Estas elecciones presidenciales

“Decenas de Floridas”, una “amplia variedad” de demandas, “muchos percances”...

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Carta de un miembro de la Gira Nacional “Revolución”:

La carta de un lector de hace un par de semanas, “Esfuerzos polifacéticos de los republi-fascistas por ‘ganar’ las elecciones novembrinas”, me pareció importante. Desde ese entonces la situación sólo se ha intensificado más, en que Trump ha estado tuiteando sobre retrasar las elecciones de noviembre y una y otra vez ha indicado que tal vez no acepte los resultados si las elecciones no resultan a su favor. Mientras tanto, los republi-fascistas pro-trumpistas están acelerando sus esfuerzos, a todo nivel y en todo frente, para socavar la integridad de las venideras elecciones. Como dice la carta:

por un lado, el régimen y el Partido Republicano están haciendo todo a su alcance para “ganar” la elección presidencial, incluido por la supresión del voto de aquellos sectores de la población que probablemente voten en su contra, en particular la gente de color. Por otro lado, están tratando de “deslegitimar” las elecciones reclamando de antemano que están “amañadas” — pues si les va mal, podrán tratar de aferrarse al poder mientras disputan o niegan los resultados.

Esto incluye leyes estatales que tengan el propósito de hacer que sea más difícil de votar para los negros y los latinos, una iniciativa para reclutar a 50.000 observadores electorales, sobre todo ex policías y ex militares, para “monitorear” las urnas y votantes “sospechosos” en los estados en reñida contienda, recortando el número de lugares para empadronarse y votar que sean accesibles para personas de color, conduciendo a largas colas de espera y multitudes durante una pandemia, alegaciones sin fundamento de que votar por correo postal (o “en ausencia”) resulta en fraudes, y esfuerzos por socavar y sabotear esta forma de votar, la que en estas elecciones será mucho más común este año debido al coronavirus.

Todo esto recalca la verdad de lo que Bob Avakian dice en su Declaración del 1° de agosto, de que nos encontramos ante una situación sin precedentes y unas elecciones sin igual. En la tercera parte, Bob Avakian escribe:

Es de importancia crítica seguir forjando la resistencia, ahora mismo y de una forma cada vez más poderosa, contra todas y cada una de las maniobras represivas de Trump, lo que incluye construir una oposición de masas a los esfuerzos de este régimen de suprimir el voto y mediante movilizaciones de masas en apoyo y en defensa de aquellos que caen en la mira de semejante represión.

Plenamente conocedores de lo que este régimen fascista representa, y de todo lo que implica que Trump no sólo está buscando suprimir el voto de las personas que votarán en su contra sino que también se está preparando para utilizar una represión violenta forzosa para permanecer en funciones de no ser declarado ganador en las elecciones, es de importancia urgente y crítica construir ahora una movilización sostenida y verdaderamente masiva en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que estar ¡FUERA YA! — con una orientación de estar preparados para continuarla incluso más allá de las elecciones, si la situación así lo requiriera.

Esta situación general ha causado alarma en la población en todas partes. Y ha suscitado gran inquietud entre los demócratas y los republicanos antitrumpistas en la clase dominante y en los medios de comunicación — no solo porque desean la victoria de Biden, sino también porque les inquieta que se esté socavando las “normas” centrales de la democracia estadounidense, como la transición pacífica del poder, las cuales le dan “legitimidad” al sistema entero. Ahora quiero destacar dos ejemplos de estas inquietudes.

1) El 8 de agosto, el New York Times publicó un artículo importante escrito por cuatro altos corresponsales de la fuente de la Casa Blanca, titulado: “¿Qué pasará después de la votación del 3 de noviembre? ¿Tal vez una batalla legal?”. El artículo se inicia así:

La batalla turbulenta y sin precedentes de recuento de votos en Florida que polarizó a Estados Unidos en el año 2000 y ocasionó que la Corte Suprema tuviera que decidir el resultado de la contienda pronto podría parecer parte de unas elecciones para el consejo estudiantil de una preparatoria al compararla con lo que podría suceder después de las elecciones de noviembre.

Imaginemos no una sola Florida, sino decenas de Floridas. No un solo conjunto de demandas, sino una amplia variedad de ellas. Y, en vez de dos candidatos mesurados que se quedan al margen y dejan la lucha en manos de sus representantes, un presidente de Estados Unidos en funciones desatando su furia en MAYÚSCULAS vía Twitter desde el Despacho Oval mientras maquina formas de usar las atribuciones de su cargo para interferir.

El artículo describe la enorme lucha legal que ya se está iniciando sobre las reglas del proceso de votar en sí, y la manera que se están preparando para la lucha sobre cómo van a contar los votos y disputar los resultados. Detalla algunos de los importantes frentes de esta batalla, como sobre el Servicio Postal (que es indispensable para la entrega de las papeletas ausentes de manera puntual) y el que ahora está bajo el control de un partidario de Trump, y al cual deliberadamente le están recortando el presupuesto.

Si bien tanto los demócratas como los republi-fascistas se están preparando en el campo judicial para esta lucha, lo que salta a la vista para mí tras leer este artículo es que, de limitar esta lucha simplemente al campo judicial, diversos factores favorecerían a Trump. Primero, Trump cuenta con un Departamento de Justicia que está totalmente de su lado. Segundo, cuenta con legislaturas de varios estados importantes que están bajo el control de los republicanos. Tercero, ante una situación caótica, la Suprema Corte podría favorecer al presidente en funciones (Trump) a fin de reestablecer el orden. Además, Trump, siendo el fascista que lo es, de todos modos podría desacatar el fallo de la corte. Además, él ha venido forjando una fuerza paramilitar federal, que le es fiel, la que puede movilizarse de ser necesario.

Todo esto enfatiza lo que Bob Avakian señala en el tercer punto de su declaración del 1° de agosto:

Confiar en las “normas” y “canales regulares” de este sistema, incluidas las venideras elecciones, y limitar las acciones a dichas normas y canales, no puede solucionar este problema urgente y profundo, especialmente al lidiar con un régimen fascista y sus seguidores fanáticos que están decididos a pisotear y hacer añicos semejantes “normas”.

2) Anteriormente este verano, 67 ex funcionarios del gobierno y otros agentes de alto rango de la clase dominante, expertos académicos y periodistas se reunieron para llevar a cabo una serie de “juegos de guerra” convocados por el “Transition Integrity Project” (Proyecto por la Integridad de la Transición). Uno de los participantes fue David Frum, quien en un artículo de la revista Atlantic los describe así:

Las sesiones se iniciaron con escenarios de lo que podría pasar el día de las elecciones —que Biden gane por un gran margen, que Biden gane por un margen estrecho, que Trump saque un triunfo en el Colegio Electoral junto con la pérdida del voto popular—, y sobre esa base, se llevaron a cabo juegos de guerra para contemplar lo que podría suceder. La meta no fue hacer predicciones, sino más bien ensayar escenarios e identificar potenciales puntos débiles en el sistema. Este enfoque es común en el mundo de la seguridad nacional, pero anteriormente no se ha aplicado con frecuencia al ámbito de la política nacional.

Como resultado de estas sesiones, Frum expresa cierta confianza en que Trump no podría cambiar fácilmente la fecha de las elecciones o aferrarse al poder en el caso de que se certifique el voto en su contra. Pero, como agrega:

Las malas noticias son que un presidente decidido podría hacer muchas transas dentro del marco judicial, especialmente con el cumplimiento del procurador general y suficientes aliados políticos en los capitolios estatales.

E incluso en los escenarios en los que Biden al fin gane, Trump había “envenenado abrumadoramente el sistema político”.

Frum continúa:

A pesar de la poca popularidad personal del presidente que las encuestas miden, el lado de Trump tenía —y usaba— importantes ventajas tácticas.

Esas ventajas empiezan con los poderes institucionales de la presidencia, específicamente el poder de dotar de poderes federales a la Guardia Nacional y tomar el control militar de las urnas en los estados. También incluyen la asimetría del sistema de partidos de Estados Unidos, y especialmente el feroz espíritu de equipo de los leales de Trump y los medios de comunicación pro-Trump.

Sin embargo, la ventaja más persistente y poderosa fue el exceso de confianza del equipo de Biden con mentalidad legaloide de que el equipo de Trump respetaría ciertas normas y límites a su propia conducta. La experiencia refutó esa expectativa una y otra vez.

Frum examina una serie de situaciones y variables específicas, el día de las elecciones y el intenso periodo posterior, sobre las cuales cabe mucho sopesar. También recomiendo leer este artículo de Max Boot, otro participante, que salió en el Washington Post. Boot describe los escenarios en los que si la noche de las elecciones no hay un ganador definitivo, la situación probablemente se parezca “casi a una guerra civil en las calles”, y se desmanden las milicias derechistas. Concluye: “A menos que Biden gane en el colegio electoral con un margen que nadie puede disputar creíblemente, quizá nuestra democracia corra peligro como nunca antes”.

Para mí, lo que más me llamaba la atención tras leer todo esto es lo que señala Bob Avakian al comienzo del tercer punto de su declaración del 1° de agosto: “Simplemente confiar en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados muy malos, incluso desastrosos”.

Y lo que se pone de relieve de manera mucho más pronunciada, con respecto a la lucha que nosotros tenemos que librar, es: 1) Es importante, y es una señal de qué tan grave que lo es el peligro, que estas fuerzas anti-Trump en los círculos gobernantes están haciendo sonar la alarma abiertamente de esta manera y están maniobrando para robustecer las instituciones y “normas” del proceso electoral; 2) Esto podría abrir oportunidades para la lucha de la gente desde abajo; 3) Importaría enormemente que Trump realmente fuera derrotado el 3 de noviembre de manera aplastante; 4) En cualquier escenario, la resistencia de masas a los esfuerzos de Trump por robarse las elecciones, y la movilización de masas que exija que el régimen de Trump tiene que largarse ya, es el ingrediente crítico que podría cambiar la ecuación entera; 5) En las crisis de semejante tipo, se podría poner en entredicho la legitimidad del sistema entero en la mente de millones de personas, así que es crítico que los revolucionarios libren la lucha para derrotar a Trump y su embate fascista contra estas elecciones desde la perspectiva de una revolución real para deshacerse de este sistema entero, y a la vez acumular fuerzas para semejante revolución real.


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