Con motivo del fallecimiento de Juan Gómez-Quiñones

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Reflexiones de los camaradas que lo conocieron y trabajaron con él, a lo largo de décadas

“Todos somos testigos en la elaboración de la historia y debemos participar en el mapeo de la supervivencia humana para un mejor futuro del mundo”. — Juan Gómez-Quiñones

El jueves 11 de noviembre, el pueblo perdió a un preciado rebelde, Juan Gómez-Quiñones, historiador, poeta, académico y activista. A lo largo de muchas décadas, hemos conocido y trabajado estrechamente con Juan y apreciamos sus muchas cualidades extraordinarias, como persona y en su vida profesional. Queremos expresar nuestras condolencias a su familia y a la comunidad en general de aquellos que sienten una gran sensación de pérdida, mezclada con un profundo aprecio por lo que él contribuyó durante su vida.

Juan Gómez-Quiñones, o GQ como muchas personas lo llamaban, fue un radical en la década de 1960, estuvo activo y fue formado por el movimiento de liberación chicana, y fue una figura clave en el establecimiento de los Estudios Chicanos como un campo importante en el mundo académico. Esta combinación de trabajo intelectual riguroso para conocer mejor la verdadera historia de los pueblos y sistemas y solidarizarse con los oprimidos en sus luchas, fue lo que siempre se vio en cualquier interacción con él.

Toda su vida, GQ tomó partido con los oprimidos en este mundo. Odiaba la crueldad y la codicia de este sistema. Su humor seco y su sarcasmo discreto pusieron bajo cierta luz las hipocresías y las injusticias. GQ tuvo un tremendo sentido de valor y sacrificio propio. Sabía que los de arriba harían pagar un precio a aquellos que se atrevieran a ponerse de pie contra ellos y que se negaran a retroceder. No se preocupó por lo que sus posturas políticas significarían para su carrera académica, sino que al contrario, pensaba en lo que iba a significar si no se uniera con otras personas para ponerse de pie. Su corazón se emocionó cuando las personas se levantaron, cuando alzaron la cabeza para pensar en un mundo completamente mejor.

En el período de la década de 1960 cuando diferentes pueblos oprimidos estaban levantándose y estaban exigiendo un fin a esa opresión en todas las esferas, se dio una importante lucha para establecer como legítimos los departamentos académicos centrados en la historia y la realidad actual de estos pueblos, en departamentos centrados en los Estudios Étnicos. Y como parte de eso, hacía falta reconocer toda la historia y el carácter de un sector de la gente de ascendencia mexicana aquí en Estados Unidos, oprimido por este sistema. GQ jugó un papel clave en esto, estableciendo el Centro de Investigación de Estudios Chicanos en la UCLA [Universidad de California-Los Ángeles]. Estos movimientos tuvieron que hacerle frente al racismo institucionalizado en el mundo académico y en la sociedad en general. GQ luchó por el estudio y el reconocimiento de personas las cuales estaban en gran parte vilipendiadas, cuya cultura e idioma fueron objeto de degradación y de otra forma fueron ignorados. Dedicó gran parte de sus estudios académicos a profundizar la comprensión de las relaciones entre Estados Unidos y México (y la gente de América Central), en los ámbitos social, económico y político.

A medida que los movimientos del decenio de 1960 entraban en reflujo, criticó a aquellos que “exploraban tolerar el establecimiento, y en todos los sentidos posibles —en lugar de cuestionar al sistema— perseguían lo que el sistema ofrecía”. (de Making Aztlán, Ideology and Culture of the Chicana and Chicano Movement, 1966-1977 [Creando Aztlán, ideología y cultura del movimiento chicano, 1966-1977], co-escrito con Irene Vásquez). Como un intelectual de renombre en este campo, GQ fue también un mentor de estudiantes, brindado un espacio y ánimo a las y los estudiantes chicanos para aprender su herencia y contribuir a este campo de estudio con rigor intelectual. Pero también quería que éstos aspiraran a un mundo mejor, no sólo a una mejor carrera. Quería que los estudiantes aprendieran la historia de la resistencia para que la llevaran adelante, no sólo para luchar contra la crueldad de este sistema sino para aspirar a un mundo de bondad, generosidad, liberación. En sus años posteriores, bregaba con los problemas del relativismo y del consumismo entre los estudiantes. Quería que desarrollaran un sentido de la importancia del colectivo, y la necesidad de ser parte de algo que es más grande que uno mismo. Quería que los estudiantes exploraran la teoría revolucionaria.

En los últimos años, cuando el régimen de Trump y Pence llegó al poder, GQ escribió sobre las profundas raíces del antimexicanismo en la historia de Estados Unidos. Entendía que el fascismo podría darse en Estados Unidos y argumentaba que teníamos que dar la alarma contra esto, que teníamos que librar una lucha contra el fascismo y hacer que esa lucha fuera parte de la lucha para llegar a un mundo mejor.

GQ era un amigo de la revolución; exploró vigorosamente la obra de Bob Avakian y promovía que otros hicieran lo mismo. Reconoció que no había nadie que continuara desarrollando la teoría revolucionaria de la manera en que lo ha hecho Bob Avakian (BA), no sólo con su dirección del trabajo práctico de construir un movimiento para una revolución real, sino de desarrollar el científico marco y teoría de la manera en que la humanidad podría llegar a liberarse completamente. Aunque no estaba de acuerdo con todo lo que el nuevo comunismo sostiene, le dio estímulo y hambre el proceso de conocer las cuestiones teóricas con las cuales BA estaba bregando y por qué. Amaba y aprendía del rigor intelectual de Avakian y del carácter amplio y polifacético de su obra.

GQ también sintió un espíritu afín en BA como alguien que se ha dado la vida y alma a la lucha de la gente por liberarse. Estaba conmovido por el optimismo revolucionario de BA y entusiasmado por bregar con la manera en que BA entendía la necesidad y la posibilidad de la revolución.

¡Se echará mucho de menos a GQ!

 

 

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