La controversia sobre los comentarios de Matt Damon respecto al movimiento #YoTambién

¿Queremos retribución o transformación?

11 de enero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

De un(a) lector(a):

En las últimas dos semanas, se ha suscitado bastante controversia y comentarios sobre los comentarios del actor Matt Damon acerca del movimiento #YoTambién. La reacción ha variado desde las críticas sustanciales a las quejas de que el problema es que él, siendo hombre, comente tan siquiera. Incluso se ha circulado una petición para sacarlo de la película Ocean’s 8.

Algunos de los comentarios de Damon que se han citado más (aquí en contexto) son: “Creo que estamos en un punto de inflexión. Creo que es fantástico. Creo que es maravilloso que las mujeres se hayan empoderado para contar sus historias, y que es totalmente necesario… Pero creo que hay un espectro de comportamiento, ¿verdad? Y vamos a tener que distinguir – pues, hay una diferencia pues entre darle a alguien una palmadita en las nalgas, y la violación o el abuso de niños, ¿verdad? Sin duda, hay que confrontar y erradicar a ambos comportamientos, pero no hay que revolverlos, ¿verdad? … Estamos muy activados para conseguir la retribución, me parece. Y vivimos en esta cultura de indignación y perjuicio, sabes, que la tendremos que corregir suficientemente como para decir, ‘Esperen un momento. Ninguno de nosotros llegó perfecto’”.

Luego, habló de un par de casos diferentes en este “espectro” donde, por cargos criminales, debería haber tiempo en la prisión, pero para crímenes menores, tendría que haber transformación, “reflexión y diálogo y algo de reconciliación”.

¿Son correctos o incorrectos, en lo básico, estos comentarios? Son básicamente correctos. No solamente por señalar cómo debemos abordar diferentes casos en términos del castigo, sino también por indicar una tendencia negativa que ha surgido del movimiento #YoTambién. Y es crucial tener un enfoque correcto sobre esto si es que este movimiento vaya a avanzar sobre una base positiva. Necesitamos un mundo libre de todas las formas de explotación y opresión, de todas las estructuras y relaciones económicas y políticas subyacentes de las cuales surgen ellas, y todas las ideas que se basan en —y refuerzan— estas estructuras. Pero, para tener tan siquiera una posibilidad de lograrlo, tenemos que tener un enfoque correcto de la lucha que libramos en este momento, hoy mismo, para hacer cambios. Quisiera centrarme aquí en tres cuestiones concentradas en esta controversia sobre los comentarios de Damon.

1. ¿Queremos retribución o transformación?

En repuesta a Damon, la actriz y activista Alyssa Milano tuiteó un hilo en torno a la idea de que “lo micro hace lo macro”. Comparó el asalto sexual con el cáncer: puede haber diferentes grados, pero sigue siendo el cáncer. Explicó: “Yo he sido víctima de cada componente del espectro del asalto sexual de que hablas. Todos duelen. Todos son conectados con un patriarcado entretejido con la misoginia normalizada, aceptada — y hasta bienvenida”.

Defendió la “cultura de indignación” de una manera que podría llegar a justificar el aspecto de retribución a la cual Damon criticaba. Ella dijo: “El acoso, la mala conducta, el asalto y la violencia sexuales son una enfermedad sistémica. El tumor se está extrayendo ahorita sin anestesia. Favor de mandar flores”. Alyssa Milano debe perseguir su metáfora. En la historia del cáncer de seno, en tiempos anteriores, el único tratamiento que conocían era la mastectomía radical. Cuando los cánceres volvían a aparecer después de la cirugía, como solía pasar, los doctores concluyeron que no habían cortado lo suficientemente profundo. Por lo que volvían a operar, cortando aún más, y frecuentemente herían a las mujeres con ese tratamiento sin prevenir la reaparición de cánceres. Sólo hasta que la medicina identificó un componente genético de ciertos cánceres de seno —es decir, sólo cuando se entendieron correctamente las causas subyacentes— se podía formular un tratamiento más efectivo. Si permitimos que este momento y este movimiento se reduzcan a centrarse en los individuos sin distinguir entre ellos, mientras se ignoran las verdaderas causas subyacentes y realmente sistémicas y se dejan sin tocar los factores institucionales, se podría extraer unos pocos tumores —junto con algo del tejido sano— pero después de la cirugía inicial, el cáncer seguramente regresará.

Dadas las muchas formas en que este tipo de misoginia permea y moldea nuestro mundo entero, ¿creemos que podemos o debemos tratar de resolver esto con puros castigos? Para los hombres —que quizás nunca han considerado ni entendido de lleno los horrores que sufren las mujeres— ¿qué es el tipo de debate y lucha que hacen falta para una transformación de verdad? ¿Qué tipo de debate y lucha amplios hace falta para que los hombres, y sí, para que muchas mujeres, reconozcan el pantano en que todos nadamos y que nos modela a todos? ¿Para realmente reconocer y sacar de raíz todas las formas en que consideran a las mujeres —y francamente, en que ellas mismas se consideran— como menos que seres humanos? Lo arraigados que son los papeles de género impuestos, lo entretejido que es la degradación en nuestras relaciones más íntimas, el entrenamiento de las mujeres para que se vean a sí mismas como mercancías... todo eso deriva de un sistema y hay que apuntar al sistema por ello — y no por medio de una sed de sangre individual que en realidad deja impune al sistema.

Sin contradecir ese punto esencial, hay que reconocer aquí algo importante que Milano estaba señalando: las muchas maneras en que las mujeres son obligadas a andar por el mundo rodeadas y asaltadas a cada paso — en la calle, en el trabajo, y en sus espacios más íntimos. Añadiríamos que también en la cultura en conjunto (incluido la ubiquidad del porno, la que el movimiento actual no trata suficientemente), y en la familia. El abuso, el acoso, y peor, a los que están denunciando justamente ahora, son entrelazados sistemáticamente con el sistema mayor del patriarcado, que no es simplemente un insulto sino un sistema de subyugación que surgió con la división de la sociedad en clases y que ahora es completamente entretejido con el sistema de capitalismo-imperialismo.

La ubiquidad y la gran envergadura de esto es algo que los hombres en esta sociedad no entienden o aprecian espontáneamente, y la sociedad los enseña a estar ciegos ante ello. Nadie entiende espontáneamente el carácter institucional de ello, y ahora está en peligro de perderse uno de los puntos fuertes originales de este movimiento, el de señalar y centrarse en ese papel y complicidad institucionales.

El mismo Damon claramente ha estado aprendiendo mucho por medio de este auge de lucha. Más adelante en la misma entrevista con él, habla de lo sorprendido que fue al saber qué tan generalizado es el asalto sexual. Dijo, “Creo que una de las cosas que me sorprendió fue el grado en que mis amigas, que, creo, de todas con las que he hablado en el año pasado desde que comenzó todo esto — a ninguna de ellas, que me acuerdo, le faltó una historia en algún punto en su vida. Y la mayoría de ellas tenía más de una historia”.

Además, es claro que Damon no entiende de lleno las maneras en que se educan a todos los hombres a ver y tratar a todas las mujeres, y las maneras en que esto oprime a todas las mujeres. Pero, cabe repetir, este sistema y la cultura prevaleciente inculcan e imponen dicha ignorancia. Lo que hace falta es una lucha seria y de principios al respecto.

Un reciente artículo en revcom.us, “El movimiento #YoTambién: Mantener el premio en nuestra mira”, señaló lo siguiente: 

Esta contradicción profunda tipo grieta divisoria de la sociedad, que afecta negativamente a todas las niñas y mujeres en el planeta (y sí, a muchos niños y hombres también), puede y debe entenderse como una contradicción profunda “entre el pueblo y el enemigo” en ese sentido. Pero esta contradicción —que en realidad surge del funcionamiento de este sistema— no obstante se manifiesta frecuente o incluso típicamente, como una contradicción en el seno del pueblo. Esto es un asunto muy importante en que hay que reflexionar y con lo que hay que bregar para determinar la mejor manera de dirigir en relación con esta batalla actual y más en general: una contradicción clave “con el enemigo” que muchas veces se manifiesta como una “contradicción en el seno del pueblo”.

El acoso sexual y el asalto sexual afectan negativamente a todas las niñas y mujeres durante su vida, y asimismo todos los niños y hombres son moldeados, entrenados y atrapados, a un grado u otro, desde una edad temprana, en una cultura prevaleciente que de rutina fomenta, alienta, defiende y normaliza la práctica de la supremacía masculina en un sinfín de formas, que van desde “bromas” sexistas a la pornografía y a las formas cotidianas y constantes del acoso menor, a los asaltos físicos abiertos, y la violación, la cual es el ejercicio definitivo del poder para humillar, degradar, disminuir y deshumanizar. TODOS estamos ahogándonos en esta cultura pútrida. ¿No tenemos que lidiar con la manifestación de estos problemas vía los niños y los hombres, TODOS los niños y hombres, moldeados por el patriarcado desde la infancia, los niños y los hombres que incluyen a seres queridos — padres, novios, esposos, hijos, mejores amigos? La página web presenta obras, en particular de BA, que tratan este tema, y algunos de los artículos de las últimas semanas empiezan a hablar de esto, pero hace falta hacer mucho más.

Hay mucho en esto con lo que vale la pena forcejear — la realidad y las implicaciones de esta contradicción.

2. ¿Los hombres tienen el derecho y la responsabilidad de expresarse o deben simplemente callarse la boca y escuchar?

Otro aspecto importante de la crítica a Matt Damon es que él, por ser hombre, ni siquiera debe expresarse sobre esto. Que, en este momento, debe “callarse la boca y escuchar” simplemente. Pero esto está mal y nos llevará por un camino muy malo.

Un punto crítico de la epistemología: La verdad no se determina por la identidad del que habla; la verdad se determina por la evidencia.

En primer lugar, debemos escuchar y aprender de la lluvia de historias de las mujeres. Y es necesario que esto ocurra mucho más, al mismo tiempo que hay que dirigirlo cada vez más contra el sistema y la cultura que son la fuente de todo esto. Pero si bien la mayoría de las alegaciones SON la verdad y si bien toda mujer SÍ tiene una historia o más que contar, todas y cada una de las alegaciones no son la verdad. Hay demasiados casos dolorosos que contar, entre ellos los “Scottsboro Boys” 1 y un sin fin de linchamientos de hombres negros basados en acusaciones de violación. En la actualidad hay casos de acusaciones que después resultaron falsas, como el del equipo masculino de lacrosse de la Universidad Duke, la historia sobre la Universidad de Virginia publicada en Rolling Stone, o incluso casos de identidad equivocada.

Hay que escuchar a toda mujer y tomársela en serio, pero al evaluar la verdad, tenemos que basarnos en la evidencia.

Pero este punto tiene otra dimensión más profunda. Llegar a la verdad sobre las causas sociales fundamentales de esto y sobre los cambios del tipo que hay que hacer para eliminarlo, es una cuestión independiente del género o la posición social del que habla, y todas las personas que quieran ver que esto se elimine deben participar en tratarla, con todo lo que puedan aportarle.

Si pensamos y actuamos a base de la falsa idea de que “la verdad se deriva del que habla”, en última instancia esto reforzará una sociedad en la que “no hay razón como la del bastón”. Con ese criterio, el que tenga más poder podrá definir y dictar lo que se acepta como la verdad. Aquí vale pensar en por qué el régimen de Trump y Pence es tan emperrado en borrar los conceptos básicos de la realidad objetiva y las verdades basadas en la evidencia y la ciencia (hasta tal punto que su régimen ha prohibido usar esas frases en presupuestos y documentos oficiales, etc.). Piensen en la manera en que están entrenando al movimiento fascista el que están movilizando, para que considere como verdad lo que corresponda y refuerce sus sentimientos — sentimientos, en este caso, arraigados en la supremacía blanca, la misoginia, y el chovinismo estilo Estados Unidos “Über Alles” (una consigna alemana que usó Hitler), los que se le han machacado a la gente en Estados Unidos desde el día que nacieron.

Si las personas no están de acuerdo con el contenido del argumento de Matt Damon, deben debatir sobre esa base. Y si bien es cierto que con demasiada frecuencia los hombres han descartado a las mujeres, o no les escuchan ni las oyen, o les son condescendientes, la acusación de “macho-explicar” —de la que han acusado a Damon incesantemente— esquiva y ofusca la cuestión esencial: ¿El problema está en el contenido del argumento de una persona o en el género de la persona que lo presenta?

3. Una tendencia peligrosa: borrar obras

Como noté en el principio de esta carta, la indignación contra Matt Damon ahora incluye una petición, firmada por más de 20.000 personas, que exige que lo borren de la próxima película, Ocean’s 8 (la nueva versión con un reparto principalmente femenino) porque dejarlo en la película “trivializaría la naturaleza grave de las acusaciones contra abusadores sexuales…”.

Esto implica un fenómeno muy negativo: el de borrar la obra de personas a base de acusaciones, o, en el caso de Damon, clamar a borrarla a base de desacuerdos con lo que él dijo y/o alegaciones no comprobadas sobre lo que sabía o no sabía sobre Harvey Weinstein. ¿Qué era el efecto del boicot contra la película The Birth of a Nation debido a antiguas acusaciones de violación contra el director Nate Parker — acusaciones por las cuales fue procesado y absuelto en la corte? Muy poca gente vio su importante, y única, película sobre una rebelión armada de esclavos, y ¡esta falta fue celebrada y alentada erróneamente por demasiadas personas!

¿Qué resulta tiene cuando se establece una norma en la que no juzgan una obra por sus méritos, sino que efectivamente ni siquiera permiten que se conozca, debido a alegaciones sobre las transgresiones del autor — sin importar el contenido de la obra?

Esto está pasando al actor Kevin Spacey y otros a base de alegaciones, otra vez. Al respecto, Matt Damon se equivocó seriamente en la misma entrevista con él cuando defendió la decisión de borrar a Spacey de una próxima película a base de razones económicas: que esto era “inteligente, desde una perspectiva de ganancias”. Seguir a la cola de lo que es popular en cualquier momento, siendo el factor determinante fundamental el éxito comercial, llevará a un lugar terrible. En general, este sistema fomenta y alimenta un modo de pensar incorrecto entre la gente, y de ahí se aprovecha de ello para justificar lo que equivale a la censura con el pretexto de la opinión pública que ellos mismos han creado. Esto es la lógica de la complicidad con las listas negras.

La indignación justa que se ha desatado en estos últimos meses debe continuar y avanzar — pero esto requiere normas y principios que reflejen el mundo lo que la humanidad necesita y que no caigan en los mismos métodos, como reflejos en espejo, que nos mantienen en este lugar.


1. Los Scottsboro Boys eran nueve adolescentes negros, entre las edades de 13 y 19, acusados en Alabama de violar a dos mujeres blancas a bordo de un tren en 1931. Dos veces jurados compuestos en su totalidad por blancos los encontraron culpables, pero el caso llegó a la Suprema Corte. Al final los absolvió, pero colectivamente pasaron años en la prisión, por una terrible injusticia. [regresa]

 

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