enclaves. Durante los últimos meses, en medio del creciente desespero de los inmigrantes, ha habido intentos de embestidas masivas a las barreras involucrando hasta 1.500 personas al mismo tiempo, y al menos una de ellas lo ha logrado. El 6 de febrero, cuando cientos de africanos luchaban contra la policía en un intento de pasar sobre las cercas, una cantidad desconocida de personas se lanzaron al océano del lado marroquí y trataron de nadar alrededor del rompeolas hacia lado español. La policía española disparó balas de caucho y granadas de humo a los hombres que estaban en el agua mientras los amenazaban con dispararles balas de salva, y se supo que 15 de ellos se ahogaron. 23 inmigrantes lograron entrar a España. Al comienzo el gobierno español negó los disparos, luego cuando los pillaron por un video subido a YouTube elogió a la policía y bloqueó una investigación.

Este incidente representa muy bien la situación de la inmigración: la inmensa desesperación de la gente que considera esas letales posibilidades como la mejor opción que pueden enfrentar y, por otro lado, la crueldad de las autoridades de los países imperialistas que en primer lugar han jugado un papel clave en generar tal desesperación.

En una de las peores tragedias que recientemente han golpeado a los refugiados, el 5 de octubre de 2013 una barcaza que cargaba 500 inmigrantes africanos desde África hacia Europa naufragó cerca a Lampedusa, una isla frente a la costa del norte de África que pertenece a Italia. Más de 300 personas perdieron la vida. Fueron los pescadores italianos y no las autoridades quienes tomaron la iniciativa de rescatar a las personas que se ahogaban no muy lejos de la costa. Los habitantes de Lampedusa organizaron una manifestación exigiendo que se hiciera más para salvar a los inmigrantes en el mar.

Pocos días después, el 11 de octubre de 2013, otro bote que llevaba 200 inmigrantes naufragó cerca de Lampedusa y murieron 27 refugiados. Por esa misma época un bote que llevaba cerca de 130 refugiados se volcó cerca de Alejandría, Egipto, matando a 12 inmigrantes palestinos y sirios. El 31 de octubre encontraron en un desierto en Níger los cuerpos de 87 personas, la mayoría mujeres y niños. Se cree que habían sido potenciales inmigrantes y sus familias en busca de trabajo en Europa. Al parecer murieron de sed luego de que el vehículo que los llevaba se averiara. Difícilmente pasa una semana en la que no sucedan accidentes que involucren la perdida de vidas de inmigrantes. Los incidentes más fatales no son reportados o no se publican.

Según cifras publicadas por la Unión Europea (UE), durante todo un año entre 2012 y 2013, más de 30 mil personas intentaron cruzar el Mediterráneo hacia Italia, la mayoría esperaba viajar de allí a otras partes de Europa. Muchos no llegaron al otro lado. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados unas 2 mil personas han perecido en el Mediterráneo desde comienzos de 2011. Los informes de la UE estiman que desde 1998 han muerto cerca de 20 mil inmigrantes que han intentado cruzar el Mediterráneo.

Otra ruta peligrosa para los inmigrantes es cruzar el océano Índico hacia Australia. Cada año centenares de botes llevando miles de refugiados parten hacia Australia. La mayoría viene de Irán, Irak, Afganistán, Sri Lanka y otros países del sur de Asia. Cerca de 45 mil personas en busca de asilo han llegado a Australia desde finales de 2007. El pasado 27 de septiembre un bote que llevaba migrantes a Australia se hundió muy cerca de la costa indonesia, matando al menos a 21 personas.

De esos accidentes en el mar se han perdido muchas vidas por culpa de la indiferencia o quizás la deliberada negligencia de las autoridades navales renuentes a rescatar a los refugiados, inclusive cuando están en una horrible emergencia y se comunican pidiendo ayuda. Crecen las preocupaciones de que ésta puede ser una táctica diseñada por funcionarios de alto rango para impedir el flujo de inmigrantes.

Un hombre que finalmente fue rescatado cerca de Australia hizo este relato: Él y muchos otros inmigrantes estaban en un bote que perdió su motor en el mar. En menos de nada se quedaron sin agua y comida. Usaron un teléfono satelital para contactar a las autoridades australianas, dando su ubicación exacta. Les dijeron, “Sabemos en dónde están. Estaremos ahí en dos horas”. El hombre prosiguió: “Esperamos dos horas, 24 horas pero no llegó nadie… seguíamos llamándolos y les dijimos que no teníamos comida, que no habíamos probado ni una gota de agua por tres días, que teníamos niños, pero nadie llegó, no sé por qué. Éramos 60, ahora somos 24, perdimos a nuestras familias. Otro hombre perdió nueve familiares. Otro más perdió a sus tres hijas y a su esposa…” (Entrevista en video en el sitio web The Sydney Morning Herald, 28 de septiembre de 2013).

También está la historia contada por Ramin, un niño iraní de 11 años. “Estuvimos 5 días y cuatro noches en el bote. Hacía mucho frío. Me puse la ropa de mi madre y me recosté porque el mar se hizo turbulento. Cuando una ola golpeó muy fuerte nuestro bote caí al mar. Me hundí unos metros bajo el agua — una tira de mi ropa se quedó atrapada en una barra del bote. Mi padre llegó a rescatarme y soltó la tira de ropa. Cuando salí a la superficie otra ola estrelló la cabeza de mi padre contra el bote. Le salía sangre de la nariz y se hundió en el agua… Luego me transfirieron a un hospital… No me dijeron nada sobre mi familia. Esperaba que los hubiesen rescatado. Esperaba que mi padre viniera pero no supe nada de él. Hace 5 días me mostraron una fotografía de los cuerpos de mi madre, mi padre y mi hermana. Al principio no los reconocí. Cuando vi los cuerpos de mi padre y mi madre no llore, pero cuando vi el de mi hermana, sí”. (Sitio web del servicio en persa de la BBC, 15 de noviembre de 2013)

Ramin fue el único iraní entre 28 personas que sobrevivieron cuando un bote con cerca de 100 pasajeros naufragó no muy lejos de la costa australiana. Durante sus cinco días en el mar le pidieron ayuda a la Armada australiana pero nadie fue en su rescate. El estrecho del océano entre Java e Indonesia y la isla de Navidad tiene unos 250 kilómetros de ancho. Se ha convertido en un campo de la muerte para los refugiados.

Hussein es un refugiado de Afganistán. En su intento de entrar a Australia se ha embarcado en un bote 4 veces ya. Dice: “Hace más de un año mi hermano y su esposa tomaron un bote con 26 personas a bordo hacia Australia. La última vez que él se contactó con la familia fue cuando estaba en medio del mar. Después de eso no hemos tenido noticias suyas…”. (Sitio web del servicio en persa de la BBC, 15 de noviembre de 2013)

Al igual que en Europa y Estados Unidos, las autoridades australianas han introducido leyes draconianas para restringir la inmigración. Los que son rescatados o que logran llegar a la costa son enviados a Papúa Nueva Guinea a vivir en campos de detención bajo duras condiciones mientras su solicitud de asilo es considerada. Hay informes de que muchos de esos refugiados se han suicidado en esos campos.

Este 17 de febrero los inmigrantes recluidos en la isla de Manus, uno de los muchos campos manejados por el gobierno australiano en Papúa Nueva Guinea, protestaron contra su detención. Fueron atacados por la policía australiana que disparó proyectiles y munición real y además llevaron perros de ataque. Un hombre iraní de 24 años, Reza Barati, murió de múltiples heridas en la cabeza. Otras 64 personas quedaron heridas.

Una joven australiana que trabaja en este campo denunció las razones detrás de lo que las autoridades llamaron un “disturbio”. Dijo que obligaban a los empleados del campo a decirles a quienes buscan asilo que contrario a la ley, nunca les permitirán salir de Papúa Nueva Guinea, ni para Australia ni para un tercer país como refugiados, para que desistieran de su petición de asilo — y, lo más importante, desalentaría a otros de intentar entrar a Australia. Además, dijo que el campo “estaba diseñado como un experimento en la creación activa de horror para garantizar la disuasión”. La muerte del joven, explicó ella, no fue resultado de una “crisis” en el funcionamiento del campo sino un “oportunidad para llevar esa lógica un paso más adelante”. (Guardian, 25 de febrero de 2014)

Este incidente, que no es el primero de este tipo, hizo que muchos australianos se horrorizaran de su gobierno. Unas 15 mil personas en 750 lugares por todo el país, desde granjas de ganado hasta las más grandes ciudades, organizaron una vigilia a la luz de las velas para expresar su solidaridad con el joven iraní quien fue la víctima, y con otros inmigrantes, y exigieron poner fin a lo que uno de los organizadores llamó “lo que están haciendo en nuestro nombre”.

Los países de los refugiados han sido devastados por guerras reaccionarias y por el mercado mundial

Las historias de horror de las travesías de los refugiados son interminables. En muchos casos los traficantes (quienes podrían ser llamados “comerciantes” o “empresarios” bajo otras circunstancias) engañan a los refugiados que a menudo les pagan sacrificando los ahorros de su vida y vendiendo todas sus pertenencias. Con frecuencia, a mitad de un viaje los traficantes extorsionan más dinero, o simplemente desaparecen. Sin embargo, los más grandes criminales son los imperialistas y otras clases dominantes reaccionarias que crean condiciones en las que aceptar esos y otros peligros es la única opción racional.

Según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), hay más de 45 millones de personas desplazadas en el mundo hoy. La inmensa mayoría de la gente que deja sus países lo hacen porque creen que no hay otra opción. Los factores subyacentes con frecuencia son complejos y múltiples, pero se destacan dos: la guerra y el desplazamiento por razones económicas, con lo que nos referimos no sólo a la pobreza sino a la pérdida repentina y desastrosa de los medios de subsistencia.

El país que ha producido el mayor número de refugiados es Afganistán. La cantidad de personas que deja el país ha subido y bajado por décadas, bajo la ocupación soviética, la guerra civil y la ocupación dirigida por Estados Unidos hoy. Algunos se han ido y han regresado, pero hoy mucha más gente se está yendo. Cerca del 90 por ciento se encuentra ahora en Paquistán e Irán.

Siria es la última importante víctima de una guerra azuzada por las potencias mundiales y regionales. A medida que el conflicto en Siria se ha intensificado en los últimos años, unos 2 millones de personas han sido desplazadas dentro del país. Medio millón de personas han huido a Jordania, donde viven en condiciones insoportables como prisioneros en campos de refugiados. Una cantidad mayor se ha ido a campos en Turquía o Líbano. Aquellos que pueden, intentan entrar a Europa, porque son lo suficientemente jóvenes, o tienen algo de dinero.

De manera similar, Irak ha visto 1.3 millones de personas huir de una guerra civil que hubiera sido inconcebible antes de la ocupación de Estados Unidos e Inglaterra.

Los renovados combates en la República Democrática del Congo, también atizados por países vecinos reaccionarios dominados por potencias imperialistas, han desplazado a 2.7 millones de personas. El número de refugiados somalíes es de 1.4 millones. La guerra en Malí, que ahora está siendo escalada por tropas francesas, ha desplazado a más de 227 mil personas dentro del país.

Las cifras dadas por la ACNUR revelan mucho. Primero que todo, 80% del total de los refugiados se encuentran en países vecinos y no en los países desarrollados. Algunos de estos refugiados luego solicitan asilo para vivir en otro país, principalmente países desarrollados, aunque es un porcentaje muy bajo. El que algunos países hayan sido “agobiados” por la afluencia masiva de refugiados, la mayoría son países pobres. No son los países imperialistas.

No obstante son los países imperialistas quienes cargan con la responsabilidad más grande (si no la única) por forzar a la gente a convertirse en refugiada e inmigrante, debido a su intervención e intromisión en los asuntos políticos y la dominación económica de los países del tercer mundo en el pasado o en el presente.

Más del 55% de todos los refugiados del mundo vienen de 5 países: Afganistán, Somalia, Irak, Siria y Sudán. Miremos esos países uno por uno.

En primer lugar, ¿Irak y Afganistán invadieron a Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Rusia, o fue al contrario?

En cuanto a Siria, la está desgarrando una guerra civil en la que las potencias occidentales, Rusia y los estados reaccionarios del Golfo le suministran armas, financiación y atizan el fuego. La amenaza del aumento de la “ayuda” militar o la intervención directa de Occidente, solo puede traer mayor desastre para el pueblo.

Occidente está detrás de la intervención de los estados vecinos que avivan el combate en Somalia. Estados Unidos y sus aliados también jugaron un importante papel en escindir Sudán del Sur del resto del país, y la rivalidad entre Estados Unidos y China es otro factor allí.

Si bien un análisis del papel inmenso y sumamente horrible de las diversas fuerzas islamistas reaccionarias en esos países rebasa el ámbito de este artículo, se ha dicho correctamente que sin los crímenes cometidos por las potencias occidentales (y el Israel de Estados Unidos), por no hablar de su dominación económica, el islamismo sería mucho menos capaz de ganar adeptos en los países dominados.

La cuestión de los “refugiados por razones económicas”

Hay millones de personas en países de todo el mundo que ya no pueden conseguir el sustento para sí mismas y sus familias. ¿Qué hace que dejen su hogar para arriesgarse en travesías sumamente peligrosas? Esto exige entender un poco del funcionamiento de la economía imperialista global.

La economía mundial dominada por el capital en los países imperialistas, debido a su funcionamiento y sus necesidades y alineada con los intereses de las grandes potencias, ha reorganizado la economía de los países oprimidos por más de un siglo, pero esta tendencia se ha acelerado desde la Segunda Guerra Mundial y mucho más en las últimas décadas.

Las reformas agrarias patrocinadas por los imperialistas que empezaron en los años 1960, con nombres como la Revolución Blanca en Irán, la Revolución Verde en el sur de Asia y las Filipinas, y la Alianza para el Progreso en América Latina aceleraron el proceso de desplazamiento de los campesinos y pequeños agricultores y allanaron el camino para que esas economías fueran inundadas con mercancías y capital de los países imperialistas y se integraran más a la red del capital mundial. Este desarrollo desencadenó un enorme desplazamiento poblacional dentro de esos países, principalmente desde el campo hacia los pueblos y las principales ciudades.

El desarrollo de la economía mundial dio otro salto en los años 1980 y en los 1990. La globalización de la economía mundial ha afectado de forma significativa la vida de cientos de millones de personas por todo el mundo, devastando las formas de subsistencia tradicionales y la agricultura para el mercado local, y produciendo “excedentes de población” en vez de nuevos empleos.

Las instituciones financieras imperialistas como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han desempeñado un papel central. Los préstamos del FMI a los países el tercer mundo por lo general están condicionados por: 1) la eliminación de los subsidios a los pequeños agricultores y los artículos alimenticios básicos, al combustible y otras necesidades básicas de las masas. 2) la remoción de todos los obstáculos, como cuotas de importación y aranceles, que impiden que esos países sean inundados de materias primas agrícolas (con frecuencia subsidiadas por los gobiernos de Estados Unidos y los europeos) y productos alimenticios occidentales. 3) la agilización de la inversión de las compañías multinacionales de Occidente y otras inversiones imperialistas, incluyendo en la producción agrícola.

Los efectos de estas políticas ponen una presión masiva sobre las economías de los países dominados, despojándolos de su autosuficiencia en la producción de alimentos, y sobre todo exprime a los sectores más pobres de la gente en el campo, con frecuencia haciéndoles imposible sobrevivir. Este desarrollo le ha dado un vuelco a la vida de cientos de millones de personas no solo en el campo sino en otros sectores de la sociedad en la mayoría de los países del tercer mundo.

Como consecuencia directa de la penetración capitalista de los mercados rurales y la consiguiente necesidad de los agricultores restantes de endeudarse para poder competir, en India un promedio de más de 17.500 campesinos se suicidaron cada año entre 2002 y 2006. Esos suicidios continúan. Aunque el número ha disminuido, esto no se debe necesariamente a que la situación haya mejorado, dado que la cantidad de campesinos ha disminuido. Muchos han abandonado su tierra en busca de una subsistencia, mientras que su tierra es usada por compañías multinacionales.

Cuando millones de personas de Argelia, Marruecos, Túnez y de toda África son empujados a Francia; millones de Turquía y África y otras partes del mundo hacia Alemania; millones de la India, Pakistán, Bangla Desh y otros países del sur de Asia hacia Inglaterra; y millones de México y otros países latinoamericanos hacia Estados Unidos; esto nos enseña algo sobre las relaciones desiguales entre los países imperialistas y los países oprimidos y sobre la inmigración que esas relaciones producen.

Por ejemplo, en 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México. Este tratado ha sido una causa de la miseria de los campesinos mexicanos que no han podido competir con el maíz y otros productos agrícolas más baratos importados de Estados Unidos. Para 2002, un tercio de todos los campesinos mexicanos criadores de cerdos ya había dejado el negocio. Muchos no tuvieron más opción que abandonar sus tierras e irse a las ciudades de México o a buscar trabajo en los campos y fábricas en Estados Unidos.

¿Cuál es la solución?

De hecho, lo que ha generado esas oleadas de migración desde los países del tercer mundo hacia los países desarrollados (capitalistas monopolistas/imperialistas) es el sistema imperialista y su funcionamiento. ¿Quién tiene la culpa? Sin duda no la tiene la gente cuya tierra, comida e ingresos, y con frecuencia el derecho a vivir seguros, les han sido robados. Los criminales no son los inmigrantes sino los gángsteres que manejan el mundo tal y como existe y que intentan mantenerlo así.

Sin duda es necesario luchar contra las restricciones de los gobiernos a la inmigración, la cruel represión infligida a los inmigrantes que llegan a Europa y Norteamérica y las medidas inhumanas e ilegales que buscan detener la llegada de inmigrantes aun cuando eso les signifique la muerte. Debemos denunciar y oponernos a la forma en que las autoridades de Occidente calumnian, criminalizan, satanizan e intentan deshumanizar a los refugiados que toman riesgos desesperados para encontrar una forma de alimentar a su familia. Es muy importante apoyar a los inmigrantes en sus luchas por sus derechos básicos y por la vida que merecen.

Pero es esencial relacionar y ligar esas justas luchas con la lucha por poner fin al sistema imperialista cuyo funcionamiento requiere y refuerza aplastar al pueblo de todo el mundo. La lucha por los derechos de los inmigrantes no se puede separar de la lucha contra estos gángsteres, una lucha global en función de los intereses de la inmensa mayoría del pueblo del mundo. Las luchas libradas por los inmigrantes no son un “problema” sino un factor potencialmente muy positivo para la revolución.

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

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