El huracán Katrina y los crímenes de un sistema genocida

26 de agosto de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

People in New Orleans who were abandoned by the system carry their possessions through the flooded streets, August 31, 2005.

Hace diez años el huracán Katrina azotó a Nueva Orleans y la costa del Golfo. La verdadera historia de Katrina desenmascara la naturaleza completamente inservible de este sistema y por qué y cómo las cosas no tienen qué ser así. Arriba: Personas en Nueva Orleans abandonadas por el sistema llevan sus pertenencias por las calles inundadas. 31 de agosto de 2005. Foto: AP

SWAT team drives past flood victims waiting at the Convention Center in New Orleans, Thursday, Sept. 1, 2005.

People herded into a virtual concentration camp at the Superdome.Hasta 20.000 personas padecieron las condiciones de un barco de esclavos en el Superdome y el Centro de Convenciones. Allí encerraron a más de 20.000 personas en espera de ser trasladadas. No las trataron como víctimas que acababan de vivir un terrible desastre natural sin saber el suerte de sus familiares en muchos casos, sino más bien como presos y animales sometidos a las peores condiciones sanitarias, inhumanas, rodeados de efectivos de la Guardia Nacional listos para disparar. Foto: AP

Arriba: Un equipo SWAT pasa a las víctimas de las inundaciones en el Centro de Convenciones de Nueva Orleans. Jueves, 1 de septiembre de 2005.
Derecha: Gente acorralada en un campo de concentración virtual en el Superdome.
Fotos: AP

 

El 29 de agosto del 2005, el huracán Katrina azotó a la ciudad de Nueva Orleans. Fue uno de los cinco más dañinos huracanes en la historia de Estados Unidos. Pero la secuela fue mucho peor.

El huracán Katrina fue una tormenta feroz. Causó tremenda destrucción en el Golfo, desde la Florida central hasta Texas. En Nueva Orleans se vio la mayor destrucción, sufrimiento y cantidad de muertos. La mayor parte del sufrimiento no se debió a la tormenta en sí. El problema fue que el gobierno esencialmente había abandonado el mantenimiento de los diques que tenían que contener la marea, y cuando vino la inundación tras el huracán resultaron inútiles. En la costa del Golfo 1.833 personas murieron por la tormenta y sus secuelas. En Nueva Orleans, se dañaron 134.000 unidades de vivienda, el 70% del total.

En el país más rico del planeta, los sobrevivientes —la mayoría negros y pobres— fueron abandonados a la muerte. Por días y semanas se veían cuerpos flotando en las aguas. Miles de negros estaban encerrados en el Superdome de Nueva Orleans en condiciones que hacían recordar los barcos que transportaban a los esclavos. En el país más rico del mundo, la abandonada ciudad de Nueva Orleans parecía un pobre país del tercer mundo.

Las imágenes de personas en techos con las viviendas bajo agua levantando pancartas que demandaban “¡Socorro!” sin recibirlo… la manera que el sistema tildó de “saqueadores” a quienes distribuían alimentos y agua que se necesitaban de urgencia… la ocupación militar y la feroz represión desatadas contra los sobrevivientes… todo eso sorprendió e indignó a millones de personas. Desenmascaró lo asqueroso y completamente inservible que es el sistema.

Cuando el gobierno los abandonó la gente tomó riesgos heroicos, contra viento y marea, para rescatarse y protegerse mutuamente. Las personas que el gobierno vilipendió y atacó como “saqueadores” mantuvieron a otros vivos, distribuyeron los alimentos y agua que el gobierno se negó a distribuir. Millones de personas por todo el país que vieron que el gobierno estaba dejando a la gente morirse, expresaron su indignación y trataron de ayudar. Esa indignación, y ese deseo de ayudar, dan una idea del potencial que existe para tener una sociedad completamente diferente a la que se basa en la locura por las ganancias.

En los 10 años desde Katrina, se han desvanecido las imágenes de los horrores provocados en parte por un desastre natural, pero muchísimo más por un sistema desastroso. Pero no podemos permitir que la verdad de lo que sucedió, de lo que le hicieron a la gente, la escondan debajo de la alfombra. No lo podemos permitir porque fue un crimen histórico. No lo podemos permitir porque la verdadera historia de Katrina destapa la naturaleza completamente inservible que es este sistema. Y porque la verdadera historia de Katrina arroja luz sobre por qué y cómo las cosas no tienen que ser así.

***

Abandonados a la muerte

Días antes de que Katrina azotara a Nueva Orleans, los meteorólogos habían pronosticado un huracán bastante fuerte, y que hubiera que evacuar la ciudad, que está seis pies debajo del nivel del mar. Pero el gobierno no hizo nada para evacuar a la ciudad, dejando atrapados a casi 100.000 personas pobres y negras en un lugar donde sabían que serían fuertemente azotadas por la tormenta y podrían morir.

El colapso de los diques resultó en que el nivel del agua subiera 20 pies en partes de Nueva Orleans, y el 80% de la ciudad estaba innecesariamente debajo del agua. En un país que tiene la tecnología para construir armas nucleares, el mantenimiento de los diques que protegen a la ciudad calificaba de cero en la lista de prioridades de las autoridades.

Y cuando la ciudad quedó inundada, no había ayuda para decenas de miles de personas que se encontraban en una situación de desesperación por días sobre los techos con temperaturas que superaban los 100° F y sin nada que comer o beber. Dejaron los cadáveres de personas pobres y negras flotando en el agua; sobre banquetas, debajo de basura, descomponiéndose, destrozados. Dejados por días, por meses.

Los militares obligaron a regresar a los voluntarios que iban a Nueva Orleans, especialmente en los días inmediatamente después de la tormenta. En por lo menos un caso, policías se apoderaron de buses escolares que llegaron para evacuar a los sobrevivientes.

El 4 de septiembre, unos policías atacaron y mataron a personas negras que intentaron fugarse cruzando el puente Danzinger hacia un suburbio blanco de Nueva Orleans. 10 años después, los asesinos siguen libres (en el 2013 revocaron las condenas de cinco de los policías que participaron en esa matanza).

CONSTITUCIÓN Para La Nueva República Socialista En América Del Norte (Proyecto De Texto)

¿Sabe de alguien más —que sea persona u organización— que ha podido desarrollar un verdadero plan para una sociedad radicalmente diferente, en todas sus dimensiones, y una CONSTITUCION para codificar todo esto? — Un mundo diferente ES posible — Lea o pida en línea la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto).

En una sociedad profundamente marcada por la encarcelación en masa de millones de personas, abandonaron a la merced de la inundación a 7.000 presos, y sí, otra vez, la mayoría pobres y negros. Las prisiones se inundaron, se apagó la electricidad, dejándolas en tinieblas, y se apagó el sistema electrónico para abrir las celdas. Por varios días miles de presos fueron atrapados sin alimento, bebidas o medicamentos necesarios y se vieron obligados a tomar agua de la inundación, aguas residuales sin tratar. Los presos dicen que francotiradores de los sheriffs disparaban a cualquiera que intentaba fugarse del inundado y asfixiante edificio. Cuando los sheriffs volvieron a entrar en el edificio, no entraron con alimentos, agua o algún tipo de ayuda. En vez entraron vistiendo equipo de motín, armados con escopetas, mace, cachiporras, pistolas eléctricas Taser y brutalidad, y evacuaron a los presos bajo condiciones salvajes e inhumanas.

El presidente y las autoridades federales —que están en la cúpula de un sistema que intercepta llamadas y vigila a prácticamente todo el mundo— de repente quedaron ciegos, sordos y mudos ante el sufrimiento y horror. En medio del infierno al que estaban sometidos, el presidente George Bush le dio un palmazo al director de FEMA (el Sistema de Manejo de Emergencias Federal) y le dijo: “estás haciendo un buenísimo trabajo”.

Encerrados en el Superdome

El Superdome es un gran estadio de fútbol norteamericano en Houston. Allí encerraron a más de 20.000 personas en espera de ser trasladadas. No las trataron como víctimas que acababan de vivir un terrible desastre natural y no sabían qué había pasado con sus familiares, sino más bien como presos y animales sometidos a las peores condiciones sanitarias, inhumanas, rodeados de efectivos de la Guardia Nacional listos para disparar. Padecían de deshidratación, rodeados de aguas contaminadas.

No fue porque no había agua. Cuando activistas del Partido Verde intentaron distribuir agua potable en el Superdome, los soldados les apuntaron los fusiles y les impidieron hacerlo. Tampoco dejaron entrar a camiones de Wal-Mart que iban repletos de agua.

Los cadáveres permanecían al aire libre. Muchos dijeron que era como un campo de concentración. Un señor que cumplió una condena en la Prisión de Orleans Parish, le dijo al New York Times: “Es peor que una prisión. En la prisión uno tiene donde orinar, y para otras necesidades sanitarias. Aquí no te dan ni agua, ni baños, ni luz”.

El piso del Superdome estaba empapado de la lluvia, parte del techo se había colapsado, el apeste de los baños saturados permeaba y la gente tenía que hacer sus necesidades en corredores y escaleras. Por todos lados había heces y basura. No había acceso a ninguna clase de atención médica o medicamentos necesarios. No había duchas y no les dieron ropa limpia. Había muy poco alimento, agua, cobijas o sábanas.

La limpieza étnica de Nueva Orleans

Cuando el gobierno por fin evacuó a la gente de Nueva Orleans, lo hizo como un esclavista moderno. Un vecino recuerda: “Como la evacuación dispersó a mi familia por todo Estados Unidos, tuve un presentimiento antiguo, como si hubiera estado en un piso de subasta [de esclavos]”. Y más que unas pocas personas comentaron que les hacía recordar la dispersión de las familias durante la esclavitud.

La gente subía a buses sin saber a dónde iban. Separaron a familias, niños raptados de sus padres. Les trataron como si fueran criminales o sospechosos. Le hacían investigación de antecedentes para permitir a uno entrar a un albergue. A unos los detuvieron cuando vieron que tenían órdenes de arresto viejas, a unos inmigrantes los deportaron. Pusieron a la gente en centros que eran fuertemente vigilados, con detectores de metal, rodeados de radio-patrullas, soldados armados, agentes de FEMA, y funcionarios locales, estatales y federales.

Después, cuando las aguas retrocedieron, por políticas de limpieza étnica se retardó y después paró la reconstrucción de las comunidades negras. Allanaron con buldóceres los edificios de vivienda pública donde había vivido gente pobre y negra, aunque estaban en buen estado y los pudieron haber limpiado y reparado. El congresista de Luisiana, Richard Baker, dijo: “Por fin limpiamos la vivienda pública de Nueva Orleans. Nosotros no pudimos hacerlo, pero Dios sí”. Y el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Alphonso Jackson dijo: “Nueva Orleans no será tan negro como era por mucho tiempo, o nunca”.

Un sistema de saqueo mundial y terror acusa a la gente negra de “saqueadores”

Bottles of water are handed over a fence to Hurricane Katrina victims at a temporary hospital set up at the New Orleans airport, September 3, 2005.

Pasan por una valla botellas de agua a las víctimas del huracán Katrina en un hospital temporal en el aeropuerto de Nueva Orleans. 3 de septiembre de 2005. Foto: AP

People unable to evacuate New Orleans were forced into the Louisiana Superdome and the Convention Center

Forzaron a aquellos no podían evacuar Nueva Orleans a ir al Superdome de Luisiana y al Centro de Convenciones (arriba) donde los trataron como criminales y esclavos. Mientras tanto, otros (abajo) arriesgaron sus vidas para llevar alimentos y suministros de tiendas abandonadas para ayudar a salvar las vidas de otros. Las autoridades y los medios de comunicación los criminalizaron, tachándolos de “saqueadores”. Fotos: AP

People  risked their lives to take food and supplies from abandoned stores to help save the lives of others and were criminalized by the authorities and media as 'looters.'

Jóvenes estancados en Nueva Orleans —que antes de la crisis probablemente estuvieran metidos en la lucha de la jungla sobrevivir— pusieron a un lado vendettas y trabajaron juntos lo más que pudieron. Liberaron alimentos, agua y medicamentos y los distribuyeron a los que desesperadamente los necesitaban.

Con eso, y de otras maneras, se percibió una idea de porque las cosas no tienen que ser así. Se vio a la gente superar las tonterías en las que por lo general está enmarañada, oponerse resistencia a las autoridades, y servir al pueblo en lugar de la mentalidad capitalista de la jungla.

Para los gobernantes de este sistema capitalista, eso fue absolutamente intolerable. La prensa grande (mejor dicho, de la clase dominante) vilipendió a esos héroes como “saqueadores”. Y sus fuerzas armadas, todo su aparato de “seguridad nacional”, demostraron que la esencia de la “seguridad nacional” es la seguridad de una clase de parásitos que gobierna este país.

El comandante de la fuerza especial de la Guardia Nacional de Luisiana, dijo: “Este lugar va a parecer ser un Pequeño Somalia”. Se refería a la invasión de 1993 por Estados Unidos de Somalia, ese pobre y saqueado país de África. Los soldados estadounidenses aterrorizaron a la población con armamento pesado hasta que una amplia gama de fuerzas somalís los corrió del país tras una batalla que se hizo famosa por el libro y la película Black Hawk Down.

Un sistema inservible y una salida

En la estela de Katrina, el mundo vio un sistema despiadado de explotación capitalista, un sistema fundado en la más salvaje tortura y esclavitud de la gente negra por siglos, un sistema en su asquerosa esencia. Pero hubo algo más. La unidad que se forjó entre los oprimidos para liberar suministros esenciales y distribuirlos según los más necesitados y no según la avaricia o las ganancias. Por todo Estados Unidos miles de personas, incluyendo mucha gente blanca de la clase media, viajaron a Nueva Orleans para ayudar. Por todo el país había personas, entre ellas celebridades, que no se tragaba el cuento de que los negros abandonados eran “saqueadores”, y en vez, de una u otra manera, vieron al sistema como una amenaza para la gente negra.

Y si hay una manera de organizar la sociedad para que en vez de calumniar y atacar violentamente esos impulsos positivos, se los dé alas y los medios para que se expresen la creatividad, la energía y las habilidades de millones de personas para la construcción de una sociedad completamente diferente. Una en la cual se cumpla con las necesidades básicas —alimentos, albergue y vestimenta— y se faciliten una cultura vibrante y emancipadora y que incluya la promoción del disentimiento. Esa sociedad está esbozada con gran profundidad y minucioso detalle, a todo color, en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte  (Proyecto de texto).

A 10 años, es difícil comunicar, e importante apreciar, qué tan profunda y ampliamente se les desenmascaró a los que manejan este país, y el sistema detrás de ellos, por lo macabro y desalmado que son. La crisis llevó a millones a enfrentarse al sistema, en su pensar y sus acciones. Desenmascaró, a diferentes grados en diferentes sectores de la población, la naturaleza del sistema, inclusive el hecho de que es completamente ilegítimo.

Las crisis sociales como la que estalló en la estela de Katrina pueden desempeñar un papel importante en cuanto a acumular fuerzas para la revolución y repolarizar la sociedad a favor de la revolución. Pero la revolución requiere más que la crisis social. Requiere dirección, y fuerzas organizadas capaces de dirigir una revolución y de dirigirla a forjar un mundo completamente diferente, uno que sirva los intereses de la humanidad. Esa dirección existe en Bob Avakian, y el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que él dirige.

***

Las lecciones de Katrina son de vida o muerte. No solo para la historia. Por importante que es denunciar a los verdaderos criminales cuyo sistema produjo tanto sufrimiento, las lecciones de Katrina tienen una pertinencia oportuna hoy en día.

A 10 años de Katrina, ahora que las aguas han retrocedido, hasta cierto grado importante ha pasado una limpieza étnica de Nueva Orleans. Y este sistema sigue cometiendo grandes crímenes aquí y por todo el mundo.

Este sistema que aprovechó un desastre natural para intensificar una agenda genocida sigue desatando el terror violento contra la gente negra, latina y otros de color a través del encarcelamiento en masa y la epidemia de asesinato policial. Este sistema sigue demonizando a los inmigrantes. Este sistema destruye el medio ambiente: del derrame de petróleo en el golfo de México al tóxico fracking a la perforación petrolera en el Ártico. Los mismos fascistas cristianos que celebraron la destrucción de la vivienda pública por ser “la voluntad de dios”, invocan la inmoralidad del Cinturón de la Biblia para obligarles a las mujeres a tener hijos contra su voluntad, al hacer inaccesible el aborto y los métodos anticonceptivos. Y este sistema sigue tratando a la gran mayoría de la humanidad como “el enemigo”.

¿Por cuánto tiempo? ¿Cuántos años más tendrá que sufrir la humanidad bajo esta locura? El funcionamiento del sistema engendra conflicto y crisis, y una y otra vez dan a conocer la naturaleza fea y feroz de quienes lo manejan. Corre por nuestra cuenta jamás olvidar y jamás perdonar lo que hicieron en Nueva Orleans hace 10 años. Y maximizar todo esfuerzo cuando se presenten momentos en sus crisis para desarrollar la resistencia contra sus crímenes, y preparar al pueblo, preparar el terreno y preparar a la vanguardia para la revolución.


 

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