Posteado originalmente en Counterpunch.org:

La mirada vacía de Mike Pence

Coco Das y Sarah Roark

| revcom.us

 

Cuando no se les ven a las personas como seres humanos, sino como un problema de “almacenamiento”, la solución final llega a ser la solución “lógica”. ¿Vamos a dejar que eso suceda?

En la película de 2001, La solución final (en inglés: The Conspiracy), los funcionarios nazis se reúnen en una casa señorial para hablar de qué hacer con la población judía, que en su mayor parte le habían expulsado de la sociedad alemana para llenar los campos de concentración, los campos de trabajo y los ghettos (barrios marginados y aislados). Los judíos están llegando a ser, en las palabras escalofriantes de uno de los personajes, un problema de “almacenamiento”. La película es basada en la conferencia de Wannsee de 1942, donde se discutió y decidió la “solución final” del genocidio en masa.

Building the Wall [Construyendo el muro], una obra de teatro de Robert Schenkkan escrita en base de las elecciones de 2016, tiene lugar en un futuro próximo ficticio en que Donald Trump sea expulsado de la presidencia y encarcelado. La obra explora las acrobacias intelectuales y morales de un guardia de una prisión privada quien narra la historia después de que él mismo ha sido encarcelado. Él se había encontrado a cargo de un gran complejo deportivo en donde detuvieron a miles de inmigrantes. Estalló un brote de cólera, que sirvió de catalizador para su versión de una “solución final”.

En ambos guiones, la lógica del fascismo se hace cargo, lo que tanto asquea como seduce al espectador. Al cabo de dos horas de ver las cosas a través de los ojos de personas que ven a grupos enteros de seres humanos como alimañas, delincuentes, invasores, enemigos y cuerpos que simplemente ocupan espacio, se ve que para ellos, no hay otra solución salvo el genocidio.

Lo que nos lleva al 12 de julio de 2019, cuando Mike Pence visitó uno de los campos de concentración de su régimen en la frontera. Han sucedido tantas cosas desde entonces que quizás usted no se acuerda de lo que usted vio. Ya son noticias pasadas, que han desaparecido rápidamente bajo las capas de nuevas atrocidades en el tercer año de la era de Trump.

Pero debería persistir en su memoria porque es tan singularmente revelador y escalofriante. Vemos a una enorme multitud de hombres atestados detrás de la cerca de alambre, suplicando ayuda. Nos dicen que ni siquiera se les permite limpiarse, pero en realidad no necesitamos que lo digan. Se puede ver las máscaras que tienen puestas los guardias del campamento debido al hedor, y los reporteros presentes lo están experimentando de primera mano.

El vicepresidente tiene los brazos cruzados, flanqueado por luminarias republicanas silenciosas, todas vestidas con blazers azules y pantalones caquis como el vicepresidente. Un hombre uniformado hace un gesto con el aire indiferente de un guía turístico, explicando la ubicación de las torres de vigilancia que vigilan a cualquiera que “se vuelva pendenciero”. Pero lo más memorable en el video es lo que está en los ojos de Mike Pence, o más bien lo que no está en ellos. Su mirada vacía pasa sobre esta masa de hombres que sufren y le suplican a él, y Pence ni muestra la menor respuesta. Bien podrían ser ganado, o incluso aire vacío. No hay señal de que él ni siquiera perciba la existencia de seres humanos. Porque para él, no lo son.

Al salir, Pence declara que las condiciones en los campamentos “brindan los cuidados de los que todos los estadounidenses estarían orgullosos”. Lo cual lo confirma: no vio lo que acabamos de ver. No vio nada en absoluto.

Luego, en medio de un silencio ensordecedor de parte de los conservadores, escuchamos mucha beatería en boca de los comentaristas bien intencionados de la izquierda de que Trump ha cometido un error estratégico al permitir que Pence visitara estos campamentos. Que estos videos son tan malos. Que la historia no lo verá con buenos ojos. Por dios, su administración es tan tonta que ni siquiera se da cuenta de esto; de lo contrario, ¿por qué publicaría oficialmente el video?

Pero lo entienden completamente mal. El régimen de Trump y Pence definitivamente quiere que todo el mundo vea este video. Porque para sus propósitos, es una excelente publicidad. Siembra el terror en los blancos del régimen. Induce una sensación de desesperación en la oposición, y el régimen tiene razones para esperar que nos haga insensibilizados e inermes. Mientras que para su base, es el gratificante porno de crueldad, precisamente lo que querían al votar por Trump.

Y no importa cuál sea el punto de vista del espectador, crea de manera indeleble una cierta imagen del pueblo centroamericano (y más ampliamente, de todos los latinos, negros y otra gente de color): este es su hábitat adecuado, literalmente encerrado como una sola masa, una manada de animales, inmundos, intocables. Cosas que ninguna persona respetable querrá tener cercanas. Cosas que deben ser mantenidas alejadas de los sin contaminar.

Saben que la imagen tiene poder en el subconsciente, incluso cuando la mente consciente la rechaza. No piense que no puede afectar su propio pensamiento, independientemente de su color o sus opiniones políticas, especialmente a medida que dicha propaganda aumenta en volumen e intensidad. Estas son técnicas conocidas para lograr que una población acepte depravaciones desmesuradas. Probadas y de larga tradición. Se utilizan porque funcionan.

Esto no es una película ni una obra de teatro. No podemos levantarnos al final a sabiendas de que todo eso es la historia o una advertencia hipotética. En este momento, un régimen fascista está creando lo que ellos ven como un problema de “almacenamiento”, para el cual solo habrá una única solución si no los detenemos. No diga que eso no puede pasar aquí. ¿Por qué los nazis estudiaron las leyes de Jim Crow?

Y tampoco diga que no hay forma de detenerlo sino la de esperar hasta 2020, o que ya es demasiado tarde para detenerlo. Ninguna de esas declaraciones es cierta. Desde 2016, en muchas partes del mundo, hemos visto la manera de expulsar a regímenes tiránicos. Lo han hecho en Corea del Sur, Armenia, Argelia, Sudán y, ahora mismo en Hong Kong, Puerto Rico y Honduras. Este es el plan y estrategia de Rechazar el Fascismo: una protesta masiva sostenida, implacable y no violenta de millones de personas que no se detenga hasta que el odiado régimen se haya marchado.

Cuanto más esperemos para defender nuestros valores y utilizar nuestro poder, más, como una sociedad, permitiremos que se arraigue la lógica del genocidio. No debemos ir por ese camino. Muy pronto, hay que aprovechar el momento para lanzar el tipo de protestas sostenidas que realmente pueden descarrilar a un régimen fascista. Rechazar el Fascismo se está preparando para ese momento. Únase a nosotros. El futuro nos está llamando.

 

Este artículo se posteó originalmente en Counterpunch.org el 26 de julio.

Coco Das y Sarah Roark son miembros del colectivo editorial de RefuseFascism.org. Sígalos en Twitter. @coco_das @afterdaylight

 

El vicepresidente Pence inspecciona las condiciones inhumanas en el campamento de detención en McAllen, Texas, julio de 2019. (Captura de pantalla de noticias NBC)

 

Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org) es un movimiento de personas con diversas perspectivas, unidas en nuestro reconocimiento de que el Régimen de Trump y Pence representa un peligro catastrófico para la humanidad y el planeta y que es nuestra responsabilidad sacarlos del poder por medio de la protesta política no violenta masiva que crezca hasta que se cumpla nuestra demanda.

Acceda a RefuseFascism.org para más información y saber cómo participar.

 

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