Reposteado de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo):
Rechazar el Fascismo me ha dado valor
Lillian Forman
| revcom.us
Un fascista se ha colado en mi página de Facebook “Rechazar el Fascismo”. Sé cómo piensan los fascistas; he estado en suficientes manifestaciones a las que ellos han acudido, escupiendo ideas irracionales e insultos, pero este hombre me sorprendió al declarar ideas que tenían un falso barniz de racionalidad y que contradecían tanto los preceptos democráticos como la estructura social humana desarrollada por Bob Avakian en su libro Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte. Tener otro punto de vista en mi página debería ser una ventaja — dando nuevas facetas dinámicas a los temas sobre los que posteo. Pero estas ideas no son dinámicas. Son nihilistas y conducen al odio y a la muerte.
Por ejemplo, mi primer intercambio con mi “amigo” fascista de Facebook, A.L., se inició con una discusión sobre el cierre por la Covid-19. Él declaró que no debiéramos haber entrado en el cierre en primer lugar. Le respondí que pues, mucha gente habría muerto innecesariamente. Dijo que ése era el propósito, que las personas viejas, débiles y enfermas deberían haber muerto para que las personas fuertes y sanas pudieran usar los recursos financieros que de costumbre se desperdician para criaturas inútiles y moribundas con tanta probabilidad de morir durante una pandemia. Señalé que tengo 84 años y no tengo intención de morir, que llevo una vida buena y útil y que pienso seguir viviendo y trabajando.
Luego me exigió que muriera por su bien y el de sus hijos. Las siguientes son sus palabras exactas: “Usted ha tenido una vida buena y larga, Señora. Ya es hora de hacerse a un lado, Nuestros Hijos son más importantes. Como debe ser y como siempre ha sido”. Aparentemente, no se debe hacer ningún esfuerzo para salvar a los ancianos, ya que eso sería utilizar el dinero y otros recursos que pertenecen a los jóvenes. No me he molestado en decirle que he hecho un testamento vital que requiere que si entro en un estado vegetativo persistente o en cualquier otro estado en el que la vida no tenga sentido, me deben desconectar de todo equipo para la prolongación de la vida. Estoy segura de que él no habría sentido que este esfuerzo fuera suficiente. Probablemente piensa que yo y otros ancianos deberíamos sufrir —sin mucho costo— una muerte aislada por asfixia. A.L. dejó totalmente claro que “el Humanismo Liberal postmoderno se está saliendo de control”.
La pedante frase “humanismo postmoderno” nos lleva al destino de la humanidad en general. Estoy segura de que muchos ancianos se sienten como yo; que su vida es suya con la cual pueden hacer lo que quieran siempre y cuando actúen en formas morales y responsables. La mayoría de las personas se ha ganado el orgullo que sienten por las elecciones éticas que hacen y la responsabilidad de transmitir a los jóvenes las normas en las que basan esas elecciones. Considere al Dr. Fauci, quien en su vejez y a pesar del hostil y fascista Trump, está luchando valientemente contra esta pandemia mortal. Probablemente A.L. y sus compinches sienten que el Dr. Fauci, así como otras personas de menor importancia como yo deberían quitarse del camino. Después de todo, como no prestan atención a sus ideas y descubrimientos, deben considerarlo sin valor. Al igual que los nazis, que, si pudieran haberlo logrado, habrían dejado morir a Einstein y Freud en los campos de concentración, estos nazis de hoy día también destruirían de manera gratuita los tesoros del mundo de hoy día.
Cuando empecé a escribir este breve ensayo, me sentí un poco culpable al defender mi derecho a vivir. Parecía un poco egoísta. Pero todos los seres humanos tienen el derecho a un sentido de su propia dignidad — el negro, el latino, el asiático, las mujeres, los homosexuales, las personas con identidades sexuales diferentes, incluso yo. Y todos ellos deben sentirse libres de expresar esta dignidad siempre y cuando respeten el respeto propio de los demás. ¿De qué sirve la vida sin ello?
Uno necesita algo de valor para afirmar su propia dignidad, especialmente cuando uno queda reducido a puros huesos y piel, de 1.4 metros de estatura, tiene las manos temblorosas, se cae fácilmente, y se olvida palabras sencillas como yo. Creo que pertenecer a Rechazar el Fascismo me ha dado este valor. Me ha ayudado a ver mi valor en poner un ejemplo para los jóvenes, me ha ayudado a amar a los demás hasta el punto de estar dispuesta a sacrificar mi seguridad para el bien del mundo y de su gente, me ha ayudado a ver con claridad en tiempos de terrible confusión y ofuscación. Estas son cualidades valiosas, tan vitales para la cordura propia y tan necesarias para el sentido propio de valor cuando el mundo se ha convertido en un caldero de brujas. En semejantes tiempos, todos necesitan formar parte de Rechazar el Fascismo. Así que, por el bien de la humanidad, salgan a las calles a luchar contra el feo y sombrío mundo de A.L. antes de que nos abrume. Ya es casi demasiado tarde.
Lillian Forman (con la camiseta “¡NO!”)
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¡Esta pesadilla tiene que terminar:
El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!
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