Entrevista de Revolución a D. Watkins:

La súper segregación, el terror policial y el levantamiento popular en Baltimore

2 de junio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La entrevista de Revolución
Una sección especial para que nuestros lectores se familiaricen con las opiniones de importantes figuras del arte, la música y la literatura, la ciencia, el deporte y la política. Los entrevistados expresan sus propias opiniones, naturalmente, y no son responsables de las ideas que aparecen en otras partes de este periódico.

D.Watkins es un escritor joven criado en las calles duras de East Baltimore. Su obra ha sido publicada en el Huffington Post, Aeon, The City Paper, Vice y Salon. La editorial Grand Central Publishing publicará su autobiografía, Cook Up, en el 2016. Esta primavera ha estado enseñando el inglés en la Universidad Estatal de Coppin en Baltimore, no muy lejos del centro del levantamiento por Freddy Gray. Nos encontramos con D. Watkins en su oficina en ­Coppin, donde recibía las tareas finales de sus estudiantes y se curaba de una rodilla dolorida tras un partido de baloncesto la noche anterior.

Revolución: En tu pieza “Stoop Stories” hablas un poco sobre la historia de Baltimore desde la guerra de Secesión y dices: “Ya hace 149 años desde ese entonces y nada ha cambiado”. Esa pieza salió el año pasado, o sea que ahora hace 150 años desde entonces, ¿puedes explicar a qué te referías?

D. Watkins
D. Watkins. Foto: Kyle Pompey

D. Watkins: Me crie en Baltimore sentado en varios barrios negros. He vivido en la Avenida Ashland, en la vivienda pública multifamiliar Lafayette, otro tiempo en el multifamiliar Somerset. La secundaria la pasé en Dunbar. Así que en todos esos lugares donde he vivido o estudiado, ha sido con pura gente negra, no tuve experiencias con blancos hasta que fui a la universidad. Y para mí fue como un choque de culturas. Yo no veía el mundo de la misma manera que ellos lo veían, y ellos no veían el mundo de la manera que yo lo veía. No chocamos de una manera muy negativa, pero tampoco desarrollé esas conexiones, esas relaciones que me hubieran permitido quedarme, y por eso abandoné la universidad.

Luego pensé en mis amigos, de los lugares donde nos veíamos, de las personas con quienes jugábamos baloncesto, con quienes teníamos actividades, y siempre era con gente negra. Nuestra escuela era negra, los que iban a iglesias iban a iglesias negras, a las fiestas que íbamos eran fiestas de gente negra. No había ninguna interacción con ninguna otra raza. Luego algunas de las personas blancas que empecé a conocer una vez que empecé a salir del barrio tenían experiencias similares. Así que Baltimore siempre ha tenido ese legado de ser súper segregado. En unos pocos lugares las razas han empezado a chocar y encontrarse e inter-mezclarse. En lugares como el área de Station North — muchos del área de Station North le han entrado a la moda de diversidad. Yo siempre me encuentro con amigos en Red Emma´s y The Bun Shop donde intercambiamos ideas y cosas así. Pero aun así, cuando regreso al barrio viejo, es como, “¿Qué es Red Emma´s?” “¿Qué es Station North?”. Todavía no saben.

Yo sólo he tenido acceso a ese otro mundo a través de la educación, al ser expuesto a diferentes cosas. Pero Baltimore sigue siendo un lugar segregado. El viernes voy a hablar en una secundaria — es completamente negra. Las secundarias a las que he ido en barrios lujosos, han sido completamente blancas. Y la manera que la ciudad está estructurada, parece que toda va a ser así.

Revolución: Baltimore tiene un largo historial de eso, de políticas del gobierno para segregar la vivienda….

D. Watkins: Pues esa es la historia de Estados Unidos, ¿me explico? Es la historia de Estados Unidos — eso de “block busting” [“romper las manzanas” — la práctica de convencer a los dueños de casa blancos que las personas negras iban a llegar y bajar el valor de la propiedad y que deben venderla muy barato, y luego venderla a una familia negra a un precio muy alto], “red lining” [“trazar una línea roja” en el mapa alrededor de una comunidad en la cual la gente tiene que pagar más por servicios peores (hipotecas, seguros, servicios de salud, etc.)], y la construcción de barrios que excluyen a las personas negras. Así que hablar de la historia de Baltimore es hablar de la historia de Estados Unidos. Lo que tiene de especial Baltimore es que fue la primera ciudad de llegar a un millón en población después de Manhattan. Así que en un momento la población era de un millón.  Tenía la mayor población de personas negras libres. Muchos eran profesionales, empresarios y cosas por el estilo. Se podría decir que aquí personas negras siempre han estado en control. Este es uno de los lugares donde la Mafia no mandaba. La Mafia vendía al por mayor, me entiendes, ya sea alcohol, drogas o lo que sea a las personas negras, pero en realidad no les podía decir cómo manejar sus negocios, porque en realidad nunca consiguió ser incluida. Así que Baltimore siempre ha sido un lugar de control y la población tiene un fuerte sentido de orgullo y arrogancia. No he recorrido todo el mundo, pero he ido a muchos lugares y he pasado tiempo en muchos lugares diferentes. Y diría que esta ciudad tiene algunas de las personalidades del carácter más fuerte y de la mayor arrogancia que he conocido. Soy de aquí, y me encanta. Me encanta. Es divertido. Es divertido. Pero por otro lado también es malo porque a veces la mente está tan cerrada que no permite que otra persona entre y comparta algunas ideas que te podrían ayudar a que tu experiencia en este mundo sea mejor. Ese es el lado débil de eso.

Pero con respecto a la segregación y a tener a los vecindarios divididos, eso es definitivamente la historia de Estados Unidos.

Revolución: Hay ciertas cosas sobre Baltimore, como la tasa de desempleo — el desempleo es alto en toda la ciudad, pero es mucho más alto en lugares como Sandtown-Winchester, donde alcanza el 50%.

D. Watkins: Si vives en un lugar como Sandtown-Winchester o si vives en un lugar como el sector negro de Park Heights, vas a morir unos 20 o 15 años antes que un residente de Roland Park. Son las mismas desigualdades que en el sistema de salud, son las mismas desigualdades que en el sistema de educación, es el mismo desempleo… es una locura porque incluso las veces que el gobierno informa que ha habido un aumento en trabajos, de alguna manera milagrosa se pierden en la comunidad negra. No lo entendemos. Pero yo como que si lo entiendo — se debe al racismo sistemático. Un tipo que se llama Karl Alexander, con quien participaba en eventos, terminó un estudio de 35 años en el que demuestra que una persona negra que ha estudiado un poco en la universidad tiene menos posibilidades de conseguir un trabajo que un blanco que ha ido a la cárcel. Eso se debe al tejido social. ¿Cómo se controla el tejido social? A través de estos vecindarios. A través de las bases del impuesto. A través de estas escuelas. Así que, aun si se establece un vecindario negro y existe la oportunidad de avanzar y desarrollar el tejido social, muchos de esos vecindarios son descompuestos por la renovación urbana y el aburguesamiento, encima de la falta de oportunidad que siempre está presente.

Yo pienso que la gente muchas veces menosprecia el poder del tejido social. El tejido social es así: “Fulano de Tal, ¿cómo estás, hombre?, tengo un sobrino, se ha estado metiendo en problemas. Sé que eres periodista por tanto sabes de ese oficio. ¿Te podría acompañar, le podrías enseñar a realizar una entrevista? ¿Tal vez él podría forjarse un futuro?”, y tú le contestas, “Está bien, pero en cambio me vas a preparar mi declaración de impuestos”. ¿Me entiendes? Podemos hacer trueques y comerciar y hacerle ver a la gente de cosas afuera de la universidad, como electricistas y plomeros y cosas así. Así que el tejido social nos permite comerciar estos oficios y habilidades y eso les ayuda especialmente a quienes están buscando algo que hacer, y eso es algo bueno, sabes. Pero esta ciudad tiene la mala fama de destruir eso. Y muchas de estas ciudades que han sido sumamente aburguesadas son notorias por no respetar a las comunidades donde la gente no es dueña de casa. Simplemente porque no eres dueño de casa no quiere decir que no tienes una comunidad. Y todo eso está relacionado con el racismo sistemático, y los sistemas que producen agentes de policía como los que mataron a Freddy Gray y esos agentes que están matando a gente por todo el país. Está conectado directamente a eso.

Baltimore
Baltimore. Foto: Revolucion/revcom.us

Revolución: Hablando de policías que matan, tú has dicho que los del Departamento de Policía de Baltimore son una bola de terroristas. ¿Nos puedes decir cómo eso se manifiesta concretamente, incluyendo en tu propia experiencia?

D. Watkins: Muy bien, estuve discutiendo con un tipo, un intelectual, un caballero africano sin mucha experiencia en Estados Unidos, pero él tiene sus puntos de vista. Y me dijo: “¿No ves ningún problema con que les hayas llamado terroristas?” Y yo le contesté, bueno, en uno de mis primeros encuentros… la primera vez que un policía puso sus manos sobre mí, nunca en la vida rompí la ley. No hice nada malo. Tuve un desacuerdo. Yo era un muchacho en la secundaria. Le dije [al policía]: “Oye, ¿por qué siempre nos hacen tirarnos al suelo?” Y me dijo algo como que ustedes no van a ser nada en la vida. Dijo algo así. Y recuerdo que le contesté: “Si envejezco y jamás tengo un trabajo, siempre seguiré siendo mejor que tú”. Eso es lo que le dije. Y me pateó en las costillas. Bum. Esas son las pendejadas que hacen terroristas. Te me puedes acercar, me puedes hablar de la manera que quieras — pero en cuanto yo demuestre el mínimo de resistencia, ¿me merezco que me pongas las manos encima, aunque tú lo hayas iniciado?

Cuando entran en estos vecindarios lo hacen con un lenguaje asqueroso y son irrespetuosos. Trabajan por años en estos vecindarios y tienen cero relaciones con los miembros de la comunidad. Jamás usan la palabra “amor”. Muchos participan en actividades ilícitas. Hay tantos relatos de policías de Baltimore metidos en el narcotráfico. Hay relatos de policías que detenían a personas y se las llevaban a los narcotraficantes que las estaban buscando. Muy involucrados en el narcotráfico.

Para mí, siempre han sembrado terror en mí vecindario. Siempre han aterrorizado a mí familia. Los únicos policías buenos que yo conocí fueron los que organizaban la PAL [la liga de deportes que la policía organiza para los jóvenes], y tenían contacto directo con nosotros. Jugaban deportes con nosotros. Nos llegaron a conocer come personas, como seres humanos. Llegaron a ver parte de ellos mismos dentro de nosotros y eso fue bueno. ¿Qué hicieron con la liga PAL?  La cancelaron. Esa fue la única experiencia positiva.

Pero si hay unos muchachos o un hermano o un amigo, y de repente yo y mi grupo de amigos llegamos y le quebramos la espina dorsal a tu niño o hermano y se lo llevamos arrastrado, eso no tiene otro nombre que terrorista o persona horrorosa o demonio. No hay otro nombre. Eso es lo que le decía al tipo [africano]. Y tuvimos una buena conversación. Le decía que una de las grandes herramientas del opresor es hacerle a uno pensar que no es oprimido. O hacerle a uno pensar que tu trabajo y tu bonito suéter y todo lo demás impiden que seas oprimido.

Revolución: Con respecto a tu experiencia con la PAL, una buena parte de ese tipo de “relaciones comunitarias” de la policía son para encubrir lo que principalmente está ocurriendo, lo que es, como dijiste, sembrar terror en esas comunidades. El verano pasado, cientos de policías invadieron unos multifamiliares en Harlem y detuvieron a docenas de muchachos por cargos de mierda — y después la policía y la prensa se pusieron a hablar de que en esos multifamiliares había baloncesto auspiciado por la policía.

D. Watkins: Sí, creo definitivamente que podría ser una distracción. Pero creo que tuve que reconocerlo porque era todo lo que nos iban a dar. No nos dieron nada más. No tenemos justicia, ni protección ni derechos iguales bajo la ley. La única, única, pero única vez que se portaban chévere con nosotros era cuando jugábamos baloncesto. Solo entonces. No creo de ninguna manera que resolvió algunos de los problemas sistemáticos, pero tampoco hizo daño.

Revolución: Hemos estado recorriendo el barrio y hablando con los vecinos y se ve que la violencia de la policía contra la gente es constante — la falta de respecto, claro, pero también la constante violencia. Una señora nos contó de haber visto varias veces a policías vestidos de civiles bajarse de carros no identificados y empezar a golpear a tipos que simplemente iban caminando por la calle.

D. Watkins: ¡Esos son los “knockers” y son los peores! Son los peores. Los peores.

Revolución: Freddie Gray — ¿pues qué delito cometió? Hizo “contacto visual” con un policía… 

D. Watkins: Bueno, de nuevo, hacen a uno pensar, [simulando una voz regañona] “Bueno, entiendes, Freddie Gray fue arrestado 18 veces”. Y yo digo, está bien, fue arrestado 18 veces — ni recordemos lo fácil que es que una persona negra sea arrestada. Es tan fácil, tan fácil. Basta con que te toque un día de malas. Facilísimo. ¡El simple hecho de que ha sido arrestado no significa que merece morir! ¡¿Cómo puedes decir eso?! Es el peor golpe a la humanidad. El hecho de que puedes decirlo sin reirte… ¿tratas de justificar lo que pasó? Es como un linchamiento. ¿Justificas eso? ¿Cómo puedes acomodarte la boca para decir eso? “Bueno, me entiendes, fue arrestado 18 veces”. Me siento como si me encontrara en otro mundo o algo así. A mí me vale cacahuate si fuera arrestado 250 veces. Como que quieren que confiemos en el sistema judicial pero él no merece… Freddie Gray, Walter Scott, todos ellos, los Mike Brown, todas esas personas. Incluso las personas que traían armas, que cometieron delitos, que fueron asesinados por la policía, todas esas personas son inocentes — porque en Estados Unidos, supuestamente uno es inocente hasta que se demuestre la culpabilidad. No me importa cómo haya sido la situación.

Miro esos videos de encuentros entre la policía y las personas que no son negras, y me asombro por la paciencia de la policía. Vi que un hombre blanco corría hacia un policía, como que, “Mátame, te lo reto, te voy a dar en la madre, te voy a fregar”. Y pues la policía: “Por favor, por favor, no quiero lastimarte”. En serio, creo que nunca veré un video semejante con una persona negra.

Denigran el levantamiento. Nos desprecian y nos dicen “locos” y “maleantes” y toda la cosa. Pero en última instancia, la acción revolucionaria es lo que logró esos resultados.

Además, cuando hablan de ese pequeño tiroteo falso que ocurrió un par de días después, en que un tipo supuestamente estaba armado — imagínate esa situación. ¿En cuál momento de la historia has oído de que un tipo negro traía un arma, y la policía la ve, y no lo matan? En este caso lo pensaron dos veces. Ni siquiera salió lastimado, pero llamaron unos cuatro ambulancias [se ríe] — para resucitarlo con golpecitos al pecho y la boca-a-boca, y él está tendido  en el suelo. A lo mejor estaban como que, ¿quieres jugo y pastel? [Se ríe.] ¿Estás disfrutando tu estancia aquí? Vamos, que no me tomen el pelo.

Efectivamente, independiente de lo que digan sobre el levantamiento, esa acción está obligándoles a pensar. ¿Qué son las consecuencias? Como, “Pueda que me acusen. Pueda que eso destruya mi carrera”.

Lo que me duele más que nada es que ya es el año 2015 y las minorías y los pobres y la gente negra, todavía tenemos que obligar a la gente a considerarnos seres humanos. Da coraje. Estoy tratando de escribir libros — ¿tengo que detenerme y comprobarte que yo tenga un pulso? ¿De que puedas herir mis sentimientos, que yo sienta empatía y pena? ¿Todavía tengo que comprobar eso? ¿Eres Tomás Jefferson? [Se ríe.] Pues, sabes, eso creía él. Lo escribió en su diario. Escribió que los esclavos que fueron sus cautivos no tienen ningún problema porque no sienten pena. No sienten dolor. No son capaces de sentir los mismos sentimientos que yo siento, por lo que no se debería calificarme de una persona mala, para nada, porque ellos no pueden sentir el dolor. Él lo creía.

Lo creía J. Marion Sims — su estatua está en el Parque Central, él es el tipo que inventó el espéculo vaginal. Lo hizo haciendo experimentos en esclavas africanas. También solía hacer pruebas en bebés africanos, no me acuerdo de la condición que enfermaba a los bebés — y él estaba haciendo experimentos con ellos. Tomaba un estaquillador para zapatos y lo martillaba en el cráneo del bebé — por supuesto que ese experimento resultó en un índice de mortandad de 100 por ciento. Pues inventó el espéculo vaginal, y de nuevo, dijo lo mismo. Dijo que esas mujeres, no sienten el dolor. No sienten el dolor como nosotros, por lo que tengo toda la libertad de hacer experimentos con ellas. Es “bueno para la medicina” y “bueno para la humanidad”.

Y aquí estamos, 150 años más tarde, todavía diciendo, oye, cuando me das un macanazo en la cabeza, me duele.

Revolución:Si bien ya no calculan oficialmente que una personas negra vale tres quintos de un humano, como la Constitución [de Estados Unidos] original lo hizo, la realidad es que este sistema trata al negro como algo menos que un humano…

D. Watkins: Si pues, eso es lo que pasa. Es lo que pasa.

Revolución: Anteriormente estábamos hablando de la vivienda en Baltimore — una cosa que impacta a las personas al conocer la ciudad es que en muchos barrios negros, hay una hilera de casas abandonadas, luego una que otra casa habitada, de ahí más casas abandonadas, y así sucesivamente. Forma un contraste marcado con otras zonas de la ciudad donde hay nuevos proyectos de construcción.

D. Watkins: Ay, qué tal si el gobierno diera a algunos policías un subsidio de rehabilitación para que se mudaran a estos barrios y participaran en la comunidad, hagámoselo.

Revolución: Si una sociedad radicalmente diferente se generara por medio de una revolución, con un sistema completamente diferente y maneras muy diferentes en las que el pueblo pudiera vivir, de ahí los jóvenes y otros que ahora no tienen ningún futuro bajo este sistema, se podría desencadenar su energía y creatividad para transformar estos barrios y todo tipo de cosas más.

D. Watkins: Exacto. Era difícil... la de-industrialización golpeó feo en Baltimore. Nací en los ochenta, llegué al final de eso. Pero muchas personas, viejitos que yo conocía cuando era joven, siempre decían, si consigues un trabajo en la Acería de Bethlemen, uuu, ya la hiciste. Un tipo que trabaja en la Bethlemen puede comprar una casa, su pareja se queda en casa a cuidar a los niños, tiene unos cuatros hijos y los manda a la universidad, maneja un Cadillac y todavía tiene una cuenta bancaria. Todo eso se lograba con un trabajo. Un solo trabajo. Empezaron a despidir a la gente y cerraron. Muchas de las fábricas de General Motors aquí cerraron. Igual como cualquier lugar que experimenta una desindustrialización fea, pues abre la puerta para que entre el hampa. Tú pierdes ese trabajo bueno con que mantenía toda esa familia, y sabes que no lo puedes reemplazar con nada — es muy fácil, facilísimo, deprimirse. ¿Verdad? Cuando uno es deprimido busca escaparse. La manera más rápida de hacerlo es endrogarte. Pero la manera más rápida para conseguir una tajada de ese dinero fácil, es vender droga. Dos diferentes lados del espectro.

Así que hemos tenido una fuerte historia de adicción a heroína. Pero el crack (cocaína de piedrita) golpeó tan feo a la ciudad, incluso en zonas residenciales buenas, al punto de que muchas personas ya no veían la importancia de quedar en la ciudad para reconstruir y para resistir los efectos de esa oleada de cocaína crack. Así que mucha gente pensó que lo mejor que podían hacer era abandonar, dejar sus casas detrás — si uno tuviera una oportunidad de abandonar la ciudad.

Pues, estaba bien loco. Nací en los ochenta y crecí durante los noventa, y siempre le llamo la “época del arma semiautomática” — era común que se sacaran unas armas grandotas y dramáticas — ta ta ta ta ta. Bien loco. Guerras de droga, territorio de droga, todo eso. Baltimore, más de 300 asesinatos al año, promedio. Para los jóvenes, durante unos ocho años, quizás asistimos unos cien, doscientos entierros, ¿me entiendes? Obituarios cada ratito. Donde antes vivía, yo tenía toda una pared con obituarios pegados, como empapelado. Amigos caídos.

Por eso hay todas esas casas clausuradas. Ahora no hay tanto crack. El comercio de drogas y las demás cosas ha cambiado. Ahora todo mundo es pastillero — y la pastilla no es más que un crack menos violento. Una persona que tiene ansias a un Percocet probablemente no va a robarte todos los juegos de video o salir corriendo por la calle con tu pantalla plana. Crack simplemente era una onda diferente.

Ahora bien, algunas personas ya tratan de regresar a la ciudad, junto con la renovación urbana en que algunos negocios y profesionales están regresando a la ciudad. Por lo que se da una mezcla. Pero muchas personas que aguantaron y perseveraron aquí durante esa época de crack son algunas de las de que hablé hace poco — el tejido social, están perdiendo sus casas. Ni siquiera pueden quedarse aunque permanecieron durante aquellos tiempos más duros.

Revolución:Algo que el levantamiento logró era superar algunas de las divisiones — por ejemplo dos días después de estallar el levantamiento, se manifestaron miles de estudiantes, algunos de ellos de universidades como Johns Hopkins, con diferentes nacionalidades pero incluidos muchos blancos. No se tragaban las calumnias de aquellos, desde Obama para abajo, de que los jóvenes eran “maleantes” y de que “era pura violencia sin sentido”.

D. Watkins: Sí, pensé que era genial ver que mucha gente defendía a un muchacho negro con quien probablemente nunca hubieran platicado mientras vivía. Era interesante porque, sabes, no me interesan las personas que lo hicieron porque era “de moda” correr a las avenidas Pennsylvania y North. No me llama la atención. Pero sí me llaman la atención las personas que decían, “¿Qué pasó, trataron así a un ser humano? Tengo que hacer algo”. Me inspiran. Porque algunas personas no captan la situación hasta que ocurra algo dramático. Así que me gusta ese aspecto. Yo sé que muchos van a olvidarlo cuando la historia se enfríe. Pero para mi parecer, cualquier persona que quiera construir, junto con alguien como yo que trato de promover la alfabetización y usarla como herramienta para fomentar el pensamiento crítico que necesitamos para el cambio generacional, para mí a todo dar. De ahí, cualquiera que simplemente quería marchar porque sentía que con eso ayudaba, también lo aprecia, porque la unión hace la fuerza. Y también tiene significado. Pero sí creo que algunos nuevos revolucionarios y nuevos luchadores por el cambio social definitivamente surgirán de este movimiento. También creo que algunos farsantes que han estado aparentando que les interese eso, se han desenmascarado. Eso también fue algo bueno.

Ahora estoy escribiendo algo que se llama “El modelo Baltimore”. Por lo general la gente hace levantamientos o queman las cosas como un resultado — y aquí, ni siquiera esperaron el resultado. [Se ríe.] Sabes qué, estos barrios ni siquiera son de nosotros de todos modos. No tenemos ningún control sobre eso. Esta tienda tiene años que me está robando de todos modos. El gobierno nos va a joder de todos modos. Ya qué — les demostremos que aquí podemos ponernos como en Haití, si quieren que vayamos por ese rumbo, en cuanto a lo que hicieron históricamente, insurrecciones y levantamientos y toda la cosa. Creo que mucha gente está poniendo atención.

Así que ahora tengo oportunidades de hablar con el alcalde y otros políticos y todo eso. O el departamento de policía. Y no me interesa hablar con ellos porque pues no me incumbe decirte lo que es obvio. Si quieres reunirte conmigo, pues nos reunamos bajo el plan de construir algún tipo de programa... No me toca a mí darte ideas y programas. Tú ya debes saber que si una persona es un ser humano, merece un trato humano. No quiero tener una conversación sin sentido sobre lo que ya debes saber. Si yo tomara este laptop y te diera un porrazo en la cabeza, te va a doler. ¿Por qué tendré que decírtelo? ¿Por qué tendré que sentarme ahí y decir, miren, yo sé que ustedes tienen el poder, si les doy un porrazo con este laptop va a doler? Deben saberlo ya, es obvio.

 

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