Decenas de miles de personas asisten a la manifestación Justice or Else (Justicia o Verás) en Washington DC
¿Qué se necesita concretamente para que el movimiento PARE el terror policial?

6 de noviembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Decenas de miles de personas se congregaron en Washington, DC el 10 de octubre para una manifestación que exigía la “justicia o verás” dirigida por una coalición iniciada por la Nación del Islam. Asistió una gran cantidad de universitarios negros, junto con muchas familias negras. El estado de ánimo era serio, resuelto y harto de lo que les pasa a la gente negra y otras nacionalidades oprimidas, en busca de un camino hacia adelante para oponer resistencia y dar respuestas a la pregunta mayor de POR QUÉ esto sigue pasando. La participación de tanta gente unida para semejante fin, con semejante seriedad, manifestó un sentido de poder potencial que casi todos los presentes mencionaron.

Marcha de Justicia o Verás, Washington, DC, 10 de octubre de 2015. Foto: revcom.us

Personas como Sybrina Fulton, madre de Travyon Martin, así como familiares de otras víctimas del asesinato policial, y Benjamin Crump, el abogado de las familias de Trayvon Martin y Michael Brown, poderosamente condenaron el asesinato policial. Otros oradores elucidaron de modo punzante las muchas formas de opresión que experimenta el pueblo negro en Estados Unidos. Varios oradores indígenas denunciaron la historia de genocidio en Estados Unidos contra los pueblos indígenas. Se habló el español desde el podio y se hizo causa común con la lucha de los inmigrantes. Se explicó que el antagonismo entre la República Dominicana y Haití, que comparten la misma isla, estriba en la esclavitud, y se hizo un llamado a superar estos antagonismos y unirse para luchar contra su opresión como naciones. De especial importancia, el programa vinculó la lucha de los afroamericanos en Estados Unidos y la del pueblo palestino. Todo esto fue muy positivo, era necesario presentarlo.

Pero si bien los levantamientos contra el asesinato policial del otoño pasado sacudieron toda esta sociedad, el movimiento no ha estado en las calles desde las manifestaciones militantes del 14 de abril y el levantamiento en Baltimore (que a su vez dio lugar a manifestaciones nacionales). Algunas de las fuerzas que luchan por la justicia se centran en desarrollar “reformas de políticas”, otros participan en campañas electorales.... Mientras tanto, los gobernantes de Estados Unidos han atacado el movimiento con represión y calumnias. Censuran cada vez más las noticias sobre los asesinatos policiales que ocurren. Intentan cambiar “la conversación” al “problema de la violencia de negros contra negros” (a la cual la policía ha azotado y dirigido en parte), al mismo tiempo diciendo a las masas que “la reforma está realizándose”. La verdad es que, a pesar de toda la palabrería sobre la reforma, no sólo “siguen en la calle los perros” sino que muerdan con aún mayor ferocidad. La auténtica lucha para poner FIN a este reinado de asesinato y terror, y para acabar con todo el programa genocida del cuál es la punta de lanza, ha llegado a una encrucijada. Muchos de los miles de personas que fueron a Washington DC el 10 de octubre buscaban liderazgo y dirección.

¿Cuál es el problema — cuáles son sus profundidades, y cuál es su fuente?

Pero aunque la parte inicial del programa fue principalmente positiva, el ministro de la Nación del Islam Louis Farrakhan, quien dio el discurso principal del día, presentó un análisis y un programa que llevarían las cosas en una dirección muy mal, tanto para este movimiento como respecto a qué tipo de nueva sociedad podría poner fin a este y otros horrores.

Farrakhan sí alabó el movimiento de Black Lives Matter (La vida de los negros importa) y el levantamiento en Ferguson, Misuri (aunque en los hechos la Nación del Islam intentó suprimir los jóvenes rebeldes durante el levantamiento y difamó y atacó a los revolucionarios que luchaban al lado de los jóvenes). Farrakhan también denunció algo de lo feo de la historia de Estados Unidos. Pero en lo principal presentó un análisis equivocado del problema y un camino hacia adelante equivocado. Su método y enfoque planteó la profecía religiosa en lugar de un análisis científico, en un momento cuando es más importante que nunca una comprensión científica del problema que enfrentamos y su solución. En este artículo nos centraremos en unos puntos clave (aunque hay más que decir acerca del tema en otra oportunidad).

En primer lugar, si bien Farrakhan criticó a Estados Unidos por varias cosas, no abarcó ni tantito todas las dimensiones de la política genocida que ya está en vigor contra los afroamericanos y las graves consecuencias de esta situación; ni tampoco analizó sus causas de modo concreto. En cambio, habló de manera muy general de las artimañas del 10 por ciento de los hombres blancos que supuestamente siempre han entendido “las leyes de causa y efecto” y como resultado dominan al pueblo negro.

De hecho, aunque lo que está pasando hoy en día tiene una larga y fea historia, no es lo mismo de siempre; ahora mismo es un momento particularmente crucial y peligroso. El sistema capitalista-imperialista que realmente reina en este país (que está principalmente dominado, en efecto, por personas de raza blanca, y es como uña y carne con la supremacía blanca) ha creado una situación extremadamente peligrosa. En este momento estos capitalistas consideran a millones y millones de jóvenes negros (y de otras nacionalidades oprimidas) no muy “maleables” para la explotación. Para ellos es más rentable explotar a los inmigrantes que no tienen ningunos derechos en absoluto, y enviar la producción al extranjero donde pueden explotar a mujeres en fábricas mortales de salarios pésimos. Como resultado, estos capitalistas ven a nuestros jóvenes en las comunidades negras y latinas como una dinamita social en potencia, personas a las que deben satanizar, etiquetar como “súper depredadores”, encerrar, encarcelar y, cuando sea necesario, matar. El discurso de Farrakhan no hizo sonar la alarma con urgenciaacerca de esto. Esto es un genocidio lento que podría convertirse en un genocidio rápido en cualquier momento.

¿Es posible ganar la liberación con los boicots y la compra de terreno, o debemos librar la lucha?

Farrakhan no convocó a la gente a luchar contra el asesinato policial, a organizarse y levantarse en resistencia. No retó a la gente a atraer a miles de otros a participar de forma activa en esta lucha ahora mismo y a motivar a millones de otros a tomar partido y asumir la lucha. No presentó un camino hacia adelante para PONER FIN a este horror.

Al contrario, hizo un llamado a la gente a boicotear la Navidad y dar dinero a la Nación del Islam para comprar terrenos. Esas tierras, al parecer, se utilizarían para crear un poder económico dentro del Estados Unidos capitalista y en algún momento tal vez darían lugar a un estado independiente. Todo eso de alguna manera se realizaría en medio de un Estados Unidos que en primer lugar esclavizó por la fuerza a la gente negra y luego, después de que la esclavitud se terminó según la ley, todavía les negó el derecho a la autodeterminación imponiendo el terror, la opresión y la sobreexplotación durante generaciones. Todo esto se realizaría de alguna manera en contra de los gobernantes que jamás han concedido nada sin la lucha sumamente dura de millones de personas, como en la guerra de Secesión y en la lucha de liberación negra de la década de 1960.

Habló de “las verdades duras”. ¿Y qué de la verdad dura de que sólo una lucha de por lo menos las dimensiones de esas previas luchas tendría siquiera unas posibilidades en contra del sistema del Nuevo Jim Crow que ahora domina las vidas de las masas del pueblo negro? En cambio, Farrakhan afirmó que Estados Unidos se encuentra ahora ante “el juicio de Dios”, pero que sus gobernantes todavía tienen tiempo para arrepentirse de todos los horribles crímenes que han cometido. Eso de juicio y arrepentimiento parece mucho más fácil que la lucha masiva, pero era erróneo hace 60 años cuando la Nación del Islam lo planteó y sigue siendo erróneo hoy en día.

Y, por cierto, la idea de que el capitalismo negro vaya a lograr algo más allá de enriquecer a unos pocos capitalistas negros es una ilusión, una ilusión mortal que sólo sirve a los que son o aspiran a ser una nueva burguesía que explote y domine a su propio pueblo. El capitalismo requiere la explotación, el capitalismo requiere que algunos posean los medios para producir riqueza y que los demás tengan que venderse por un salario para sobrevivir, y la explotación siempre conlleva la opresión de la mayoría. El capitalismo es el capitalismo, no importa la versión, y como tal siempre beneficiará solamente a los capitalistas. Los capitalistas de un pueblo oprimido son por su parte oprimidos por los imperialistas, y a veces se puede unirse con ellos. Pero si dirigieran la lucha, eso no llevaría a la liberación sino simplemente a una nueva clase capitalista — o en realidad, las más de las veces, a un arreglo para servir de “socios menores” bajo los capitalistas dominantes de la nación opresora (como ha pasado en Sudáfrica). Para reiterar y ponerlo claro: esto NO quiere decir que no podemos y no debemos unirnos con los capitalistas negros que se opongan al terror y brutalidad policial y a otras formas de la opresión; al contrario, debemos y tenemos que trabajar con tales fuerzas. Pero si el programa o la perspectiva que representa el capitalismo negro dirigiera la lucha, ni llegaría a la plena emancipación ni siquiera estaría suficientemente resuelto en el objetivo inmediato de poner alto al asesinato y terror policial.

La religión NO es el camino hacia la emancipación

Hay que decir unas palabras acerca de la perspectiva que aborda los problemas materiales del mundo real desde un marco religioso. Lo que pasó a los africanos —el secuestrar, asesinar y esclavizar a millones de ellos, y luego mantenerlos encadenados en un infierno durante siglos— no tiene absolutamente nada que ver con ninguna supuesta profecía de ningún supuesto dios. Los crímenes gemelos de la esclavización de los africanos y el genocidio contra los pueblos indígenas de las Américas resultaron del funcionamiento muy concreto, en el mundo real, del sistema capitalista. ESO es un hecho científico.

Si bien muchísimas personas con creencias religiosas juegan un papel positivo en la lucha por la liberación —efectivamente, la mayoría de la gente en esta lucha ES religiosa— y en muchos casos estas creencias les impulsan a hacer cosas positivas y valientes, en última instancia si el pensamiento religioso dirigiera la lucha, no llegaría a la liberación. Puede que las historias de Moisés y los israelitas salvados por la intervención de Dios en contra del Faraón sean reconfortantes (si uno no lee “la letra pequeña”*). Sin embargo, como un programa político se queda corto, ¡por decir lo menos! De hecho, esperar “el juicio de Dios” o cualquier clase de salvador es en última instancia una mentalidad de esclavo. Al contrario, se exigirá la lucha contra una estructura de poder capitalista muy material, y muy comprensible, para impedir que ese poder aplaste a la gente y cometa hasta un genocidio. Se exigirá una revolución para desmantelar este sistema de supremacía blanca y todo el sistema económico y político capitalista en el que la supremacía blanca es un elemento integral que el capitalismo estadounidense siempre ha requerido. Para hacerlo, tendremos que depender de una comprensión científica del mundo real, y no la esperanza de la redención desde lo alto.

10.000 hombres intrépidos — ¿Pero para hacer qué y contra quiénes?

El llamado de Farrakhan para “10.000 hombres negros intrépidos” es vago y a la vez no sirve. En al menos un momento en su discurso pareció decir que desplegarían a estos hombres para detener los crímenes que algunas personas negras hacen a otras, y que si lo hicieran entonces tendrían que lidiar con lo que Farrakhan llamó “los policías corruptos” que “se divertían” y se beneficiaban de esto. Este argumento confunde totalmente quién es el enemigo principal.

Sí, existe el crimen que se concentra en los guetos — en parte porque la policía lo canaliza conscientemente hacia los barrios de los oprimidos; en parte porque la gente interioriza lo que promueven constantemente el sistema y su cultura que desprecian a la gente negra; y en la mayor parte porque la gente de los barrios pobres, por conocer solamente los insultos y el desprecio de parte de sus opresores, aplica a su propia vida los mandatos de la brutal competición y el egoísmo del capitalismo en las únicas formas que se le permitan. Pero aunque luchamos con las personas entradas en la delincuencia grave que hace daño a otros (o a ellas mismas) para que abandonen esas actividades destructivas y se comprometan con la revolución y la lucha popular, ellas son lejos de ser el problema principal.

Cabe repetir, el principal problema es el sistema que al mismo tiempo despliega a los malditos policías ADEMÁS de mantener a la gente en una situación en la que, según algunos de los propios teóricos del sistema, para estos jóvenes el crimen es una “opción racional”. Sí, nos hace falta que personas intrépidas (¡de cualquier género!) se pongan de pie ahora mismo y detengan esta atroz matanza de nuestra gente; y en última instancia nos hace falta mucho más de 10.000 personas para acometer contra este sistema en una lucha sin tregua por el poder lo más pronto posible — para hacer la revolución, para desmantelar y destruir este SISTEMA que causa esa matanza. Es precisamente ese objetivo —movilizar y preparar a millones de personas para hacer eso, acelerando el tiempo cuando SEA POSIBLE hacerlo— que el Partido Comunista Revolucionario se ha comprometido a llevar a cabo.

Al cobrar fuerza este movimiento, decididamente DEBERÍA establecer nuevas normas y moral entre la gente, normas que no permitan la depredación de unos a otros. Pero sólo se puede establecer estas normas por medio de movilizar a las personas en la lucha contra el enemigo principal y, al mismo tiempo, luchar con ellas sobre qué propósito tendrá su vida. Si hacemos eso, estas personas pueden realmente dejar atrás esa inmundicia para convertirse en emancipadores de la humanidad y nada menos — precisamente sobre la base de luchar contra el poder, y transformarse a sí mismas y a los demás, para la revolución.

DE NINGUNA MANERA tenemos que “ser la policía entre nuestra propia gente” dentro de los límites de un sistema económico y político que nunca puede producir nada más que la explotación y la opresión. Tampoco deberíamos llamar a la policía para resolver problemas o riñas entre la gente, lo que casi siempre conduce a peores desastres. Innumerables personas podrían atestar con amargura de haber pedido ayuda a la policía para lidiar con parientes y amigos enfermos mentales, con el resultado de que los policías los asesinaron. El movimiento tiene que encontrar las formas para resolver tales situaciones, pero SOLAMENTE será posible hacerlo en el contexto de enfrentarnos al poder concreto que mantiene a la gente en condiciones en que se pelean y se perjudican los unos a los otros y a sí mismos, como cangrejos en un barril.

Un sistema impuesto por la violencia ilegítima — no unos pocos “policías descontrolados”

Además: el problema con la policía y la prisión va mucho más allá de unos policías descontrolados. Si toda la delincuencia de negros contra negros cesara de la noche a la mañana, no se prevendría el acoso a una Sandra Bland (que resultó en su asesinato), la brutalización de un James Blake, la tortura que condujo al suicidio de Kalief Browder, o el asesinato de un Eric Garner, un Tamir Rice de 12 años de edad, una Tanisha Anderson o un Andy López de 13 años — pues ninguno de ellos estaba cometiendo ningún delito, carajo. El sistema les da luz verde a estos cerdos, estos policías, para quebrar el espíritu de la gente, para intimidar, abusar, brutalizar, acusar de cargos falsos y asesinar descaradamente a las personas negras y otras personas oprimidas. Se les da esa luz verde a TODOS los policías, la mayoría de ellos se aprovecha de ella, y ninguno de ellos expresa oposición. El problema no son unos policías malos, sino el procedimiento operativo estándar de una fuerza cuya misión y razón de ser son defender las relaciones de explotación y dominación, de degradación y opresión, que este sistema requiere para su funcionamiento y que no puede dejar de generar.

Lo que se requiere es la LUCHA DE MASAS concreta contra los que gobiernan este sistema. Sin esta, nunca se ha ganado nada, y no se podría ganar ni se ganará ninguna lucha mayor, ni hablar de una revolución por la emancipación humana la que, para repetir, se requiere en última instancia. En este momento, el desafío ante miles de personas es el de ACTUAR para PARAR el asesinato policial, seguir sus convicciones de que esto está mal, encontrar las mejores formas de oponérsele y hacer que este movimiento crezca, y al mismo tiempo aprender más acerca de la fuente del problema y su solución.

El patriarcado: Parte del problema, decididamente ninguna parte de la solución

Por último, pero de ningún modo menos importante, el patriarcado impregnaba el discurso de Louis Farrakhan. Todo el discurso fue imbuido de la perspectiva de la vieja canción de James Brown “It’s a Man’s Man’s Man’s World (But It Would Be Nothing Without a Woman or a Girl)” [Este mundo es del hombre, del hombre, del hombre (pero no sería nada sin una mujer o una muchacha)]. Este es un mundo en el que los hombres son los creadores, los líderes y los guerreros — y las mujeres, aunque sean intelectuales o científicas, sobre todo son madres y esclavas domésticas. Son, por desgracia, demasiados los ejemplos de esto en el discurso de Farrakhan para que este breve artículo aborde todos —siendo sólo un par de ejemplos el de que habló de las “caderas y los labios de las mujeres deliciosas” e incluso defendió la poligamia— pero lo peor sin duda fue cuando Farrakhan hizo subir al escenario a unas mujeres de Nación del Islam, las señaló y alardeó el hecho de que se les enseña a cocinar, a coser, a criar hijos y, sí, a vestirse de una manera que cubre la mayor parte del cuerpo.

Aunque esta cosmovisión supuestamente ponga a la mujer en un pedestal, en realidad la trata como un ser humano inferior cuya misión es servir a “su” hombre. En cuanto a aquellas mujeres que rechacen dicho trato y se nieguen a vestirse y actuar como seres inferiores, se implica que no merecen el respeto, y por lo tanto “merecen” el acoso y peor que reciben. Va de la mano con ese trato su actitud hacia el aborto: dijo apoyar ese derecho pero de ahí inmediatamente afirmó tajantemente que el aborto es malo, avergonzando a las mujeres que SÍ se hacen el aborto, lo que en efecto limita a la mujer a una reproductora, un punto de vista que tiene mucho en común con los amos esclavistas.

No se trata simplemente de una persona que en lo personal tiene “valores tradicionales” o que se aferra a lo antigüito — es un intento de cohesionar un movimiento basado en el privilegio y dominio del hombre, algo que ocurre en todo el mundo donde el fundamentalismo religioso constituya la ideología central de un movimiento. Los terribles resultados cuando semejante movimiento conquiste el poder, especialmente pero no sólo para las mujeres, se ven en países como Irán y Afganistán.

Va de la mano con ese punto de vista el hecho de que si bien la manifestación en Washington DC puso de relieve un número de otras luchas y causas importantes, ni un solo orador habló a favor del movimiento contra la opresión de la mujer como mujer. En cuanto a la supuesta “inclusión” de las personas LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual), al citar la parábola de lanzar la primera piedra (recordemos que la parábola supone que “la mujer que vino al pozo” había pecado) implica que las personas LGBT son “pecadores” debido a lo que son y a quién aman.

Esto NO es el movimiento que debemos construir. Es cierto que continuará durante bastante tiempo una lucha en el movimiento sobre si luchamos por un mundo en el que todo el mundo se emancipe de toda forma de opresión, o por algo menor, pero como una norma fundamental, este movimiento debe oponerse firme y claramente a la opresión de la mujer.

¿Hacia dónde ahora?

Decenas de miles de personas salieron para reclamar justicia, protestar y buscar respuestas. A todos los que participarao y sintieron el poder de sus números: ahora es el momento de avanzar a base de eso. Qué hacer ahora para poner ALTO al asesinato por la policía sigue siendo la pregunta aguda del momento; el momento de ACTUAR concretamente sobre esta situación, a tomar medidas concretas y retar a millones de otros a hacer lo mismo —a hacer resonar el llamado ante toda la sociedad, ¿de qué lado estás?— está aquí y ahora, y nos urge aprovecharlo.

 

* De hecho, los libros de la Biblia acerca de la historia de Moisés —vean, por ejemplo, Números 31: 7-18— lo retratan como una persona que hoy consideraríamos un tirano monstruoso, que inflige genocidios y violaciones en masa a las personas no israelitas que poseen tierras que éstos creen que se las prometió Dios, y comete salvajes matanzas vengativas no sólo contra los egipcios sino aquellos israelitas que lo desobedecen o incurren en su desagrado. [regresa]

 

 

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