Remembranzas de los familiares de Clyde Young

3 de noviembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Se celebró una conmemoración a Clyde Young (Wayne Webb) en Chicago el sábado 18 de octubre. A continuación unas remembranzas de la familia de Clyde que se leyeron en la conmemoración. Su familia siempre le llamaba Chuck, un apodo que tenía desde la niñez.

Pasajes de la remembranza de la esposa de Chuck:

Chuck y yo nos conocimos en 1982 cuando participamos en movilizar para la manifestación del 1º de mayo. La película Rojos se había estrenado un poco antes. Rojos es la historia de John Reed, un estadounidense que presenció la revolución rusa de 1917 y escribió el libro Diez días que estremecieron al mundo acerca de esa revolución. La película es también una historia de amor entre John Reed y Louise Bryant (interpretados por Warren Beatty y Diane Keaton), que se desarrollaba en medio de esos históricos cambios mundiales. Recuerdo que tuve una discusión con Chuck acerca de esa película poco después de que nos conocimos. Le dije que la película me gustaba muchísimo, pero no todas esas COSAS DE AMOR. Chuck estaba atónito cuando le dije que creía que en realidad el amor no existía, y él insistió que yo estaba muy equivocada. Aprendí muy pronto qué tan equivocada que yo estaba. Chuck y yo nos enamoramos perdidamente y durante más de 30 años ese amor se hacía cada vez más fuerte. Ese amor tenía también un telón de fondo de tumulto y turbulencia, aunque todavía no de una revolución en concreto, pero sí de que nosotros y muchos más construíamos un movimiento para la revolución, preparando para el momento en que podríamos hacer la revolución en Estados Unidos. Chuck tenía una profunda pasión por una revolución y también en el amor. Compartimos juntos lo bueno y lo malo. Durante el último año y medio Chuck estaba muy enfermo. Cada vez que fue hospitalizado, yo me mudaba a su habitación. Aprendí muchísimo de él, mientras desde la cama él luchaba por vivir las relaciones sociales que queremos crear a raíz de la revolución. Él luchaba con varios profesionales médicos con eso como su punto de partida. Chuck tenía una increíble sed de conocimiento. Era un intelectual autodidacto y su curiosidad intelectual nunca se apagó. Le encantaba pasar horas con mi padre, un profesor de filosofía, forcejeando con cuestiones de la ética, la religión y otras. Él aprendió de mi padre y éste, a su vez, aprendió mucho de él. Chuck tenía muchísimas ganas de asistir al diálogo entre Bob Avakian y Cornell West sobre la Revolución y la Religión: La lucha por la emancipación y el papel de la religión. Hablábamos sobre qué tanto quisiéramos que mi padre estuviera vivo, porque a él también le hubiera encantado ir. Poco antes de su muerte, Chuck me dijo que tenía la gran esperanza de que asistieran algunos familiares a este diálogo. A Chuck le alegraba muchísimo poder ir a la boda de mi hijo menor en el otoño de 2013. Estaba muy enfermo en ese tiempo y había que llevarlo en una silla de ruedas por el aeropuerto. A Chuck le encantaba la música y le encantaba cantar. Hice una compilación de algunas de sus canciones favoritas para esta conmemoración, y la estaban tocando mientras todos entraron en la sala. He aquí unas copias para las personas que quieren obtenerla. Si se necesitan más, favor de avisarme. Casarme con Chuck me hizo parte de su extensa familia. Durante 30 años pasábamos casi todos los Días de Acción de Gracias con su familia en Indianápolis. Y cada Día de Acción de Gracias Chuck y nuestro cuñado se quedaban jugando ajedrez por horas y horas. Me emocionó mucho cuando, después de su muerte, su familia me invitó a “ir a casa” para el Día de Acción de Gracias. Como dice en línea, justo antes de morir, Chuck empezaba a sentirse mejor y esperaba gozar de mejorada salud y la posibilidad de contribuir de lleno a la revolución. Nadie imaginaba que iba a morir tan de repente como sucedió. Lo extraño muchísimo. Era mi camarada, mi amante y mi mejor amigo. Las expresiones de amor y de apoyo que he recibido de todos rincones han sido extraordinarias. Su muerte también fue un duro golpe a la revolución. Muchas personas más, en particular las que crecieron en duras condiciones de vida como Chuck, tienen que presentarse para llenar el hueco. Un punto final: cuando yo era joven y le hablaba con mi madre de algún novio nuevo, la primera cosa que me preguntaba era siempre: “¿Él tiene un sentido del humor?” Como saben todos los que lo conocían, Chuck tenía un sentido del humor muy profundo y maravilloso. Nuestro matrimonio estaba lleno de alegría y de risas. Recordémosle a Chuck hoy no solamente con lágrimas de dolor por nuestra pérdida; también celebremos su vida con alegría y risas.

Una remembranza de la cuñada de Chuck:

Algunas de mis reflexiones sobre Chuck Algo bueno de los momentos tristes como ahora es que éstos nos dan a todos la oportunidad de conocer a Chuck desde diferentes ángulos, pues todos tenemos recuerdos diferentes. Yo le conozco como mi cuñado. Lo conocí por primera vez en 1982. No hubiera imaginado en ese tiempo que iba a ser parte de la familia por casi 32 años. Aprendí muy temprano que Chuck tenía opiniones muy fuertes acerca de la importancia de la familia. Mi hermana siempre ha tenido un fuerte impulso y dedicación a su trabajo político y en ese tiempo ella parecía muy distanciada de nuestra familia. Eso cambió cuando ella se unió a Chuck, y creo que él le ayudaba a ver que es posible trabajar en la revolución y aún así pasar tiempo con la familia. Agradezco la influencia silenciosa que Chuck hubiera tenido en mi hermana de esa manera. Otro aspecto de Chuck que pronto se hizo evidente era su gran sentido del humor. Hace muchos años visité a mi hermana y a Chuck en Detroit, y una de mis gratos recuerdos de esa visita es que Chuck me llevó al Museo de Motown. Hablaron mucho y le dieron mucha bomba a la idea incluso antes de que llegáramos al lugar. En ese tiempo Chuck estaba aprendiendo mucho sobre la fotografía y decidió que íbamos a hacer una sesión de fotográfica de mí en el Museo. Ahí mismo donde muchos de los grandes del sonido Motown habían grabado sus primeros éxitos. Pero primero había que vestirme de una forma apropiada para la excursión. Las fotos resultantes me muestran en una serie de poses en ese lugar histórico con gafas oscuras, un sombrero de fieltro negro al estilo gángster y una camiseta negra que leía: “Detroit, capital mundial de carácter”. Chuck tenía un conexión muy especial con mi padre, y a menudo pasaban horas discutiendo la filosofía, la política y cuál marca de zapatos era la mejor para no deslizarse cuando la acera está mojada. Si mi padre estuviera vivo hoy, seguro que les estaría contando la historia de cómo Chuck por poco no llegó a su propia boda. Chuck y mi padre iban a ir juntos a la boda y Chuck era uno de ésos a que no se le puede meter prisa... con la posible excepción de cuando tenía que escribir algún proyecto importante con cierto plazo, y en esa situación generalmente esperaba hasta la última hora y luego se desvelaba toda la noche para terminarlo. Bueno, según el relato de mi padre, él y Chuck ya iban retrasados y todavía tenían que ir a la tienda para unos artículos adicionales. Mi padre, que tampoco era el más rápido en salir de la casa, estaba ansioso por salir y se preocupaba por llegar tarde. A pesar de la ansiedad de mi padre, Chuck con toda calma usó el tiempo para colgar la ropa lavada. No creo que se pueda dudar que mi hermana y Chuck fueran totalmente unidos y estuvieran comprometidos con su trabajo y su visión de que el mundo puede ser un lugar mejor. Chuck pasó por tantas luchas con su salud y nunca parecía flaquear en su perseverancia de seguir adelante, confrontando un reto médico tras otro mientras mantenía una actitud que para muchos de nosotros sería difícil mantener. Quiero a Chuck y lo voy a extrañar mucho. Lo quiero por la manera en que amaba a mi hermana, a sus hijos, a mis padres y a nuestra familia. Voy a extrañar su dulce forma de cantar, su travieso sentido del humor y su corazón cariñoso. Y lo voy a extrañar más que todo por el vacío que deja en la vida de mi hermana, su esposa y su mejor amiga, que ha estado a su lado, como él al lado de ella, durante los últimos 32 años.

De una de las hermanas de Chuck (sobre la cual ella habló largo y tendido en la conmemoración en Chicago):

Vi el sitio web. Estoy tan orgullosa de mi hermano. Tengo tanto orgullo por saber que él pasó la vida apoyando a una causa en la cual creía. Ojalá pudiera haberle dicho qué tanto orgullo le tengo. Él debería estar en nuestros libros de historia. Es una leyenda. Lo vamos a extrañar muchísimo. [Cuando se le pidió permiso para postear sus palabras en revcom.us, ella contestó:] Con mucho gusto, pueden postear en el periódico el texto que les envié. También favor de decirles a las personas que fueron al funeral que me hicieron sentir tan querida y que yo podía ver qué tanto quieren y extrañan a mi hermano. Déjenles saber que sentí su presencia [de Chuck] y podía sentir que él quería estar ahí para ver a todos nosotros juntos. Favor que hacer que los camaradas y amigos de mi hermano sepan que no deberían permitir que esto, al cual mi hermano apoyó y dedicó la vida, caiga en el olvido porque él ya no está.

Pasajes de la declaración de los hijastros de Chuck:

Había amor. Él quería a nosotros y nosotros queríamos a él. Su política, el trabajo de toda su vida, no significaba nada a nosotros a los ocho años de edad. Lo que tenía significado para nosotros era la manera en que él podía leer nuestros pensamientos, identificarse con nosotros y comprender cosas que ni siquiera sabíamos sobre nosotros mismos. Su empatía era lo que le caracterizaba más que todo. Como padrastro no había misterio... ese brillo en su ojo derecho y esa sonrisa pícara estarán con nosotros para siempre. Le enseñó al mundo con sus palabras, sus pensamientos y su acciones, nos enseñó a ser hombres mejores en su amor para nuestra madre... te queremos y te extrañamos.

Remembranza de una prima de Chuck:

Recuerdo que una vez él montó un espectáculo de talento en la prisión. Yo lo acompañé, pero no participé en el espectáculo. Chuck y algunos otros dieron unas charlas. Para mí todo fue aburrido. Prendí la música y subí a la tarima y bailé hasta no poder más. Me pensaba una estrella de película. Chuck estaba enojado, pero los hombres estaban aplaudiendo, estaban muy contentos. Chuck no podía quedarse enojado conmigo. Se rió a carcajadas y dijo, primita, si te entregaras así a la lucha, serías una buena revolucionaria. Recuerdo que una vez lo vi manejando en carro por la calle. Yo tenía unos 13 años y él unos 15. Le pedí que me dejara ir con él; tuve que discutir con él. Me dejó subir al carro. Estuve a una cuadra de la casa. Me llevó a casa, me tiró del carro y se fue. Entré en la casa, prendí el televisor y ahí estaba Chuck en la televisión. El carro era robado. Él estaba decidido a no meterme en esa situación. Recuerdo cuando mi hijo se escapó de la casa y fue hasta Atlanta. Ahí consiguió un trabajo y se cuidaba, pero una vez cuando estaba en la lavandería le robaron la ropa. Llamé a Chuck y le expliqué lo que había pasado, y él me dijo: me encargo de esto. Dije que yo no sabía dónde vivía, y otra vez Chuck me dijo: yo me encargo. Luego, luego, Chuck lo encontró, le dio un dinero y le compró una ropa nueva. Siempre me pregunto cómo lo había encontrado en esa gran ciudad de Atlanta, pero así era Chuck. Me acuerdo de una vez cuando quise ir a una fiesta pero mis padres no iban a permitirlo a menos que Chuck me acompañara. Le dijeron a qué hora teníamos que estar de regreso, pero yo aproveché la situación. Le dije que íbamos a regresar una hora tarde. Chuck dijo: ¿me vas a meter en problemas? Por favor, ven. Me suplicó, así que me puse de acuerdo. Yo sabía que podía hacer que él me complaciera en cualquier cosa. Me reí: "gran miedoso, vamos a casa". Recuerdo que traté de enseñarle a bailar, pero Chuck bailaba como pato mareado —nada de estilo— nada de corazón. Yo le decía: "¿Por qué te mueves tan torpe?” Él decía: “Estoy moviéndome, ¿piensas que ahora tengo ritmo?" Yo le dije: "¡No, no tienes ritmo y nunca lo vas a tener!” Solamente soltó esa risotada que tenía. Una risotada en voz alta. Chuck y yo éramos más como hermana y hermano, que primos hermanos. Él me lo dijo hace como un año: Eres más como una hermana que una prima. Le dije: “¿Y tú hasta ahora te das cuenta de eso?” Nos reíamos y nos dijimos qué tanto nos queríamos. El viernes antes de que muriera, pude decirle qué tanto lo quería y él me dijo: "Te quiero también. Agradezco todo lo que has hecho para mí". Pero incluso al morir, hizo algo para mí. Me dejó su otra mitad, su bella esposa. Así que cuando la veo y le hablo, siento la presencia de él.

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