Reposteado de Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org):

Tomando unas copas en Sobibor: ¿Seguiremos siendo nosotros?

Sarah Roark

| revcom.us

 

Lo que permitimos no es sólo lo que condonamos — es algo en lo que nos hemos convertido.

Hace poco, el Museo de la Topografía del Terror en Berlín celebró el Día de Conmemoración del Holocausto con el estreno de un tesoro recién descubierto de fotos raras que tomó un subcomandante en el campo de exterminio nazi de Sobibor. Es un hallazgo importante, en vista de las pocas imágenes del campo que se han encontrado hasta la fecha.

Las fotos encierran una de las lecciones de la era nazi que sigue siendo tan crucial y no obstante, al mismo tiempo, tan difícil de digerir, a lo que Hannah Arendt se refirió como “la banalidad del mal”. Aquí, en uno de los más infames sitios de asesinato en masa de la historia, no vemos a monstruos empapados de sangre, sino a personas normales que hacen cosas muy ordinarias. En una foto, guardias uniformados de la SS y hombres y mujeres vestidos de civil se reúnen para tomar unas copas y fumar en un patio bajo el sol, sonriendo y charlando.

Aparte de los uniformes, de hecho se parece a cualquier otra fiesta. Principalmente porque sí se parece a cualquier otra fiesta. Se ve escalofriante únicamente en contexto: no se ven las cámaras de gas, pero están cerca.

Más de 70 años después, parece que todavía no podemos imaginar en toda su extensión esta realidad que ya está bien establecida. Pero no importa qué tanto nos cuesta creer esa realidad. Ahí está, una terca prueba en blanco y negro de algo que definitivamente ocurrió. (Y ocurrió una y otra vez). Es parte del motivo de celebrar el Día en Memoria del Holocausto en primer lugar. La verdad que esta foto representa quizá sea difícil de explicar o aceptar, pero no debería ser ni remotamente difícil de conservar en la memoria.

Y esa terrible verdad es que estas eran personas muy normales. No eran monstruos. Para nada. Ningún examen psicológico en busca de la tríada oscura nunca habría detectado a la mayoría de ellos. No obstante, aquí están, brindándose por la salud los unos a los otros con cristalería fina probablemente robada a las víctimas de sus asesinatos. ¿Por qué? Porque se había convertido en la manera en que estaban las cosas, y tenemos fuertes instintos que nos llevan a conformarnos con la manera en que estaban las cosas sin importar lo que eso sea, especialmente cuando otras personas normales a nuestro alrededor aparentemente también piensen que eso también está bien.

Así que ¿si no crees que nunca posiblemente se podría cambiar tu propia brújula moral viviendo bajo un gobierno fascista estadounidense completamente consolidado bajo Trump and Pence? Pues, piénsalo de nuevo. El pasado nos enseña otra cosa.

Si no crees que es posible que seas adormecido para que gradualmente aceptes atrocidades cada vez más viles mientras te dices a cada etapa del proceso: “Bueno, ¡al menos yo no estoy celebrando ninguna fiesta en el patio de Sobibor!”, pues tienes que hacer cierta investigación sobre la forma en que este proceso realmente funciona. Personalmente recomiendo el libro They Thought They Were Free [Pensaban que eran libres] de Milton Mayer, basado en entrevistas personales de la posguerra con alemanes de diferentes profesiones y puntos de vista. Uno de ellos, que había hecho el odioso juramento de lealtad únicamente para conservar su empleo de ingeniería, le contó a Mayer:

“Pero por supuesto, no es así como funciona. En medio están los cientos de pequeños pasos, algunos de ellos imperceptibles, cada uno de ellos que te prepara para que no te asustes con el siguiente. El Paso C no es mucho peor que el Paso B, si no te opusiste al Paso B, ¿por qué te ibas a oponer al Paso C? Y así llega el Paso D.

“Y un día, demasiado tarde, tus principios, si alguna vez fuiste sensible a ellos, de repente llegan de golpe. La carga del autoengaño se ha hecho demasiado pesada, y algún pequeño incidente, en mi caso mi hijo pequeño, poco más que un bebé, diciendo ‘cerdo judío’, hace que de repente todo se venga abajo, y ves que todo ha cambiado bajo tus narices” [Mayer, Milton. They Thought They Were Free: The Germans, 1933-45 (Pensaban que eran libres: Los alemanes, 1933-45), pp. 170-171, University of Chicago Press, edición Kindle en inglés; traducción de revcom.us].

Pero eso es tan sólo un estudio entre muchos. Hay muchas buenas investigaciones en el mundo, recopiladas y analizadas a lo largo de muchos años por aquellos que también querían entender cómo esto era posible, para que nos pudieran regalar ese conocimiento a nosotros sus descendientes. No desconoces todo lo que lucharon por aprender. No simplemente decidas que eres inmune porque, bueno, no eres una persona mala.

La mayoría de esas personas que manejaban Sobibor tampoco lo eran. Creer que claro que hubieras respondido de otra manera —en otras palabras, creer que puedes nadar en desechos nucleares y no terminar convertido en radioactivo— requiere de una convicción de que de alguna manera eres inherentemente superior a esos seres humanos sorprendentemente normales. ¿Estás seguro de que eres superior? No estoy seguro de que yo soy superior.

Los seres humanos son criaturas sociales profundamente programadas. La psicología y la sociología, así como la historia, demuestran fríamente que lo que consideramos como nuestro “yo” y nuestra “identidad” es mucho más mutable y mediatizado por nuestro entorno que lo jamás quisiéramos admitir. Si vives en una sociedad donde la gente celebra picnics en linchamientos o fiestas de patio en un campo de exterminio, no puedes esperar que eso te afecte menos que las experiencias de lo contrario, de la compasión o la justicia. El que literalmente estés en ese picnic o en ese patio, o no, tal entorno pondrá en peligro el propio “tú” que tanto deseas creer que realmente existe. A medida que ese entorno se degrada, tú te degradas con él. El Paso A conduce al Paso B, y así sucesivamente al Paso D. (Y aquí hablo de los adultos. No hace falta imaginar el futuro de los niños que estarán repitiendo como loros los lemas trumpistas).

Este es un argumento que tiende a perturbar o incluso enfurecer a las personas. No quieren contemplar la disolución de la persona la que han sido hasta ahora como una de las posibles bajas de la tiranía fascista, o de cualquier tipo de tiranía. Por supuesto que no. Yo tampoco. Pero no tiene sentido disparar a los mensajeros. Con argumentos no es posible descartar los hechos. No obstante, es posible enfrentarlos y bregar con ellos.

Eso es lo que querían nuestros antepasados que juraron: “Nunca jamás”. La mayoría de los estadounidenses nunca elegimos que llegáramos a estar metidos en el ambiente ético que se está deteriorando rápidamente en el que nosotros los estadounidenses hoy estamos tan sorprendidos de encontrarnos; lo único que podemos decidir es qué aprender sobre ello, y qué hacer en respuesta — al menos antes de que nos sea perdida la capacidad de responder. Pero eso en sí es un gran poder que puede resucitar la esperanza para la humanidad, en el momento en que comenzamos a ejercerlo.

Podemos dejar que nos preparen gradualmente para tomar unas copas en Sobibor algún día. O podemos rechazar tal invitación ahora, por adelantado. Lo que decidamos sobre eso se convierte en lo que somos.


En la imagen, unos guardias de la SS toman unas copas y fuman en Sobibor, no lejos de las cámaras de gas. [USHMM]


“A los perpetradores nazis ávidos de tomar la iniciativa, como Niemann en Belzec, les dieron una sorprendente libertad de acción, la que usaron para desarrollar y ensayar nuevos métodos de matar”, dijo Dr. Cüppers.
En esta foto de principios de 1943, Niemann posa en su caballo en el campo Sobibor — el lugar donde los judíos deportados llegaron en camiones para ganado. [USHMM] [BBC News]

Rechazar el Fascismo es un movimiento de personas con diversas perspectivas, unidas en nuestro reconocimiento de que el Régimen de Trump y Pence representa un peligro catastrófico para la humanidad y el planeta y que es nuestra responsabilidad sacarlos del poder por medio de protestas no violentas que crezcan a diario hasta que se cumpla nuestra demanda. Esto quiere decir trabajar y organizarnos con toda nuestra creatividad y determinación para movilizar a miles y, con el tiempo, a millones de personas en las calles de las ciudades y los pueblos, para exigir:

¡Esta pesadilla tiene que terminar: El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!

Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org) acoge a los individuos y las organizaciones con diversos puntos de vista que comparten nuestra determinación a no aceptar a un Estados Unidos fascista, los que se sumen a nosotros y/o sean socios con nosotros en esta gran causa.

Lea, comparta y apoye el Llamamiento a la Acción de Rechazar el Fascismo.

Conozca más sobre Rechazar el Fascismo aquí.

 

 

 

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