Lo mucho que está en juego en la guerra de Trump contra las jurisdicciones santuario

16 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 25 de enero, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que allana el camino para una fuerte intensificación de la persecución y el terror dirigidos a los inmigrantes. Como punta de lanza de ese ataque, la orden amenaza a “jurisdicciones santuario” — municipios, condados y estados que se niegan a detener a los inmigrantes arrestados para ofensas menores, a los cuales no los han declarado culpable de ningún delito, para que las deporte el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (la migra, o ICE, por sus siglas en inglés).  Poco después de la orden ejecutiva de Trump, ICE condujo redadas atroces con harta bomba publicitaria en diferentes partes del país, arrebatándoles los padres a los hijos, cazando a personas camino al trabajo o de salida del trabajo, golpeando puertas, deportando a personas que han vivido casi toda la vida en Estados Unidos, y aterrorizando a comunidades inmigrantes.

En respuesta, hay una lucha creciente de miles de personas que se solidarizan con los inmigrantes y contra la persecución, las redadas y las deportaciones. Esa resistencia se justifica y debe crecer, y se debe apoyar y fortalecer al movimiento santuario, tanto por lo mucho que está en juego en esta batalla para decenas de millones de personas, y porque en este momento es un frente clave en la batalla para oponerse al régimen fascista de Trump y Pence y sacarlo del poder.

¿Qué son “jurisdicciones santuario”?

Muchos estados, condados, y municipios tienen leyes y políticas que proveen a inmigrantes indocumentados ciertos derechos legales y el acceso a servicios que les permiten funcionar y sobrevivir. En doce estados y el Distrito de Columbia, los indocumentados pueden sacar la licencia de conductor. Muchos municipios otorgan su propia forma de identificación oficial que les da a indocumentados un acceso a ciertos servicios, que van de cuidado médico y matrícula escolar a tarjetas de biblioteca. Estados, condados y municipios, y también escuelas, agencias de servicio social y otras instituciones tienen como política no preguntar sobre el estado migratorio de las personas que piden sus servicios. Además, una amplia gama de instituciones públicas y privadas —colegios y universidades; iglesias, mezquitas, sinagogas— brindan diferentes grados y formas de santuario, hasta el declarar que desafiarán y se resistirán a cualquier intento de detener o deportar a indocumentados. 

La orden ejecutiva de Trump específicamente va contra la política de no detener a los indocumentados en las cárceles locales únicamente para deportarlos. Los municipios y algunas otras jurisdicciones que están bajo ataque mandan información a ICE sobre cada persona que detengan, como requiere la ley federal. Pero si ICE determina que la persona la que la agencia tiene es indocumentada, y pide que la agencia la detenga para su deportación, las jurisdicciones santuario no acatan el pedido. Esa política no tiene nada de ilegal. Al contrario, entregar a personas a la migra para su deportación por infracciones de tránsito, o tener una botella abierta, o ser acusadas de violaciones de otras leyes, es cruel, vengativo y desmesurado. Esas políticas de jurisdicciones santuario son una capa de protección para las personas que de otra forma vivieran completamente en la sombra, con el temor constante de que cualquier encuentro con cualquier agente de seguridad les separara la familia, les destruyera la vida y sacara del país incluso a personas que han vivido en Estados Unidos casi toda la vida.

Además, millones de indocumentados viven en lugares que ni siquiera brindan esa capa de protección de una jurisdicción santuario. La vida de ellos será aún más vulnerable por la nueva orden ejecutiva de Trump (vea "La primera deportación bajo las ordenes fascistas de Trump sobre los inmigrantes).

RESISTIRSE al ataque de Trump

Si destruyan o paralicen a las jurisdicciones santuario, la vida será mucho muy peor para los inmigrantes. A millones de inmigrantes que hoy día —si se las arreglen para no caer en problemas legales—pueden por lo menos vivir, trabajar e ir a la escuela, se les impondrían condiciones en las que ni eso les fuera posible. Semejante situación tendría un impacto inimaginable en millones y millones de inmigrantes —tanto documentados como indocumentados— así como sus amigos, sus familias. Abrirá la puerta a criminalizar a doctores, maestros y otros que proveen servicios a los indocumentados sin delatarlos para que sean deportados. Tendría un impacto terrible en la sociedad en conjunto. Sin más ni más, ¡NO PODEMOS PERMITIRLO!

Además, este ataque contra las jurisdicciones santuario no es un ultraje al azar. Es un ultraje, sí, pero es una pieza clave de la visión y misión en conjunto del régimen fascista de Trump y Pence: satanizar y perseguir a inmigrantes y sacarlos de Estados Unidos —por lo menos a los que no cuadran con su definición de “blanco”— es central y esencial para su programa infernal de “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser blanco de nuevo”. Para ellos, no hay cese de fuego en su guerra contra los inmigrantes. Han alborotado a turbas que creen que tengan todo el derecho de regresar hacia atrás —muy atrás— a una época horripilante de la historia estadounidense, y hasta peor. Esa visión requiere una limpieza étnica violenta de Estados Unidos.

Lo que la gente ha hecho hasta la fecha en respuesta a la guerra sin cuartel contra los inmigrantes es muy importante e inspirador. Los torrentes de decenas de miles de personas en los aeropuertos en respuesta a la prohibición trumpista a la entrada en Estados Unidos de musulmanes provenientes de siete países, junto con las masivas marchas de mujeres el día después de la inauguración de Trump, demostró al mundo que hay una indignación profunda y amplia. La acción directa, por ejemplo, que tomaron las personas para intentar prevenir la deportación de Guadalupe García de Rayos en Phoenix, era justificada — y todos los que seamos repugnados por el régimen fascista de Trump y Pence debemos estar preparados para tomar una posición de ese tipo.

La batalla en torno a las jurisdicciones santuario abarca cierta complejidad. Son reformas concedidas tras décadas de lucha y resistencia a los ataques anti inmigrantes, pero esas concesiones son limitadas. Incluso en jurisdicciones santuario, los indocumentados tienen una vida precaria. En algunos estados y ciudades grandes en particular, altos oficiales del Partido Demócrata tienen ciertas diferencias concretas y agudas con el ataque trumpista contra las jurisdicciones santuario, y han expresado su desafío. Aunque su punto de partida no es la humanidad fundamental del inmigrante, temen las enormes dislocaciones económicas, sociales y políticas si las políticas de Trump se implementen. Todo lo anterior clama por más movilización popular no sólo para defender sino extender la protección de las jurisdicciones santuario.

La batalla para defender a los inmigrantes y las jurisdicciones santuario es de vida y muerte, en derecho propio. Y aún más está en juego. Las amenazas de Trump contra jurisdicciones santuario ocurren en el contexto, y en servicio, de los pasos del régimen para apretar sus garras sobre las palancas del poder estatal.  Está entrelazado con sus maniobras para revocar otras concesiones con base en estados, condados y municipios, como la protección de derechos LGBT, ordenanzas sobre derechos civiles, y reglas de protección ambiental. En respuesta a propuestas en California para hacerlo un estado santuario, Trump amenazó, “Si es necesario, le quitamos los fondos”. Luego dijo, “California, en muchas maneras, está fuera del control, saben”. Todo eso tiene el potencial de convertirse en un punto crítico en la sociedad, con estallidos de conflicto que podrían llegar a ser central para el éxito o el fracaso del régimen fascista de Trump y Pence en su empeño de consolidar de lleno el poder.

¡Hay que oponerles resistencia a los ataques contra inmigrantes, y específicamente contra jurisdicciones santuario! Hay que defender y extender las protecciones santuario. Urge que la resistencia a los ataques contra los inmigrantes sea más decidida, se extienda más, y movilice a millones y decenas de millones. Pero los ataques continuarán aumentándose y se intensificarán en su violencia y sus estragos, hasta que se saque a Trump del poder. La batalla para defender los derechos del inmigrante puede y debe intensificarse, para que tenga un impacto verdadero duradero, y debe ser parte de todo un torrente de lucha para barrer con el régimen fascista.

 

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