Sobre la liberación y el amor
Por qué Obama acogió el perdón — y por qué nosotros NO debemos hacerlo
Lenny Wolff | 15 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Estos días mucha gente está confundida sobre el perdón, la opresión y cómo uno puede mantener su humanidad frente a la inhumanidad. Obama ha pregonado una gran parte de esta confusión, y los medios de comunicación han servido de cámara de eco para amplificarla. Así que desglosémosla.
Vayamos al grano: ¿Está bien instar a los oprimidos a perdonar a sus opresores y a los agentes armados de esa opresión?
No. En primer lugar, es preciso inspirar y organizar a los oprimidos a luchar contra su opresión y dirigirlos a derrocar a sus opresores y arrancar de raíz la fuente de su opresión.
Tomemos un ejemplo que ha vuelto una vez más a las noticias con la lucha para deshacerse del trapo de la supremacía blanca, la bandera de la Confederación del Sur: la esclavitud, la guerra de Secesión que se libró para ponerle fin y su efecto continuo hasta hoy.
¿Habría sido correcto decirles a las personas esclavizadas —como les dijeron los propagadores del Cristianismo— que perdonaran a los amos de esclavos? Una vez más, no. Los esclavos debían haberse organizado para rebelarse y tratar de derrocar la esclavitud, tal como intentaron en más de 200 ocasiones antes del estallido de la guerra de Secesión.
Cuando por fin se libró la guerra de Secesión y EFECTIVAMENTE la esclavitud fue derrocada, ¿qué era lo que se necesitaba? En primer lugar, se necesitaba un poder estatal que hubiera repartido la tierra que los ex esclavos habían desarrollado y trabajado durante siglos, y asegurado que tuvieran los medios para cultivar esa tierra. Se necesitaba un poder estatal que hubiera asegurado los derechos políticos, la educación y otras necesidades básicas de los ex esclavos. Y para hacer eso, ese nuevo poder estatal hubiera tenido que impedir que aquellos como el máximo general del Sur, Robert E. Lee, y los otros monstruos líder atentaran nunca más contra las masas (y sí eran monstruos, no me importa qué tan piadosos o gentiles que se consideraran a sí mismos).
Recuerde, estas son personas que dirigieron, política y militarmente, una guerra para defender todo un sistema que había esclavizado a millones de personas durante generaciones y que en el proceso, mataron a cientos de miles de personas. Hubiera sido necesario encarcelarlos por el tiempo justo y adecuado por sus crímenes y, una vez liberados, privarlos de la mayoría de los derechos políticos, hasta que las masas de ex esclavos y las demás personas que deseaban la justicia y la libertad estuvieran seguras de que esos opresores no trataran de restaurar su “paraíso perdido”.
Pero, ¿es eso lo que pasó? No, no lo es. Muy, pero muy pocos de los criminales líder pasaron siquiera un día en prisión. Después de un período relativamente corto, las tropas de la Unión se retiraron y luego abandonaron el Sur, dando luz verde a los ex amos de esclavos para organizar el terror contra los ex esclavos y otros del lado de la libertad. Los ex dueños de esclavos recuperaron las tierras que habían sido liberadas y dadas a los ex esclavos, y restauraron una forma de servidumbre feudal muy parecida a la esclavitud. Reforzaron esos actos con la policía y los tribunales que controlaban de nuevo y con el terror de la chusma de linchamiento, todo ello sin la supuesta misericordia y perdón que les encanta predicar a los oprimidos. Durante más de 150 años el pueblo negro ha pagado un precio muy alto por ello en muchísimas formas, y sigue pagándolo en la actualidad.
La idea del “perdón” jugó un papel muy importante para justificar y allanar el camino para esta traición. Hoy nos dicen que el panegírico de Obama en Carolina del Sur fue comparable al segundo discurso inaugural de Lincoln a finales de la guerra de Secesión, ¡como si eso fuera algo bueno!* La clase dominante consagra a Lincoln porque pidió al Norte triunfante que tuviera “malicia hacia nadie y caridad para todos”. Y elogia a Grant, el máximo general de la Unión, por permitir que Lee, el comandante de los ejércitos esclavistas, mantuviera su espada.
¡No! Aquello fue precisamente INCORRECTO. Esas palabras y gestos de perdón desarmaron ideológicamente a los ex esclavos y los otros luchadores por la libertad, a fin de allanar el camino y acompañar el acto de desarmar físicamente a los ex esclavos, lo que sí sucedió. Y ahora, tras esa traición, hemos experimentado 150 años de supremacía blanca de otras formas mortíferas.
Por lo que, ¿el perdón para los opresores y defensores de la opresión? No.
¿Y qué del amor? Sin duda, debemos amar a las masas. Sin duda, debemos amar y estimar a todos los que ofrenden la vida por la causa de la emancipación. Y deberíamos trabajar para tratar a toda persona sincera con un espíritu generoso y un gran corazón. Cuando criticamos a las personas, las críticas deben basarse en un reconocimiento de su capacidad de transformar su forma de pensar y sus acciones.
Pero ¿para qué sirve que amemos a los opresores? En serio, ¿para qué? Sí, debemos llevar lucha con las personas para que dejen de llevarse por los movimientos que satanizan y oprimen a la gente o que defienden formas nimias de privilegio y llevan a cabo actos brutales contra la gente u otros individuos. Debemos llevar una aguda luchapara que vean lo jodido que es lo que hacen y para que se transformen. Y sí, tenemos que ver con buenos ojos el que tales personas rompan con la perspectiva del opresor y se transformen de manera genuina y concreta y se pasen al lado del pueblo. ¿Pero amarlas cuando las personas sigan haciendo cosas jodidas? Para nada.
Más al grano: si es auténtico su amor por las masas y por la emancipación, pues uno luchará con todo a su alcance para que una vez que tras obtener el poder por el que esas masas hayan sacrificado tanto, no se devuelva dicho poder a los opresores, a la vez que luchará con todo a su alcance para que dicho poder siga sirviendo a la causa de la emancipación.
Estas ideas de amar y perdonar al opresor de uno mismo son, como se sabe, principios básicos de la religión cristiana. Y es cierto que algunas personas se inspiran en esta religión para luchar contra la opresión, y claro que nos unimos con ellas en esa lucha. Pero pregúntese: ¿POR QUÉ es que el emperador romano finalmente decidió hacer del cristianismo la religión oficial del estado? ¿Por qué es que los saqueadores y esclavistas europeos llevaron la Biblia cristiana en la mano, al lado de las armas y el whisky con que traficaban? Y ¿por qué es que Obama, quien no es más que el instrumento de un sistema podrido que mata a miles de personas y pulveriza la vida de miles de millones de personas a diario en todo el mundo, “encuentra su elocuencia” a la hora de predicarles la virtud del perdón a aquellos cuya opresión preside? Esta es una religión y un código moral que durante siglos los poderosos han utilizado para consagrar la sumisión y obediencia a la opresión y todas las formas de esclavitud como algo sagrado.
En unos cuantos años después de la guerra de Secesión, las tropas de la Unión se retiraron del Sur, y en lo esencial los ex amos de esclavos tuvieron la cancha libre para organizar el terror contra los ex esclavos y otros del lado de la libertad. Los ex dueños de esclavos recuperaron las tierras que habían sido liberadas y dadas a los ex esclavos, y restauraron una forma de servidumbre feudal muy parecida a la esclavitud. Reforzaron esos actos con la policía y los tribunales que controlaban de nuevo y con el terror de la chusma de linchamiento, todo ello sin la supuesta misericordia y perdón que les encanta predicar a los oprimidos. Durante más de 150 años el pueblo negro ha pagado un precio muy alto por ello en muchísimas formas, y sigue pagándolo en la actualidad.
Esto conduce a otro punto de la moralidad. Algunas personas dicen que el acto de responder con lucha, especialmente lucha con fuerza, les priva a las personas de su humanidad. Bob Avakian (BA) habla de este punto en una manera muy aleccionadora en la charla Revolución: ¿Pierde su humanidad una persona cuando use la fuerza para impedir una violación? ¿Pierde su humanidad una persona cuando use la fuerza para detener un linchamiento o una masacre?
Veamos el siguiente ejemplo. Denmark Vesey organizó en concreto la rebelión de esclavos en Charleston que fue traicionada y aplastada a principios de los 1800. (Obama se refirió a esa rebelión de modo indirecto al hablar de “trabajar contra la esclavitud”, pero al parecer es incapaz de pronunciar el nombre de Vesey o la palabra “rebelión”). ¿Perdió su humanidad Denmark Vesey, quien ya había comprado su libertad y ya no era un esclavo, cuando se dio la vida para organizar una rebelión contra la esclavitud? Y si hubiera tenido que matar a aquellos que defendían la esclavitud en el curso de esa rebelión, algo que hubiera sido casi inevitable, ¿hubiera perdido su humanidad? La respuesta debe ser obvia.
Cambiemos el sentido de la pregunta. ¿Y qué de aquellos que atestiguan una violación y no hacen nada, o simplemente le leen la cartilla al violador? ¿Qué pasa con su humanidad? ¿Y qué de todas las personas de raza blanca que desaprobaban los linchamientos que ocurrieron tras la traición a la gente negra después de la guerra de Secesión pero que no hicieron nada y siquiera dijeron nada? ¿Qué pasó con su humanidad? ¿Y qué de aquellos que hoy no hacen nada acerca de la horrorosa encarcelación en masa y genocidio? ¿Dónde está su humanidad?
¿Eso quiere decir que la gente nada más deba salir a participar en la venganza? Para nada. Al practicar la venganza, uno resulta rebajado al nivel del opresor y privado de su humanidad. Una revolución que se propone emancipar en concreto a la humanidad no debe basarse en la venganza y de hecho la dirección de la revolución tendrá que luchar contra todas las tendencias que van en ese sentido. Bob Avakian ha recalcado este punto crítico.
De hecho, la revolución que nos hace falta hoy, o sea la revolución que es posible hoy, va mucho más allá de lo que la gente concebía como la emancipación durante la guerra de Secesión. La revolución comunista tiene como objetivo nada menos que la abolición de TODAS las formas de explotación y opresión... todas las diferencias de clase entre las personas y todas las relaciones opresivas entre las personas que surgen de dichas diferencias y / o las refuerzan... y todos los modos de pensar que reflejan y refuerzan la explotación y la opresión. Bob Avakian ha defendido esta revolución y ha desarrollado una nueva concepción de esta revolución, y el conjunto de su obra, método y enfoque, y el movimiento para la revolución que él dirige, bregan con la dimensión moral a un nivel mucho más profundo que lo que se hizo en el pasado. Para tener una idea al respecto, se puede comenzar con el capítulo cinco de Lo BAsico, que se centra en la moral. Y se puede leer lo siguiente, con lo que el capítulo concluye y con lo que termino este ensayo.
En última instancia, como lo expresó una vez Engels, el proletariado tiene que conquistar su emancipación en el campo de batalla. Pero no solo se trata de ganar en este sentido sino de cómo ganaremos en el sentido global. Una de las maneras significativas aunque quizás sutil y a veces poco notada, en que el enemigo, hasta derrotado, pretende tomar represalias contra la revolución y sembrar las semillas de su futura destrucción, consiste en lo que obligaría a los revolucionarios a convertirse para así derrotarlo. La cosa se desenvolverá así: tendremos que confrontarlo en las trincheras y derrotarlo en medio de una horripilante destrucción; pero en el proceso no debemos borrar la diferencia fundamental entre el enemigo y nosotros. Aquí es ilustrativo el ejemplo de Marx: vez tras vez él luchó enconadamente contra los ideólogos y apologistas de la burguesía pero nunca luchó rebajándose al nivel que ellos lo hacían ni desde su óptica; con Marx, el método es tan estimulante como es de inspiradora la meta. Debemos tener la capacidad de mantener nuestra firmeza de principios pero al mismo tiempo nuestra flexibilidad, nuestro materialismo y nuestra dialéctica, nuestro realismo y nuestro romanticismo, nuestra solemne claridad de metas y nuestro sentido del humor. (Lo BAsico 5:24)
* De paso, que tengamos claridad acerca de Lincoln. Su objetivo en la guerra de Secesión no era el de eliminar la esclavitud sino el de “conservar la unión”, tal como dijo muy claramente en más de una ocasión. Es decir, principalmente luchó para conservar a Estados Unidos como una poderosa nación capitalista. Sólo actuó para poner fin a la esclavitud cuando resultó claro que no podía ganar la guerra sin hacerlo. [regresa]
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