¿Cómo sabemos que algo ocurrió concretamente si no estuviéramos presentes para verlo?

21 de abril de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Lo que sigue es de La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo: Saber qué es real y por qué importa, de Ardea Skybreak, publicado en inglés en 2006.

 

De hecho existen muchas diferentes "categorías de evidencia" las cuales combinadas confirman el patrón básico de cómo la vida ha evolucionado en este planeta. Esto incluye la evidencia del registro fósil (que muestra una serie de cambios sucesivos de las líneas de plantas o animales a lo largo de millones de años) y evidencia de la biología molecular (que confirma el registro fósil y revela el grado en que las líneas evolutivas diferentes tienen una relación más cercana o más distante según los grados de similitud o diferencia de su ADN). Tales categorías de evidencia que se refuerzan mutuamente se refuerzan más por la evidencia que proviene de la biología de desarrollo y la embriología y hasta de los modelos de distribución de especies alrededor del planeta. Todos estos tipos diferentes de evidencia, en conjunto, no dejan la menor duda que todas las especies vivas en este planeta están relacionadas entre sí y son el producto de la descendencia con modificación de una serie de antepasados comunes.

A los creacionistas les gusta quejarse a menudo que "no había nadie presente" para "ver" el desarrollo de la evolución en el transcurso de centenares de millones de años, por lo que es simplemente una historia sin comprobar. Pero el hecho que nosotros no estuviéramos presentes para dar testimonio de los sucesos del pasado no significa que no tuvieron lugar y no significa que no tengamos modos de deducir lo que pasó. Pensemos en esto: los evolucionistas deducen cómo las formas de vida cambiaron y se diversificaron repetidamente con el tiempo; los astrónomos y cosmólogos deducen cómo las galaxias y sistemas solares surgieron hace miles de millones de años y cómo también cambian con el tiempo; los historiadores y antropólogos deducen cómo los seres humanos organizaron sus sociedades hace miles o decenas de miles de años; los científicos moleculares y físicos de las partículas deducen las características de enlaces químicos y las interacciones de partículas subatómicas que no pueden “ver” directamente; los lingüistas deducen cómo los idiomas humanos actuales evolucionaron a través de una serie de modificaciones culturales por etapas desde idiomas mucho más viejos que hablaron personas que han dejado de existir hace mucho tiempo. Nosotros no estábamos presentes para "ver" directamente cualquiera de estos cambios que ocurrieron, pero tenemos técnicas que podemos usar para deducir mucho de lo que ocurrió en el pasado.

En todas estas llamadas "ciencias históricas”, hay métodos científicos que hacen que sea posible que nosotros descubramos los rastros que quedan del pasado, o sea, las cosas que "perduran" a través del tiempo y que todavía están presentes en los sistemas y entidades de hoy día. Cosas tales como las similitudes anatómicas de las estructuras del cuerpo que unen a una especie de hoy día a un antepasado fósil antiguo o cosas como las similitudes en la gramática y vocabulario de los idiomas francés, español e italiano que los indican que están estrechamente relacionado entre sí y que todos se derivaron de su idioma antiguo antepasado, el latín. Todas las ciencias históricas contribuyen a construir el conocimiento humano mediante las investigaciones de tales enlaces históricos y mediante el proceso de inferencia histórica, de deducir de la evidencia concreta de hoy, las teorías integrales que tienen el poder para explicar varios procesos y fenómenos interrelacionados de forma coherente. Los científicos históricos llegan a confiar mucho en sus teorías (y un consenso generalizado, tal como en el caso de la teoría de evolución) cuando quiera que descubran modelos claros de la consiliencia de evidencia (que quiere decir simplemente que de muchas fuentes diferentes de evidencia, proviniendo de muchas direcciones diferentes, todas señalan a las mismas conclusiones y refuerzan nuestro conocimiento de algo, como cuando tanto la evidencia molecular como la evidencia del registro fósil coinciden en que dos líneas evolutivas divergieron en el pasado).

Además, en las ciencias históricas (incluida la ciencia de la evolución) se usan los métodos científicos para hacer predicciones que es posible comprobar: las predicciones sobre lo que debería ser posible que encontráramos y también las predicciones sobre lo que no debería ser posible que encontráramos, en el caso de que una teoría particular sobre el pasado fuera cierta. Y los científicos efectivamente salen y ponen a prueba estas predicciones en el mundo concreto. Un botón de muestra: podemos predecir que si la teoría de la evolución es verdad, debería ser posible que encontráramos progresiones por etapas de ciertas modificaciones anatómicas en una serie de fósiles organizados por edades (y nosotros efectivamente encontramos esto); y además podemos predecir que si la teoría de la evolución es verdad, no debería ser posible que encontráramos algo como un fósil humano empotrado en una capa de roca que contiene dinosaurios, porque todo lo que entendemos de cómo funciona la evolución nos enseña que los seres humanos evolucionaron mucho tiempo después de la extinción de los dinosaurios (y de hecho nunca se encuentran los fósiles de los dinosaurios y de los antepasados humanos en las mismas capas de roca). Por eso, a diferencia de las “creencias religiosas”, es posible comprobar y verificar concretamente las predicciones científicas (incluidas las predicciones hechas acerca de los procesos que ocurren en la evolución). Por esa razón, probablemente más que ninguna otra cosa, existe un consenso tan fuerte entre los científicos del mundo acerca de los hechos y principios básicos de la evolución.

Como cualquier buena teoría científica, la teoría de la evolución es "falseable" — que simplemente significa que es posible concebir cualquier número de distintas maneras en que podría demostrarse que fuera falsa (y por consiguiente se podría rechazar y desechar) en el caso de que se encontraran ciertos tipos de evidencia (la evidencia que en lo fundamental es incompatible con la teoría). Cualquier científico dirá que es fácil hacer una lista de cosas que, si se descubrieran —en el registro fósil, en el ADN de los organismos, en la anatomía y los patrones de desarrollo de las plantas y animales vivientes o hasta en los patrones de distribución de las especies del planeta—, no les dejarían a los científicos ninguna opción salvo rechazar la teoría de la evolución por falsa. Pero en los más de 140 años desde que Darwin propuso por primera vez la teoría básica de la evolución, ha habido innumerables estudios y experimentos científicos que han apoyado a la teoría de evolución, pero no ha habido una sola gota de evidencia concreta, en ningún campo, desde un punto de vista científico, que despierte cualquier duda o que cuestione los hechos básicos y los principios fundamentales de la evolución. Ni una. ¡No es sorprendente que tantos científicos consideren que la evolución es una de las "teorías mejor fundamentadas de toda la ciencia”!

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