La II Enmienda, la NRA y la policía en las escuelas: la violencia de las armas y la supremacía blanca

7 de abril de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El horrible asesinato en masa en Parkland, Florida, y el auge de lucha contra la violencia de las armas de fuego han provocado un debate generalizado. Las personas están forcejeando para entender por qué esta violencia sigue ocurriendo.

¿Qué son las raices de la violencia de las armas que destruye tantas vidas en Estados Unidos? ¿Por qué la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) cuenta, al parecer, con tanto poder e influencia? ¿Meter a más policías en las escuales protegería a los estudiantes, o los pondría en peligro?

Estos temas importantes requieren respuestas serias — pero la mayoría de las respuestas que se oyen con más frecuencia no tratan la realidad de la situación en Estados Unidos hoy día, ni la historia que llevó a la coyuntura actual. Revolución ha tratado estos temas en artículos anteriores (aquí, y aquí), y recomendamos a los lectores que se adentren más en las obras de Bob Avakian que se encuentran en los enlaces con este artículo.

En el presente nos centramos en tres puntos importantes en disputa: la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, la Asociación Nacional del Rifle, y el papel de la policía en las escuelas.

La II Enmienda — La imposición del derecho constitucional del hombre blanco al genocidio y la esclavitud

Cuando los autores de la Constitución de Estados Unidos incluyeron la Segunda Enmienda en la Carta de Derechos de Estados Unidos, no fue para asegurar el derecho del pueblo de oponerle resistencia a una tiranía federal, como dicen a menudo los fascistas de hoy. Ni siquiera se trataba del derecho del individuo de poseer armas de fuego.

Se trataba solamente de armar a los hombres blancos para controlar y suprimir a los esclavos —gente de África y de descendencia africana— y para expulsar a los indígenas de sus tierras, muchas veces matándolos.

En primer lugar, el “pueblo” al cual se refiere la Constitución original de Estados Unidos excluía a los esclavos y los indígenas. Apenas consideraba a las mujeres blancas. Todos los que leían esa Constitución en aquel entonces —y ciertamente los que la escribieron— sabían que solamente trataba de permitir a los hombres blancos poseer armas de fuego.

El historiador Carl T. Bogus escribió que James Madison formuló la Segunda Enmienda para asegurar a los sureños que el gobierno federal no pudiera usar sus poderes para parar a las patrullas esclavistas. Antes de la independencia estadounidense, se ha documentado que los esclavos habían hecho cientos de rebeliones y “conspiraciones”, y, como escribió Bogus, “Los sureños sentían terror ante las rebeliones de esclavos y se obsesionaba mucho con la posibilidad de insurrecciones durante los finales del siglo 17. Invertían muchísima energía en el mantenimiento de un sistema de patrullaje a los esclavos, en el que patrullas de blancos vigilaban toda la noche para impedir que los negros se movieran sin permiso, para buscar armas u otro contrabando en las residencias de los negros, y para dar latigazos a los negros que cometían infracciones”.

Las milicias a las que la Segunda Enmienda consagró habían existido durante décadas, y como lo señaló otro autor, cuando las colonias quedaron en convertirse en estados, se esperaba que estas milicias “continuaran cumpliendo con dos papeles principales en Estados Unidos: destruir a las comunidades indígenas en la marcha armada para poseer el contingente, y subyugar con lujo de violencia a la población africana esclavizada”.

Estos orígenes sangrientos de la Segunda Enmienda continuaron moldeando el desarrollo de los derechos a las armas de fuego en Estados Unidos a través de los años: patrullas armadas de cazadores de esclavos; partidas de caza de blancos que mataban y desposeían a los indígenas y les arrancaban la cabellera como trofeo; turbas de linchamiento que aterrorizaban a las comunidades negras durante el reino segregacionista Jim Crow; vigilantes fuertemente armados que merodean por la frontera estadounidense-mexicana hoy día. Han considerado a todo esto como actividades legítimas, protegidas por la constitución.

Si bien las raíces históricas de la Segunda Enmienda están en la supremacía blanca, y los fascistas modernos la defienden y la enarbolan sobre esa base, el problema que la gente confronta hoy es mucho mayor que las armas de fuego y la violencia de las armas de por sí. La violencia reaccionaria es el pan de todos días en Estados Unidos—es una parte integral del entramado del sistema, de su cultura, y de todas sus relaciones sociales.

Por lo tanto, el control de las armas de fuego y la derogación de la Segunda Enmienda no son la solución, Aparte de eso, no se puede permitir que el estado —las instituciones que gobiernan esta sociedad, especialmente su policía, sus fuerzas armadas, y su poder judicial— controle y regule la capacidad del pueblo de defenderse contra la violencia reaccionaria e ilegítima. En primer lugar, ninguna potencia en la Tierra cometa más violencia ni a una escala mayor que el gobierno de Estados Unidos. Cualquier poder que se le conceda a este estado para suprimir el derecho del pueblo a su defensa propia, lo aprovechará contra el pueblo y contra movimientos políticos de resistencia. Esto ha ocurrido repetidamente en la historia de Estados Unidos.

Como escribimos anteriormente, “No sean ingenuos. Nuevas medidas para el control de armas de fuego sólo intensificarían esa represión. Al estado y sus fuerzas militares y policiales brutales NO se les quitarán las armas, especialmente las armas automáticas de alto poder. La averiguación de antecedentes que se propone permitirá que ciertos sectores de la población sigan comprando armas —como la NRA y los fascistas supremacistas blancos que desfilaron en Charlottesville, que dicen que se están preparando para una “guerra racial”—,  mientras lo prohibirá a otros.”

La NRA — de Asociación por la seguridad de armas de fuego a organización fascista de masas

El problema con la NRA no es que tiene una influencia desproporcional a sus números, ni que muchos políticos tienen miedo a enemistarlo. El problema es que es una parte integral de la constelación de fuerzas que están avanzando agresivamente para consolidar el fascismo en Estados Unidos, que incluye actuar como una rama propagandística del régimen fascista de Trump y Pence.

Bob Avakian ha analizado el proceso en que el Partido Republicano se ha vuelta cada vez más abiertamente fascista desde la época de Richard Nixon. Durante estos años, la NRA se ha vinculado más estrechamente con los republicanos — estos republi-fascistas quieren mantener las armas en las manos en la base social supremacista blanca la que ellos están movilizando. El verano pasado, al lanzarse protestas por todo Estados Unidos contra las diferentes medidas del régimen de Trump y Pence, la NRA publicó dos anuncios que, como describió un periodista, “por poco convoca a una plena guerra civil”.

El crecimiento y la transformación de la NRA comenzaron en los años sesenta, al estallar levantamientos justos del pueblo negro en ciudades y pueblos por todo Estados Unidos. Las personas se alzaron contra la brutalidad y el hostigamiento policiales, la imposición de una rígida segregación, y el tratamiento degradante en toda esfera de la vida. Las rebeliones reverberaron en el mundo entero. U.S. News and World Report escribió que la rebelión de 1967 en Detroit era “la cosa más cercana a una guerra civil que Estados Unidos había presenciado en más de 100 años. Oficiales y ciudadanos espantados la consideraron como una advertencia ominosa de lo que podría ocurrir en muchas ciudades grandes estadounidenses…. Para muchos estadounidenses, todo eso parecía un complot en desarrollo para generar una ‘revolución negra’ a nivel nacional”.

Las ventas de armas de fuego subieron mucho, especialmente en las zonas residenciales segregadas que se venían llenando de blancos que huían de las ciudades grandes. Este patrón ha continuado en las décadas desde ese entonces, tras las rebeliones y protestas populares en ciudades como Los Ángeles, Baltimore, y Ferguson, Misuri. Durante la Rebelión de Los Ángeles de 1992, un tendero que vendía armas de fuego dijo, “Siempre pensé que, si anduviera suelto un violador o asesino en serie, subirían mis ventas, pero no hay nada más eficaz que un motín racial”.

Muchos de los blancos que recién se habían armado ingresaron a la NRA, y el objetivo principal de la NRA empezó a cambiar drásticamente mientras se volvía cada vez más abiertamente supremacista blanca. La oposición a cualquier limitación a la posesión de armas de fuego por hombres blancos se convirtió en su rasgo definitorio. Expandió y se convirtió en una organización de masas de blancos fuertemente armados en las zonas periféricas de las ciudades y las zonas rurales.

Hasta la fecha, el régimen de Trump y Pence y la NRA se han opuesto obstinadamente a cualquier control de armas de fuego. Esto es porque son fascistas, no porque son vendidos al “grupo de presión pro armas”. Quieren tener las armas directamente en manos de su base social xenófoba y supremacista blanca. Como dijo el fascista-en-jefe Donald Trump cuando dio el discurso a la convención de la NRA en 2017, “Ustedes tienen un verdadero amigo y paladín en la Casa Blanca”.

La policía en las escuelas y el cauce “escuela-a-prisión”

Estados Unidos ha visto una epidemia de violencia policial durante las últimas varias décadas. Han encarcelado a generaciones de jóvenes negros y otra gente de color. La policía ha asesinado a niños, como Tamir Rice de 12 años en Cleveland en 2014. De la mano con esto, policías —no guardias escolares, sino plenos policías armados de los departamentos locales de policías y sheriffs— son cada vez más frecuentes en escuelas por todo Estados Unidos.

Tras el tiroteo en masa en Parkland, algunos han pedido más protección policial en las escuelas. Pues, reconozcamos la realidad — más policía resultará en más violencia y no menos. Y dirigirían esa violencia contra jóvenes negros, latinos y otra gente de color en particular.

Kai Koerber, un estudiante negro en Parkland, expresó impactantemente la realidad que viven millones de estudiantes negros por todo Estados Unidos. “La presencia policial en mi escuela no me da confianza. Me da miedo… Mi escuela, antes segura y hermosa, ahora parece una prisión. Tenemos torres policiales en frente, puntos de ingreso y egreso estilo militar, y ahora hemos invitado a los que están infectados con la enfermedad del prejuicio para protegernos… De por sí era feo que tuvimos que regresar con mochilas transparentes. ¿También debemos regresar con las manos al aire?”.

“La policía está formulando sus propias reglas y convirtiendo nuestra escuela en un estado policial. Cada día, los estudiantes perdemos más y más libertades en la secundaria Marjory Stoneman Douglas (MSD). Los estudiantes de color se han convertido en dianas y los estudiantes blancos se han convertido en sospechosos… Han sometido al perfil racial a los estudiantes negros y de color, como yo, al mismo tiempo que estamos en un estado de alerta máxima, por temor a que emerja otro tirador blanco…. Yo quisiera ver que no sólo recuperemos a nuestra escuela sino nuestro derecho a la privacidad en el plantel. No damos la bienvenida a la militarización de MSD. Es terrible ver que nuestra escuela pierda control sobre la protección de sus estudiantes y de sus instalaciones”.

Koerber vivamente expresa una realidad que existe para millones de estudiantes por todo Estados Unidos. La policía ahora patrulla el 40 por ciento de las escuelas en Estados Unidos. Un 70 por ciento de los estudiantes arrestados o entregados a los oficiales de seguridad en las escuelas son negros o latinos. Han sacado a niños en esposas desde escuelas primarias. En El Paso, Texas, la policía se llevó a un niño de 7 años y lo metieron en una celda, y lo único que dijeron a su mamá es que “se portó mal”. Dijo el niño sobre el policía, “Me cargó y me puso las esposas, y cuando le iba a contar lo que había pasado, me dijo que me callara la boca, y yo solamente quería tener a mi familia”. Incidentes semejantes han ocurrido por todo Estados Unidos: en Miami, en Kentucky, a 10 niños entre las edades de 6 y 11 en Murfreesboro, Tennessee.

La acusación más común contra niños y jóvenes arrestados en la escuela es la conducta desordenada. En otras palabras, la policía empieza a crear expedientes para niños desde los 6 años, canalizándolos a una vida en que el sistema los etiqueta de “delincuente habitual”. Meter a más policías en las escuelas resultará en más jóvenes en el “cauce escuela-a-prisión”.

La violencia de las armas no terminará con más policías armados — se aumentará. Volverá más peligrosas y más amenazantes a las escuelas, especialmente para jóvenes negros, latinos y otros de color.

En este artículo, tratamos tres hilos de la discusión acerca de la violencia de las armas en esta sociedad. Pero hace falta un debate mucho más amplio por toda la sociedad, un debate que trate de llegar a las raíces y las razones de esta plaga.

 

 

 

Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.