Cachemira moribunda
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Nota de la redacción: Lo siguiente son extractos de una correspondencia que recibimos de un lector sobre los acontecimientos en el estado de Cachemira (oficialmente conocido como Jammu y Cachemira) en la India. Consideramos que esta exposición de la situación a la que se enfrenta la población de Cachemira es importante para compartir con nuestros lectores.
Una historia breve: Cachemira se ubica en la frontera norte de la India y Pakistán. Alrededor del 65 por ciento de sus 12,5 millones de habitantes son musulmanes, el 30 por ciento hindúes y el resto de otras etnias y religiones. Al terminar el dominio británico formal sobre el subcontinente indio después de la Segunda Guerra Mundial, los británicos efectuaron una política de “dividir y vencer” para exacerbar las divisiones entre las diferentes nacionalidades y grupos religiosos, y separó a Pakistán como un estado musulmán. Dos tercios de Cachemira se quedaban bajo control indio, el resto quedando bajo control pakistaní. Los opresivos gobernantes de la India y de Pakistán han intentado controlar Cachemira, incluso librando guerras, para sus propios fines. A principios de agosto de este año, el gobierno indio tomó medidas para poner fin a la autonomía de Cachemira, enviando decenas de miles de tropas adicionales a una zona ya muy militarizada y poniendo la región bajo estado de sitio.
¿Cuántos años pueden existir algunas personas
antes de que se les permita ser libres?
¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza
y fingir que simplemente no lo ve?
Estas letras de la canción icónica de Bob Dylan Blowin’ in the Wind [Volando en el viento] han demostrado ser proféticas para Cachemira en la India. El estado más septentrional de la India ha estado bajo cierre de emergencia por el gobierno indio durante casi cuatro semanas. Los más de siete millones de personas del estado siguen encarceladas en sus casas con toque de queda en todo el estado, sin acceso a alimentos, medicinas, atención médica ni ningún otro servicio básico. Existen, pero no son libres; el ejército y la policía de la India los están torturando lentamente hasta la muerte de formas inventivas. Por otro lado, la mayoría chovinista de la población hindú ha girado la cabeza para ignorar una de las peores tragedias humanitarias de la historia del mundo, y finge que todo está bien. Es escalofriante hasta la médula. La muerte no natural, ya sea causada por el Estado indio o por la falta de acceso bajo el toque de queda, se está convirtiendo en un rasgo aceptado de la familia cachemira. Este es un genocidio lento en progreso. El gobierno derechista de Modi desea la tierra y no a las personas.
Han efectuado la ocupación de Cachemira con artimañas y fraudes constitucionales, al revocar el artículo 370 que conectaba Cachemira con la India. Esto se hizo de la noche a la mañana, con sigilo y rapidez, y de un solo golpe les robaron la identidad y la tierra a los cachemires. Cachemira, en el momento de la independencia de la India del dominio colonial británico, se unió a la India mediante un Instrumento de Adhesión que permitía a Cachemira plena autonomía, excepto en materia de defensa, asuntos exteriores y comunicación. Esto incluía que Cachemira tuviera su propia constitución y su propia bandera. Esto se consagró en la Constitución de la India a través del artículo 370 de la Constitución. Ahora queda abrogada; sin la voluntad, el consentimiento ni la consulta del pueblo de Cachemira.
El 5 de agosto Cachemira se despertó enjaulada. Cada casa se convirtió en una cárcel bajo toque de queda en todo el estado. La gran mayoría de la población india lo celebró con entusiasmo, con petardos en algunos casos, sordo a la situación en el terreno que se aproximaba al genocidio. Encarcelaron a más de quinientos políticos cachemiros y arrestaron a miles más de un solo golpe. Aplastaron a toda protesta espontánea con un puño de hierro, y golpearon, mutilaron, encarcelaron y asesinaron a la gente sin piedad. Las fuerzas indias utilizaron armas de perdigones en la primera operación de cegamiento en masa llevada a cabo por fuerzas armadas en cualquier parte del mundo. Apuntan intencionadamente al ojo y usan el perdigón más mortal en comparación con el más benigno usado anteriormente. A medida que pasaban los días, las fuerzas indias secuestraron de sus familias a niños de 10 a 13 años de edad en redadas nocturnas, y los mantienen recluidos en cárceles sin cargos. Estos niños son rehenes, para evitar que los padres protesten por sus derechos e identidad. Las cárceles de Cachemira están llenas, los niños ahora siendo llevados a cárceles en otros estados. El objetivo es claro: eliminar a los musulmanes de Cachemira, realizar una limpieza étnica, y cambiar su demografía para siempre. Las violaciones y la tortura en Cachemira hoy en día son tan salvajes, tan brutales, tan despiadadas como cualquier otro momento peor en la historia de la humanidad. Como informó la BBC sobre las palizas y la tortura, “Me golpearon en todo el cuerpo. Nos patearon, nos golpearon con palos, nos dieron descargas eléctricas, nos golpearon con cables. Cuando nos desmayamos, nos dieron descargas eléctricas para despertarnos. Cuando nos pegaron con palos y gritamos, nos sellaron la boca con barro”.
Este es un ascenso de los nazis hindúes que el mundo observa en silencio. Estas son personas que literalmente adoran a Hitler y aprueban los métodos de limpieza étnica adoptados por Hitler. Los paralelismos son evidentes. Modi en la India ha montado una ola de popularidad como la de Hitler, alimentada en gran medida por sus discursos de odio, su programa mayoritario y sus consignas populistas como las de Hitler. Convirtió a los musulmanes en el enemigo complaciendo cuidadosamente los sentimientos mayoritarios, alimentando temores imaginarios como lo hizo Hitler, quien convirtió a los judíos en el enemigo. Hizo que el falso orgullo hindú, y la evocación de la gloria antigua como la de los alemanes, se convirtieran en la narrativa principal del discurso político. El asesinato de musulmanes a manos de turbas de linchamiento se normalizó lentamente en los primeros mandatos de Modi en los últimos cinco años, al igual que el asesinato de judíos, sin repercusiones contra los perpetradores. En muchos casos Modi, su gobierno y sus partidarios felicitaron y animaron a estos matones. Modi sigue en Twitter a los matones hindutva [hindúes nacionalistas] que vomitan el peor tipo de odio, abuso y veneno en los medios sociales.
Se puso en marcha una campaña propagandística mucho más siniestra y omnipresente que lo que Goebbels podría haber imaginado para lavar el cerebro a la gente común, una caza de brujas y castigar a todos los disidentes, a todos los que buscan la verdad y a todos los críticos de Modi. Los grandes medios de comunicación indios fueron comprados y convertidos en un enemigo hostil y reaccionario del pueblo, adulando a Modi y reprimiendo toda voz opositora y disidente. No sólo difundieron noticias falsas y mentiras, sino que incitaron violencia comunal y odio contra la minoría musulmana y los menos favorecidos de la India, llamados dalits. Los grandes medios de comunicación de la India pasarán a la historia por su descarada complicidad en provocar el ascenso de los nazis hindúes y el terror hindú. Lo aceptaron voluntariamente cuando los gobernantes nazis hindúes desmontaban paso a paso el marco democrático y secular de la India. Son las porristas del ascenso de la dictadura nazi hindú. De la mano del despiadado ejército de troles en línea, el gobierno de Modi mantiene a la población india vigilada y aterrorizada, donde la verdad se ha convertido en una mercancía preciosa pero también letal. El resto de la India está tan ocupado como Cachemira, excepto que la gente no está encarcelada en sus casas. Como un comentarista lo expresó con profundidad, Cachemira no será indianizada, sino que la India será cachemirizada.