Trump y los fascistas intensifican muchísimo el peligro de una guerra con Irán — pero Biden y los demócratas también representan los intereses depredadores del imperialismo
| revcom.us
Tras la derrota de Trump en las elecciones, muchas personas de tendencia progresista se sienten aliviadas, de que quizá ya se termine el período de amenazas y maniobras fuertes y crecientes de Estados Unidos contra Irán. Bajo el régimen de Trump y Pence, Estados Unidos se había retirado unilateralmente del tratado internacional con Irán, que fue negociado bajo Obama, bajo el cual Irán se comprometió a limitar el desarrollo nuclear a cambio de que Estados Unidos y otras potencias aflojaran las sanciones económicas contra Irán. Trump venía aumentando las sanciones contra Irán, lo que presionó intensamente la economía iraní y tuvo un impacto devastador en la vida de las masas iraníes, incluido un fuerte aumento de infecciones y muertes por la pandemia de la Covid-19. En lo que equivalía a un acto de guerra, en enero de 2020 Trump ordenó el asesinato de uno de los líderes militares más altos de Irán — cuando éste estaba en Irak, otro país soberano. Incluso después de perder las elecciones, Trump y su régimen han continuado amontonando más sanciones mortíferas contra Irán y haciendo amenazas bélicas.
Ahora, dice Biden que cuando esté en la Casa Blanca, tiene la intención de que Estados Unidos entre de nuevo en el tratado nuclear internacional, el cual han continuado manteniendo Irán y las potencias imperialistas europeas tras la retirada de Estados Unidos por Trump. Si Biden logra hacerlo, lo que para nada es cosa segura, representará un cambio importante en la política estadounidense, pero NO en los objetivos fundamentales y fuerzas impulsoras que subyacen a semejante maniobra. Lo que impulsan a Biden y los demócratas, al igual que a Trump, son los intereses depredadores del imperialismo estadounidense.
Durante décadas, el control del Medio Oriente ha sido uno de los factores centrales de la dominación del planeta por el imperialismo estadounidense. Esta región es donde se ubica una gran parte del petróleo y gas natural del mundo. Es un cruce entre África, Europa y Asia. Rutas comerciales globales la atraviesan. Perder el control dominante del Medio Oriente propinaría un golpe demoledor a los gobernantes estadounidenses, con repercusiones profundas. En las décadas recientes, Estados Unidos ha enfrentado enormes desafíos nuevos a su posición en esta región, concentrados en el surgimiento de corrientes virulentas del fundamentalismo islámico reaccionario, frecuentemente antiestadounidense, y la intensificación de conflictos con rivales globales como Rusia y China. En muchos sentidos, estos desafíos se han concentrado en torno a Irán, el cual es un estado regional poderoso con reservas petroleras enormes, y un polo importante del fundamentalismo islámico con su propia agenda y ambiciones, que han minado el control estadounidense y amenazado a los intereses de los aliados estadounidenses cruciales Israel y Arabia Saudita.
Las guerras y ocupación en Afganistán e Irak desde principios de la década del 2000 han fracasado e incluso ha tenido efectos contraproducentes, sin producir los resultados que Estados Unidos deseaba. Estados Unidos no ha logrado aplastar a sus enemigos ni establecer regímenes lacayos estables. Más bien, el choque entre el imperialismo reaccionario y anticuado y el fundamentalismo islámico reaccionario y anticuado se ha escalado muchísimo en sentidos muy complejos e intensos, lo que ha afectado otros problemas y contradicciones profundos a lo largo de esta región volátil, al mismo tiempo que potencias imperialistas rivales como China y Rusia han hecho avances. Este hervidero de contradicciones amenaza con desgarrar la región — al mismo tiempo que inflige muchos horrores a las masas de personas en la región.
Para Obama, el tratado nuclear con Irán era un intento de distender el peligro inmediato de una guerra, coartar las ambiciones nucleares iraníes e incluso quizás convertir al régimen teocrático iraní de un enemigo a una fuerza neutral que podría ayudar a estabilizar la situación y así facilitar que Estados Unidos mantenga su dominación sobre la región. Esta situación es lo que Biden y los demócratas esperan que se recupere para Estados Unidos. Pero los republi-fascistas lo han denunciado, en representación de sectores poderosos de la clase dominante, que temen que el acuerdo fortalezca más al régimen iraní en la región, socave a aliados estadounidenses clave y termine por debilitar la dominación estadounidense regional — y mundial. Ningún bando en este conflicto representa los verdaderos intereses de la gente del mundo, incluidas las masas de personas en Irán y Estados Unidos.
En cuanto a la posición específica de Biden sobre Irán, revcom.us escribirá otros artículos al respecto según se vayan desarrollando las cosas, pero cabe recordar que, anteriormente este año, cuando Biden respondía a algunas preguntas que el New York Times les hizo a los candidatos presidenciales demócratas, él habló de manera muy categórica sobre no descartar la intervención militar en Irán (y otras regiones estratégicas) —incluidos ataques preventivos— en caso de que amanecen a los intereses estadounidenses. Al preguntársele si “se contemplaría el uso de la fuerza militar para impedir una prueba nuclear o misilistica por parte de Irán o Corea del Norte”, Biden contestó: “Sí. Hay que usar la fuerza juiciosamente para proteger un interés vital de Estados Unidos… El programa nuclear de Corea del Norte y las ambiciones nucleares de Irán representan semejante interés vital”
Los “intereses vitales” de Estados Unidos, como la potencia capitalista-imperialista dominante en el mundo, no tienen nada que ver con los intereses de la humanidad, a los cuales se oponen en lo fundamental.
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