El régimen de Trump y Pence se retira del Acuerdo de París sobre el clima: “Estados Unidos Ante Todo” = Quemar el futuro de la humanidad

Actualizado 7 de junio de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

He aquí lo que hay que saber sobre esto ahora: El 1º de junio, Donald Trump anunció la retirada de Estados Unidos del acuerdo de París sobre el clima de 2016. Bajo este acuerdo, 195 países establecieron metas voluntarias para disminuir sus emisiones del dióxido de carbono (CO2). Este y otros gases de efecto invernadero son la principal causa del calentamiento global, que ya está devastando la vida de millones de personas y amenaza la existencia futura de la humanidad y muchas otras especies.

Los imperialistas estadounidenses y otras potencias mundiales formularon el acuerdo de París, mismo que ni se aproxima a lo que se requiere para frenar la crisis ambiental del planeta. Pero Trump no se retiró por ese motivo. Dijo que lo hizo porque el acuerdo de París “se aprovechaba” de Estados Unidos, le robaba sus trabajos y dañaba su economía. Puras mentiras, pues Estados Unidos ha sido el mayor contaminador y depredador del mundo, que se aprovecha de los demás. La retirada de Trump en realidad fue otra gran maniobra para consolidar el fascismo.

Esta maniobra le echa gasolina a un incendio que ya arde ferozmente, reforzando los ataques de su régimen al medio ambiente y allanando el camino para ataques aún peores. Es un horrendo crimen contra la humanidad y contra el planeta al que hay que responder con acciones desafiantes de masas y una determinación de EXPULSAR A ESTE RÉGIMEN FASCISTA. Mientras la gente se une en esta lucha urgente, hace falta en el diálogo la cuestión de las raíces de la emergencia ambiental y qué tipo de sociedad la humanidad necesita para salir de esta locura.

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“Estados Unidos se retirará del Acuerdo de París sobre el clima”. Con estas pocas palabras, Donald Trump intensificó la amenaza inmediata a cientos de millones de personas y la grave amenaza existencial para el futuro de la humanidad y muchas formas de vida en la Tierra a consecuencia del calentamiento planetario causado por los seres humanos.

La crisis ya se está acelerando a una velocidad alarmante: los últimos tres años han sido los más calurosos en la historia desde que se tiene registro. Los mares están subiendo, los glaciares están desapareciendo, y las capas de hielo árticos están derritiéndose. Sequías, inundaciones y el clima extremo son más frecuentes. Muchas especies de vida están al borde de la extinción.

En su discurso sobre la retirada, Trump jamás mencionó las palabras “cambio climático” o “calentamiento global”. Mientras tanto, sus representantes continuaron negando o distorsionando el hecho establecido con la ciencia que la actividad humana está impulsando cambios catastróficos en el clima.

Al contrario, Trump dio un discurso fascista lleno de mentiras. Rechazaba el acuerdo de París sobre la disminución de emisiones de carbono suscrito por 195 países, diciendo que perjudicaba a los trabajadores, los trabajos y la economía estadounidenses y que se había negociado “en beneficio exclusivo de otros países”.

“Este acuerdo tiene menos que ver con el clima”, declaró, “que con darles ventajas económicas a otros países a expensas de Estados Unidos”.

El director de la Agencia para la Protección del Ambiente (EPA, por las siglas en inglés), Scott Pruitt, dijo que Estados Unidos ya estaba cuidando el planeta: “No le debemos disculpas a ninguna nación por nuestro cuidado del medio ambiente”.

¿Un mal trato para Estados Unidos? No. Estados Unidos es el peor “trato” para el planeta, y Trump quiere empeorarlo más

¿Otros países están aprovechándose de Estados Unidos? ¿Estados Unidos ya está cuidando el planeta? He aquí la realidad:

Estados Unidos cuenta con un 4% de la población del mundo, pero ha emitido a la atmósfera mucho más CO2 que cualquier otro país — el dióxido de carbono es uno de los principales gases de efecto invernadero producido por la quema de combustibles fósiles que causa el calentamiento planetario. Estados Unidos es responsable de un 30% del exceso de CO2 del planeta (emite dos veces más que China, que tiene una población cuatro veces más grande). Quien “se ha aprovechado” de los demás es Estados Unidos y su sistema capitalista-imperialista, que trata la atmósfera del planeta como si fuera un vertedero para el CO2 y hacen que el resto del mundo pague caro.

Esto ya está teniendo impactos devastadores en los países oprimidos y a menudo empobrecidos del “Sur Global”. Y como lo expresó un ambientalista: “Los países que menos responsabilidad tienen por el problema lo sufren primero y lo peor”. Así y todo, Trump dice que el Fondo de Clima Verde (establecido para dar la apariencia que las grandes potencias mundiales atendían el impacto desproporcionado del calentamiento global en el Sur Global) “le está costando a Estados Unidos una enorme fortuna”, y declaró que ya no iba a contribuir. Hecho: hasta la fecha le ha costado migajas a Estados Unidos: $1 mil millones, un tercio de lo que gasta cada mes para librar la injusta guerra imperialista en Afganistán. Como señaló Amnistía Internacional, a miles de millones de oprimidos Trump les está diciendo: “Dejen que se ahoguen, se quemen y pasen hambre”.

No. El acuerdo de Paris no se forjó para beneficiar a “otros países”. El proceso de París fue dirigido por la administración de Obama, junto con otras potencias mundiales, que intentaban “manejar” la crisis del clima de formas que pensaron que iban a conservar mejor su sistema opresivo y promover sus intereses globales. Cada país eligió su propia meta para reducir las emisiones del carbono, y todas las metas eran voluntarias.

Además, el acuerdo de París no impuso restricciones agobiantes sobre el funcionamiento del capitalismo global a fin de detener el apocalipsis climático. La limitación del calentamiento global a 1,5 grados C por encima del nivel preindustrial es esencial para limitar sus impactos catastróficos. Pero aunque cada país cumpliera con sus metas, lo cual es sumamente improbable, la temperatura del planeta todavía subiría 2 grados C (3,6 grados F), lo cual, como señaló el New York Times, es “el umbral que se considera inaceptablemente peligroso”. Y actualmente la temperatura está en camino a un aumento catastrófico de 3 grados C o más.

Cualquier reconocimiento del cambio climático y toda reglamentción internacional son intolerables para los fascistas trumpistas

Claro que el régimen de Trump y Pence no está rompiendo con el acuerdo de París debido a que dicho acuerdo no aborda suficientemente el cambio climático. (Con su cháchara sobre la renegociación del acuerdo de París, si es que hubiera, Trump amenazaba con tratar de arruinar cualquier reglamentación internacional efectiva del clima). Como hemos indicado: “A juicio de Trump, y en opinión de sus partidarios duros más sólidos, es inadmisible siquiera reconocer que existe un problema de cambio climático global”.

El rechazo de Trump al acuerdo de París constituye otro salto en la campaña de Trump y Pence para consolidar el fascismo. Un elemento central de ese programa fascista es la eliminación de incluso las más leves restricciones —incluidas la reglamentación del medio ambiente— contra la rapaz explotación y saqueo por el capitalismo-imperialismo de Estados Unidos. El régimen ya ha empezado a eviscerar la EPA y la reglamentación de las centrales eléctricas que queman carbón, las emisiones de automóviles, la excavación de petróleo o gas, y más, al mismo tiempo que acelera la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access.

Es posible que el régimen de Trump y Pence hayan temido que el acuerdo de París pudiera haber creado fundamentos jurídicos para recursos judiciales contra las medidas de Trump para revertir la reglamentación del medio ambiente, como afirmaron 22 senadores republicanos en una carta a Trump. Otros, sin embargo, han argumentado que, dado que las metas del acuerdo de París son voluntarias, Trump podía haber revertido esas reglas y no obstante podía haber permanecido en el acuerdo.

Esto señala las razones más grandes, fascistas, por el rechazo al acuerdo de París: es parte de la campaña del régimen de Trump y Pence de ejercer más agresivamente el poderío y dominio mundial de Estados Unidos en todo el mundo, lo que incluye el establecimiento de nuevos términos con las otras potencias mundiales — sin que lo coarten las leyes, normas y tratados internacionales existentes, o cosas por el estilo. Hacen todo esto bajo el pretexto de “reafirmar la soberanía de Estados Unidos”, como si el superdepredador más mentiroso y embaucador del mundo de repente fuera el mayor incauto y víctima principal del mundo.

Forjar una base social fascista de “Estados Unidos Ante Todo”

El rechazo tipo “Estados Unidos Ante Todo” al acuerdo de París por Trump también caracterizó una declaración categórica de que la camarilla de Trump y Pence está empecinada en hacer retroceder a sus oponentes —los “obstruccionistas” como les llama Trump— y continuar a marchas forzadas su consolidación del régimen fascista.

La promesa de Trump de “no poner ninguna otra consideración por encima del bienestar de los ciudadanos estadounidenses”, y sus promesas demagógicas de trabajos y riqueza también tienen el propósito de seguir forjando una base fascista en la sociedad; una base cohesionada en torno a la supremacía blanca, la supremacía masculina y el chovinismo tipo “Estados Unidos Ante Todo” — una base social a la cual le importa un comino la humanidad o el planeta, pero sí les importan sus intereses más miopes aparentes. Una base para la que todo vale en nombre de “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”, lo cual incluye azuzar a legiones como el irredento asesino nazi de Portland que chilló desde la cárcel: “Mueran los enemigos de Estados Unidos… Ustedes lo llaman terrorismo, yo lo llamo patriotismo”.

Trump cuenta con eso para aporrear, aterrorizar y silenciar a sus adversarios — y no el voto, las formalidades jurídicas ni la opinión pública. Y digamos la verdad: “Estados Unidos Ante Todo” es simplemente la consigna de Hitler, “Deutschland über alles” [Alemania ante todo], traducida para Estados Unidos.

No expulsaremos a Trump y Pence ni salvaremos al planeta poniendo “Estados Unidos Ante Todo”

Es casi imposible exagerar la enormidad del peligro que el fascista Trump y el capitalismo-imperialismo estadounidense representan para el planeta. No sólo amenazan a miles de millones de personas en la actualidad, sino que amenazan a las generaciones futuras — hasta ponen en peligro la existencia de las generaciones futuras.

En 2016, un estudio publicado en la revista Science Advances encontró que si el mundo siguiera quemando combustibles fósiles como ahora, las temperaturas del mundo podrían subir a un ritmo dos veces más alto en este siglo de lo que se había predicho previamente, sacando “el clima de la Tierra de la envoltura de condiciones de temperatura que ha prevalecido durante los últimos 784.000 años”. El científico climático líder Michael Mann comentó que este estudio “en realidad ofrece fundamentos para la noción de que una presidencia de Donald Trump podría implicar el fin del juego para el clima”.

Hay que impedir que pase esto. Hay que responder a la retirada del acuerdo de París con acciones desafiantes de masas y con una creciente determinación de expulsar del poder al régimen de Trump y Pence y de frenar su creciente ataque contra el medio ambiente y las posibilidades de que la humanidad sobreviva.

El presente también debe ser un momento cuando millones de personas reflexionen sobre por qué nos encontramos en una situación tan grave y qué hacer al respecto. Esto quiere decir reconocer la naturaleza fascista del régimen de Trump y Pence, pero también quiere decir reconocer que simplemente regresar a los demócratas y al acuerdo de París tampoco va a detener la crisis climática y salvar al planeta. El problema es más profundo, arraigado en la misma naturaleza y funcionamiento del sistema capitalista-imperialista — del cual el régimen de Trump y Pence es una expresión extrema, de la misma manera que Hitler era una expresión extrema del imperialismo alemán en un momento de tensión y crisis.

Como señala el número especial de Revolución/revcom.us sobre el medio ambiente: “El capitalismo como un sistema no puede hacerse cargo del medio ambiente de manera sustentable y racional — incluso si un capitalista individual o si un grupo de capitalistas sinceramente lo quisiera. El capitalismo no puede hacerle frente a los efectos multilaterales de su propia producción. El capitalismo no puede hacer planes que toman en cuenta las futuras generaciones”.

Pero SÍ existe una alternativa real — una sociedad con un sistema económico y político diferente, relaciones diferentes entre las personas y unos valores diferentes, que pudieran capacitar a la humanidad para lidiar con la catástrofe ambiental que se avecina. Esto es el socialismo — y la Constitución para esa sociedad, de la autoría de Bob Avakian y adoptada por el Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte), explica esto y además aborda la miríada de otras contradicciones y horrores que el actual sistema del capitalismo-imperialismo simplemente no puede resolver.

Esta Constitución enfatiza que en todas las esferas del gobierno y la actividad social, el nuevo estado socialista abordará de manera enérgica la emergencia ambiental, uniéndose con la gente en todo el mundo para hacerlo. Por ejemplo, uno de los tres criterios centrales para guiar la producción social y el desarrollo económico será: “Proteger, conservar y mejorar los ecosistemas y la biodiversidad del planeta para las actuales y futuras generaciones”.

A medida que la gente avance para expulsar al régimen de Trump y Pence, hace falta en el diálogo la cuestión de qué tipo de sociedad la humanidad necesita para poder salir de esta locura.

 

       

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