Washington, Lee y Trump:
5 puntos sobre los que hay que tener claridad

20 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

  1. Es justo y correcto ponerse de pie contra los nazis, los klanistas y los fascistas. Los que se niegan a ceder ante las turbas armadas de linchamiento o que, contra estos fascistas, se defienden con la fuerza o de otra manera a sí mismos y a las masas, son héroes y hay que defenderlos sin reservas.
  2. Estados Unidos es un país que nació del genocidio, el secuestro en masa y la esclavitud, y que en realidad inventó el racismo. Washington, Jefferson y la mayoría del resto de los “fundadores” no sólo eran dueños de esclavos en lo personal, con toda la fealdad que eso conlleva, como las violaciones y la destrucción de familias, sino que luchaban continuamente para defender y extender la esclavitud. Como Bob Avakian ha dicho, al inicio de su libro Lo BAsico, 1:1: “Sin la esclavitud, Estados Unidos no existiría tal como lo conocemos hoy. Eso es una verdad simple y básica”.
  3. Dicho esto, tienen una fealdad especial las estatuas a la Confederación, todas erigidas para legitimar la opresión y la humillación de la segregación legal y el terror abierto del dominio mediante turbas de linchamiento. Construyeron estas estatuas para clavarles un terror escalofriante en el corazón y los huesos a los que vivieron bajo ese dominio, o los que lo odiaron por simples razones humanas, y todavía las mantienen ahí por lo mismo; todos estos monumentos tienen que caer AHORA, empezando con los muchos monumentos en los edificios oficiales en Washington D.C., y no se debe acusar ni castigar de ninguna forma por cumplir el servicio público de retirar estas monstruosidades de la vida pública. A aquellos que ahora defienden estos monumentos que celebran el terror en contra de un pueblo entero, hay que sacarlos de la vida pública — empezando con Trump, Pence y todo el resto de este régimen fascista.
  4. Trump hereda y defiende el manto tanto de los George Washington como de los Robert E. Lee. Cuando Trump dice, en un momento insólito de decir la verdad, que tumbar los símbolos de la Confederación lógicamente lleva a tumbar los monumentos a todos los fundadores de Estados Unidos dueños de esclavos, y que esto representa una amenaza a los valores estadounidenses, revela mucho de la hipocresía repugnante en el centro de la política estadounidense tradicional.
  5. Sin duda, Trump es un monstruo despreciable. Pero sería una tergiversación de la realidad declarar que Trump de alguna manera es distinto en esencia o de alguna manera fundamental a los presidentes anteriores. Todos estos presidentes, de Woodrow Wilson, el demócrata que eliminó a los negros del empleo federal y promovió la película amante del Klu Klux Klan El nacimiento de una nación... a Franklin Roosevelt, cuyas reformas en realidad fortalecieron la supremacía blanca... a Richard Nixon, cuya “estrategia sureña” descaradamente movilizaba a aquellos blancos retrógradas que odiaban la desegregación escolar y la Ley del Derecho al Voto que permitía que los negros votaran, cuyo Departamento de Justicia se confabuló en el asesinato de líderes del Partido Pantera Negra, incluso mientras dormían, como en el infame caso de Fred Hampton… a Ronald Reagan, que abrió su campaña electoral con una visita a la ciudad hecha famosa por el linchamiento de tres trabajadores de derechos civiles en 1964, y no sólo se negó a mencionar ese linchamiento sino que defendió los “derechos de los estados”… a Bill Clinton que con deliberación posó para fotos de campaña señoreando a un grupo de presos negros en una cuadrilla de trabajos forzados y que con leyes y fondos le dio un impulso esteroidal a la encarcelación en masa y el terror policial… a Barack Obama, claro está, con sus ataques incesantes a los hombres negros por ser “irresponsables” y sus sermones fatuos y extremadamente dañinos de que “puedes salir adelante si le das la lucha” y que tildó de maleantes a la gente de Baltimore que se rebeló con valor contra el terror policial… defendieron las instituciones y la lógica de la supremacía blanca.
  6. Lo que SÍ distingue a Trump a los otros presidentes no es su reconocimiento de que la supremacía blanca es esencial para la historia y la preservación actual de los Estados Unidos capitalista-imperialistas así como son…sino su insistencia que, para que sobrevivan, el sistema política estadounidense y sus representantes tengan que desechar ABIERTA e IMPENITENTEMENTE los mensajes codificados de antaño, y salir a defender a grito pelado el racismo abierto y descarado y junto con eso, imponer leyes y medidas que son genocidas en su rumbo y propósito. Esto es el peligro particularmente urgente de lo que Trump y el régimen de Trump y Pence en su conjunto representan: el avance hacia el fascismo, a la dictadura abierta. Como hemos dicho: “El fascismo es cuando la clase burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que identifica como ‘enemigos’, ‘indeseables’ o ‘peligros para la sociedad’”.
  7. Trump continuamente sataniza a la gente negra, los inmigrantes, los musulmanes y otras “minorías”. Pero el régimen de Trump y Pence también tiene un programa político salvaje y, sí, fascista. Este régimen fascista ya ha puesto en marcha planes para privar a millones de negros y latinos y otra gente de color del derecho a votar; el mismo Trump ha llamado a extender a todo Estados Unidos el programa de parar y registrar (otro nombre para a la etiquetación racial generalizada y frecuentemente asesina), ha maniobrado para privar a millones de personas más del cuidado médico básico, ha ordenado la expansión de la encarcelación en masa por medio de su procurador general Sessions — este programa ya es verdaderamente genocida. Ahora los que abiertamente claman por un Estados Unidos blanco, por la limpieza étnica, por un genocidio total abierto, esta semana en público han cobrado ánimos del apoyo que Trump les dio, en esencia, por la salvajada de Charlottesville. ¿Adónde va esto?
  8. El fascismo que se maniobra tan agresivamente en este momento para establecer los términos y consolidar el poder, encarnado en este régimen de Trump y Pence, es extremada y extraordinariamente peligroso para la humanidad a nivel mundial y urge derrotarlo y expulsarlo — AHORA. Causan un daño grave aquellos que deploran a Trump pero no reconocen el carácter fascista del régimen de Trump y Pence en su conjunto, ni reclaman su expulsión y que a cambio aconsejan nada más esperar para las elecciones a más de un año de distancia. Un movimiento poderoso de millones de personas, en las calles, que se extienda a todos los sectores de la sociedad, que exija la expulsión del régimen de Trump y Pence, de hecho podría prender una crisis capaz de impedir que este régimen implemente planes que son fascistas de verdad que ponen en peligro directo a toda la humanidad. Tal movimiento no sólo es necesario urgentemente, sino que es posible, pero solamente si sectores sumamente diversos de la sociedad y de diferentes puntos de vista se unen para hacerlo.
  9. Por último, la gente tiene que hacer frente al carácter verdadero de una sociedad y un sistema que no sólo engendró a Trump sino lo eligió al mandato más alto de Estados Unidos y continúa tolerando su estancia en ese mandato. Esto significa hacer frente a la verdadera historia de Estados Unidos, enraizado en la esclavitud de los negros y en el genocidio del 90 por ciento de los indígenas que habitaban estas tierras; a la naturaleza del sistema del capitalismo-imperialismo que ha generado esa historia; y al hecho de que en realidad sí hay una solución a esta locura, una sociedad que en el proceso y como misión central podría arrancar de raíz el suelo tóxico de la opresión y sanar las cicatrices de los horrores cometidos por este sistema. Únicamente es posible llevar a cabo dicha solución por medio de una revolución, una revolución para la que existen la estrategia, la visión y el “plano” para una nueva sociedad (plasmada en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte) y en la dirección, en Bob Avakian y el Partido Comunista Revolucionario al que él dirige.
       

 

 

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