Una carta:

Un inmigrante, deportado hace poco, nos llama a ponernos de pie YA

27 de septiembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Mi prima es una revolucionaria. Me pidió que escribiera sobre mi experiencia de ser deportado. Al principio no tomé en serio lo que me pidió. Supongo que yo no creía que mi historia pudiera importarle a nadie, pero luego me enteré de que estos malditos cabrones terminaron DACA y pensaba — esto no es normal.

Toda mi vida he vivido temeroso de la deportación. Toda mi vida he tenido que pensar en cosas en que otros no tienen que pensar. Tuve que estar especialmente cauteloso al conducir para que no me orillara y un policía me pidiera una licencia que no tenía. Tuve que evitar ciertos lugares conocidos por tener puestos de control. Vivía con un temor constante. Siempre lo tenía en mente, casi como si sólo fuera una cuestión de cuándo. ¿Cuándo me deportarán? Vine a este país cuando tenía 10 años. No hablaba inglés. Era difícil acostumbrarme a todos los cambios, y me topé con mucho racismo de los profesores y de los compañeros de clase. Me trataron como si fuera estúpido, y al crecer, tenía mucha rabia. No pensaba que mi vida contara para nada, así que me metí en estupideces y salí con antecedentes criminales. No era nada impresionante, pero suficiente para impedir que cumpliera con los requisitos para programas como DACA.

Al crecer logré poner vida en mejor camino. Conocí a una mujer que me retó a ser un hombre mejor y estaba listo para formar una familia, pero en un instante toda mi vida se puso de cabeza. El ICE me detuvo en el trabajo. Tuve suerte que un amigo se pusiera en comunicación con mi familia porque cuando entré al centro de detención, me enteré que muchos ni siquiera podían informarle a la familia que estaban detenidos. Algunos habían estado ahí mucho tiempo. Básicamente es una prisión y nos tratan como si no nos importáramos ni un maldito bledo. Para colmo, conocí a un tipo que no estaba recibiendo los medicamentos que necesitaba. No nos trataron como personas y me sentí lo mismo como de adolescente. Una ira al darme cuenta de que a los ojos de otros no contamos — éramos animales o algo peor.

Cuando Trump se hizo presidente, yo estaba tan enojado. Pensé en sus comentarios en que etiquetó a los mexicanos como violadores, y yo sabía que tenía que tener aún más miedo ahora. Estaba enojado, pero mi vida siguió su camino, y no hice nada para actuar debido a mi enojo. Simplemente me sentía solo. Sabía que la gente hacía protestas, pero no se me ocurrió participar. Ahora deseo que lo hubiera hecho. Pensé en mi prima cada vez que veía las noticias. Oí su voz diciéndome que saliera e hiciera algo, pero la verdad es que temía correr riesgos de esa forma. Ahora deseo que hubiera hecho algo más. Quiero decirle algo a la gente que siente el miedo que yo sentía. Ninguno de nosotros está a salvo, y no simplemente podemos permanecer a un lado con el fin de protegernos el pescuezo, porque ellos sí vendrán por nosotros. Vendrán por ustedes como vinieron por mí, y en tal caso su vida se echará a perder porque ellos estarán a cargo. Creo que ahora mismo la gente tiene que superar el temor porque si nuestra vida ya corre riesgos, más vale controlar los riesgos. Más vale ponernos al frente para hacer algo que importa y ver si podemos impedir que esto les pase a otros. No sólo las deportaciones sino todos los otros atropellos que ellos le hacen a la gente — a las mujeres y a los negros, a los musulmanes y a la gente LGBT. Ustedes no pueden poner pretextos con el fin de permanecer a un lado y no hacer nada, pues la vida de la gente corre peligro, y es necesario que todos tengamos valor y nos pongamos de pie unidos por ellos.

 

 

 

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