Desenfrenado el asalto sexual en las fuerzas armadas yanquis: No una desviación de los “valores militares” sino ¡bien de acuerdo con el patriarcado!

26 de mayo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 1º de mayo, 2014, el Departamento de Defensa publicó su Informe Anual sobre el Asalto Sexual en las Fuerzas Armadas para 2013. El informe demuestra que las denuncias del asalto sexual aumentaron en las cuatro ramas militares por un 50 por ciento el año pasado; un total de 5,061 alegaciones de asalto sexual se reportaron en 2013. El informe también reconoce que el número de asaltos sexuales denunciados refleja solamente un porcentaje entre 11 y 20 por ciento del número estimado de asaltos sexuales que ocurren en las fuerzas armadas.

Defensores y apologistas de las fuerzas armadas declaran ¡un triunfo el aumento de denuncias de asalto sexual!, pues demuestra que las reformas en el proceso militar para hacer denuncias están dando más confianza y seguridad a las soldados femeninas. La senadora Claire McCaskill se atrevió a declarar que el aumento de 86 por ciento en los asaltos sexuales denunciados en la Marina es ¡”progreso concreto al echar raíces nuestras reformas recientes de gran envergadura”!

Según el mismo informe, más de la mitad de las mujeres que denunciaron un asalto sexual en 2013 no quisieron presentar cargos por temer represalias. Cuarenta y tres por ciento pensaban que nadie les iba a creer.  Setenta y cuatro por ciento de mujeres dijeron que “perciben barreras” a la denuncia del asalto sexual.

El número estimado del total de asaltos sin denunciar se basa en encuestas que requieren que las víctimas que dicen la verdad tomen un gran riesgo personal. El hecho es que estos imperialistas no saben si un porciento mayor de mujeres está haciendo denuncias o no, porque no tienen ni la menor idea de cuántas víctimas hay concretamente. Es común que a la mujer soldado que ha sido violada la despiden, la marginan y la represalian. Aunque sea verdad que el aumento en el número de denuncias refleja un aumento en el por ciento de denuncias, el problema más arraigado es que la violación y la violencia sexual contra la mujer son desenfrenadas y epidémicas en las fuerzas armadas, y en la sociedad en general. La pregunta que no se hace es: ¿POR QUÉ sufren asaltos sexuales miles sin contar de mujeres soldados, y si se atreven a denunciarlo se les cae todo un huracán de hostilidad, misoginia, apologistas de la violación e inculpación de la víctima?

El coronel Mike Hudson, el oficial más alto encargado de prevenir el asalto sexual en las filas del Cuerpo Marina, dice que el asalto sexual “desgarra el tejido” de la Marina. Al contrario, el patriarcado está completamente entretejido en el sistema imperialista al cual las fuerzas armadas protegen y extienden, y este caso lo revela por medio de un problema que los mismos militares no pueden resolver. El mismo coronel Hudson no expresa, en última instancia, inquietud por las vidas ni el bienestar de las víctimas sino por la cohesión de las fuerzas armadas: su capacidad de eficiente y efectivamente cumplir las órdenes y tareas de una potencia imperialista (Estados Unidos) en el marco de un sistema imperialista global. El imperio al cual estas fuerzas armadas defienden y extienden a punta de fusil pretende dominar y explotar los recursos y los pueblos del mundo y eliminar cualquier barrera a esa dominación y explotación. Ahora mismo, este imperio libra una guerra total contra la mujer, y atiza los fuegos del fundamentalismo religioso – en Estados Unidos, el gobierno legitima al fundamentalismo cristiana justificando y acomodándose con políticas fascistas que ahora mismo están erradicando el derecho al aborto; en el Medio Oriente, la brutalidad e ilegitimidad de guerras y campañas de conquista por porte del imperialismo yanqui han impulsado y fortalecido una marea de fundamentalismo islámico que lo opone. Al mismo tiempo que el gobierno estadounidense contribuye a un clima cada vez más aterrorizador para la mujer reforzando ambas formas de fundamentalismo religioso, también protege y se acomoda con una industria de múltiples miles de millones de dólares de pornografía violenta y degradante, y declara esa cultura “progresista” en comparación con expresiones más tradicional y antiguas del patriarcado. La sobreexplotación de las mujeres en los países en desarrollo por corporaciones estadounidenses, la campaña tan ferozmente pugnada para control la libertad reproductiva, y la deshumanización sexualizada constante o la represión sexual de la mujer, tanto en la realidad como en los medios de comunicación y la cultura, todo eso es plenamente consistente con este sistema imperialista y Estados Unidos como una potencia imperialista de peso.

Cualquier fuerza armada es una concentración del mundo al que defiende. Si bien algunos dirían que el abuso sexual y la violación de los cuerpos, mentes y reputaciones de las soldados femeninas está en conflicto con los valores de las fuerzas armadas yanquis, la verdad es el contrario. El papel de estas fuerzas armadas es de reforzar y extender a todo rincón de la tierra lo que ese poder representa, que incluye el patriarcado, la esclavización y dominación sistémica de la mujer por el hombre.

El asalto sexual en las fuerzas armadas sí plantea un problema para los imperialistas. Debido a los cambios en la posición de la mujer en la sociedad, entre ellos la lucha de entrar en todas las esferas, han inscrito a mujeres en las fuerzas armadas; eso choca profunda y violentamente con la cultura de supremacía masculina abierta y misoginia que han sido parte de la cohesión de las fuerzas armadas: desde los que cometieron la masacre de indígenas norteamericanos y les quitaban los genitales a las mujeres indígenas y se las colgaban a sí mismos como trofeos, a la violación en masa y el uso de prostíbulos que aprovechan de mujeres desesperadamente empobrecidas en las Filipinas, Vietnam y Kampuchea, hasta hoy día la epidemia de violación y violencia contra mujeres dentro de las fuerzas armadas.

En un momento en que a Estados Unidos le encanta darse aires del gran defensor de la libertad femenina en el mundo, la verdadera naturaleza horrífica y misógina del capitalismo imperialista estadounidense se revela en proporciones epidémicas y desenfrenadas en sus fuerzas armadas. Consideren las siguientes historias militares, reveladas en el año pasado solamente:

  • La mitad de las mujeres que sirvieron en Irak y Afganistán reportaron hostigamiento o asalto sexual por parte de sus colegas, según una investigación publicada el año pasado por la Journal of General Internal Medicine (Jornada de Medicina Interna General).
  • El general brigadier Jeffrey A. Sinclair se declaró culpable de varios cargos, entre ellos el pedir fotos explícitas a soldados femeninas, poseer pornografía en una zona de combate, y más. En este caso, declararse culpable le salvó de la cárcel y de otros cargos, que incluyen acusaciones de que obligó a su novia a hacerle sexo oral y luego la amenazó con matar a ella y a su familia.
  • Sargento 1ª clase Gregory McQueen, un “Oficial de Respuesta y Prevención de Hostigamiento y Asalto Sexual” en la fuerte Hood, enfrenta 21 cargos por organizar una red de prostitución de soldados femeninas subordinadas con desesperadas de dinero.
  • Teniente Coronel Jeffrey Krusinski, jefe de la unidad de Prevención y Repuesta al Asalto Sexual de la Fuerza Aérea, fue acusado de asalto sexual.
  • Después de que se denunciara que 13 agentes del Servicio Secreto compraron prostitutas en Colombia en 2012, algunos de los agentes se sorprendieron de haber sido castigados (ya que es una práctica tan común y totalmente aceptable en la cultura – a menos que el New York Times lo descubra, y haya presión para que se responda); sus superiores les dijeron que si no les hubiera enfocado un escrutinio público tan intenso, todo el incidentes hubieran sido perdonado.
  • Un estudio del Pentágono informa que casi el 90 por cientos de los casos de asalto sexual quedan sin reportar.

Hay una razón por que las fuerzas armadas yanquis no pueden resolver problemas del patriarcado como la violación y el asalto sexual dentro de sus filas. En las palabras de Bob Avakian:

“Los intereses, objetivos y grandes planes de los imperialistas no corresponden a nuestros intereses – no corresponden a los intereses de la gran mayoría de la población en Estados Unidos ni de la abrumadora mayoría de la humanidad. Hay que entender las dificultades en que se han metido los imperialistas en aras de sus intereses, y hay que responder a ellas, pero no desde su punto de vista y sus intereses sino desde el punto de vista de la gran mayoría de la humanidad y de la necesidad básica y urgente de un mundo diferente y mejor, de otro camino.” (Lo BAsico, 3:8)

La violación y la misoginia son los adornos del patriarcado y corren por las venas del imperialismo yanqui y las fuerzas armadas yanquis, no es ninguna aberración. Las políticas, los programas y toda la palabrería que dizque pretenden la prevención no tienen ninguna posibilidad de éxito y ni siquiera intentan retar la esencia, los intereses y la cultura que han creado esta epidemia de violación y odio abierto a la mujer en las fuerzas armadas estadounidenses. Ni el problema ni la solución será planteado por el Departamento de Defensa, el Pentágono o el Congreso. El problema es el patriarcado y el sistema general de capitalismo e imperialismo, que no puede eliminar el patriarcado y sólo puede generar nuevas formas cada vez más perversas del patriarcado. La solución es la revolución, de eliminar este sistema y llegar a un mundo sin el patriarcado, sin opresión ni explotación en ninguna forma.

Las fuerzas armadas estadounidenses no tienen el derecho a gobernar, ni aquí ni en ninguna parte.

 

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