¿Acaso debería alguien de los oprimidos ingresar en la policía para "mejorar las cosas"? Se ha intentado antes, así que vamos a ver cómo resultó
Alan Goodman | 10 de agosto de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Enfrentados con una epidemia de asesinato policial de personas afro-americanas, latinas e indígenas en Estados Unidos, hay aquellos —desde los Clinton hasta algunos activistas— que argumentan que la manera de mitigarla o incluso ponerle fin es que los negros ingresen en la policía.
Esto se ha intentado antes. Poco después de que Hitler y los nazis llegaron al poder en Alemania en 1933, establecieron los Judenrat — consejos de judíos dirigidos por “líderes comunitarios” que colaboraron y sirvieron a los nazis. Los Judenrat supervisaron a la Policía del Gueto Judío y, junto con esa policía, jugaron un papel central en el traslado de seis millones de judíos a los campos de exterminio.
Es aleccionador analizar como esto sucedió concretamente, y sacar lecciones para hoy.
Los Judenrat y la Policía del Gueto Judío en la Alemania de Hitler
Judíos a punto de ser trasladado por tren en Polonia, con destino al campo de muerte Treblinka.
El genocidio de los judíos no salió de la nada. Durante cientos de años el anti-semitismo —el odio ignorante contra los judíos— sirvió como un instrumento esencial de los gobernantes explotadores en Europa, y fue particularmente brutal en Europa del Este, donde la desesperación y la ira de las masas se canalizaban periódica y sistemáticamente en “pogromos” — sangrientos motines racistas que atacaron a los judíos.
Hitler llevó el antisemitismo a un nivel extremo y en última instancia genocida. Pero eso no sucedió de un solo golpe. En los primeros años del régimen de Hitler, demonizaron a los judíos como subhumanos en los medios de comunicación. Les culparon de los delitos y del desorden. Aprobaron leyes que exigieron que los judíos llevaran en la ropa estrellas amarillas de seis puntas. Les prohibieron ejercer muchas profesiones. Les obligaron a trabajar por, literalmente, salarios de hambre en talleres miserables, a menudo haciendo uniformes y mantas para las tropas nazis. A sus comunidades, privadas de los recursos básicos necesarios para mantener a la gente viva y sana, les declararon “inseguras” y zonas prohibidas para el resto de la sociedad.
Las condiciones de los judíos empeoraron en formas horribles después de que la invasión nazi de la Unión Soviética sufrió la derrota, a costa de decenas de millones de vidas soviéticas, en 1943. Los guetos judíos se convirtieron en puntos de salida de los trenes que transportaron a millones de judíos a los campos donde les pusieron a trabajar, privados de comida, hasta la muerte. (Para un análisis más a fondo de los factores detrás del Holocausto, ver “Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto”, en revcom.us).
Había judíos que se resistieron a los Judenrat. Pero también había fuerzas en la comunidad judía que insistieron en que estos consejos eran una buena cosa. Los Judenrat se basaban principalmente entre los judíos más privilegiados y reflejaban su posición social, y sus defensores argumentaron que el hecho de que “personas de la comunidad” vigilaban y administraban los guetos disminuiría el terror violento contra la población judía. Hasta argumentaron descaradamente que colaborar con los nazis en el transporte de las personas incapaces de trabajar, las personas que recibían la asistencia pública, y los alborotadores a los campos de la muerte salvarían a todos los demás del mismo destino.
En el libro Why Did the Heavens Not Darken? The "Final Solution" in History [¿Por qué el cielo no se oscureció? La “Solución Final” en la historia], Arno J. Mayer señala que cuando llegó el momento de decidir a quiénes iban a enviar a los campos de la muerte, “En lugar de hacer las selecciones crueles ellos mismos, la SS [la policía de Hitler], diabólicamente y con toda confianza, dejó que los Judenrat al nivel local cumplieran con sus cuotas prescritas”.
La policía genocida “controlada por la comunidad” y “basada en la comunidad”
Es importante señalar que, al mismo tiempo que tumbó las puertas y arrastró a las personas de sus hogares y las enviaron a campos de exterminio, la Policía del Gueto Judío también asumió las funciones “normales” de la policía en los guetos. Dirigió el tráfico, implementó las normas de saneamiento y detuvo a las personas que cometieron delitos comunes. Incluso organizaron campañas para recoger alimentos y ropa para los hambrientos y congelados en los guetos. Vivían en la comunidad a la que “sirvieron”, eran parte de la comunidad. Y eran formalmente responsables ante los Judenrat. En las palabras de hoy, eran “responsables ante los funcionarios elegidos”, “basados en la comunidad” y “controlados por la comunidad”. Y según al menos un historiador, algunos de estos “efectivamente creían que ingresar en las filas de la policía judía les daba la oportunidad de servir a la comunidad”.
Pero cualesquiera que fueran las motivaciones de policías judíos individuales, no importa cuánto percibían que su oficio suponía funciones policiales legítimas, y por mucho que estaban “basados en la comunidad”, operaban bajo y en el marco de la clase dominante capitalista imperialista alemán la cual, en esa época, tomó la forma de Hitler y los nazis. Y su papel esencial consistió en implementar la esclavización de los judíos y enviarlos a los campos de exterminio.
Uno de los más altos comandantes de la policía judía en Polonia, Józef Szeryński, nació judío pero adoptó la ideología antisemita nazi. Los nazis insistieron en tratarlo como judío, pero se aprovecharon de su antisemitismo rabioso y convencieron al Judenrat a ponerlo a cargo de la policía judía en Varsovia. Bajo el mando de Szeryński, la Policía del Gueto Judío llevó a cabo palizas y redadas y participó en registros y detenciones a los que se resistieron. En oleadas, acorraló a 250.000 judíos —hombres, mujeres, niños y recién nacidos—, los atiborró en los trenes y los envió al campo de exterminio de Treblinka.
Al final, después de la masacre de todos los demás judíos, y de haber cumplido su propósito, los mismos funcionarios del Judenrat y los policías judíos fueron acorralados por los nazis y enviados a las cámaras de gas. Pero sólo después de que habían jugado un papel indispensable en ejecutar el genocidio.
Las lecciones para hoy
¿Será una exageración sacar lecciones de esta experiencia hoy en día y aplicarlas a la situación actual en Estados Unidos? El paralelismo con el periodo anterior al genocidio nazi no es exacto — los paralelos nunca lo son. La historia no se repita. Pero la experiencia de la Policía del Gueto Judío tiene un profundo significado en este momento en Estados Unidos, un momento en que está sucediendo un genocidio continuo y lento —concentrado en la encarcelación en masa y el terror policial— el que podría convertirse en un genocidio rápido contra el pueblo negro y sectores de la gente latina. (Ver “Hay un genocidio en vigor en AmériKKKa — ¡y hay que ponerle fin!” en revcom.us).
En la Europa de Hitler, no impidió ni mitigó el genocidio la incorporación de los Judenrat y la Policía del Gueto Judío en la maquinaria del régimen nazi. Al contrario, estos policías judíos facilitaron el Holocausto, poniendo una “cara judía” sobre la maquinaria de la muerte, y aprovechando sus lazos, conocimiento e influencias en los guetos para justificar y hacer cumplir el programa genocida nazi.
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Fuentes y lectura de fondo:
Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto” (revcom.us)
Why Did the Heavens Not Darken? The "Final Solution" in History, de Arno Mayer
“The Jewish Order Police: Holocaust Ghettos” [La policía del orden judío: Los guetos del Holocausto], un proyecto del Equipo de Educación e Investigación de los Archivos del Holocausto
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