Reflexiones sobre las valientes manifestaciones con motivo del primer aniversario de Charlottesville en el contexto de las luchas aún más grandes por venir

| Periódico Revolución | revcom.us

 

Antecedentes e importancia del primer aniversario de Charlottesville 2017

La marcha del año pasado en Charlottesville, el 12 de agosto de 2017, era un parteaguas que desplegó ante el mundo el movimiento fascista supremacista blanco desencadenado por el régimen de Trump y Pence, régimen mismo que ahora está al mando del imperio estadounidense.

Coreaban: “Ustedes no nos reemplazarán a nosotros — salvaje y abiertamente amenazando a los negros, judíos, mujeres, gente LGBTQ e inmigrantes. Blandían antorchas, además de bates, garrotes, escudos, pistolas y un automóvil a alta velocidad que mató a Heather Heyer. Gritaba la consigna Nazi, “Sangre y tierra” — una franca afirmación de la supremacía blanca y el fascismo lo que ponía al descubierto las profundas contradicciones y la esencia de AmériKKKa, desencadenadas a un nivel aún peor por un régimen fascista. El descarado apoyo de Trump a esto señaló al mundo lo que está desenvolviéndose.

El régimen de Trump y Pence siguió esto con otro año de ataques fascistas supremacistas blancos: al fomentar abiertamente la violencia policial supremacista blanca, el terror y tortura oficiales contra los inmigrantes, incluso niños chiquitos, al usar Trump el lenguaje Nazi de “animales” y “países pozos de mierda”, el fortalecimiento de asaltos fascistas cristianos contra las mujeres y la gente LGBTQ, la mayor represión estatal, las realzadas amenazas de guerra incluso la guerra nuclear, y mucho más.

El fantasma de la guerra civil fue evocado por los mítines de Trump, sus tuits y la virulencia de sus golpeadores fascistas — especialmente al arrebatar los hijos a sus padres migrantes y encerrarlos en jaulas al estilo fascista, que le hacía eco a la separación de familias negras durante los cientos de años de la esclavitud, así como el genocidio lento actual por medio de la encarcelación en masa, los servicios de “protección” de niños y más, todo lo cual Trump está maniobrando para acelerar.

En los últimos meses, varios medios de comunicación tradicionales han aludido más al fascismo del régimen de Trump y Pence y a los movimientos fascistas en el ámbito internacional, al mismo tiempo que se han venido afianzando la normalización y acomodación al régimen entre muchos de los que odian el rumbo en que el régimen va encaminado.

Lo que está en juego este año en Portland, Berkeley, Charlottesville y Washington, D.C. —lugares de mítines fascistas y contramanifestaciones en torno al aniversario de Charlottesville—era la pregunta: ¿Se permitiría que esto pasara? O ¿a esta conmemoración fascista de Charlottesville se enfrentaría un movimiento para detener esta embestida supremacista blanca? ¿Habría en la escena una fuerza y movimiento para la revolución con la determinación, la visión, el plan y la organización para hacer los preparativos hoy para poner fin al sistema que engendró este fascismo?

La valiente resistencia en las calles es importante, pero hay que llevarla más allá y transformarla por medio de lucha para estar a la altura de los retos mayores por venir

El aniversario de Charlottesville se cumplió con una valiente resistencia de masas. En Washington, D.C. el 12 de agosto, así como en Charlottesville, Berkeley y Portland en los días y semanas anteriores, miles de personas superaron el miedo y la incertidumbre para ponerse de pie y decir no.

En Portland, Berkeley and Charlottesville, la policía llegó en equipo anti-motín, ávida de una confrontación. Algunos manifestantes notaron, con toda razón: “El año pasado enfrentamos a golpeadores con antorchas, este año enfrentamos a golpeadores con placas”. En Portland, un manifestante resultó con un proyectil metálico encajado en su casco disparado por la policía, lo que pudo haberle causado una herida grave.

En Washington, D.C., muchos de los organizadores de las principales protestas de la coalición #ShutItDownDC (Paralicemos Washington, D.C.) poco antes habían echado por tierra las acusaciones espurias en su contra, con potenciales condenas largas hasta de 60 años en algunos casos, tras el arresto y procesamiento de casi 200 personas por protestar contra la inauguración de Trump. Los miembros del Club Revolución que acudieron desde Chicago y Nueva York se habían puesto en las primeras filas contra la embestida sangrienta de los nazis en Charlottesville el año pasado, y algunos fueron a dar al hospital con heridas graves. La mamá de Heather Heyer, Susan Bro, acompañó a los manifestantes en Charlottesville y pasó días en entrevistas con importantes medios de comunicación de todo el mundo, siempre concentrando la atención en la supremacía blanca, por cuya eliminación su hija ofrendó la vida.

Lo que tenía más importancia en esto es que, aunque los contra-manifestantes solamente contaban con unos miles de personas en cada ciudad, surgía un sector de personas las que de nuevo se están poniendo de pie, dispuestas a correr riesgos para actuar, a arriesgarse en las primeras filas, para que esta mierda fascista supremacista blanca no siga en pie. Hay que llevar esto más allá y dirigirlo por un camino que, efectivamente, ponga fin a todo esto, y que en última instancia —y es posible que esa “última instancia” no esté en un futuro tan lejano— lo arranque de raíz por medio de una revolución real.

Para citar un punto de Cómo podemos ganar — cómo en concreto podemos hacer una revolución (CPG), todo esto era un indicio del potencial para que miles de personas se organicen ahora en las filas de la revolución e influencien a millones. Pero, como CPG señala, “es necesario transformar lo anterior, por medio de lucha, en conciencia, determinación y organización revolucionarias”.

Dentro de este caldo, los Clubs Revolución de Chicago y Nueva York estuvieron en poderosa representación de la revolución en Washington, D.C. Esta fuerza naciente se unió con la resistencia más amplia al mismo tiempo que propagaba las verdaderas raíces del problema que enfrentamos: el sistema del capitalismo-imperialismo que tiene la supremacía blanca entretejida en su ADN; así como la única solución: una revolución real que derroque este sistema y establezca un sistema económico radicalmente nuevo, un sistema social nuevo y un poder estatal revolucionario nuevo, tal como se establece en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian. En los días previos al 12 de agosto, la gente del Club recorría muchas partes de Washington, D.C. para propagar la necesidad de la revolución y promover la dirección de Bob Avakian y su nueva síntesis del comunismo, así como movilizar a la gente para sumarse a las protestas. Algunas de las personas que conocieron en esas labores participaron con el Club en la protesta del domingo 12 de agosto, poniéndose la playera “Habla BA: Revolución, y nada menos”, al lado de las personas nuevas que hicieron lo mismo durante todo el día. El mensaje del Club retó y atrajo a muchas más personas. Se veía que algunas personas se sentían incómodas la primera vez que escucharon al Club corear, “1-2-3-4, ¡Esclavitud, genocidio, y guerra! 5-6-7-8, ¡Estados Unidos NUNCA ha tenido grandeza!”, pero después de escuchar la agitación del Club, empezaban a sumarse a los coros. Todo esto —el contenido de la agitación y los coros del Club, la audaz representación de la fuerza colectiva de la revolución y la dirección y estrategia altamente desarrolladas que se concentran en CPG, al cual echaron mano con entusiasmo los manifestantes que se topaban con el Club— estuvieron en marcado contraste con los sentimientos que expresaron otros manifestantes, positivos pero todavía muy superficiales y a veces equivocados, por ejemplo, los coros de “¿De quién son las calles? ¡Son nuestras!”, “¿De quién es el país? ¡Es nuestro!” y simplemente, “¡Al carajo malditos nazis!”.

El Club Revolución se unió con un contingente de Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org), mismo que también tuvo un impacto poderoso en la escena, y a veces marchó con ese contingente. Un reportero tuiteó: “Rechazar el Fascismo es uno de los primeros grupos en llegar a la plaza Libertad. Una fuerza de unos 50 individuos acaba de entrar con su coro distintivo — ‘en nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar a un Estados Unidos fascista’”. Este contingente de Rechazar el Fascismo se constituyó con voluntarios que acudieron desde Cleveland, Nueva York, Detroit, Chicago, Filadelfia, Nueva Jersey, Wilkes-Barre, Pensilvania y los alrededores de Washington, D.C., no sólo para movilizarse contra los supremacistas blancos en las calles sino para denunciar —y movilizar gente para expulsar— a los supremacistas blancos y fascistas dentro de la Casa Blanca. Ellos también habían recorrido Washington, D.C. en los días previos en preparación para la protesta. El propio día de la protesta, los voluntarios cooperaron para distribuir cientos de letreros, que se veían en casi toda la cobertura periodística, los que decían: “¡Esta pesadilla tiene que terminar: El Régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!”, así como cientos de etiquetas y copias del Llamamiento a la Acción de Rechazar el Fascismo. Cuando corrió la voz de que los supremacistas blancos iban encaminados temprano hacia la Casa Blanca, Rechazar el Fascismo trabajó con el Club Revolución y otros para encabezar una marcha de cientos en las calles para unirse con un contingente de La Vida de los Negros Importa y llegar ahí antes. En el camino, dirigieron a centenares a recitar el Juramento de Rechazar el Fascismo de expulsar al régimen.

Todo eso tiene una realzada importancia porque, por más que los manifestantes detestaran y estuvieran decididos a hacer frente a la supremacía blanca que hoy está en la cúpula, incluso entre los que estaban en las calles, y aún más entre los que se quedaban en casa, se guarda una ilusión falsa (realmente un engaño propio) de que la manera para poner fin a todo esto es por medio de las elecciones a mitad de mandato, confiar en la investigación que Mueller está haciendo o simplemente enfrentar en el campo de batalla a los supremacistas blancos y nazis uno por uno y denunciarlos para que los despidan y los proscriban en la vida pública. Pero, esto no resolverá ni detendrá el fascismo que la humanidad enfrenta.

Además de las otras maneras en que los demócratas se han claudicado repetidamente ante el régimen fascista de Trump y Pence y han trabajado para normalizarlo —de dar la espalda a los jóvenes de DACA, a celebrar el uso del terror y violencia militar por Trump como algo “presidencial” y a insistir en que “no ha lugar” para un juicio de destitución— cabe señalar que los dirigentes del Partido Demócrata han mantenido un silencio total ante la reciente ola trumpista de virulento racismo contra los negros. No han defendido a los jugadores de la Liga Nacional de Fútbol Americano atacados por Trump. Sus dirigentes se juntaron para regañar a Maxine Waters cuando Trump la atacó, en vez de acudir a defenderla. Y ni uno de ellos se presentó en Washington, D.C. para tomar posición contra los supremacistas blancos. Y respecto a enfrentar a los fascistas en las calles, eso se justifica y es necesario, pero no es una estrategia para sacar del poder a un régimen fascista.

Únicamente al actuar fuera de los canales oficiales de votar, de apoyar a los demócratas, de confiar en Mueller, etc., es posible que la gente plasme su verdadero potencial de detener a un Estados Unidos fascista — asumiendo la misión establecida por Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org): “Debemos organizarnos ahora para cuando podamos lanzar masivas protestas no violentas y sostenidas en las calles de ciudades y pueblos por todo Estados Unidos — que continúen día tras día y no se detengan, creando el tipo de situación política en que se cumple la exigencia de que el régimen de Trump y Pence sea sacado del poder.” Una herramienta clave para forjar el conocimiento necesario de las personas para poder lanzar esta lucha por el futuro de la humanidad es el Discurso filmado de Bob Avakian, “¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista. Un mundo mejor ES posible” (en inglés).

Lo que hay que hacer ahora

Ahora mismo, toda persona que vea la necesidad de un cambio radical y fundamental tiene que trabajar agresiva, audaz y sistemáticamente para hacer nacer un movimiento de masas para la revolución que cuente con miles de personas, usando CPG como guía viva. Como dice ese documento: “Es preciso que estemos en una misión de correr la voz, de dejar que la gente conozca que tenemos la dirección, la ciencia, la estrategia y el programa, y la base para organizar gente para una revolución emancipadora y real. Tenemos a Bob Avakian (BA), el líder de tal revolución y el arquitecto de un nuevo marco para la revolución, la nueva síntesis del comunismo. Tenemos al Partido liderado por BA, el Partido Comunista Revolucionario, con dicha nueva síntesis como base científica para realizar los preparativos para una revolución. Tenemos los Clubs Revolución, donde la gente puede participar y actuar en poderosa representación de la revolución, de manera organizada, a la vez que vaya aprendiendo más sobre la revolución y dé pasos adelante hacia el camino de ingresar al Partido”. Además, CÓMO PODEMOS GANAR habla de otros puntos fuertes nuestros los que debemos difundir —el sitio web revcom.us, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian, etc.— así como la manera en que tenemos que estar movilizando a crecientes cantidades de personas para luchar contra el poder y transformar al pueblo para la revolución.

Al mismo tiempo, todos los que se nieguen a aceptar a un Estados Unidos fascista deberían seguir adelante a partir de los avances recientes en Washington, D.C. y de las anteriores poderosas acciones del verano para hacer avanzar la misión de Rechazar el Fascismo de movilizar a miles y con el tiempo a millones de personas para lanzar protestas no violentas sostenidas de masas que no se detengan hasta que el régimen de Trump y Pence sea sacado del poder. Ahora Rechazar el Fascismo debe convertirse en una verdadera organización de masas que unifique a personas con una gran diversidad de perspectivas políticas para luchar con convicción y valor en nombre de la humanidad para poner alto a un Estados Unidos fascista.

En un discurso reciente, Bob Avakian señaló: “tanto para superar el reto inmediato de crear una situación política en la que se saque del poder a este régimen —y en la que hayan tomado la iniciativa política, a un grado importante, los que están decididos a hacer retroceder la embestida contra la humanidad que este régimen está llevando a cabo y a esforzarse por un mundo mejor, como quiera que lo entiendan— como para avanzar hacia el objetivo fundamental de la revolución, es vitalmente importante que todos los que hayan llegado a entender la necesidad de la revolución contribuyan activamente a construir el movimiento para expulsar a este régimen, y además de hacerlo desde la perspectiva y el marco general de hacer los preparativos para una revolución.”

Ya es la hora de prepararse para luchar — contra un régimen al que hay que sacar del poder por medio de la lucha decidida de la gente, y contra un sistema al que no es posible reformar.

Estando en juego nada menos que el futuro de la humanidad, si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?

 

Como Podemos Ganar...
Para leerlo, haga clic aquí


Plaza Libertad, Washington, D.C., 12 de agosto de 2018.
Foto: twitter/@TheArtist_MBS


El Club Revolución en la Plaza Libertad, Washington, D.C., 12 de agosto de 2018. Foto: twitter/@NYCRevClub

Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org) en la marcha.

¡Esta pesadilla tiene que terminar:
El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!

CONSTITUCIÓN Para La Nueva República Socialista En América Del Norte (Proyecto De Texto)

Para leerla o descargarla (pdf), haga clic aquí.

 

Consiga una e-suscripción gratuita a revcom.us:



Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.