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Europa: ¿Hacia una solución militar a la "crisis migratoria"?

16 de marzo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

16 de febrero de 2016. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. En un alarmante cambio que ilustra cómo Europa va adoptando soluciones policiacas y hasta militares a lo que considera su “crisis migratoria”, y que refleja las verdaderas crisis mundiales subyacentes, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha enviado buques de guerra al mar Egeo, entre Grecia y Turquía.


La inmensa oleada de seres humanos que está huyendo hoy en el mundo, unos 60 millones, es mucho más el resultado de la compulsión que una cuestión de decisiones individuales. El que unos empresarios, cuya moral no difiere mucho de, digamos, los banqueros de Occidente, les vendan raídos botes inflables no va a cambiar esa situación. Si Occidente realmente quisiera ayudar a la gente, enviarían ferris para traerlos a salvo, así como Estados Unidos y Europa envían constantemente barcos para evacuar a sus ciudadanos, cuando les conviene, atrapados en zonas de guerra, como seguramente lo está la gente en Siria, Afganistán, Irak y muchos otros lugares.

Arriba: Un hombre y nina luchan por alcanzar a la orilla después de caer de un bote en el que habían atravesado una parte del mar Egeo desde Turquía a la isla griega de Lesbos, 3 de enero de 2016. Foto: AP

Esta decisión, de la que no hubo indicios públicos sino la víspera de una reunión de ministros de defensa de la OTAN el 11 de febrero de 2016, se implementó de un día para otro. En el lapso de 20 horas, Alemania, Turquía y Canadá ya tenían, cada uno, un buque de guerra en posición. Se esperaba que se les unieran unos 2 ó 3 buques más, posiblemente de Grecia, Reino Unido y Dinamarca, este último orgulloso de su herencia vikinga, cuyos navíos una vez saquearon este mar y hoy saquean las posesiones personales de los solicitantes de asilo.

Más alarmante aún que la presencia de estos buques de guerra en el Egeo es lo deliberadamente turbia que han dejado esta misión.

El secretario general de la Otan Jens Stoltenberg les dijo a los medios que “esto no busca detener o hacer retroceder los botes de refugiados”. El comandante supremo de la Otan en Europa, el general Philip Breedlove, cuya posición refleja el control estadounidense de la organización, dijo que el despliegue de navíos era una decisión política y que definir su misión seguía siendo parte del “trabajo militar” por hacer.

Para lo que estos buques no han sido enviados es para salvar a la gente de ahogarse, como murieron más de 800 personas en el Egeo en 2015, y 409 en las primeras 5 semanas de 2016, según la Organización Internacional para las Migraciones. En algunos casos los voluntarios que han ayudado a los inmigrantes a llegar a salvo a Grecia (al igual que unos bomberos de Italia) han sido arrestados.

Mare Nostrum, la operación italiana de 2013-2014 en el Mediterráneo que rescató de morir ahogados a 150.000 migrantes, fue cancelada porque consideraron que “alentaba” a la gente a dejar el Norte de África y viajar a Europa en precarios botes. Se reemplazó por la Operación Tritón, manejada por Frontex (la policía fronteriza de la Unión Europea), que usa lanchas patrulleras que no tienen espacio para pasajeros ni provisiones para emergencias médicas. Dejan en cubierta a la gente que sacan de las heladas aguas y muchas de ellas mueren de hipotermia antes de llegar a tierra. Miles más mueren en el mar sin ser rescatados porque la operación fue diseñada para alejarlos de las costas europeas y para no hacer nada si sus botes naufragan.

Ahora Alemania, cuya población se está envejeciendo y reduciendo a pesar de la absorción de medio millón de inmigrantes de la ex Yugoslavia, anunció su disposición a acoger un millón de sirios. Pero ahora están cerrando las puertas de nuevo. Culpar a la opinión pública antinmigrante, que han atizado con sumo cuidado, y a sucesos como los ataques de Nochevieja contra las mujeres en Colonia, Alemania como excusa, ha llevado a que se tome la actitud de “mejor muertos que en nuestro país” hacia muchos seres humanos que escapan de guerras y otras crisis de las que los países europeos, Estados Unidos y Canadá son en gran parte responsables, indirecta y hasta directamente, especialmente en Siria, Afganistán e Irak, países de donde huyen la mayoría de los refugiados.

Las embarcaciones que operan en el Egeo, que están anunciando como “patrullas”, esta vez no son lanchas patrulleras. Hasta ahora la flotilla consta de un gran buque (170 m) de apoyo al combate y dos navíos de combate (fragatas). Si bien funcionarios de la Otan han tratado de dar la impresión de que enviaron la flotilla para “proporcionar inteligencia a la Unión Europea”, esto no explica por qué eligieron navíos diseñados para una guerra costera en vez de utilizar vigilancia aérea, algo que de hecho están redoblando como parte de esta operación (The New York Times, 12 de febrero de 2016, fuente de todas las confusas declaraciones citadas). ¿“Inteligencia” de qué? Todos saben que la gente está llegando en grandes cantidades a Europa a través de estas aguas y que los gobiernos quieren detenerlos.

La misión en definitiva no apunta a los “traficantes de personas”, “una mafia que está explotando a esta pobre gente”, como han afirmado el secretario de defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, la ministra alemana de defensa, Ursula Von der Leyen y los medios amigos de la Otan (Deutsche Welle, 11 de febrero de 2016). A la mayoría de la gente que entra a Europa no la están traficando para esclavizarla, ni la están traficando en ningún sentido real. Están huyendo. Es intolerable que los más grandes explotadores del mundo deliberadamente ignoren esta diferencia, potencias cuyos barcos de tráfico humano atestaron los mares y llenaron los océanos con los cadáveres de los africanos secuestrados para los que morir era la única escapatoria. Esto sucedió durante siglos, en los que comenzaron a acumular el capital que hoy les permite dominar el mundo.

Si bien la gente que cruza el Mediterráneo actúa por sí misma, sin embargo, como individuos y hasta colectivamente están reaccionando ante opciones desesperadas en gran parte impuestas por el funcionamiento del sistema capitalista imperialista mismo. En ese sentido, la inmensa oleada de seres humanos que está huyendo hoy en el mundo, unos 60 millones, es mucho más el resultado de la compulsión que una cuestión de decisiones individuales. El que unos empresarios, cuya moral no difiere mucho de, digamos, los banqueros de Occidente, les vendan raídos botes inflables no va a cambiar esa situación. Si Occidente realmente quisiera ayudar a la gente, enviarían ferris para traerlos a salvo, así como Estados Unidos y Europa envían constantemente barcos para evacuar a sus ciudadanos, cuando les conviene, atrapados en zonas de guerra, como seguramente lo está la gente en Siria, Afganistán, Irak y muchos otros lugares.

Discretos sucesos políticos que llevaron a la repentina decisión de la Otan dan claridad sobre esta turbia maniobra política. El 7 de febrero, la cancilleresa alemana Ángela Merkel y el presidente francés François Hollande cenaron juntos y propusieron una “hoja de ruta” para reducir radicalmente la cantidad de gente que entra a Europa (Le Monde, 11 de febrero de 2016). Algo de esto se presentará en una próxima reunión de la UE (Unión Europea), pero en gran medida ya se está implementando. Le han dado a Grecia 3 meses para restablecer sus fronteras marítimas, de lo contrario sacarán al país del grupo Shengen de países europeos creado supuestamente para garantizar el libre tránsito en la mayor parte del continente. Por supuesto, Alemania, Suecia y otros países hoy han cerrado en gran parte sus fronteras, ostentando el acuerdo Shengen.

La gran dificultad para salir de Grecia ahora, por el cierre de las fronteras europeas, ha convertido a ese país, especialmente las islas cerca de Turquía, en lo que un funcionario de la ONU ha llamado “el centro de detención más grande del mundo”. La UE presionó por el establecimiento de los eufemísticamente llamados “puntos calientes” en Grecia e Italia. En repetidas ocasiones han detenido a la gente a la fuerza en estadios y otras instalaciones, pero la razón principal por la que tienen que quedarse en los centros de detención que están estableciendo es que no tienen qué comer ni adonde ir, adonde escapar de la helada lluvia, donde no los golpeen las turbas de civiles antiinmigrantes. Grecia e Italia, que por tanto tiempo les dieron a otros países tantos millones de su gente, se están convirtiendo en los cancerberos de la Fortaleza Europa.

El propósito manifiesto de estos centros es identificar y registrar a todos los que llegan. Los clasifican en aquellos que pueden ser candidatos a asilo en Europa, básicamente los sirios, y los que vienen de países declarados “seguros” como Afganistán, como hace poco hizo Alemania. Esta decisión tuvo una repercusión especialmente fea entre la gente políticamente consciente en Alemania, que han condenado el papel continuo y ahora dominante del país en la ocupación de Afganistán, bajo Estados Unidos. Entre otras cosas, esta es una hipócrita violación (mejor dicho, desenmascaramiento) de la supuesta constitución “pacifista” de la Alemania de la postguerra.

Entretanto, según Le Monde, Grecia ha pactado embarcar a las víctimas de esta “clasificación” de vuelta a Turquía. Turquía ha convenido aceptarlos, quizás a todos, incluso a los afganis (Duetsche Welle, 11 de febrero de 2016). A cambio, Turquía va a obtener un desembolso más rápido de los 3.000 millones de euros que la UE le pagará por almacenar a los refugiados, hasta ahora más de mil euros por alma. También a cambio, Turquía le pidió a la Otan desplazarse al mar Egeo, una maniobra cuyas implicaciones van más allá de la cuestión migratoria.

Todo esto ayuda a entender el propósito estratégico de la flotilla de la Otan y lo acelerado de su puesta en marcha al tiempo que se juntan otros elementos en una situación sumamente volátil.

Esta volatilidad puede explicar lo turbio de la misión de la Otan, al grado que sus tácticas siguen sin definir y que los funcionarios no están solo desinformando a los cagatintas de los medios. La volatilidad no se puede entender aparte de la pugna entre Estados Unidos, Europa y Rusia sobre Siria, o de la posición sumamente agresiva e precaria de Turquía como aliado indispensable de Occidente contra Rusia y como principal canal de armas y voluntarios que nutren a las fuerzas islamistas en el campo de batalla sirio.

Diferentes guerras y contradicciones están traslapándose e interactuando, lo que incluye lo que, figurativamente y no, es una guerra concreta contra los “migrantes”, en otras palabras, las víctimas que huyen. Como mínimo, el despliegue naval pone un nuevo tono para el manejo de la “crisis” migratoria. Puede que la Otan quiera establecer una presencia física en el Egeo, un “pre-posicionamiento” como llaman a sus nuevas estaciones de armas en la frontera rusa, listas para la acción ante cambios repentinos en la situación militar en Siria, o si la intervención militar turca y de otros países, o una crisis en la misma Turquía, convierten la ola de refugiados en una marea. Lo que hay que ver es qué tanto buscarán convertir el Egeo en un muro de separación europeo.

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

 

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