El oleoducto Keystone XL y los mortíferos cálculos del capitalismo

26 de enero de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 9 de enero, la Cámara de Representantes de Estados Unidos adoptó un proyecto de ley que aprobara la construcción del oleoducto Keystone XL. Este oleoducto transportaría el petróleo de la región de arenas de alquitrán en Alberta, Canadá a Steele City en el estado de Nebraska en Estados Unidos y de ahí a las refinerías de la costa del golfo de México en Estados Unidos. El Departamento de Estado de Obama ha estado “estudiando” el oleoducto y Obama podría emitir su decisión pronto sobre la aprobación.

La batalla sobre el oleoducto Keystone XL es un importante frente en la batalla mundial para detener la destrucción del planeta. Hay fuerte debate en la clase dominante de Estados Unidos sobre el oleoducto Keystone XL. Los republicanos presionan a Obama para que apruebe el oleoducto ahora, y Obama ha amenazado con vetar su proyecto de ley, con el argumento que estos proyectos de ley socavan su autoridad presidencial para tomar esta decisión. El Departamento de Estado de Obama ya ha dicho que el oleoducto Keystone XL no agravaría el cambio climático ya que, según su argumento, aunque no existiese el oleoducto, la lógica del mercado dicta que sí se extraiga el petróleo del suelo y se transporte de una manera u otra, por lo que ¡la gente tiene que aceptarlo!

Este debate no se basa en el hecho de que es científicamente claro que el oleoducto Keystone XL y la expansión de la producción de petróleo de las arenas de alquitrán intensificarán el impacto peligroso del cambio climático y tendrán otros impactos ambientales. Al contrario, el debate parte de si “los intereses nacionales de Estados Unidos” “se beneficiarán”, o sea, los intereses económicos y estratégicos del imperialismo estadounidense.

El planeta se encuentra al borde del precipicio de una catástrofe climática. El 2014 fue el año más caluroso registrado en la historia de la Tierra. Una emergencia climática se intensifica debido a la quema incesante de petróleo, carbón y gas, la deforestación y otras prácticas agrícolas capitalistas. Los casquetes polares se derriten a una velocidad apresurada; cambios extremos en el clima surgen con más fuerza y frecuencia; la propia química de los océanos se vuelve más ácida y pone la vida en peligro; y se perjudican y hasta destruyen los ecosistemas. Si las cosas siguen en el rumbo que van, los científicos advierten del peligro a la civilización humana y la destrucción masiva de las especies y los seres humanos, especialmente en los países más pobres. ¡Y en este preciso momento, Estados Unidos y Canadá excavan y extraen nuevos yacimientos de petróleo y gas, causantes de la propia crisis climática, a un ritmo jamás visto antes!

Se ha establecido que el oleoducto Keystone XL y la expansión de la producción del petróleo de las arenas de alquitrán en Alberta resultarían en un desastre climático.

El petróleo de las arenas bituminosas es mucho más sucio y contamina con mucho más carbono que el petróleo convencional. Además, el petróleo de las arenas bituminosas ya fluye por otros oleoductos y medios de transporte, incluido el oleoducto Keystone original. El oleoducto Keystone XL acortaría la ruta a Estados Unidos y aumentaría este flujo de petróleo de arenas bituminosas en unos 830.000 barriles al día. De acuerdo con un informe de Oil Change International, esto resultaría en la inyección del equivalente de 181 millones de toneladas métricas adicionales de dióxido de carbono en la atmósfera al año. Esa es la cantidad que generan 37 millones de coches o 51 plantas de energía de carbón. El oleoducto Keystone XL es sólo uno de varios oleoductos que Canadá se propone construir para transportar al mercado el petróleo de arenas bituminosas.

Un reciente estudio realizado por científicos publicado en enero en la revista Nature dice que para evitar que las temperaturas del mundo se eleven a niveles calamitosos, hay que dejar en el suelo nuevas fuentes de petróleo de arenas de alquitrán, así como enormes porcentajes de todos los combustibles fósiles. El climatólogo James Hansen ha dicho que si los yacimientos de arenas de alquitrán de Canadá se llegasen a desarrollar completamente, significará un “ya se acabó” para el clima.

Además del daño devastador para el clima del mundo, es aún más probable que los oleoductos de arenas de alquitrán causen derrames peligrosos que los oleoductos normales debido a la naturaleza corrosiva del petróleo de arenas de alquitrán. El petróleo en estos oleoductos está bajo una tremenda presión y es tan espeso que se mezcla con otros ingredientes para mantenerlo fluyendo. La producción del petróleo de arenas de alquitrán en Alberta también es un gran desastre ambiental en progreso en otros sentidos: envenena a los pueblos originarios, sus tierras y fuentes de agua y derriba enormes extensiones de bosque natural anteriormente prístinas.

La idea de que se apruebe tal proyecto, que siquiera esté en consideración, deliberación y debate, que la administración Obama “estudie los impactos”, que este oleoducto sea la pelota política en las batallas en el Congreso, que los tribunales de Nebraska hayan avalado la construcción del oleoducto por el estado... pues, ¡todo eso es totalmente obsceno y una prueba más de lo obsoleto e irracional que lo es este sistema, de que no es digno de servir a la humanidad y de proteger el planeta! Y el criterio que aplican las fuerzas de la clase dominante para determinar si es bueno o malo, o sea, cuántos empleos el oleoducto crearía, es pura hipocresía (como si a los gobernantes les importara el que miles de millones de personas sobre este planeta no pueden encontrar el necesario trabajo para poder sobrevivir) y es un intento de entrenar a la gente a pensar en términos del “yo” en un contexto en que el planeta está en juego.

Por lo que ¿por qué es que aún se debate esta decisión, la que parece claramente una locura? Esto se desprende de la propia lógica del capitalismo, o sea, del impulso interno del sistema que obliga a los capitales individuales a sacar ganancias y aún más ganancias a fin de vencer a sus competidores, y de la rivalidad entre las grandes potencias capitalistas por el control de los recursos del planeta y la influencia sobre los mercados y regiones importantes del mundo. Los combustibles fósiles y el petróleo en particular son los fundamentos del funcionamiento rentable y los requisitos estratégicos mundiales del sistema capitalista imperialista. Este sistema funciona con el petróleo en particular. Siete de las diez corporaciones no financieras más grandes del mundo son empresas automotrices o petroleras. El sistema bancario imperialista ha invertido mucho en la producción de combustibles fósiles: préstamos y asesoría para las empresas de energía, inclusive en Alberta. El ejército de Estados Unidos, y sus guerras, consumen enormes cantidades de combustibles fósiles. Las fuerzas armadas estadounidenses representan la institución consumidora de petróleo más grande del mundo.

A pesar de toda la cháchara sobre “el presidente ambiental”, en los últimos años bajo Obama se ha dado un enorme aumento en la producción de petróleo y gas natural (mediante la fracturación hidráulica). Obama ha pregonado que el gas viene reemplazando al carbón, lo que reduce levemente las emisiones de gases del efecto invernadero, mientras la exportación de carbón de Estados Unidos ha aumentado y la economía está aún más centrada en la producción de combustibles fósiles para obtener gas y petróleo. Es necesario que “se realicen” todas estas inversiones y tecnología en la extracción de petróleo y gas natural y en la expansión de las refinerías. En otras palabras, tienen que extraer cantidades aún más grandes de petróleo y venderlo en el mercado para poder cubrir los enormes costos de inversión y para sacar ganancias. Así es la lógica del capitalismo, sin importar las consecuencias ambientales.

Además, Estados Unidos aprovecha el aumento de la producción de petróleo y el acceso al petróleo de las arenas de alquitrán de Canadá como un arma en sus maniobras en el mundo. El petróleo y el gas son armas, ejercen presiones sobre Rusia, Venezuela e Irán, o sea, los países que el imperialismo estadounidense considera como obstáculos para sus intereses en el mundo y países cuyas economías se centran en la producción de petróleo y gas natural. Más producción de petróleo y gas natural por parte de Estados Unidos y más acceso para Estados Unidos a las arenas bituminosas le dan al imperialismo estadounidense más palancas en su trato con esos países, a fin poner presión a bajar los precios, facilitar que Estados Unidos les imponga sanciones, etc. Además, de este modo, Estados Unidos contará con más margen de maniobra en el Medio Oriente. (Lea más información sobre el impulso del capitalismo a seguir quemando y excavando en busca de combustibles fósiles en “¡Estado de emergencia! El saqueo de nuestro planeta, la catástrofe ambiental y la verdadera solución revolucionaria”, el número especial de Revolución sobre la emergencia ambiental.)

Este debate entre los republicanos y Obama no tiene nada que ver con la protección del planeta ahora y en el futuro, a pesar de las afirmaciones de Obama o John Kerry.

He aquí algunos factores concretos que motivan este debate:

• La imagen que Estados Unidos da al mundo, si Obama aprobara ahora el oleoducto Keystone XL, con las inminentes conversaciones importantes sobre el clima en 2015 en París, socavaría su proclamación de que Estados Unidos está “al frente” en términos del cambio climático y la “superioridad moral” en general que los Estados Unidos quiere ostentar y usar en su competencia con China y otros países.

• Las relaciones entre Estados Unidos y Canadá: Canadá es un aliado confiable, y si Estados Unidos le dice no al oleoducto, eso podría suscitar problemas para la posición de Canadá.

• El que la expansión de la producción del petróleo de las arenas de alquitrán siga siendo una inversión rentable para los intereses de Estados Unidos, dada la disminución de los precios del petróleo, lo que incluye el contexto de la expansión de la producción del petróleo en Estados Unidos.

• Los debates y maniobras vinculados a otras riñas intestinas entre dos sectores importantes de la clase dominante (refiriéndose a grandes rasgos a las fuerzas en torno a Obama contra los republicanos). Además, poderosos segmentos del capital y de la clase dominante estadounidense rechazan la ciencia bien fundamentada del cambio climático.

El marco de este debate y el hecho de que hay debate sobre lo que tan claramente representa una pesadilla ambiental demuestran de nuevo que este sistema capitalista no es un digno guardián del planeta.

Muchos grupos ambientalistas han estado forjando una oposición importante al oleoducto Keystone XL. En este momento, es fundamental que crezca la resistencia para detener el oleoducto Keystone XL y toda la producción del petróleo de las arenas de alquitrán, la que causa tanta destrucción a nuestro medio ambiente.

 

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