El mito de la Madre Teresa:
El Papa Francisco pone a una enemiga de las mujeres y los pobres en el camino a la santidad

31 de enero de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 18 de diciembre, el Vaticano anunció que el Papa Francisco había “verificado” un segundo “milagro” atribuido a la Madre Teresa desde su muerte en 1997, allanando el camino para que sea canonizada — declarada una “santa”. (Según la mitología católica, se necesitan dos milagros para comprobar que la persona a la que se oró está en la gloria: el primero para ser “bendecida”; un segundo “milagro” significa que puede convertirse en un “santo”. El mito es que sólo los que están en el cielo pueden “interceder con Dios” en nombre de la persona.) El primer supuesto milagro de la Madre Teresa —la aseveración de que un rayo de luz que salió de su foto hizo que desapareciera un tumor canceroso a una mujer de la India en 2003— fue contradicha por los médicos de la mujer que dijeron que ella no tenía cáncer y que el tumor respondió al tratamiento médico. Esta vez, se nos dice que en 2008 una curación sobrenatural curó a un hombre en Brasil de una grave infección viral cerebral después de que su esposa le oró a la Santísima Madre Teresa.

No se espera la designación oficial del Papa de “la santidad” de la Madre Teresa hasta septiembre de 2016. Sin embargo, para la jerarquía católica, desde el Vaticano hacia abajo, la Madre Teresa ha sido una “santa” por décadas.

Como hemos escrito anteriormente, se le refiere al Papa Francisco como el “Papa del Pueblo” por haber renunciado a algunos de los adornos ceremoniales tradicionales de su posición; por sus expresiones de preocupación por los peores abusos del capitalismo; y por sus expresiones de simpatía por los pobres en un mundo salvaje de desigualdad extrema. Él ha declarado que la Iglesia está “obsesionada” con condenar las relaciones homosexuales y con obligar a las mujeres a tener hijos contra su voluntad, oponiéndose no sólo al aborto sino a toda forma de control de la natalidad, mientras que a la vez hace claro que no puede y no debería haber ningún cambio fundamental en la posición que toma la Iglesia. Y hasta ha abogado por “un enfoque integrado de la lucha contra la pobreza, la restauración de la dignidad de los excluidos, y al mismo tiempo la protección de la naturaleza”. (Ver “El “papa popular”: NO es una ‘nueva’ Iglesia católica“ en www.revcom.us).

Pero el Papa Francisco también ha enviado un mensaje que la Iglesia te apoyará sólo si aceptas el marco del orden mundial actual y trabajas para la reforma modesta. El mensaje esencial de este Papa a los pobres y oprimidos, como cada Papa antes, es sumisión en este mundo, lo que significa subordinación a un orden mundial de genocidio y opresión de pueblos enteros, mientras esperas el alivio en “la más allá” imaginaria. Significa aceptar y trabajar en un mundo construido sobre la explotación reforzada con la violencia; y la sumisión a la degradación más obscena de las mujeres como si fuesen menos que humanas. Y el Papa condena y se opone a todo intento de luchar de forma seria contra el sufrimiento producido por un sistema mundial de opresión.

El mito de la Madre Teresa

Han hecho / convertido a la Madre Teresa en un icono conocido en todo el mundo porque ella encarna ese mismo mensaje. La han promovido, y ella es vista, por todo el planeta como un modelo de dedicación y sacrificio para ayudar a aliviar el sufrimiento de los pobres y desposeídos del mundo. Gran parte de esto tiene que ver con su trabajo entre los enfermos y moribundos de Calcuta, India (ahora conocida como Kolkata) que le ganó el título de “Santa de la Alcantarilla”.

Pero el increíble despliegue publicitario que se ha creado en torno a la Madre Teresa durante décadas, tan valioso en el servicio a los intereses de la iglesia católica y de las potencias imperialistas y su sistema, ha sido denunciado y desenmascarado desde muchos ángulos por médicos, trabajadores sociales, académicos y otros que han examinado, entre muchas otras cosas, la manera en que la gente es mal-tratada en las misiones.

En realidad la vida de la Madre Teresa es la de una fundamentalista religiosa, una intolerante fanática, cuya preocupación por los pobres fue envuelta en un mensaje de sumisión y obediencia. Sus centros para los enfermos y moribundos no tenían nada que ver con el tratamiento, sino con la enseñanza de la aceptación de su “miseria” permanente, mientras manipularlos en aras de divulgar el cristianismo entre las personas de otras religiones. Utilizó su plataforma mundial para promover ataques violentos contra las mujeres por todo el mundo que luchaban contra siglos del patriarcado, incluido el derecho más básico de controlar su propio cuerpo con acceso al aborto y el control de la natalidad. Madre Teresa utilizó su fama para defender a dictadores como Jean Claude Duvalier de Haití; para intervenir en nombre de estafadores como el fundamentalista cristiano y estafador convicto Charles Keating; y para alabar y promover al criminal de guerra Ronald Reagan en el mismo momento en que Reagan precedía el asesinato de la gente en Centroamérica. A cambio de recibir el apoyo público de la Madre Teresa y tener momentos fotográficos con ella, se han contribuido millones de dólares a sus organizaciones benéficas.

El Papa Francisco eligió su visita a Estados Unidos del pasado octubre para canonizar al misionero genocida Junípero Serra, a sabiendas del hecho, y justificándolo, de que Serra y la Iglesia fueron los responsables de la matanza de 60.000 personas indígenas en sus misiones en California. (Vea “Genocidal Maniac Declared a Saint - Junipero Serra and the Pope’s Message for Today” en www.revcom.us en inglés). Y ahora ha decidido que para la iglesia vale la pena canonizar a la Madre Teresa aunque corra el riesgo de que el mensaje y los motivos verdaderos del Vaticano sean desenmascarados.

Enemiga, no defensora, de los pobres

Antes de su muerte, las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa habían abierto 517 hospicios y hogares para los pobres y enfermos en más de 100 países. La revista médica The Lancet, después de que unos médicos visitaron las instalaciones de las Misioneras de la Caridad en Kolkata, publicó un informe en 1994 sobre el tipo de tratamiento que estaban recibiendo los indigentes con el VIH / SIDA, la lepra y la tuberculosis. Y hace dos años, un artículo publicado en la revista canadiense Studies in Religion / ciencias religieuses [Estudios en la religión] por profesores de dos universidades prominentes canadienses examinó casi todos los materiales escritos que se ha producido sobre la vida y obra de la Madre Teresa. Si uno pensara que la misión de los Misioneros de la Caridad era proporcionar el cuidado y tratamiento a quienes lo necesitaban más desesperadamente, ni siquiera se aproximaría a la verdad. Lo que estas revistas encontraron fue grotesca, y de manera intencional.

Los médicos se escandalizaron por el supuesto tratamiento de los que habían llegado en busca de ayuda en estas “casas para los moribundos”. Si bien hubo médicos que llamaban de vez en cuando, por lo general las hermanas y los voluntarios tomaban las decisiones sobre el tratamiento de los dos tercios de las personas que iban allí con la esperanza de encontrar a un médico. Encontraron una falta de higiene, condiciones inapropiadas, una escasez de atención real y la alimentación inadecuada. E incluso a aquellos que estaban muriendo y sufriendo el dolor increíble les negaba los analgésicos; al contrario, los dejaron sin siquiera la atención más básica.

Esto no se debió a la falta de fondos. La fundación que la Madre Teresa había creado recaudó cientos de millones de dólares. En los hechos, mantenían estas condiciones adrede: era un enfoque del cuidado de los enfermos que glorificaba su sufrimiento en lugar de aliviarlo. Como la misma Madre Teresa lo dijo (en respuesta a la pregunta en una conferencia de prensa en 1981, “¿Enseña usted a los pobres a soportar su suerte?”): “Creo que es muy hermoso que los pobres acepten su suerte, para compartirla con la pasión de Cristo. Creo que el sufrimiento de los pobres ayuda mucho al mundo”.

Un voluntario en Kolkata describió de esta manera lo que encontró dentro de estas misiones: “Mi impresión inicial fue la de todas las fotografías y filmaciones que he visto de Belsen [Bergen-Belsen, un campo de concentración nazi] y lugares así, porque todos los pacientes tenían la cabeza rapada. No había sillas en ninguna parte, solamente estas camillas... ningún jardín, ni siquiera un patio. Nada”. Había sólo dos habitaciones, una con más de 50 hombres, la otra con más de 50 mujeres — muriéndose.

En su primer día, esta voluntaria vio a un muchacho de 15 años de edad que se moría. Un médico le dijo que había intentado tratar al niño que tenía una queja renal relativamente sencilla, la cual empeoró por falta de antibióticos. El niño necesitaba una operación, y el médico estaba enojado. Dijo: “Bueno, no lo van a llevar al hospital”. Ella le preguntó al médico por qué simplemente no le conseguían un taxi al hospital y exigían que fuese tratado. El doctor dijo: “Ellos no lo hacen. No lo harán. Si lo hacen con uno, lo hacen con todos”.

La conversión en lugar del tratamiento

Todo esto es consecuente con la verdadera misión de la Madre Teresa y sus centros: convertir al cristianismo a la gente bajo su “cuidado”. En febrero de este año (2015), políticos hindúes nacionalistas prominentes en la India criticaron los motivos reales detrás de los centros diciendo que existen principalmente para hacer que las personas de otras religiones se conviertan en católicos, hasta bautizaron a hindúes y musulmanes en secreto, ¡incluso era un secreto para aquellos siendo bautizados! Al borde de la muerte, a la gente no se le preguntó si querían convertirse al catolicismo, sino que si querían una “entrada para el cielo”. Siendo así, las monjas fingían enfriar la frente del paciente con un paño húmedo, mientras que de hecho los bautizaban. Aparentemente, ella fue grabada en vídeo diciendo:

Algo muy hermoso: nadie ha muerto sin recibir, como decimos, la entrada especial para llegar a San Pedro. Nos referimos al bautismo como “la entrada para San Pedro”. Le pedimos a la persona [que está muriéndose]: ¿quieres una bendición por la cual serás perdonado de tus pecados y recibes a Dios? Nadie nunca se ha negado. Así han muerto 29.000 personas en aquella casa desde el momento en que comenzamos en 1952.

Los centros de las Misioneras de la Caridad en Papua, Nueva Guinea no tienen pacientes; los utilizan exclusivamente para convertir a la población local al cristianismo.

El Premio Nobel de la Paz por promover la guerra contra las mujeres

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La Madre Teresa recibió el Premio Nobel de la Paz en 1979. Para entonces ya había sido elevada como icono mundial por el trabajo de sus Misioneras de la Caridad en la India. Al recibir el premio, era de esperarse que hiciera un llamamiento mundial para poner fin a las condiciones terribles que enfrentaban a enormes sectores de la humanidad en todo el mundo, y para señalar el papel desempeñado por las naciones y gobiernos ricos y poderosos en la perpetuación de este sufrimiento. Pero en su discurso de aceptación del premio, ella nunca mencionó la guerra que este sistema libra contra los pobres, ni mencionar la resistencia. Al contrario, vomitó una feroz diatriba contra las mujeres de todo el mundo. Echó la culpa por el auge del uso de drogas entre los jóvenes del Occidente a las madres obligadas a irse al trabajo. Entonces dijo: “Creo que hoy la paz es amenazada por el aborto, también, que es una verdadera guerra, la muerte directa de un niño a manos de su propia madre.... Hoy en día, el aborto es el peor de los males, y el mayor enemigo a la paz”. (The Missionary Position [La posición del misionero], Christopher Hitchens, p. 57).

Esta supuesta “ayudadora de los pobres” ha “ayudado” a los esfuerzos de la Iglesia para forzar a millones de mujeres a hacerse abortos arriesgados por su cuenta o por personas no calificadas, que causan la muerte de decenas de miles de mujeres cada año a causa de abortos malogrados. La Iglesia, y sus iconos, están empapados de la cabeza a los pies de la sangre de las mujeres; mientras que incontables millones más de mujeres se ven obligadas a tener hijos contra su voluntad, debido a la oposición de la Iglesia al control de la natalidad.

Al servicio de los intereses del imperialismo

En los viajes de la Madre Teresa por todo el mundo para promocionar su trabajo y recaudar dinero, ella abrazó en público, literalmente, a odiados dictadores y líderes mundiales que llevaban a cabo crímenes a lesa humanidad. En 1975, para congraciarse con el Partido del Congreso de la India, ella aprobó la suspensión de las libertades civiles por parte de la primera ministra Indira Gandhi, diciendo: “La gente está más feliz. Hay más puestos de trabajo. No hay huelgas”. Posó para fotos con la esposa del odiado dictador “Baby Doc” Duvalier de Haití. Visitó al primer ministro ultraconservador de Inglaterra, Margaret Thatcher, y en su reunión privada no centraron en las personas sin hogar viviendo en las calles y en la “Ciudad de Cartón” que se era un destacado grande en Inglaterra, sino que hablaron de su oposición al aborto en el momento en que un proyecto de ley para restringir el acceso al aborto estaba ante el Parlamento.

La Madre Teresa fue a la Casa Blanca en 1985 después de que el presidente Reagan le dio la Medalla Presidencial de la Libertad. Reagan presidía guerras genocidas en El Salvador y Guatemala y suministraba armas a los Contras contra Nicaragua; en 1980 el régimen respaldado por Estados Unidos en El Salvador asesinó al obispo Romero y cuatro monjas. A pesar de todo esto, la Madre Teresa no tuvo problemas con decirle al mundo: “No merezco este generoso regalo de nuestro presidente, el Sr. Reagan, y su esposa y ustedes el pueblo de Estados Unidos”. Y continuó, “Nunca me había dado cuenta que usted amaba al pueblo con tanto cariño”.

En ese mismo período, viajó a Nicaragua y El Salvador y luego a Guatemala, donde dijo, en un momento cuando la masacre de los pueblos indígenas había llegado a ser un asunto de gran importancia a nivel mundial: “Todo estaba tranquilo en las partes del país que visitamos. Yo no me meto en ese tipo de política”.

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Para la Iglesia Católica, y para el sistema imperialista, en esta época se han diseminado entre las masas populares en todo el mundo pocos mitos más valiosos que el de la “Madre Teresa”. Este símbolo de ignorancia fundamentalista y sumisión y obediencia ciegas, quien le enseñó a los pobres a no rebelarse contra su miseria, sino que aceptar, soportar y de hecho saborearla; quien contribuyó a la reafirmación agresiva de la opresión patriarcal de la mujer; y quien fue una apologista lista y dispuesta de aquellos responsables por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad — una vez más la arrastran al escenario para entregar el mensaje.

Lo que necesitamos no es un santo más para hacer más tolerable la esclavitud. Lo que necesitamos es un liderazgo que luche para acabar con la esclavitud. Necesitamos una revolución. Y la necesitamos lo antes posible.

 

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