Trump y Pence aceleran amenazas de guerra, y los demócratas los refrendan

7 de marzo de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

De Corea del Norte e Irán, a Rusia, China y más allá, el régimen de Trump y Pence, en buena medida respaldado por los demócratas, está acelerando belicosamente sus amenazas militares, económicas y políticas de “Estados Unidos Ante Todo”. Las tensiones mundiales se incrementan mientras que otras potencias reaccionarias reaccionan y toman sus propias medidas. Se intensifican los detonantes donde podrían darse conflictos. El peligro de una guerra inimaginablemente catastrófica se vislumbra cada vez más posible, poniendo a millones, tal vez miles de millones, de vidas en riesgo.

En solo la última semana algunos de los focos clave de tensión se han agravado:

Amenazas geoestratégicas: Estados Unidos ha identificado a China y Rusia como crecientes amenazas geoestratégicas.

Para la administración de Obama, China era una creciente potencia y rival capitalista que había que “contener” dentro del orden mundial dominado por Estados Unidos, y Obama se proponía cambiar el enfoque estadounidense para lograr esto. Ahora, con Trump, esta creciente rivalidad ha pasado a aguas desconocidas y aún más peligrosas. Esto se ha visto en el aumento de ejercicios militares y retos a China en los territorios que reclama en las estratégicas vías marítimas del Mar del Sur de China, el incremento de amenazas estadounidenses contra Corea del Norte (que históricamente ha sido aliada de China), y el que esta semana el secretario de Defensa Mattis propuso que las restricciones y aranceles tuvieran excepciones para los “aliados de seguridad nacional” de Estados Unidos; mejor dicho, que se dirigen a China y no a países como Canadá.

Aún más ominosa fue la respuesta de la clase dominante estadounidense a un anuncio de que el Partido Comunista de China iba a considerar revocar los límites de mandato para que el presidente Xi Jinping pudiera gobernar indefinidamente. Todos, uniformemente, han interpretado esto como una grave escalada y señal de que China no iba a retroceder ante las amenazas estadounidenses y que no iba a acatar sus reglas, sino que perseguiría sus propios intereses con más firmeza. Según el New York Times, los sectores liberales de la clase dominante estadounidense apoyan —es más, exigen— una respuesta más agresiva a China de parte de Trump.

Al mismo tiempo, estos sectores, que incluyen a los demócratas, le están criticando a Trump por “pasar por alto” las amenazas de Rusia. Sin embargo, en la realidad tanto la Estrategia de Seguridad Nacional como la Revisión de Postura Nuclear del régimen señalan Rusia como un rival importante y una creciente amenaza militar. Esto está llevando a una nueva carrera armamentista, centrada en la modernización de armas nucleares, así como una intensificación de conflictos en la rebatiña por influencia en Europa del Este y el Oriente Medio.

La Península de Corea: Las nubes bélicas oscurecen. (Ver la clase abierta virtual de revcom sobre Corea del Norte para más artículos sobre el tema). Apenas concluyeron las Olimpiadas en Corea del Sur, el régimen de Trump y Pence anunció nuevas sanciones y se acercó a imponer un bloqueo económico contra Corea del Norte. De imponerse un bloqueo, la marina yanqui abordaría, registraría, y posiblemente se incautaría de buques con rumbo a Corea del Norte, acciones que Corea del Norte —y posiblemente China también— podría considerar una declaración de guerra.

El ímpetu hacia una guerra resaltó y se hizo más intenso esta semana cuando renunció el principal negociador con Corea del Norte del Departamento de Estado de Estados Unidos, quien tenía unos desacuerdos con el enfoque belicoso de Trump. La semana pasada, el senador republicano Jim Risch, segundo en el Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, advirtió que Trump está listo para iniciar una guerra contra Corea del Norte y que eso “probablemente sería una de las peores catástrofes en la historia de nuestra civilización… [con] bajas en masa como el planeta jamás haya visto. Será de proporciones bíblicas”.

El Oriente Medio: Ya está entrelazado en los conflictos del Medio Oriente, ahora Estados Unidos ha intensificado sus amenazas contra Irán. La más reciente amenaza insiste en que los imperialistas europeos —Francia, Alemania e Inglaterra— redacten de nuevo el pacto nuclear que todos ellos firmaron con Irán en 2015. Irán NO ha violado el pacto, y estos imperialistas europeos intentan preservar el pactopor aceptar algunas de las demandas estadounidenses de imponer nuevas condiciones onerosas contra Irán, inclusive extender las restricciones severas en su programa nuclear civil. Estas condiciones podrían desmantelar el pacto nuclear y resultar en un choque o una posible guerra entre Estados Unidos e Irán.

Al mismo tiempo, Estados Unidos ha incrementado su apoyo tanto para Israel como para Arabia Saudita, rivales claves contra la influencia de Irán en la región y promotores de un enfoque mucho más agresivo hacia Irán, lo que incluye descartar el pacto nuclear. Estados Unidos sigue apoyando plenamente el ataque asesino —genocida— de Arabia Saudita contra Yemen, y a lo que fue en efecto un golpe de estado en Arabia Saudita que concentró el poder en manos del príncipe Mohammed bin Salman quien está poniendo a Arabia Saudita cada vez más en pie de guerra, y contemplando la adquisición de armas nucleares.

Esta escalada —las posturas, retórica y actos agresivos de este régimen fascista— cada vez más conlleva graves peligros para la humanidad entera.

El desarrollo de la doctrina de Trump

El régimen de Trump y Pence es una concentración extrema del capitalismo-imperialismo y una respuesta a sus compulsiones motrices.

Una competencia despiadada por la ventaja estratégica y la acumulación de capital impulsa el capitalismo-imperialismo. Los bloques de capital están arraigados en su nación particular o “patria”, al mismo tiempo que son impulsados a operar y competir a escala mundial, y entre sí. Esto da lugar a rivalidades militares y políticas —y guerras— entre estados, especialmente las potencias imperialistas dominantes del mundo, como los baños de sangre de las dos guerras mundiales. En las últimas décadas, estas rivalidades se han manifestado principalmente en forma de guerras en las naciones oprimidas por el imperialismo, popularmente conocidas como el Tercer Mundo, y en guerras contra esas naciones. Ahora se manifiestan como una rivalidad entre los grandes potencias sobre el control de las rutas comerciales, el acceso a los mercados, los recursos clave, y las regiones estratégicas como el Medio Oriente y Asia Oriental.

Los imperialistas de Estados Unidos han dominado este sistema desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero ese dominio se ve cada vez más desafiado por las crecientes potencias regionales y globales. Los gobernantes de Estados Unidos ahora hablan de “un retorno a la competencia de grandes potencias” con Rusia y China ya que estos han “avanzado sus capacidades militares para actuar como potencias mundiales”.

En este contexto, este régimen ha adoptado una estrategia mucho más agresiva de Estados Unidos Ante Todo, despreciando las nociones de trabajar en alianzas e instituciones multilaterales como parte de la “comunidad internacional” imperialista que Obama y otros imperialistas adoraron evocar. Articulando este contraste, Gary Cohn, director del Consejo Económico Nacional de Trump, y H.R. McMaster, asesor de seguridad nacional, escribieron sobre la “visión clara [de este régimen] de que el mundo no es una ‘comunidad global’ sino una arena donde naciones, actores no gubernamentales y empresas participan y compiten por la ventaja. Aportamos a este foro una fuerza militar, política, económica, cultural y moral inigualable. En lugar de negar esta naturaleza elemental de los asuntos internacionales, la abrazamos”. (Énfasis añadido).

Traducción: En un mundo de cada uno contra todos, lo importante es Estados Unidos Ante Todo y al diablo con las consecuencias. Esto concuerda con la lógica fascista de “Hacer que Estados Unidos Vuelva a Tener Grandeza”, con su tríada de supremacía blanca, supremacía masculina y supremacía global estadounidense. Esto exige superar los crecientes desafíos y obstáculos frente al imperialismo estadounidense: China, Rusia, Irán y Corea del Norte.

Todo esto propulsa a este régimen hacia las amenazas militares, la agresión y la guerra, sin oposición alguna por parte de los demócratas, de hecho alentadas por ellos. Efectivamente, lo único que los demócratas dicen acerca de los asuntos exteriores es su sinfonía de una sola nota: ¡Trump no es lo suficientemente duro contra Rusia! Una victoria demócrata en las elecciones de 2018 no va a cambiar nada al respecto. Lo que trae a la mente la frase memorable de Obama a Trump, capturando una cosmovisión y un punto de vista, “Todos estamos en el mismo equipo”, especialmente cuando se trata del dominio estadounidense en el sistema mundial del capitalismo-imperialismo. Cualquier enfoque que dependa de elegir a los demócratas para detener a Trump, como mínimo, preparará a la gente para aceptar las atrocidades más opresivas y horrendas contra el pueblo del mundo y tal vez facilitar la catástrofe nuclear.

El fascismo y la guerra

La consolidación del fascismo requiere superar los obstáculos planteados por otros sectores de la clase dominante — y por la gente. El régimen fascista de Trump y Pence se enfrenta a muchos obstáculos al mismo tiempo que avanza a toda máquina para rehacer la sociedad y el estado en camino al fascismo. La guerra, al menos a su comienzo, puede potencialmente ayudar de manera importante a este proceso.

El régimen tratará de ganar a la gente para que “apoye la bandera”, confiando en el chovinismo estadounidense espontáneo y reforzándolo. Los que se opongan firmemente a este régimen y los crímenes de este imperio se enfrentarán a una mayor persecución, represión e intentos de silenciarlos.

Mientras tanto, los críticos y opositores a Trump en la clase dominante casi todos dejarán a un lado sus diferencias en interés del país por encima sus “enemigos”. Considere no solo la posición actual de los demócratas como los “verdaderos patriotas”, sino su apoyo casi unánime para la Ley PATRIOTA y la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF por las siglas en inglés) que proporcionaba una carta blanca para lo que fuera, desde la invasión de Iraq hasta el uso de aviones sin tripulación para asesinar a cualquier persona que el presidente estadounidense pusiera en su “lista para asesinato” (y sí, Obama tenía una lista de asesinatos mucho más larga que la de Bush).

Aquellos que se consuelan con el caos en la Casa Blanca de Trump deben tener cuidado: es posible que Trump y otros en el núcleo de este régimen decidan lidiar con el caos y dar un salto en la consolidación del fascismo por medio de algún tipo de medida dramática, la que podría incluir un ataque militar o una guerra. Tal acción podría ser premeditada, o podría ser una respuesta a acontecimientos que se salgan de control y escalen a una gran crisis o guerra.

Aquellos que piensan que los “adultos” como “los generales” Mattis, McMaster y Kelly y otros van a frenar tales avances hacia la guerra deben tener en cuenta que ninguno de ellos ha roto filas cuando Trump ha roto una norma tras otra: elogiar a los supremacistas blancos en Charlottesville como “buena gente”, amenazar con “destruir totalmente” a Corea del Norte (ante la ONU, por increíble que parezca), y demasiadas otras normas rotas para mencionar. Incluso con sus diferencias, son parte de este régimen, con una coherencia general en su programa fascista.

El peligro de la guerra está surgiendo una vez más, guerras que bien podrían involucrar armas nucleares y “bajas en masa como el planeta jamás haya visto”. El futuro de miles de miles de millones de personas, y quizás la humanidad misma, está en peligro, amenazado por una pandilla de monstruos fascistas encabezados por un matón maníaco con su dedo en el gatillo nuclear. Ahora, más que nunca, ¡ya es hora de actuar, en nuestros millones, para expulsar del poder a este régimen!

 

 

 

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