Furia en las calles de Ferguson

Larry Everest | 25 de noviembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La medianoche del 24 de noviembre

Ya para las ocho esta noche, 600 ó 700 personas se habían juntado delante de la comisaría de policías en la calle Florissant Sur, para saber por fin, después de 108 días de angustia e indignación, si iban a acusar formalmente de homicidio a Darren Wilson, el policía que asesinó a Mike Brown el 9 de agosto. Los presentes ya ardían de rabia, coreando “¿Qué deberíamos hacer? ¡Cerrar por completo esta porquería!”, “¡Manos arriba! ¡No disparen!”, “¡Que acusen, condenen y manden a la cárcel al policía asesino! ¡Todo el maldito sistema es culpable, carajo!” Se paraban junto a las vallas de metal que les separaban de los policías marranos que estaban guardando la comisaría, y gritaban: “¡Su placa no me vale ni carajo esta noche!”

La mayoría de las personas con quienes hablé tenía el sentido de que el sistema no iba a acusar a Wilson, pero me parecía que todos tenían nudos en el estómago, pues la tensión se respiraba en el ambiente. (Anoche una mujer negra me dijo que si no acusaran a Wilson, ya no habría ningún futuro para sus seis hijos en Estados Unidos.) La rueda de prensa del fiscal empezó a las 8 p.m. Pero, tras 108 días, no iban a anunciar la decisión sin más. Tenían que atormentar a las personas que esperaban afuera, en temperaturas que casi llegaban a cero, con 30 minutos de pura palabrería antes de escupir la decisión: ¡ninguna acusación!

Fue como una patada al estómago. La furia repercutía en cadena en la multitud. La gente coreaba, gritaba, se abalanzó contra la barricada policial y la tumbó. Parecía que todos se movían en seis direcciones a la vez.

Anteriormente durante el día, les escuché al gobernador Nixon de Misuri y al alcalde de San Luis, que afirmaron que iban a proteger el derecho de protesta de las personas. Con tal de que no hubiera daños a propiedad ajena, iban a dejar que las personas tomaran las calles y hasta bloquearan el tránsito. ¡Mentira! Las personas que se fueron marchando por la calle se toparon con varios enormes vehículos antimotines. Acaso hubo una hora de protesta cuando los perros policías les ordenaron salir de las calles y dejar de tirar objetos, que se trataba de una reunión ilegal. Varios centenares de personas se quedaban parados ahí, desafiantes. Luego la policía comenzó a lanzar gas lacrimógeno y las personas se dispersaron de la zona de la comisaría. Pero pronto después se reagruparon y regresaron para tomar su lugar frente a los policías blindados.

Yo estaba sacando fotos y filmando. Una vez más llegaron las descargas de gas lacrimógeno, como luces bengalas tiradas entre la muchedumbre, como una zona de guerra. En algún momento me quedé atrapado en una nube de gas; ésta tenía un hedor acre, le hace arder los ojos y se le atraganta, haciéndole sentir que no va a poder respirar. Así que para las 9:30 pm, apenas una hora después del anuncio, la policía había expulsado de la zona a la mayoría de nosotros, aunque unas 100 personas se quedaban.

Pero cuando nos trasladamos a la Florissant Oeste, cerca de los edificios Canfield donde Mike Brown vivió y fue asesinado, vimos a centenares, y probablemente más de mil personas, que estaban llegando a pie y en carro, tomando las calles y dando rienda suelta a su furia. Una persona que vive aquí me dijo que le recordaba las primeras noches después del asesinato de Mike. A estas personas también la policía las atacó y dentro de poco toda la calle olía a gas lacrimógeno.

Cuando salimos, nos enteramos de unas protestas en San Luis, inclusive que habían cerrado la carretera interestatal 44. Es probable que las protestas sigan durante toda la noche, y han convocado a nuevas protestas para la mañana a partir de las 7 a.m. Esto no ha terminado, de ninguna manera.

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