Houston: Hablando a fondo con la gente acerca del aborto a solicitud y sin pedir disculpas y oponerse a la esclavitud en toda forma

28 de enero de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

De unos lectores:

El sábado, 17 de enero, un pequeño grupo de personas fue a ver la transmisión por internet del Mitin nacional de denuncias de Fin al Patriarcado en un espacio de arte en el corazón de una comunidad negra. Una activista/artista nos había ofrecido el espacio porque piensa que ya es hora de que se unan diferentes grupos, en particular para oponer resistencia a la guerra contra la mujer. Una universitaria, tras escuchar atentamente el testimonio de las mujeres que describieron el horror de los abortos ilegales antes de la decisión Roe vs. Wade, quedó tan alterada por enterarse de ese sufrimiento que tenía que irse. Al salir, ella dijo que estará en Austin para enfrentarles a los odiamujeres el próximo fin de semana. Varias otras personas en asistencia también dijeron que iban a ir a Austin.

Más tarde ese fin de semana, los revolucionarios salieron ampliamente por la comunidad e instaron a las personas a hacerle frente a la guerra contra la mujer, como parte de oponerse a la esclavitud en toda forma, y a unirse al contingente que iba a Austin el próximo sábado para luchar por el derecho de la mujer al aborto y para enfrentarse a los defensores de la “vida” en su mitin en pro de la maternidad obligatoria. Al repartir la edición de muestra de la colección de escritos ¡A romper TODAS las cadenas! Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista y el periódico Revolución, estallaron unos debates vivos y animados. Algunas de las personas con quienes habíamos hablado no solo apoyaban el derecho al aborto, sino empezaron a discutir con sus amigos y familiares para defenderlo.

Fuimos a hablar con un grupo de personas que estaban afuera, mirando un partido de fútbol americano. Al explicar la necesidad de enfrentar a los odiamujeres defensores del “derecho a la vida”, un hombre mayor respondió: “¡Espérense un momento, yo apoyo el ‘derecho a la vida’! Si una mujer no quiere tener un hijo, ella puede entregarlo en adopción”. Un hombre más joven le replicó: “¿Y si ella fuera víctima de la violación? ¿Vas a obligarla a estar encinta por nueve meses?” El hombre mayor empezó a decir: “Pienso que…”, cuando el otro le interrumpió diciendo: “Pues en realidad no importa lo que piensas. ¿Y qué de todo lo que le pasa a la mujer?" Luego una mujer joven dijo: “La mujer necesita estar en control de todo aspecto de su vida”. Mientras tanto, a unos metros de distancia, la madre de esa mujer joven repetía una y otra vez: “Nadie debería decirle a una mujer lo que puede o no puede hacer con su cuerpo, con su vida. La decisión es de ella”. Hablamos sobre la necesidad de oponer resistencia, que los de arriba ya han hecho gran progreso en restringir ese derecho y que están decididos a quitarlo, y el hombre mayor dijo luego: “Bueno, no creo que el gobierno debería decirles a las mujeres qué deberían hacer”.

Más tarde, varias otras personas pasaron por ahí que también apoyaban el derecho de la mujer al aborto, y la conversación tomó un giro hacia hablar de dónde viene toda esta represión: ¿por qué están encarceladas tantas personas de color, por qué la guerra contra el pueblo, por qué la guerra contra la mujer? Un par de personas pensaron que tenía que ver con el dinero y el control demográfico.

En un multifamiliar cercano, entablamos un debate acalorado con un joven universitario y una mujer joven. Al principio, cuando nos acercamos, la mujer se oponía categóricamente al aborto, diciendo que es homicidio, y él estaba un poco ambivalente, pero dijo: “Bueno, las mujeres pueden hacer lo que quieran”. Los dos estaban de acuerdo de que si la mujer es víctima de una violación, es diferente: “Ella no debería tener que ver al violador cada vez que mira a su hijo”, y por eso, la mujer dijo que en tal caso el aborto se justificara.

Planteamos que si está bien en ese caso, ¿por qué no en todos los casos? En medio del estire y afloje, explicamos, por ejemplo, que el embrión, el zigoto y el feto no son niños, así que el aborto no es homicidio. Pero cuando les hicimos la pregunta de por qué, si estos llamados defensores de la vida están tan dedicados a impedir el aborto porque dicen que se trata de "matar a niños", ¿por qué quieren prohibir también el control de la natalidad y la educación sexual? La joven mujer dijo: “Eso no, estoy totalmente a favor del control de la natalidad”.

Sin embargo, insistimos en que ella viera el panorama más amplio y reconociera la contradicción: ¿si en realidad se trataba de niños, no harían estos “defensores de la vida” todo lo posible para impedir los embarazos no deseados en primer lugar, por ejemplo al apoyar la anticoncepción? Y el hecho de que hacen todo lo contrario pone al descubierto que de ninguna manera se trata de niños, sino más bien de mantener esclavizada a la mujer. Eso le hizo pensar mucho y no pudo responder. Ella dejó la discusión sin que la convenciéramos, pero estaba claro que ella estaba dándole vueltas al asunto. Mientras tanto, el hombre joven captó bien lo de que todas las formas en que se oprime a la mujer en esta sociedad representan relegarla a ser una cosa y no una persona, algo que no quería apoyar. Dijo que pensaba ir a la protesta contra los odiamujeres.

Otra mujer, una treintiañera tal vez, se paró en seco para hablarnos: “Los hombres quieren que cocinemos, que hagamos el aseo, que tengamos sexo con ellos, pero cuando necesitamos dinero para la manutención de los hijos, pues…”; ella estaba harta de todo eso. Dijo que había perdido a su hijo a las seis semanas de haber nacido, porque el bebé tenía un defecto raro del corazón. Agregó que si hubiera sabido que no iba a sobrevivir, se habría hecho un aborto para que ni ella ni su hijo pasaran todo el dolor y congoja de verlo sufrir, solo para verlo morir. Y, para colmo, posiblemente una cirugía muy costosa, que ella no podía pagar, le hubiera salvado la vida del bebé; pero aún así lo más probable era que no lo operaran porque se le habría acabado el tiempo, pues estaba en una lista de espera. Eso indica cómo se tratan a las mujeres como objetos, pero también que la vida de las personas no les importa nada a los que gobiernan esta sociedad. Ella dijo que no podía ir a la protesta, pero llevó un montón de volantes para distribuir con su hermana, y quería saber más sobre este movimiento.

Un pastor del vecindario pidió una copia de la colección de escritos. Dijo que no sabía que estaba en marcha una guerra contra las mujeres. Agregó que él es un poco distinto de la mayoría de la gente del vecindario, porque no se opone en absoluto a que las mujeres se hagan el aborto, pero se opone a que el gobierno les obligue a las mujeres a no tener opciones. Había leído un ejemplar de Revolución hace unas semanas y dijo que éste contenía muchos puntos que en su opinión eran importantes. Agregó que él sabe que hay que hacer algo respecto a la impunidad de la policía en los asesinatos de jóvenes y respecto al sufrimiento de las personas afectadas. Dijo que la cita de BA de que no se puede romper todas las cadenas menos una (Lo BAsico 3:22) tenía lógica, pero al mismo tiempo, no estaba convencido en cuanto a la revolución.

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