La inexorable monstruosidad fascista sigue en marcha… revoca las protecciones antidiscriminatorias para estudiantes transgénero

25 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Carta de lector(a):

El miércoles, 22 de febrero, la administración de Trump oficialmente revocó protecciones antidiscriminatorias para estudiantes transgénero. Los supuestos Departamentos de “Justicia” y “Educación” —bajo la supervisión fascista de los reaccionarios Jeff Sessions y Betsy DeVos— publicó una “Carta a estimados colegas” que retiró una medida que extendió la protección antidiscriminatoria de las leyes del Título IX a los estudiantes que se identifican como un género distinto al sexo con el cual nacieron. El efecto legal inmediato es que las escuelas ya no son obligadas a permitir que estudiantes usen baños y vestidores que corresponden a su identidad de género.

El apoyo para esa revocación de derechos declara los “derechos de los estados” (que hace eco de la esclavitud) y la “libertad religiosa” (libertad de ser intolerante). En realidad, sirve para patrullar los baños escolares y patrullar la propia identidad y sexualidad de los jóvenes. Eso crea un ambiente en el cual los niños y adolescentes se sienten como anormales al no conformarse ni cumplir con las expectativas patriarcales que se les imponen al nacer — de una masculinidad agresiva y dominante, o una feminidad sumisa y servil. Los arrastra para atrás a los papeles rígidos de género. El mensaje: No se tolerará ninguna exploración e identificación fuera de esos papeles. ¿No encajas con eso? El problema eres tú.

Jóvenes transgénero de por sí sufren una intolerable discriminación y acoso en la escuela. Según un informe de GLSEN (Red de Educación Gay Lesbiana y Hetero), el 75 por ciento de estudiantes transgénero reportan que se sienten inseguros en la escuela. En un estudio de estudiantes transgénero en 2016 por el Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati, el 30 por ciento reportan una historia de por lo menos un intento de suicidio. Según la Campaña pro Derechos Humanos, más del 50 por ciento de jóvenes transgénero reportan haber intentado el suicidio por lo menos una vez en su vida. Un estudio tras otro ha demostrado que medidas que protegen personas LGBT corresponden con índices más bajos de suicidio (especialmente entre niños), mientras medidas como la actual, que singularizan a personas LGBT, tienen el efecto opuesto (“Individual- and Structural-Level Risk Factors for Suicide Attempts Among Transgender Adults” [Factores de riesgo a nivel individual y estructural para los intentos de suicidio entre adultos transgénero], 2015). Esta medida costará vidas. Ahora la administración se encarga de empujar a jóvenes al suicidio, entre el montón de otros crímenes suyos.

Los que no “encajan con” su designado papel de género recorren a diario una carrera de obstáculos, a menudo mortífera, de moralismo, aislamiento, acosamiento, y violencia. De por sí la adolescencia es difícil, y ser transgénero o no encajar con un papel rígido de género resulta en que los demás no saben “qué eres”, si tratarte como un pleno ser humano o no. Ser “confuso” o “amenazante” para esas normas te trae atención negativa todo el tiempo. Acoso incesante, miradas invasivas, repugnancia, trato aterrorizador, humillación, y a menudo una violencia salvaje y amenazas de violencia. En pocos lugares te sientes aceptado y en ninguna parte te sientes seguro. En seguida la gente te desprecia y te dice que vas a arder en el infierno. Ahora, para colmo, si eres una muchacha transgénero, te obligan a usar el baño de varones, el vestidor de varones. Algunos de esos varones son los que te acosan más. En un mundo que no te brinda ninguna seguridad, ahora se ves obligada a quitarte la ropa y ponerte en una condición de máxima vulnerabilidad física en un cuarto lleno de muchachos. Todos los días.

¿POR QUÉ? Esta reciente revocación de los derechos, esa negativa de la seguridad y dignidad de jóvenes transgéneros o inconformes con estereotipos de género, está perfectamente de acuerdo con el programa fascista y híper-patriarcal de Trump y Pence.

 

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