Trump y Duterte: Una reunión de mentes asesinas y una advertencia de lo que está por venir

21 de diciembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 3 de diciembre, Donald Trump tuvo una cálida conversación telefónica con el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte. Filipinas es un país asiático profundamente empobrecido que por mucho tiempo fue una colonia absoluta de Estados Unidos y todavía es completamente dominado y vilmente explotado por Estados Unidos. Y Duterte es un matón fascista que se deleita con la intimidación y la violencia.

Duterte hace “chistes” enfermizos como por ejemplo decir que desea haber tenido la oportunidad de violar a una monja antes de que un grupo de hombres la hubiera violado y asesinado. En su campaña electoral fue un candidato de “la ley y el orden / duro hacia el crimen” que no iba a dejar que nada como el estado de la ley, el debido proceso o los derechos civiles obstaculizara su mano dura contra los “criminales”, y especialmente contra los “traficantes de drogas”.

Después de asumir el cargo el 30 de junio, Duterte desató un sangriento reinado de terror por todas las Filipinas, y especialmente en los muy extensos barrios marginados de las ciudades, en nombre de una “guerra contra las drogas”. Escuadrones de policías pasean por las calles, pateando puertas. Ejecutan a la gente ahí mismo en el acto, con frecuencia delante de sus hijos, y durante las redadas han matado a niños tan joven como cinco años de edad. Luego la policía arrastra los cadáveres de sus víctimas a la calle y les ponen letreros de “traficante de drogas” alrededor del cuello. Con frecuencia los policías persiguen a personas que se han inscrito con el gobierno para solicitar tratamiento por drogas o que han ido a las autoridades para “confesar” porque se les habían dicho que era la única manera de evitar ser asesinado.

En poco más de cinco meses, la cifra oficial de los asesinados por los policías en esta campaña de terror es de 2.000 personas. Y Duterte dice, “Se puede esperar 20.000 o 30.000 más”. Eso no es todo. Duterte también ha desatado a los vigilantes para hacer las ejecuciones. Montados en motocicletas, abaten a tiros a los “sospechosos” con total impunidad, matando a miles de víctimas más.

En las funerarias se apilan los cadáveres como leña porque las familias desesperadamente pobres no pueden pagar el entierro de sus seres queridos.

Y han detenido a más de 35.000 personas, llenando prisiones hasta rebosar. Los reclusos duermen en el suelo, uno al lado del otro, de pies a cabeza, como los africanos en el casco de los buques durante la trata de esclavos.

Según Duterte, cuando él y Trump conversaron el 3 de diciembre, “Él [Trump] me deseaba éxito en mi campaña contra el problema de las drogas. Entendió la forma en que lo manejamos y dijo que no hay nada malo en proteger su país. Fue muy alentador…” El gobierno filipino dijo que Trump elogió la represión violenta, llamándola “la forma correcta”. Trump no ha revelado el contenido de la conversación, pero él y su personal no han negado lo que Duterte y el gobierno de Filipinas han dicho acerca de la conversación.

No tenemos que aceptar la palabra de Duterte. Todo el mundo recuerda que cuando Trump lanzó su campaña presidencial, mintió descaradamente al mantener que la mayoría de los inmigrantes mexicanos indocumentados son “violadores” y “criminales”. Y durante toda su campaña ha usado el método de centrarse en un pequeño número de delitos violentos supuestamente cometidos por personas sin papeles para tachar a todos los inmigrantes como “delincuentes violentos” y avivar el odio contra ellos.

Durante un reciente encuentro con periodistas de la revista TIME, Trump sacó un artículo de la prensa amarilla con un titular sensacionalista sobre pandillas “extremadamente violentas” en Long Island, Nueva York, supuestamente compuestas de centroamericanos indocumentados. Despotricando una vez más contra los inmigrantes, Trump dijo: “Están matando y violando a todos por ahí. Están ilegales. Y están acabados”. Un reportero de TIME comentó que lo que Trump dijo se hace eco de la retórica de Duterte, “quien ha supervisado el asesinato extrajudicial de miles de supuestos traficantes y consumidores de drogas en los últimos meses”. Trump, según TIME, no ofreció “ninguna objeción a la comparación” (nuestro énfasis).

De hecho, Trump le dijo a los periodistas de TIME: “Bueno, hey, mira, esto es malo. Los cortan, tallan sus iniciales en la frente de la muchacha, OK. ¿Que se supone que hagamos? ¿Ser amables?” El mensaje de Trump era inconfundible: no sólo apoya las palabras de Duterte, sino que señala que la práctica de Duterte de matar a “narcotraficantes” sin juicios debe ser un modelo para tratar con los supuestos inmigrantes “criminales” en Estados Unidos.

Trump no sólo abraza a un brutal asesino en masa. Nos dice lo que será su propia orientación y enfoque una vez que tenga poder — hacia los inmigrantes en particular, pero en todo lo que hace su régimen fascista.

Trump no está bromeando. Negarse a tomar esto en serio y dejar de actuar con mucho coraje y determinación para PARARLO antes de que se consolide y se convierta en la “nueva realidad”, es un error terrible que tendrá graves consecuencias para la humanidad.

 

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