El "Esto lo cambia todo" de Naomi Klein contra Hacerle frente concretamente a la crisis climática

El influyente libro Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima, de Naomi Klein, rehuye a las fuerzas concretas que causan la emergencia climática y descarta los cambios radicales que la crisis exige.

2 de marzo de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

2014 fue el año más caluroso registrado en la historia de la Tierra. Se derriten las capas de hielo en los polos norte y sur y sube el nivel del mar; tormentas extremas azotan más fuerte y con más frecuencia; el carbono en la atmósfera hace que los mares sean más ácidos, lo que presenta grandes amenazas para la vida marina.

Nos enfrentamos a un verdadero y creciente emergencia climática. La impulsan la quema incesante de petróleo, carbón y gas natural; la destrucción de las selvas tropicales; y la agricultura ambientalmente dañina. Los científicos advierten, si las cosas siguen como están, de la pérdida en masa de especies, de que la civilización humana corra peligro, hasta la posibilidad de un planeta en el que los seres humanos ya no pueden sobrevivir.

Este número especial de Revolución se centra en la emergencia ambiental frente a la humanidad y los ecosistemas de la tierra. En este número mostramos:

  • las dimensiones de la emergencia…
  • la fuente de sus causas en el sistema capitalista, y por qué es imposible que ese sistema solucione esta crisis…
  • una salida y un camino adelante para la humanidad — una sociedad revolucionaria en la que podamos realmente vivir como los guardianes de la naturaleza, en lugar de saquearlo.

Léalo en línea…

Esta es una crisis grave, y crece y se extiende el movimiento ambiental para salvar el planeta. En este movimiento y más allá, se debaten y discuten grandes preguntas: ¿por qué la crisis climática avanza tan implacablemente...? ¿por qué es la respuesta del sistema la de "dejar que el planeta se queme"...? y ¿qué se necesita para detener el inminente desastre ambiental?

En este contexto, el nuevo libro de Naomi Klein, Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima, genera mucho revuelo. Klein es una autora y activista radical que tiene mucha influencia en este movimiento. La bulla y la controversia en torno a su libro están muy relacionadas con el título: el capitalismo contra el clima. De hecho, Klein ofrece una valiosa exposición de cómo las economías de los países capitalistas industrializados, especialmente Estados Unidos, han degradado los ecosistemas del planeta. Y el libro genera entusiasmo porque la autora dice ofrecer un camino hacia adelante.

Pero, como lo demostraremos en esta polémica, Naomi Klein no toca las causas profundas de la crisis climática. Además, propone un programa basado en la ilusión de que es posible que este sistema se convierta en algo que no puede ser: ambientalmente sustentable. Sí, hay que "cambiarlo todo". Pero para hacerlo, se requiere la revolución.

I. Cómo entender la causa: El capitalismo y las "reglas del juego"

Klein declara apasionadamente: "Nuestra economía está en guerra con muchas formas de vida en la tierra, incluida la vida humana", y tiene razón. Pero según Klein, el problema no es la realidad y el funcionamiento del sistema de producción capitalista, sino una forma particular de capitalismo. Dice:

“No hemos hecho las cosas necesarias para reducir las emisiones, porque son cosas que están en conflicto con los fundamentos del capitalismo desregulado, la ideología reinante desde que comenzamos a luchar para encontrar una salida a esta crisis” (p. 18, el subrayado; la traducción de las citas del libro de Klein es responsabilidad de Revolución).

Según Klein, una ideología extrema, "un fundamentalismo de libre mercado" (a veces llamado "neoliberalismo"), ha secuestrado las prioridades económicas y la toma de decisiones. Sostiene que esta ideología determina el marco de las cosas: se recorta la reglamentación gubernamental, se privatiza más la vida pública, las empresas petroleras y los ultra-ricos más fácilmente compran a los políticos y la extracción descontrolada de combustibles fósiles conduce a una "economía descuidada". Este fundamentalismo de libre mercado es lo que ella quiere cambiar. Además, promueve una política de masas que presione a los de arriba para que se alejen de este "capitalismo de libre mercado" hacia una economía más solidaria y más "verde".

Klein denuncia y rechaza el capitalismo "desregulado", pero no el capitalismo. No explora más profundamente en el sistema capitalista y sus formas subyacentes de operación. Pero ahí es donde es necesario explorar para entender científicamente lo que impulsa la crisis ambiental y lo que se necesita para hacerle frente y actuar sobre esta crisis en la escala y con la urgencia requeridas.

El número especial sobre la emergencia ambiental de Revolución lo explica muy bien:

Cualquier sociedad es un sistema. Eso quiere decir que funciona de acuerdo con ciertas reglas, como un juego. Si las reglas se violan, el sistema no funciona... Así que hay que entender las reglas. Y es necesario comprender si se puede hacer funcionar el juego mediante la modificación de las reglas o si tiene que estar jugando un juego totalmente diferente.

Lo mismo ocurre con el sistema del capitalismo. Sí, hay individuales y empresas específicas que han creado la crisis. Pero tenemos que entender si las reglas de ese juego tienen algo que ha llevado a esta crisis. Necesitamos entender si podemos hacerle frente a esta crisis, actuando dentro de las reglas del capitalismo, incluyendo tal vez modificar estas normas — o si el propio capitalismo debe desaparecer. El futuro de la vida misma depende de que nosotros entendamos esto correctamente.

¿Cuáles son las reglas básicas del capitalismo?

Regla # 1: Todo es una mercancía y todo debe hacerse para generar ganancias. Todo bajo el capitalismo se produce para ser intercambiado, para ser vendido. Lo que se produce y cómo se produce, se motiva y mide por las ganancias: trátese de la vivienda, las computadoras, la medicina o la energía. Y las ganancias resultan de la explotación de miles de millones de seres humanos en este planeta. Bajo el capitalismo, el medio ambiente se considera y trata como un "insumo" gratis a tomar e inyectar en la producción para sacar ganancias. Por lo que talan las selvas para la agroindustria, subastan la virgen naturaleza y costas para la excavación de petróleo... y el planeta se calienta.

Klein dice que el problema es que un "muro ideológico ha bloqueado una respuesta seria al cambio climático" (p. 72). Pero es el sistema material-social de la producción para sacar ganancias el que es el fundamento de las cosas. Y la ideología según la que los "mercados traen libertad", de que "el ganador se lleva todo", de que la "competencia engendra lo mejor", refleja y refuerza el sistema de producción basada en las ganancias.

Regla # 2: La producción capitalista es de propiedad privada y la impulsa el mandamiento de expandirse o morir. La competencia recorre todo este sistema. Se trata de triunfar o perder. Apple compite contra Microsoft. GM y VW batallan por el mercado de China. La forma esencial de obtener una ventaja es mediante la reducción de costos, la introducción de nueva tecnología para producir en una escala mucho mayor y más eficiente, con consecuencias devastadoras para la humanidad y el planeta. Según los capitalistas, no se trata de decisiones o codicia, o del resultado de las anteojeras de un "muro ideológico". Si los capitales individuales no invierten y no se expanden, no siguen acumulando ganancias y más ganancias, no pueden continuar en el juego como unidades rentables de capital, y se quebrarán o serán tragados.

Klein quiere que los de arriba "gestionen" lo que ella llama el "decrecimiento" para salvar el planeta. Sin embargo, bajo ESTE sistema, ninguna persona o grupo "gestiona" la economía. La gestionan estas reglas del juego. Sí, el estado capitalista adopta reglamentos y normas para mantener el funcionamiento del sistema. Pero no es posible regular conscientemente la economía a escala de toda la sociedad de acuerdo con un plan racional. ¿Por qué? Debido a la propiedad privada y la competencia. Y no se puede tener un capitalismo que no crece. Supongamos que GM les dijera a VW y Toyota: "Vamos a frenar nuestro crecimiento para salvar el planeta, y dejar para ustedes el mercado chino". Bueno, adiós a GM.

Regla # 3: El afán de control mundial. El capitalismo es un sistema mundial. Se compone de un pequeño número de países capitalistas ricos que dominan el mundo. Opera mediante una gran división: entre los países imperialistas capitalistas y los países del tercer mundo a los que oprime y saquea con saña.

La competencia y la rivalidad entre las empresas y los bancos se dan en este campo de juego mundial. Pero la forma más intensa de la rivalidad es la existente entre contendientes potencias mundiales por el control estratégico de las regiones, los mercados y los recursos. Klein denuncia apasionadamente a las grandes compañías petroleras por lo que le han hecho al medio ambiente. Pero el petróleo es más grande que Exxon, más grande que los hermanos Koch (unos multimillonarios de derecha y agentes políticos de pesos pesados cuyas empresas incluyen la refinación y distribución de petróleo). El petróleo es un producto estratégico: el control sobre los suministros de petróleo y los mercados del petróleo trae consigo un palanqueamiento sobre la economía mundial. El petróleo es un arma estratégica de rivalidad e intimidación. Los imperialistas estadounidenses bajo Obama, por ejemplo, han aumentado la producción de petróleo y gas natural a fin de maniobrar contra la Rusia imperialista, así como contra países como Irán y Venezuela que dependen de las ventas del petróleo.

Así es la naturaleza del sistema. Y una consecuencia fundamental de estas reglas es que el capitalismo, como sistema, no puede lidiar con el medio ambiente de una forma sustentable y racional, ni siquiera si quisiera un capitalista individual o grupo de capitalistas.

II. Naomi Klein quiere doblar las reglas... Nos hace falta un sistema distinto que opera de acuerdo a reglas distintas

Klein propone un programa:

[S]i un número suficiente de nosotros deja de desviar la mirada y decide que el cambio climático es una crisis que merece una respuesta del nivel de un Plan Marshall, entonces se convertirá en una crisis y la clase política tendrá que responder, tanto haciendo que los recursos estén disponibles como doblando las reglas del libre mercado que se han mostrado tan flexibles cuando los intereses de la élite están en peligro. (p. 6, el subrayado es nuestro).

Hay tanto aquí que está mal.

En primer lugar, es indignante el que una crítica supuestamente radical del sistema acoja al Plan Marshall original. ¿De qué se trataba el Plan Marshall? Después del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, las economías de Europa occidental estaban en un estado de ruina y había un sentimiento revolucionario y radical generalizado. Estados Unidos había salido de la guerra como la potencia imperialista más fuerte y proporcionaba ayuda y financiación para reconstruir y modernizar las economías como la República Federal de Alemania. Así fue el Plan Marshall. Pero eso no fue ningún humanitarismo mundial.

El Plan Marshall tenía tres objetivos básicos: rescatar al capitalismo e impedir la revolución en Europa Occidental; apuntalar a Europa Occidental para que se plantara contra la entonces socialista Unión Soviética; y asegurar que Estados Unidos siguiera siendo la potencia imperialista dominante en el sistema capitalista mundial. Para hacerlo, los imperialistas estadounidenses "doblaron" algunas de las reglas, como ofrecer préstamos a bajo interés. Pero se trataba del mismo juego del capitalismo.

Klein desvía la vista de las despiadadas consecuencias de reactivar el sistema imperialista mundial: décadas de crecimiento canceroso basado en combustibles fósiles baratos, el uso masivo de decenas de miles de productos químicos cuyo impacto ambiental es nocivo o desconocido y la expansión en masa del uso del automóvil. El sistema imperialista que se resucitó y modernizó emprendió guerras injustas y horrorosas en Corea, Argelia, Vietnam e Irak. El sistema que se resucitó y modernizó forjó una red mundial de explotación en maquiladoras.

Lo sentimos, Naomi Klein... pero el Plan Marshall, junto con las instituciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, nos dieron el mundo el que tenemos, y ¡no el mundo que nos hace falta!

Volvamos al programa de acción de Klein. Dice que si nos ponemos a pensar de manera diferente y presionamos a las elites, éstas doblarán las reglas, lo que traerá consigo un cambio del petróleo, carbón y gas natural a la energía solar y renovable, inversiones en el transporte público ecológico y seguro y la creación de nuevos empleos. Klein hace que suene muy razonable: que será bueno para los capitalistas que pueden invertir en "lo verde", bueno para el pueblo y bueno para el planeta.

De nuevo, Klein ignora las reglas concretas del juego:

  • Veamos la industria de los combustibles fósiles. En este sector, invierten enormes cantidades de recursos, infraestructura (como los oleoductos) y conocimiento. En una economía capitalista, estas inversiones tienen que rendir. En otras palabras, con el fin de cubrir estos enormes costos de inversión y rendir ganancias, es preciso que el petróleo y el gas natural se extraigan, refinen o licúen, y de ahí se vendan en el mercado. No es posible simplemente pasar del petróleo a la energía solar, como las piezas en movimiento sobre un tablero de ajedrez.

    Para crear una "economía verde" auténtica, se requeriría una ruptura radical en la estructura de la economía, un desembolso monumental de capital y la planificación integral: para romper el dominio del automóvil, para crear ciudades sustentables, para desarrollar una agricultura que no se base en los productos químicos derivados del petróleo. Bajo el capitalismo, no es posible trasladar rápidamente los recursos y el excedente producido en un sector de la economía a otro, precisamente debido a la propiedad y control privados.
  • Es asombroso. Klein ha escrito un libro de más de 500 páginas sobre el capitalismo y el cambio climático que casi no dice nada sobre las fuerzas armadas. De hecho, las fuerzas armadas del imperialismo estadounidense, con sus tanques y aviones de combate, bases militares y logística, y guerras injustas y ocupaciones, es el mayor consumidor institucional de petróleo en el mundo. No es posible operar un aparato militar imperialista sobre la base de la energía solar y eólica. De acuerdo, Estados Unidos han venido instalando paneles solares en la base naval de Guantánamo. La tortura potenciada por energía verde: ¿es ése el mundo el que queremos?
  • Y echemos un vistazo más de cerca a la propia industria de la energía solar. Sí, los imperialistas han "doblado las reglas" un poco y han dado subsidios y apoyo a la industria de energía solar. Pero a) eso representa una gota en el mar en comparación con lo que se invierte en los combustibles fósiles; y b) la industria de la energía solar no opera por encima de las reglas concretas del capitalismo. Por ejemplo, la China capitalista produce paneles solares a bajo costo, utilizando sus enormes reservas de mano de obra súper-explotada, y domina esta industria a nivel mundial. Los imperialistas oesteeuropeos y estadounidenses han respondido, y Klein lo señala, maniobrando para restringir las importaciones de paneles solares de China.
  • Klein sostiene que podemos hacer cambios de política bajo este sistema los que nos puede traer de vuelta a los niveles de consumo de los años 1970: "Gozamos de un estilo de vida saludable y moderado y tenemos que retomarlo a fin de mantener las emisiones bajo control" (p. 91). ¡Que qué! El estilo de vida de las mayorías en los años 1970 en Estados Unidos se basaba en vivir en el mayor imperio imperialista mundial de la historia.

Pero al dejar de lado ese chovinista punto ciego, hay algo más. Para evitar el potencial colapso de los ecosistemas y las amenazas a la civilización humana, la ciencia climática demuestra que tenemos que reducir las emisiones de carbono en un 80 por ciento o más en las próximas décadas. Para hacer esos recortes, se requerirán cambios profundos y sísmicos en la forma en que vivimos, en lo que se produce y cómo, en el consumo, en nuestros valores. Klein plantea que podemos adaptarnos fácilmente y cambiarnos fácilmente. No, eso requiere una transformación dolorosa.

III. En Naomi Klein se concentra un modo de pensar... de la pequeña burguesía radical

El libro de Klein resulta ser un callejón sin salida. No reconoce en serio la profundidad y gravedad de las transformaciones sociales que exige la crisis ambiental. No reconoce lo que señala lo mejor de sus propias investigaciones: que tenemos que enrumbarnos en una trayectoria radicalmente diferente. No puede concebir un mundo sin Exxon. Escribe: "En vista de que las petroleras van a seguir siendo ricas para el futuro previsible, la mayor esperanza de romper el estancamiento político es la de restringir radicalmente su capacidad de erogar sus ganancias en la compra, y la intimidación, a los políticos" (p. 151). ¡Esas palabras no son una visión de "cambiarlo todo"!

Naomi Klein y este libro representan el punto de vista y la posición de clase de un sector radical de la pequeña burguesía. Esta es una clase que está "en el medio" entre las dos grandes clases, el proletariado y la burguesía, cuyos intereses y perspectivas son capaces de dirigir a la sociedad en el mundo actual.

En lugar de trabajar para una ruptura fundamental con todo el tren de destrucción del medio ambiente y con el sistema capitalista imperialista que la ha engendrado, Klein va por el "terreno en el medio", aspirando a resolverlo todo sin ruptura y dislocación. Quiere encontrar una solución en el marco del propio sistema, y termina por intentar solucionarle los problemas del sistema. Inventa unas soluciones ilusorias, las que no son soluciones, para los problemas angustiantes que sólo se pueden solucionar por medio de la revolución y un sistema nuevo.

IV. La revolución comunista abre las puertas para que la humanidad le haga frente a esta emergencia y se transforme en los guardianes del planeta

Hay una salida, por medio de la revolución comunista. Ya no existirían Exxon, y los gobiernos imperialistas, sus policías y ejércitos. Nosotros podemos superar muchísimo un mundo en el que se destruyen los animales, las plantas y la vida marina del planeta. En el que se destrozan sus recursos y el petróleo que se extrae de este proceso se quema al servicio de las ganancias privadas de pequeños grupos de personas que están reñidos por el dominio imperialista del mundo.

Un sistema radicalmente diferente reemplazaría al capitalismo. Se desarrolla cómo sería una sociedad así y cómo ésta operaría en la visionaria Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto).

La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) del PCR fue escrita con el futuro en mente. Tiene la intención de plantear un modelo básico, y los principios y las pautas fundamentales, para el carácter y el funcionamiento de una sociedad y un gobierno radicalmente diferentes a los ya existentes: la Nueva República Socialista en América del Norte, un estado socialista que encarnaría, institucionalizaría y fomentaría relaciones y valores radicalmente diferentes entre las personas; un estado socialista cuyo objetivo final y fundamental sería lograr, junto con la lucha revolucionaria por todo el mundo, la emancipación de toda la humanidad y el inicio de una época completamente nueva en la historia humana —el comunismo— mediante la abolición final de todas las relaciones explotadoras y opresivas entre los seres humanos y de los conflictos antagónicos destructivos que surgen de esas relaciones.

Lea la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), del PCR, en revcom.us/pcr.

La sociedad socialista, y en un grado aún mayor, un mundo comunista, hacen que se pueda planificar la economía según las necesidades más amplias y más importantes de la sociedad humana. El uso generalizado de fuentes de energía renovables, como la solar, la eólica y la geotérmica (la energía térmica proveniente de la Tierra) puede volverse razonable y posible en una sociedad socialista. Una sociedad socialista puede movilizar a las personas, el conocimiento científico y los recursos para restringir dramáticamente y por fin ir más allá del uso de los combustibles fósiles, a la vez que soluciona los problemas prácticos y económicos que acompañarán esta transición a las energías renovables. Y lo haría como parte de transitarse a un mundo en el que la sociedad humana tendría una base económica que cuida al planeta como uno de sus principios fundacionales.

Con la eliminación de la dominación del capitalismo sobre las ideas y la cultura, el conocimiento del mundo natural, la ciencia y los valores que fomentan la conservación del mundo ya no serán el dominio exclusivo de una élite. Con un estado revolucionario nuevo que sirve a un sistema radicalmente diferente, podemos crear una cultura y la orientación de aprender y cambiar el mundo a fin de deshacernos del daño del pasado y desarrollar relaciones completamente nuevas y positivas entre las personas y el planeta.

Como un componente esencial de un proceso mundial de la revolución, podemos desarrollar un proceso que vincula el conocimiento, la experiencia y el método de los científicos, con las personas que han vivido en las selvas tropicales y conocen de manera íntima su vida, con las personas que pescan, y otros por todo el mundo, que cooperen, compartan información y experiencia, trabajen para superar las profundas desigualdades que quedan del capitalismo, a la vez que emprendan una batalla mundial para evitar una catástrofe ecológica. Las preguntas, investigación y experiencia pueden reverberar en todo el mundo: ¿cómo va el gran esfuerzo internacional para deshacer la destrucción del tejido de la vida en el planeta? ¿Cómo nos van en el trabajar de detener la inyección del dióxido de carbono a la atmósfera? ¿En la reconstrucción de las selvas tropicales para quitarle más carbono a la atmósfera? Y tanto más.

La sociedad capitalista chilla a la gente a que "compre, compre, compre", y mide a las personas según el dinero y los "botines" que poseen. El socialismo hará que sea posible no sólo propagar la oposición al consumismo como una especie de principio moral, sino tener una sociedad entera en la que las ganancias ya no rijan, y en la que, para el funcionamiento de la economía, ya no sea necesario vender más y más bienes. En esta sociedad nueva, las relaciones entre las personas no se basarán en la compra y venta.

Además, ya sería posible que las personas, en una creciente escala y en masa, vean a sí mismas como emancipadores de la humanidad y del planeta y no según el marco del capitalismo de una carrera por la acumulación de "todos contra todos". Las personas empezarán a ver la naturaleza como un rico tejido viviente del que los seres humanos son una parte, y no como objetos para meter en la producción y generar ganancias o que se estropean de manera descuidada. Aprenderán que la formación del mundo natural ha estado en marcha por miles de millones de años y que cada generación humana tiene la responsabilidad de pasarlo a la siguiente en un estado mejorado.

Todo eso da una mera vislumbre de lo que podrían hacer una sociedad y pueblo revolucionarios. Ese mundo es posible. De eso es de lo que el Partido Comunista Revolucionario se responsabiliza: de construir un movimiento para una revolución concreta con el partido en el centro para derrotar y desmantelar las instituciones del estado de la vieja sociedad, para crear un poder estatal nuevo y un sistema socialista y para trabajar con urgencia hacia la plena emancipación de la humanidad y la protección del planeta para las generaciones actuales y futuras.

En esta coyuntura peligrosa para el planeta, en efecto tenemos que "cambiarlo todo", por medio de una revolución. Eso no será fácil. Pero es nuestra única oportunidad de alcanzar una sociedad verdaderamente sustentable y comenzar el proceso de restauración de los ecosistemas del planeta.

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