Reflexiones acerca de “#YesAllWomen”

T. Redtree | 9 de junio de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

En el cierre del año escolar de la primavera de 2014, cantidades cada vez más numerosas de estudiantes femeninos daban testimonio de sus experiencias con las violaciones en las universidades y protestaban contra la insensibilidad de esas universidades acerca de reconocer y tomar medidas al respecto. Entonces el 23 de mayo Elliot Rodger lanzó su ataque asesino y vengativo contra las mujeres en Isla Vista, California, y también mató a cuatro estudiantes varones. La Universidad de California, Santa Bárbara ya había experimentado dos violaciones tumultuarias este invierno. Unos estudiantes allí llevaron a cabo una pequeña protesta, la cual, junto con una campaña en Twitter, ha provocado un fuerte estallido de duelo, rabia, y conversaciones más profundas y personales en relación a la cultura de violaciones en las universidades y en la sociedad en general.

Dos jóvenes mujeres lanzaron el hashtag “#YesAllWomen” [una etiqueta de Twitter que se traduce como “Sí, Todas Las Mujeres”] para responder a la demasiada típica reacción que salió en Twitter bajo la consigna “No Todos los Hombres” la cual se oponía a la idea de que esta masacre se podía atribuir a la misoginia (el odio hacia las mujeres) y afirmaba que tal idea tachaba a todos los hombres de agresores sexistas cuando en verdad estos asesinatos solo se trataban de un individuo demente. Los tuits de “#YesAllWomen” incluyeron frases como, “No todos los hombres acosan a las mujeres pero TODAS las mujeres alguna vez han sido hostigadas por hombres”. En unos pocos días hubo más de un millón de tuits con seguidores de todo el mundo con el hashtag #YesAllWomen”, entre ellos tuits de celebridades, reporteras y autores.

Con los testimonios emotivos de mujeres y hombres jóvenes, se empezó a ver con cada vez más claridad lo que la mayoría de la población tolera como lo normal — lo que retaba y cambiaba la forma de pensar de la gente en relación a estas cosas:

“Porque ¿cuántas veces envía un hombre un mensaje de texto a su amigo para avisarle que llegó a su casa a salvo?; “Porque la respuesta ‘yo tengo un novio’ resulta más fácil que decir ‘No’”; “Porque me enseñaron a gritar ‘incendio’ en lugar de ‘violación’ porque hay mayor probabilidad que alguien me ayude”; “Porque a las mujeres se les enseña a odiarse a sí mismas si un hombre las rechaza y a los hombres se les enseña a odiar a las mujeres que los rechazan”; “Porque cuando los hombres dicen que No, se termina la conversación pero cuando las mujeres dicen que No, se inicia una negociación”; “Porque no miro a la gente directamente a los ojos en la calle, no dejo mi bebida en la mesa fuera de mi vista en una fiesta, atravieso la calle al ver a un grupo de hombres, porque tengo un sistema de compañerismo”; “Porque utilizo las llaves como arma política”; “Porque caminamos en grupos pero no porque nos gustan las clicas”; “Porque la violación constituye el único crimen en el cual la victima tiene que comprobar que no era su culpa”.

Las jóvenes mujeres manifiestan ánimo por las numerosas respuestas de apoyo de los hombres y los que cuentan qué tanto están aprendiendo del diluvio de mensajes en línea: “Porque empecé a leer esta página porque tengo a una hija pero ahora veo que tengo que seguir leyendo este sitio porque tengo dos hijos”; “Porque como hombre, no tengo que llevar gas pimienta por todas partes en caso de que un hombre me viole detrás de un contenedor de basura”.

“Porque la reacción hostil que resulta de alzar la voz puede ser aún más traumática que el propio incidente” — este mensaje se comprobó escandalosamente cuando las dos mujeres que iniciaron #YesAllWomen tuvieron que cerrar sus cuentas personales debido a las amenazas y el acoso que recibieron en línea. Muchas mujeres confesaron en sus mensajes de haberse preguntado si era buena idea mandar un tuit, a sabiendas de que sus amigos y colegas les iban a decir que no se enojaran tanto y que no fueran tan sensibles. Algunos blogueros admitieron haber perdido seguidores por haber posteado comentarios. Periodistas feministas y establecidos comentaron que muy seguido son objeto de amenazas de violación en línea por sus reportajes y que tienen que cerrar sus páginas de comentarios por el montón de comentarios de hombres que se portan como una chusma de linchamiento.

Este estallido de voces está expresando emociones normalmente calladas y reprimidas — donde lo que las mujeres tienen que soportar como “la norma” está abriendo paso a una furia y una fuerza de espíritu colectiva de que las mujeres no deben tener que vivir así. ¡Y ya es hora! Esta es la clase de fisuras en la rutina normal por las que las personas tienen que abrir paso y abrirse paso a la fuerza para que haya verdaderas alternativas a la manera en que las mujeres a gran costo aceptan e inteiorizan su opresión. Porque mire — está muy jodido, denigrante y desalentador el hecho de que lo máximo a que puede aspirar una joven mujer en el siglo 21 es de ser “dueña” de su propia sexualidad para que pueda sacar “su tajada” de las relaciones sociales dominantes saturadas de privilegios patriarcales y firmemente empotradas en las relaciones de mercancías de perro-come-perro que moldean cada decisión que se puede tomar — sin importar qué tanta libertad se considera que haya para tomarlas.

Ha ocasionado desorientación el hecho de que la mujer ha obtenido la igualdad formal — a la vez que la cultura bullía de un fuerte contraataque, resentimientos y brutalidad. Se supone que es necesario “participar” y tenerlo todo — posponer una relación amorosa con sentido mientras que dedicarse a la educación y absorberse en la carrera, y a la vez se puede seguir el dicho “sé hombre” y hacer lo que hacen los hombres... excepto que en realidad no se puede. Porque los muchachos no tienen que caminar a casa con las llaves empuñadas como un arma, y nadie los va a mirar y tratar como si fueran prostitutas.

El manifiesto de Elliot Rodgers estaba repleto de lástima por sí mismo y resentimiento de que se le estaba privando de su debido privilegio; estaba encabronado por los hombres negros y mexicanos quienes podían tener sexo con mujeres blancas mientras él, que era mitad blanco, no lo podía hacer. Escribió en su manifiesto: “Mañana es el día de mis represalias, el día en que tendré mi venganza... ustedes las muchachas no ven un atractivo en mí pero yo les castigaré por eso. Me gustará mucho masacrar a todas ustedes... Yo soy la verdadera víctima de esta situación. Yo soy el bueno aquí... no inicié esta guerra”. Estos son los desvaríos dementes de alguien con la mente rota, pero lo que hay que denunciar por ser aún más alarmante es que éstos son los mismos desvaríos dementes promovidos por personas muy poderosas en la cultura política, en el gobierno, en los organizados movimientos políticos fascistas y en las acciones de individuos resentidos que todo esto desencadena. De los soldados que han cometido atrocidades en Irak y Afganistán, al uso endémico de la violación como arma de guerra, al hombre que viola — a las violaciones tumultuarias, a Bush y luego Obama quienes justifican las intervenciones militares, la tortura y los aviones sin tripulación a nombre de “Nosotros no iniciamos esta guerra.... Somos los buenos”, a los grupos de derechos masculinos que se presentan como las verdaderas víctimas — estas necedades son epidémicas.

Sí, este fue un suceso muy extremo, exagerado por una enfermedad mental, pero por una razón tantas personas lo consideran más que una simple aberración. La negación de ese mismo sentido de privilegio —ese acto que dice, “Si yo no puedo tenerla, pues nadie tampoco lo puede hacer”— se manifiesta en la cifra de las tres mujeres asesinadas al día por su pareja íntima actual o anterior. Esta misma primavera, un estudiante muy popular de escuela secundaria en Connecticut apuñaló a una muchacha quien había rechazado su invitación al baile de graduación. La misma semana en Lahore, Pakistán, mientras se reunía con su abogado en frente del juzgado, y un grupo de 30 hombres la observaba, en un asesinato de honor una mujer joven fue muerta a ladrillazos por haberse casado con un hombre a que amaba en lugar del tipo decidido por la familia. La tradición patriarcal dictaminó que se merecía la muerte por haber deshonrado a su familia. La masacre de parte de Elliot Rodgers es una forma especialmente estadounidense de asesinato por honor. La revista satírica The Onion lo captó con el titular “‘Ninguna manera de impedirlo’ según la única nación donde esto sucede regularmente”.

La violación —incluida la violación en las universidades— no se trata del sexo. Se trata de la afirmación violenta del privilegio y poder masculinos sobre la mujer. La cultura popular ha desensibilizado la violación y confundido las diferencias hasta tal extremo que muchos estudiantes varones no entienden que decir “No” no quiere decir “Yo sé que lo quieres”. Generaciones de personas han crecido en una cultura pornificada. Jóvenes hombres (y jóvenes mujeres) viven ráfagas agresivas de imágenes y publicidad que presentan la sexualidad como la cosificación y la venta su cuerpo como si fuera su mercancía. Hay clases en la prostitución como una elección legítima de carrera en los departamentos de Estudios de Mujeres, como si lo mejor que una mujer pudiera hacer es negociar un precio, y no preguntar, ¿Qué clase de sociedad es ésta que les hace esto a las mujeres? ¿Y qué tiene que ver la explosión de la esclavitud sexual con la globalización imperialista?

Como Bob Avakian indica en la película del discurso ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS!: “Esta sociedad permite cometer agravios contra las mujeres que no serían posibles contra cualquier otro grupo sin suscitar grandes estallidos de indignación.… O imaginen que se mostraran los linchamientos [de negros] con el expreso fin de provocar morbo…. ¿Se puede imaginar que eso se hiciera sin provocar enormes protestas? ¡No! Y con mucha razón y justicia… lo que pasa, particularmente al interior de la pornografía cada vez más violenta y más brutal, es muy parecido a los postales del ahorcado: es excitar a los hombres por medio de la tortura física y la degradación de la mujer, algo que está llegando a ser cada vez más la norma y cada vez más establecido en la pornografía. Todos deberíamos pensar en el hecho de que una de las formas más populares de la pornografía, mientras ésta se viene generalizando en la cultura, es la pornografía de la violación, en la cual en efecto se presenta la violación de una mujer”.

El derecho al aborto de la mujer ahora está casi proscrito completamente en siete estados y está en un estado de emergencia muy peligroso en todo el país — sin embargo demasiada gente no entiende la gravedad de la amenaza. Los desvaríos de Elliot Rogers —de que “Las mujeres no deben tener el derecho a decidir con quien se pueden acoplar y procrear. Los hombres racionales de inteligencia deben tomar esa decisión y no las mujeres... Las mujeres ya tienen más poder en la sociedad humana que la que se merecen, a causa del sexo”— no tienen ninguna diferencia a lo que se grita en la cara de las mujeres en cualquier fin de semana en frente de las clínicas de aborto en Estados Unidos mediante los asedios por parte de los fanáticos de la derecha religiosa. La lógica es la misma que siguen las cortes superiores que avalan las reaccionarias leyes locales que están cerrando clínicas de aborto con tecnicismos legaloides y que están haciendo inaccesible el aborto, especialmente para las mujeres que no tienen dinero para viajar a otro estado para hacerse un aborto. Estas no son cuestiones desconectadas—todas constituyen parte de una guerra contra la mujer— todas están hechas de la misma materia, unidas y entretejidas de la misma tela.

Padres angustiados están echando la culpa a las leyes de armas, pero las causas son mucho más profundas, más puntiagudas y más sistémicas. Constituyen parte del tejido mismo de esta sociedad. Como dice Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad del Partido Comunista Revolucionario: “Esta estructura entrelaza todas las épocas de la historia, sigue un sendero sinuoso alrededor del mundo, forra todas las religiones dominantes y ‘códigos morales’ y está entretejida en cada aspecto de la sociedad humana. Es un velo pesado que arroja las tinieblas de las primeras divisiones opresivas de la humanidad sobre la vida, los sueños y los proyectos de los seres humanos en cada rincón del globo en el siglo 21”. No se puede justificar una vida así y no se debe pretextar su eliminación mediante consejos de paciencia o promesas falsas de que es posible cambiar la situación dentro de los confines del sistema del capitalismo.

La sociedad podría ser radicalmente distinta. Como un joven estudiante de secundaria en los años 1970, yo tenía la oportunidad de escuchar a una oradora hablar de su viaje a la China revolucionaria. Contó que las mujeres podían caminar en las calles de noche sin miedo de una agresión. Tengo que admitir que no podía creerlo. Tenía que hacer mi propia investigación, la cual confirmaba que muchos otros que habían viajado a ese país habían encontrado lo mismo que la oradora. Pero además, me di cuenta de que yo ni siquiera podía entender plenamente cómo se sintiera algo así. Ahora que se ha restaurado el capitalismo en China, ésta tiene el mercado de pornografía de más rápido crecimiento del mundo. Pero aprendí en ese entonces que la subordinación de la mujer no era la naturaleza humana — era la naturaleza del sistema. Yo, como decenas de miles de otros, empecé a hacer la pregunta: ¿Qué clase de sistema es éste y por qué es que alguien deba aceptarlo como la mejor situación que podría existir?

¡Necesitamos una revolución! ¡Necesitamos un poder estatal nuevo y radicalmente distinto! Lea más sobre el tema en la Edición de muestra de ¡A romper TODAS las cadenas! Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista, que se puede descargar en revcom.us.

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