El general John Kelly, una “estrella” fascista en el régimen de Trump y Pence
10 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Cuando Trump nombró a John Kelly como el nuevo Jefe de Gabinete de la Casa Blanca el 28 de julio, dijo que el jubilado general de los Infantes de la Marina es una “estrella”. ¿Qué ha hecho Kelly para ganarse semejante elogio del fascista-en-jefe?
Kelly ascendió a la posición de general durante la invasión de Irak en 2003, una guerra por el imperio que se basó en la mentira de que Irak tenía “armas de destrucción masiva” y que iban a “liberar” al pueblo iraquí. La verdad es que los invasores yanquis mataron a miles de civiles, y su guerra y ocupación desencadenaron la violencia y fuerzas reaccionarias de toda calaña, lo que resultó en espeluznantes horrores para el pueblo iraquí: cientos de miles de muertos y millones de refugiados.
Como comandante del Comando Sur de 2012 a 2016, a cargo de las fuerzas armadas estadounidenses en América Latina y el Caribe, Kelly fue un defensor implacable del campamento de tortura en Guantánamo. Defendió la “interrogación” de los presos en Guantánamo y la práctica de alimentar a la fuerza a los que estaban en huelga de hambre — cual prácticas las organizaciones internacionales que velan por los derechos humanos denunciaron por constituir la tortura. Muchos de los casi 800 hombres musulmanes detenidos en Guantánamo eran personas vendidas a las fuerzas armadas yanquis por un botín, y se ha acusado a solo un puñado de ellos de algún delito. Pero para Kelly: “Allá no hay hombres inocentes”.
Cuando Trump nombró a Kelly como jefe del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), era uno de tres generales y un almirante asignados a altas posiciones en el régimen de Trump y Pence (James “MadDog” Mattis, Secretario de Defensa; Mike Rogers, Director de Seguridad Nacional; Michael Flynn, Asesor de Seguridad Nacional, quien tuvo que renunciar, reemplazado por otro general, H.R. McMasters). Como hemos dicho: “La agenda fascista del régimen de Trump y Pence requiere una reconfiguración radical y violenta de la sociedad estadounidense y una férrea reafirmación de ‘Estados Unidos primero’ en Estados Unidos y en todo el mundo. La incorporación de los generales refuerza la capacidad de Trump de hacer eso”.
Como jefe del DHS, Kelly firmó las órdenes en febrero que pusieron en marcha la política de Trump de “agilizar” las deportaciones de inmigrantes con métodos horripilantes. La Migra ha puesto en su mira a millones de personas, incluso a personas que no se han acusado de nada más que una infracción de tráfico, o personas que llevan años presentándose con regularidad ante los funcionarios de inmigración. Comunidades enteras viven aterradas. Familias desgarradas. Derechos civiles hechos trizas. Si eres inmigrante, con o sin papeles, o tienes pinta de inmigrante según la Gestapo de Trump, te pueden detener en cualquier momento y por cualquier razón. Desde la toma de posesión de Trump, se han arrancado de su familia, amigos y trabajo a más de 400 personas al día.
Cuando encabezaba el Comando Sur, Kelly mantenía que el flujo de inmigrantes no documentados hacia Estados Unidos es una “amenaza existencial”. En realidad es la dominación imperialista estadounidense la que ha causado la profunda pobreza, los violentos conflictos, y la represión política que ha obligado a millones de personas a fugarse de sus países. Como director del DHS, respaldó energéticamente la construcción del muro fronterizo de Trump, pidió que se incrementara la cantidad de efectivos para la Patrulla Fronteriza y la policía de inmigración, así como otras medidas para militarizar la frontera.
Kelly también ha alabado con entusiasmo la prohibición musulmana de Trump. En un discurso en abril, Kelly atacó a quienes, en sus palabras, por “un supuesto incidente en un aeropuerto, en un tribunal, o en un cruce fronterizo… suponen que los hombres y mujeres del DHS están abusando adrede a individuos inocentes y rompiendo o ignorando leyes estadounidenses u órdenes de la corte”. Lo que él descartó como “un supuesto incidente en un aeropuerto” se refería a las desastrosas consecuencias de la prohibición musulmana, cuyo propósito —exitoso— era el de lanzar un maremoto de terror por todo el mundo. La prohibición resultó en detenciones sumarias y el cierre de puertas a inmigrantes, refugiados, y viajeros. Separó a familias. Paró el ingreso, ya muy exiguo, de refugiados desesperados. Demonizó a musulmanes por todo el mundo, incluidos los que viven en Estados Unidos.
Kelly concuerda plenamente con Trump y sus ataques fascistas contra la prensa y el estado de derecho. Alega que los varios ultrajes —como el arresto y deportación de una mujer cuando compareció en un tribunal por un caso de violencia doméstica— son simplemente “informe[s] de prensa parcial[es] o impreciso[s]”. Declaró que si al Congreso no le gusta lo que hace el DHS, pues deben “cambiar las leyes [o] callarse”.
Ahora, este promotor de la tortura, de redadas de inmigrantes en masa, y de una prohibición dirigida a un grupo entero de seres humanos, es el Jefe de Gabinete de Trump. Los comentaristas de la prensa grande, inclusive los que se presentan como “críticos” de Trump, esperan que Kelly imponga algo de “estabilidad” y “orden” en la Casa Blanca.
¡No! ¿Por qué carajo vamos a querer un régimen fascista “estable” y “ordenado”? Lo que la humanidad necesita urgentemente es que la gente, en sus millones, expulse al régimen de Trump y Pence, antes de que pueda consolidarse en el poder y cometer crímenes aún más monstruosos.
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