El comunismo revolucionario contra el “socialismo democrático”: Dos puntos básicos

| Periódico Revolución | revcom.us

 

Primer Punto:

Los socialistas democráticos —en su forma “más radical”— quieren “redistribuir la riqueza” dentro de Estados Unidos. Pero pónganse a pensar un minuto: ¿de dónde proviene esta gran riqueza? Todas las riquezas y los recursos que el Estados Unidos capitalista-imperialista ha acumulado provinieron y siguen proviniendo, en gran parte, de la esclavitud y el robo de tierras en su propio territorio, y de su dominación económica, política y militar implacable sobre las masas de la gente por todo el mundo. Las decenas de millones de hombres, mujeres y niños en el tercer mundo que se rompen el lomo en las maquiladoras y en los campos; la matanza que las fuerzas sauditas cometen en este momento en Yemen con apoyo estadounidense en nuestro nombre; las guerras en una docena de otros lugares; la cruel opresión agobiante a manos de títeres y lacayos de Estados Unidos la que impulsa a los inmigrantes a arriesgarse la vida cruzando el río Bravo (o el mar Mediterráneo) — todo esto, tanto histórica como actualmente, de maneras multifacéticas, alimenta el nivel de vida en Estados Unidos y también en otros países imperialistas (inclusive los países supuestamente “socialistas” de Escandinavia) que se sientan en la cima de la cadena alimenticia imperialista. Sin una revolución que derroque todo el sistema del capitalismo-imperialismo, lo único que se hará es redistribuir el botín y el saqueo en la cima de esta cadena alimenticia y dejar intactas las inmensas relaciones económicas y sociales de explotación y opresión que subyacen a esto, aplastando vidas y destruyendo espíritus. Al carajo con eso. Lo único que valdría la pena hacer es una revolución internacionalista, una que inmediatamente ponga fin a las relaciones económicas explotadoras y a la dominación militar estadounidense por todo el mundo, y considere el territorio nuevamente liberado como base de apoyo para la revolución mundial. Y únicamente una sociedad comprometida con ese principio y con ese punto de vista podría mantenerse en el camino hacia un mundo emancipado.

Segundo Punto:

Los socialistas democráticos —cabe repetir, en su forma “más radical”— tienen la “visión” de tomarse la maquinaria del gobierno y “hacer que sirva” al pueblo. Pero, por callado que se mantenga, esto es una dictadura — una vez más, póngase a pensar un momento: ¿quién da las órdenes a la policía y a las fuerzas armadas? La clase en el poder (los capitalistas-imperialistas) tiene un monopolio sobre la maquinaria de opresión y el uso legítimo de la fuerza, y ha creado fuerzas armadas masivas que reflejan los valores y las relaciones reaccionarios pútridos de este sistema. Aunque de alguna manera fueran elegidos los socialistas democráticos, la clase capitalista hará uso de esa maquinaria obediente, sus fuerzas armadas, para matar a los que inclusive traten de reformar este sistema en serio, tal como lo hicieron al masacrar a un sinnúmero de personas en Chile que apoyaban a Allende en 1973, Sukarno en Indonesia en 1965 o Mossadegh en Irán en 1953, y la historia está repleta de semejantes ejemplos; o hará una burla del sacrificio de las masas absorbiendo a ustedes y su supuesta “revolución” en su sistema basado en la explotación, tal como lo han hecho en Sudáfrica.

Solamente una revolución real —en la que se rompa el control de la dictadura de los capitalistas-imperialistas y se derrote y desmantele su maquinaria de opresión— puede hacer nacer un sistema económico y político completamente nuevo y un nuevo conjunto de valores y formas de relacionarse los unos con los otros, y ponernos en el camino a la emancipación humana. Hay que arrebatarle a la clase capitalista los grandes medios de producción para establecer una economía diferente que satisfaga las necesidades de la gente, la que no se base en la explotación y no se rija por la acumulación de ganancias, y las fuerzas revolucionarias tienen que tomar el poder estatal para hacer posible esto. Únicamente ESTO —una revolución real— podría empezar a lidiar con la explotación salvaje, las enormes desigualdades y las formas arraigadas de opresión que están incrustadas en este sistema. Estos llamados socialistas democráticos no tienen ninguna estrategia para ganar a millones de personas a una revolución real, ni tampoco tienen una manera para dirigirlas cuando llegue la hora de enfrentar y realmente derrotar esa maquinaria de opresión y represión. Los comunistas revolucionarios sí tienen semejante estrategia, y se puede encontrar aquí. Estos llamados socialistas democráticos no tienen ninguna visión ni plano para un sistema económico y político radicalmente diferente —el socialismo auténtico— que esté en el camino hacia la emancipación de TODA la humanidad. Los comunistas revolucionarios sí la tienen, y se puede encontrar aquí.

 

La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es la democracia, sino el capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen. Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.

Bob Avakian, Lo BAsico 1:3

En primer lugar, es importante aclarar lo que, en términos básicos, queremos decir cuando decimos que la meta es la revolución, y en particular la revolución comunista. La revolución no es una especie de cambio de estilo, o un cambio de actitud, ni es meramente un cambio de ciertas relaciones en una sociedad que sigue igual en lo fundamental. La revolución significa nada menos que derrotar y desmantelar el estado opresor existente, el que le sirve al sistema capitalista imperialista —y en particular los organismos de represión y violencia organizada, incluyendo las fuerzas armadas, la policía, las cortes, las prisiones, las burocracias y el poder administrativo— y el reemplazo de dichos organismos reaccionarios, esas concentraciones de coacción y violencia reaccionaria, por organismos revolucionarios de poder político y otras instituciones y estructuras de gobierno revolucionarias cuya base se ha forjado por medio del proceso de construir el movimiento para la revolución y luego la toma del poder, cuando las condiciones para eso hayan surgido — lo que en un país como Estados Unidos requeriría un cambio cualitativo de la situación objetiva que desembocaría en una profunda crisis en la sociedad y el surgimiento de un pueblo revolucionario de millones y millones de personas, que cuente con la dirección de una vanguardia comunista revolucionaria y esté consciente de la necesidad del cambio revolucionario y esté resuelto a luchar por el mismo.

Como recalqué anteriormente en este discurso, la toma del poder y el cambio radical en las instituciones dominantes de la sociedad, cuando las condiciones para eso hayan surgido, hacen que sea posible un cambio más radical en toda la sociedad — en la economía y en las relaciones económicas, en las relaciones sociales y en la política, la ideología y la cultura imperantes en la sociedad. El objetivo final de esta revolución es el comunismo, lo que significa y requiere la abolición de todas las relaciones de explotación y opresión y de todos los conflictos antagónicos destructivos entre los seres humanos, en todo el mundo. A la luz de este análisis, la toma del poder, en un país específico, es crucial y decisiva y abre paso a más cambios radicales y a fortalecer y a avanzar más la lucha revolucionaria a través del mundo; pero al mismo tiempo, por crucial y decisiva que sea eso, es solamente el primer paso —o el primer gran salto— en una lucha general que tiene que continuar hacia el objetivo final de esta revolución: un mundo comunista radicalmente nuevo.

Bob Avakian, Lo BAsico 3:3

 

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