Entrevista de Michael Slate al dramaturgo Robert Schenkkan

La construcción del muro, una obra de teatro sobre el futuro, ahora

16 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Building the Wall (La construcción del muro) ocurre en un futuro muy cercano. . La administración de Trump ha detenido en redadas a millones de inmigrantes. Una escritora entrevista al supervisor de una prisión particular — que está esperando su sentencia por implementar la política federal que ha alcanzado lo inimaginable. Building the Wall es una obra de teatro cautivadora, desgarradora, e iluminante; la escribió el guionista de teatro y cine Robert Schenkkan, ganador de los premios Pulitzer y Tony. Plantea una advertencia impactante y pone un rostro humano a lo inhumano, lo que revela cómo lo que parece inconcebible se vuelve inevitable, cuando se niega la responsabilidad personal. La obra estrenó en el Fountain Theatre en Los Ángeles, y desde ese entonces se ha presentado en muchas diferentes partes de Estados Unidos. Schenkkan anima a compañías de teatro, actores y otros a conseguir la obra y presentarla donde sea que se encuentren. Lo siguiente son pasajes de una entrevista a Schenkkan en el programa radial The Michael Slate Show en KPFK el 31 de marzo, poco después del estreno de Building the Wall en Los Ángeles.

The Michael Slate Show se transmite cada viernes a las 10 am hora del Pacífico en KPFK 90.7 FM en Los Ángeles, una estación de la Red Pacifica. También se transmite en vivo y es posible escuchar o bajar programas archivados.

Revolución/revcom.us presenta entrevistas de The Michael Slate Show para familiarizar a nuestros lectores con las opiniones de figuras importantes del arte, el teatro, la música y la literatura, la ciencia, los deportes y la política. Las opiniones expresadas por los entrevistados son, por supuesto, las suyas; y ellos no son responsables de las opiniones publicadas en otras partes por Revolución/revcom.us.

********

Michael Slate: Robert, tu obra está impactando fuertemente a mucha gente. Es una pieza extremadamente importante en el mundo hoy. Dijiste que lo escribiste en “una furia candente” y la terminaste en una semana. ¿Qué te impulsó a hacerlo?

Robert Schenkkan: Bueno, eso fue a fines de octubre - al tambalearse hacia el final una de las campañas presidenciales más deprimentes. Yo estaba furioso y ansioso por lo que yo oía y la manera en que la prensa lo trataba. Pensaba que la retórica del entonces candidato republicano era deliberadamente incendiaria y que se había pasado de la raya de una manera grave. En seguida oía que comentaristas respetados, la prensa y los políticos trataban de tranquilizarnos diciendo que “él no quería decir eso” o “son palabras nada más”, o que ellos nos protegerían, y yo no lo creía para nada. Yo creía que sin importar el resultado de las elecciones —y para ser honesto, yo esperé un resultado diferente— yo creía que sin importar el resultado de las elecciones, ya nos habíamos pasado de la raya política y culturalmente, de una manera grave. Yo tenía que responder a eso como artista. Por lo que me planté y escribí esta obra en una semana. Eso es un poco más rápido que mi proceso normal, que puede tardar unos meses o unos años. Pero en este caso me dio un impulso tan fuerte, y tanta urgencia sobre la situación. Sentí en ese entonces y siento aún más hoy que estamos metidos en una crisis política en desarrollo — la magnitud de la cual nunca he visto en mi vida y dudo que la República la haya visto en 100 años, seguramente no en términos de semejante amenaza interna.

MS: La obra está ambientada en las secuelas del régimen de Trump, hasta cierto punto, y tiene cierta progresión construida sobre el hecho de se cometieron las cosas más horrendas y terribles. Sin embargo, tú has planteado que no se trata de una ciencia ficción del tipo “descabellado” — sino que en muchas maneras es la conclusión lógica de la trayectoria actual de las cosas. Hablemos de eso en relación a tu creación de la obra.

Robert Schenkkan: ¡Sí, en absoluto! La obra está ambientada en el futuro cercano, el otoño de 2019. Se la podría llamar ficción especulativa. Pero yo diría que la realidad final que yo he visualizado aquí es algo que podría plasmarse muy fácilmente. Lo que estamos viendo ahora mismo en los primeros meses de este nuevo régimen político, si bien choca y da coraje y temor, no es nada nuevo. Se trata de una página de un manual ya muy antiguo, el manual autoritario. El proceso es bastante directo. Uno hace que la población tenga miedo, que se sienta aislada y ansiosa. Se posiciona como el hombre fuerte que es la única persona capaz de rescatarla. Azuzan el nativismo y el racismo, echan la culpa a minorías raciales y religiosas, consolidan el poder y disminuyen las libertades personales…

MS: La manera en que presentas esto, todo tiene un fuerte impacto y plantea un reto. Presentas a estos dos personajes y francamente, la interacción entre los dos — es aguda. Pero también hay una manera en que ellos están realmente explorando la situación del otro, hasta cierto punto. Hay confrontación e interacción complejas entre estos personajes que están forcejeando con discusiones que están ocurriendo en esta sociedad y que son relacionadas orgánicamente con lo que acabas de decir sobre las cosas que se cometen que simplemente son un crimen inconcebible contra la humanidad.

Robert Schenkkan: Pues gracias, eso es lo que quiero hacer. La obra no tiene la intención de ser una polémica. De hecho, estoy tratando de bregar con unas ideas complicadas con las que estamos luchando; algunos temas complicados que no son en blanco y negro.  Hay una razón por qué personas que normalmente no hubieran votado por nuestro presidente actual lo hicieron durante esta elección y esto tiene que ver con fallas económicas y sociales muy reales que crearon las condiciones de tipo en que puede cobrar fuerza una figura autoritaria de este tipo. Es muy importante entender eso; no perdonarlo sino entenderlo para que podamos resolver el problema subyacente y, esperamos, cambiar las circunstancias con las que estamos luchando actualmente. Por lo que sí, con estos dos personajes que son diferentes en muchos aspectos — Rick es un gerente de origen obrero que controlaba una prisión particular y es blanco, hombre. El otro personaje, Gloria es una mujer afroamericana que es profesora de historia. Se juntan en este momento único. Rick ha sido declarado culpable de algún crimen no especificado que es obviamente serio, y está esperando su sentencia. Es interesante que no ha concedido otra entrevista a ninguna otra persona salvo Gloria.

Pues los dos están aquí en esta celda tratando de entender la historia, tratando de entender lo que pasó. Hasta cierto grado, Rick está bregando honestamente igual que Gloria, para entender lo que él ha hecho y las consecuencias. Estas personas, como todas personas, entran al espacio con un conjunto de expectativas y estereotipos sobre la otra persona y su política. Una y otra vez esas expectativas son desmentidas y sorprendidas, y ambas personas se ven obligadas a reconocer, más de una vez, lo limitado que es su entendimiento, lo estrecha que es su perspectiva, y lo complicadas que son las personas. Eso es intencionado. La obra tiene la intención de comunicar con un público muy amplio —sin importar la política de uno, si uno es de un estado rural o azul o un estado rojo— porque trata una condición humana muy fundamental. El reto aquí, como es siempre el reto, es entre la conciencia del individuo y el poder del estado. Esta es una lucha que es central a la tensión dinámica de la democracia. Aeschylus la exploraba hace dos mil años. Todavía es cierto hoy día. Nos gusta describir a nuestras democracias como vibrantes y sanas y fuertes, pues, sin embargo, estamos viendo, y no solamente en Estados Unidos sino en Europa también, lo frágiles que son, en realidad; lo fácil que es tambalearse y salir del camino, y lo importante, lo aún más importante que es, por lo tanto, que los ciudadanos ejerzan su principio moral, su elección moral y que no cedan esa autoridad a las autoridades.

MS: Cuando escribes sobre esta obra, mencionas el libro de Gitta Sereny, Into That Darkness [En aquellas tinieblas — 1978], y el impacto que tuvo en ti.

Robert Schenkkan: Este libro ya es una especie de clásico en la literatura sobre el Holocausto. Me tropecé con él, ni siquiera podía decirte cómo. Es una investigación sobre la vida y los tiempos de este individuo en particular que por un breve momento se hizo muy poderoso en la maquinaria nazi de la muerte. La autora pasa casi 60 horas entrevistándolo. Pero también entrevista a su esposa, familiares y colegas y personas que le sobrevivieron a él. Es un intento concreto de entender de alguna manera “¿Cómo llegó usted a hacer tales cosas?”. Fue muy, muy provocador y muy iluminador, para mí personalmente. Mi abuelo fue un judío holandés que emigró en la década de 1920, no sólo por necesidad económica, sino creo que también porque vio la inminente sombra del fascismo. Perdió a 16 miembros de la familia en el Holocausto y la pérdida le fue tan dolorosa que en realidad nunca me habló de ella. No me di cuenta de esta parte de mi historia familiar hasta que la descubrí por accidente cuando era un treintañero. Así de doloroso y profundo fue la pérdida, la herida. Sé que al leer ese libro, hace casi un año, ciertamente influyó en mí y sin duda encontró expresión en la obra de teatro que he escrito.

       

MS: Sigo pensando en la película The Nasty Girl [La chica terrible — 1990] en la que esta mujer regresa a Alemania y al pueblo donde vivían sus abuelos. Ella habla con todas estas personas que habían hecho las cosas más horrendas durante el régimen fascista de Hitler, denunciando a sus vecinos y a todo el mundo a la Gestapo, las personas siendo asesinadas y torturadas. Y nadie quería hablar de ello, fingiendo que hay que considerarlo pasado pisado. Pero yo pensaba que lo que haces con esta obra, la manera en que reflejas la lucha en ella, es que retas a la gente a no perdonar. Quieres que la gente entienda cómo sucede esto. No se trata de perdonar a alguien cuando se ha cometido crímenes de lesa humanidad. Esto parece relacionado con el punto que tú has citado un par de veces diciendo que lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada.

Robert Schenkkan: Bueno, es muy cierto. Acabo de leer un artículo interesante el otro día en el periódico, una reseña de un libro sobre la Gestapo y que en realidad, el número de miembros de la Gestapo, la fuerza policial nazi de Alemania, fue asombrosamente pequeño dado el tamaño de la población. Lograron intimidar y controlar a algo así como 3.800 ciudadanos para cada agente de la Gestapo. Bueno, obviamente no es que ese agente en particular esté en contacto con cada una de esas 3.800 personas en cada momento del día, así que ¿qué las mantiene bajo control? Lo que obviamente las mantiene controladas, intimidadas, subordinadas, es su propia concesión al estado. Esa es una noción crítica; que cedieron su poder. Cedieron su poder a las autoridades. Incluso si no estaban explícitamente involucradas en las actividades criminales perpetradas por el régimen, estaban implícitamente involucradas porque no dijeron que “no”, porque no se pusieron de pie. No tomaron una posición y es muy pero muy importante tener esto en cuenta....

Somos todos el héroe de nuestra propia obra de teatro. Rara vez pensamos o admitimos que podríamos estar equivocados o que nuestros motivos podrían ser menos que puros. Requiere una constitución y una conciencia muy fuertes para poder examinar de modo objetivo los motivos y la acción de uno mismo, pero es crítico que lo intentemos. La lenta progresión de Rick en la obra hacia el Gólgota está llena de pasos a medio y aún más pequeños que en sí mismos tienen un tipo de sentido; no parecen necesariamente malos en el momento, pero acumulativamente podemos ver que él ha emprendido un cierto camino, cuyas consecuencias son terribles y, como sugieres, en última instancia imperdonables. La única manera de evitarlo, y esto es el argumento final de la obra, la única manera de evitarlo es mantenerse muy consciente, muy consciente en su vida. ¡Es crítico permanecer despierto; estar al tanto de lo que está pasando! La tendencia humana a evitar lo desagradable o negar lo desagradable es casi irresistible. Es parte de nuestra naturaleza, especialmente cuando una amenaza no parece inmediata.

Ya sabes, es fascinante. No sé si viste este reciente artículo en el New York Times sobre los ciudadanos estadounidenses y sus percepciones del cambio climático. En realidad ahora hay una mayoría bastante considerable, el 70 por ciento que está de acuerdo con la idea de que el cambio climático está sucediendo y es el resultado de la actividad humana. Pero lo fascinante es que sólo el 20 por ciento de esas mismas personas siente que tiene un impacto en ellas mismas, y ahí radica la dicotomía y el muy terrible problema que nos enfrenta. No sentimos las consecuencias de nuestras acciones con bastante fuerza. Como consecuencia, no somos capaces o dispuestos o preparados para cambiar nuestras acciones, a pesar de que estamos poniendo en marcha fuerzas terribles, que una vez desatadas, nunca se podrán volver a controlar. Esa es la condición humana. Requiere un esfuerzo real para superar eso, para estar despiertos, para estar conscientes y para tomar nuestras decisiones conscientemente.



 

Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.