Abril de 1968: La rebelión de los negros que estremeció a Estados Unidos y al mundo
4 de abril de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us
Horas tras el asesinato de Martin Luther King Jr. el 4 de abril de 1968 en Memphis, empezaron a arder las llamas de rebelión en ciudades grandes como Washington, D.C., Chicago y Baltimore, y ciudades pequeñas. Arriba: Un cordón de policía antimotines en las calles 14 y U, Washington, D.C. Foto: AP
Hace cincuenta años, el 4 de abril de 1968, un asesino mató a Martin Luther King Jr. en Memphis, Tennessee. King tenía 39 años y era el principal líder del movimiento por los derechos civiles.
King predicó y luchó por el cambio dentro del marco del sistema actual, y especialmente contra la pobreza y la discriminación que oprimen al pueblo negro. Antes de su asesinato, estaba denunciando cada vez más la escalada estadounidense de la guerra en Vietnam. Y luego se saldría a relucir que el FBI estaba llevando a cabo una insidiosa campaña en su contra, no solo espiándolo sino intentando desacreditarlo difundiendo rumores maliciosos e incluso enviándole una carta “anónima” que amenazó con revelar detalles sobre su vida privada y sugirió que se suicidara para evitar un escándalo. Si bien muchas personas admiraron a King, otros, como el emergente Partido Pantera Negra, exploraron y promovieron soluciones más radicales y revolucionarias. Estas fuerzas habían roto con el enfoque de King de trabajar dentro del sistema, y enfrentaron directamente el sistema.
Pero el asesinato de Martin Luther King Jr. afectó profundamente a todo el mundo, obligándoles a lidiar con cuestiones profundas. Tres días después del asesinato, la cantante negra Nina Simone cantó la canción “Why? (The King of Love Is Dead)” [¿Por qué? (El rey del amor está muerto)]: “No era un hombre violento / El prejuicio había sellado su destino / Mi gente, ustedes deben reflexionar / Todos saben que estamos al borde / ¿Qué pasará, ya que el rey está muerto?” Entonces, en desgarradoras letras improvisadas, cantó:
¿Qué va a pasar ahora, en todas nuestras ciudades?
Mi gente se está levantando...
Si tienes que morir, está bien
porque sabes lo que es la vida.
Ya sabes lo que es la libertad por un momento en tu vida.
La represión violenta, el racismo degradante, la pobreza que roba la vida... esto fue lo que millones de negros habían experimentado por tanto tiempo y continuaron experimentando diariamente. Y luego al ver asesinado a Martin Luther King Jr. — fue simplemente demasiado.
Levantamientos en ciudad tras ciudad
La palabra corrió como un reguero de pólvora: “¡Mataron al Dr. King!”. De persona a persona, de barrio a barrio. Un periodista que en ese momento estaba con las tropas estadounidenses, incluidas tropas negras, en una base de marines en Vietnam, recordó más tarde: “La muerte de Martin Luther King se inmiscuyó en la guerra de una manera que ningún otro evento exterior nunca había hecho”.
Surgieron las lágrimas... y surgió una gran indignación. Apenas unas horas después del asesinato de King, ese jueves por la noche, las llamas iniciales de la rebelión se encendieron en las ciudades más grandes como Washington, D.C., Chicago y Baltimore, así como en ciudades más pequeñas como Flint, Michigan; Hartford, Connecticut; Jackson, Misisipí; y muchas otras. Durante los siguientes días y noches y hasta la semana siguiente, los negros se levantaron en una rebelión nacional sin precedentes que se extendió a más de 120 ciudades en 28 estados.
A medida que la gente se levantaba, los gobernantes iban perdiendo control de grandes secciones de los barrios negros de las zonas urbanas deprimidas. Los odiados cerdos policías fueron expulsados por jóvenes que arrojaban piedras y por personas en los tejados que usaban rifles en defensa propia contra los policías que disparaban a cualquier persona negra que vieron. En Baltimore, dos días después del asesinato de King, multitudes de 1.000 o más hombres y mujeres avanzaron por las calles. Se incendiaron negocios odiados por robar a los pobres en los guetos, y las personas se llevaron los bienes de que habían sido privadas. Se reportaron más de 1.000 incendios solo en Washington, D.C. — el presidente y otros funcionarios en la Casa Blanca podían ver desde sus ventanas el humo que se elevaba sobre la ciudad, y tropas con ametralladoras guardaron el Capitolio. El inicio de la temporada de béisbol de las Grandes Ligas tuvo que posponerse en varias ciudades.
Los estudiantes de la Universidad de Shaw en Raleigh, Carolina del Norte, la Universidad de Fisk en Nashville, Tennessee y otras universidades afroamericanas se unieron al levantamiento. En la Ciudad de Kansas, estaba tranquilo hasta el día del funeral de King el martes después del asesinato cuando un ataque de gas lacrimógeno de la policía en contra de cientos de estudiantes que marchaban para exigir que cerraran las escuelas públicas incitó un levantamiento que duró dos días.
Surgió el debate, forcejeo y desafío entre un gran número de personas. Carl Dix, del Partido Comunista Revolucionario, recuerda cómo “recibí el primer aviso de que me habían reclutado para el ejército en abril de 1968, un par de días después de la muerte de Martin Luther King y la rebelión se había desatado en las ciudades. No estaba de humor de presentarme ante el ejército. Les envié un aviso y les dije que estoy muy ocupado en este momento”. Dix terminó siendo reclutado pero se negó a ser mandado a Vietnam y lo encarcelaron por su resistencia.
Un periodista negro en Chicago describió una escena en el Barrio Oeste de esa ciudad: “La Calle 63 el Domingo de Ramos era un cañón ominoso, atestada de gente, agitada por la ira, barrida por el viento, cubierta de vidrio y basura. Mientras los hombres del 4º Batallón de la 46ª Infantería se paraban enfrente de las tiendas cerradas en la cuadra 100 del este, 50 adolescentes los pasaron marchando y gritando órdenes fingidas y palabras de abuso. Las cabezas de los soldados giraron de este a oeste, mirando cautelosamente al amateur ejército adolescente que pasaba revisto.
Reverberaciones alrededor del globo
Las noticias y las imágenes de la rebelión de abril de 1968 electrificaron a las personas alrededor del mundo. De repente, se volvió evidente para todos que existían divisiones profundas y conflictos agudos justo dentro de las entrañas de la odiada bestia imperialista.
Mao Zedong, el líder de China, entonces un país socialista revolucionario, emitió un comunicado el 16 de abril en el que señaló que Martin Luther King era “partidario de la no violencia” pero que “los imperialistas yanquis no tuvieron piedad con él, sino que, recurriendo a la violencia contrarrevolucionaria, lo mataron a sangre fría”. Y dijo: “La lucha de los negros norteamericanos no solo es una lucha de los negros explotados y oprimidos por su libertad y emancipación, sino también un nuevo toque de clarín en el combate de todo el pueblo estadounidense explotado y oprimido contra la brutal dominación de la burguesía monopolista. Constituye un inmenso apoyo y estímulo a la lucha de todos los pueblos del mundo contra el imperialismo yanqui, y a la lucha del pueblo vietnamita contra éste. En nombre del pueblo chino, expreso nuestro decidido apoyo a la justa lucha de los negros norteamericanos”,
Las rebeliones de abril de 1968 —y el gran auge de lucha de la década de 1960 y principios de la de 1970, que atrajo a sectores muy amplios de la sociedad estadounidense más allá de los guetos negros— no condujeron a una revolución que derrotara a los gobernantes y su sistema. Pero se puede sacar lecciones importantes. Por muy brutales y poderosos que sean, los imperialistas estadounidenses no son todopoderosos, incluso en su propia “cancha local”. Y hay un sector de la gente de Estados Unidos que es potencialmente una fuerza revolucionaria poderosa, que no tiene nada que perder bajo este sistema y que, cuando las condiciones estén maduras, estaría dispuesto a arriesgarse todo para acometer la revolución a toda máquina.
Como Bob Avakian insistiría poderosamente algunos años después:
En este país nunca habrá un movimiento revolucionario si no desencadena y expresa plenamente el deseo sentido muy profundamente de liberarse de estos largos siglos de opresión [del pueblo negro], un deseo que a veces se expresa abiertamente, a veces parcialmente y a veces de una manera incorrecta. En este país nunca habrá una revolución, y nunca debe haberla, sin que eso sea uno de los elementos fundamentales. (Lo BAsico 3:19)
La represión violenta total
Cuando se volvió rápidamente evidente que las fuerzas policiales locales no podían sofocar los levantamientos, se movilizó a la Guardia Nacional en muchas ciudades. Y cuando incluso esas fuerzas combinadas parecían incapaces de contener las rebeliones en ciudades clave, el presidente Lyndon Johnson ordenó el despliegue de tropas del ejército en Washington, D.C., Baltimore y Chicago. En total, más de 50.000 tropas del ejército y la Guardia Nacional se desplegaron en docenas de ciudades.
Se estableció un cuartel general de “control de disturbios” dirigido por un general en el Pentágono, así como un equipo especial de alto nivel en la Casa Blanca. Esta fue la primera vez desde la guerra de Secesión que se había desplegado tropas para proteger los asientos de poder nacional.
Se informó de debates entre soldados negros en la base militar Fort Meade en Maryland cuando llegaron las órdenes al 6° Regimiento de Caballería para ocupar Washington, D.C. Los oficiales recibieron órdenes de estar en alerta por “conspiraciones” entre las tropas negras, inclusive entre las fuerzas yanquis en Vietnam.
En Chicago, ocupado por 11.000 tropas federales, fueron asesinados a tiros varios hombres negros, probablemente a manos de la policía aunque a ningún policía jamás lo identificaron como asesino, ni hablar de levantarle cargos. Poco después de que las autoridades restauraron “el orden” en la ciudad, el alcalde Richard Daley dejó en claro que a los cerdos policías les habían dado luz verde para asesinar: ordenó al jefe de policía que ordenara a sus cerdos a “disparar para matar” a cualquier persona que sospecharon de prender un incendio. Informes posteriores de la prensa afirmaron que 46 personas murieron en las rebeliones de abril de 1968, 41 negros, 14 adolescentes. Pero nadie sabe el número de personas muertas a manos de la policía y las tropas. Arrestaron a más de 20.000 personas.
Esta fue un brutal despliegue de parte de las instituciones y órganos de represión violenta de los gobernantes de este sistema capitalista-imperialista, que explotan a las masas de personas aquí y alrededor del mundo. Los gobernantes pudieron volver a imponer su “orden” después de días de rebelión. Pero mucha gente vio la verdadera naturaleza de la dictadura de la burguesía en Estados Unidos, aunque no tuvieran una comprensión científica completa de esto. En lugar de ser intimidadas, muchas personas, negros así como muchos otros, se enfurecieron aún más por esto y se vieron obligadas a oponerse resistencia y lucha al sistema.
Mientras los gobernantes reprimían violentamente los levantamientos, el Congreso federal se apresuró a aprobar el 10 de abril una nueva Ley de Derechos Civiles que prohibía oficialmente la discriminación en la vivienda. Esperaban que la gente creyera que el sistema estaba dispuesto a reformarse. Pero la ley también incluía nuevas medidas represivas, como convertir en delito grave el cruzar una frontera estatal para “incitar un motín”, cual ley utilizaron en contra de los revolucionarios negros y otros.
Un punto de inflexión
El abril de 1968 marcó un punto de inflexión en la lucha en Estados Unidos. Muchísima gente más se encontró obligada a reconocer el hecho de que se enfrentaba a un enemigo brutal y despiadado, incluso contra aquellos que se resistían pacíficamente. Más personas comenzaron a considerar ideas y estrategias radicales y revolucionarias. Querían luchar, y ganar, contra los gobernantes y su sistema.
La gente veía cada vez más los límites del movimiento por los derechos civiles que había comenzado a principios de los años 60. Y el Movimiento de Liberación Negra creció explosivamente. En el período posterior a las rebeliones, organizaciones como el Partido Pantera Negra y la Unión Revolucionaria, precursora del Partido Comunista Revolucionario y dirigida por Bob Avakian, atrajeron a nuevos combatientes. Había un sentido generalizado de que se necesitaban cambios grandes y fundamentales; y muchas personas de distintos sectores de la sociedad plantearon, enfrentaron y debatieron interrogantes importantes y significativos: ¿Cuáles cambios concretos se necesitaban en la sociedad y el mundo? ¿Cómo se van a hacer esos cambios? ¿Qué tipo de ideología y qué tipo de liderazgo se necesitan? ¿Cómo se debe movilizar y organizar a las masas populares? ¿Qué se necesitaría para realmente derrotar al enemigo?
Este monstruo opresivo, el sistema de capitalismo-imperialismo estadounidense, todavía gobierna hoy en día, y ahora de una manera aún más grotesca y peligrosa en forma del régimen fascista de Trump y Pence. Más que nunca existe una sumamente urgente necesidad de una revolución real que pueda poner fin a este sistema y abrir la puerta para un sistema radicalmente nuevo y liberador que tenga como fin la emancipación de la humanidad. La lucha del pueblo negro para liberarse de su opresión es una parte clave de esta revolución. Y un importante sector del pueblo negro puede llegar a reconocer la gran necesidad social de dar un paso al frente para ayudar a proporcionar dirección a esa revolución. Como señala Bob Avakian:
Existe el potencial de que algo de una hermosura inaudita surja de una incalificable fealdad: de que el pueblo negro juegue un papel crucial para, por fin, deshacerse de este sistema que no sólo lo ha explotado sino que por tanto tiempo y de tantas formas lo ha deshumanizado, aterrorizado y atormentado —deshacerse de todo este sistema de la única manera posible— luchando por emancipar a la humanidad, para poner fin a la larga noche en que la humanidad ha estado dividida en amos y esclavos y en que las masas de la humanidad han sido azotadas, golpeadas, violadas, masacradas, encadenadas y amortajadas en ignorancia y miseria.
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