La neta de la frontera: Justicia e injusticia

Obrero Revolucionario #869, 18 de agosto, 1996 El gobierno de Estados Unidos insiste en que hay que "hacer algo para recuperar el control de la frontera con México". Y ese "algo" siempre es castigar a los mexicanos en Estados Unidos, meterlos en campos de detención, arrestarlos en operaciones de rastrillaje, levantar muros de acero, vigilarlos con helicópteros Blackhawk, y poner más agentes, soldados y policías en la frontera; actualmente los 3600 kilómetros de la zona fronteriza son una zona de guerra.

El presidente Clinton dice que está orgulloso de que cada año arrestan a más de un millón de personas en la frontera. El Partido Republicano dice que hay que tomar medidas más extremas.

Hay un movimiento de resistencia a esta guerra contra los inmigrantes y está creciendo. Durante las batallas contra la Proposición 187, cientos de miles de personas se lanzaron a la calle, se salieron de clases y firmaron declaraciones de que no iban a obedecerla. La paliza grabada en video a dos inmigrantes en Riverside, conocida como "el Rodney King mexicano", indignó a amplios sectores sociales. En ambos lados de la frontera habrá movilizaciones durante la Convención Nacional del Partido Republicano. Esta resistencia contra la ofensiva antiinmigrante es un factor muy positiva, y esperamos que este artículo sea una contribución que la fortalezca.

¨Cómo justifican los odiainmigrantes sus crueles medidas en la frontera? Con el cuento de que una ola de extranjeros está "invadiendo" al país. "Es posible que estas medidas sean duras", dicen los odiainmigrantes, "pero son necesarias para la defensa nacional. El sentido común dicta que todo país tiene derecho a defender sus fronteras".

¨Qué posición deben de tomar los que anhelan justicia?

¨Es correcto defender el derecho del gobierno a "controlar" la frontera? ¨Debemos limitarnos a exigir que el cierre de la frontera se haga con medidas humanitarias? A estas preguntas hay que responder con un claro y firme NO.

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Hay que empezar con la gente, para comprender qué es lo que impulsa a cruzar la frontera y qué causa su pobreza.

José Alvarez es un mexicano que hace poco contó su historia. Por muchos años, José se ganó la vida en el rancho de aguacate de su papá en el estado de Michoacán, donde han vivido por generaciones. Pero esa forma de vida se está extinguiendo debido a cambios en el mercado mundial que bajaron el precio de los aguacates y arruinaron a muchos pequeños agricultores mexicanos.

Para principios de esta década, José, al igual que millones de campesinos mexicanos, ya no podía mantener a su familia con lo que daba el rancho y decidió irse a Guadalajara para trabajar en una fábrica. No pagaban bien y la situación rápidamente se puso de mal en peor. Las instituciones financieras internacionales obligaron a México a devaluar su moneda y lo que José ganaba valía menos. Otra vez no podía dar de comer a su familia.

Lo que es peor, lo despidieron. Todos los días los cambios de inversiones y mercados hacen que abran y cierren fábricas por todo el cinturón industrial mexicano.

José perdió el trabajo, y como muchos más estaba en la misma situación, fue imposible conseguir otro.

A fines de 1994, menos de un año después de que se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC/NAFTA) y menos de dos meses después de que se aprobó la ley 187, José estaba en una colina cerca de Tijuana. A la distancia brillaban las luces de San Diego.

Delante de él había redes de enormes reflectores y de sensores para detectar el calor del cuerpo humano. Sobrevolaban helicópteros, alumbrando las sombras con sus faros. Al otro lado de esa zona estaban los agentes de la Migra en sus camionetas de doble transmisión, vigilando con largamiras infrarrojos, en espera de José y otros como él que querían ir al norte.

"Habrá una oportunidad, algo se presentará", dijo José esa noche.

Desigualdades en la frontera

Analicemos el caso de José. Su desesperación y la de millones más se debe al funcionamiento de la economía mundial y de las instituciones bancarias internacionales. Cuando se analizan las fuerzas que encadenan a México, se ve claramente la mano de las corporaciones e instituciones gubernamentales de Estados Unidos.

La relación que tienen Estados Unidos y México no es una de vecinos iguales que comparten una frontera común: Estados Unidos es un país imperialista y México es un país intensamente dominado y explotado por el imperialismo yanqui. Por ejemplo, el mayor patrón en México es General Motors. Poderosas corporaciones e instituciones financieras estadounidenses penetran todo aspecto de la vida nacional:

En las zonas industriales del norte de México, maquiladoras estadounidenses explotan a 600.000 trabajadores, pagando salarios de miseria y trasladando sus productos al norte.

Enormes trechos de terrenos fértiles se dedican a la producción para el mercado estadounidense. El TLC tenía el propósito específico de intensificar la dominación de la agricultura mexicana. Un economista estadounidense bromeó hace poco: "La agricultura mexicana tiene un brillante futuro; qué lástima que muchos campesinos no van a disfrutarlo".

A todo México lo están exprimiendo para pagar la deuda a los capitalistas financieros de Estados Unidos y de otros países imperialistas. Esos pagos han arruinado a millones y subido drásticamente el costo de los artículos de primera necesidad.

Militares y policías de Estados Unidos infiltran la sociedad mexicana abierta y clandestinamente. La sede de la CIA en ciudad de México es el mayor nido de espías fuera de Estados Unidos. El FBI y la DEA operan en México, y las armas estadounidenses se están usando para combatir a los campesinos rebeldes en Chiapas.

Casi todo aspecto de la vida económica de México se tuerce para aumentar las ganancias de Estados Unidos. Por tanto, cuando millones de campesinos y trabajadores al otro lado de la frontera se ven obligados a venir al norte para subsistir, Estados Unidos no es un "inocente que sufre por las aflicciones de otros". Sus bancos, corporaciones, agroindustria y gobierno son la principal causa de ese sufrimiento y son los principales beneficiarios de la pobreza que causan.

La activista del movimiento de santuario Stacy Merkt, que estuvo presa por ayudar a los inmigrantes salvadoreños, describió muy bien la situación cuando dijo que lo que hace Estados Unidos es "quemar una casa y luego cazar a los que se escapan".

¨Quién invadió a quién?

La frontera jamás ha parado los contactos entre los dos países y la clase dominante yanqui siempre ha pisado la frontera cuando le conviene.

La verdad es que la actual frontera fue creada por invasiones y robos. En el siglo 19, colonos de Estados Unidos cruzaron la vieja frontera, se apoderaron de terrenos valiosos en California y Texas, introdujeron su idioma y su sistema de esclavitud, y lanzaron rebeliones armadas contra México. Después el ejército estadounidense protegió esos terrenos robados.

La verdadera historia de la frontera la expresa bien un dicho popular de la zona: "Nosotros no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros".

¡Es el colmo de la hipocresía que los reaccionarios de repente digan que "cada país tiene el derecho de defender sus fronteras"! ¨Respetarían ellos ese principio?

Los capitalistas estadounidenses han explotado desvergonzadamente a los mexicanos en ambos lados de la frontera, y esa explotación es una piedra angular de su imperio mundial.

En el lado estadounidense, los rancheros y las corporaciones se han cebado de la mano de obra mexicana durante 150 años; han "importado" mexicanos para tender rieles ferroviarios, arrear ganado, irrigar los campos y trabajar en la cosecha. Al mismo tiempo, poderosos capitalistas "cruzan" al otro lado cuando les conviene para explotar la mano de obra, apoderarse de minerales y meterse en la vida política. Además, el gobierno estadounidense jamás ha vacilado en invadir a México, ya sea para perseguir a los apaches de Gerónimo o los revolucionarios de Pancho Villa. Con plena arrogancia, la clase dominante yanqui dice que México y Centroamérica son su "patio trasero".

En una palabra, la frontera fue creada para beneficio de la clase dominante de Estados Unidos, la ha mantenido para abonar sus ganancias, y la ha violado siempre que le conviene.

En vista de eso, ¡¨no es indignante que hoy los politiqueros tilden a los mexicanos de "invasores"!?

¨Quién que tenga una pizca de respeto a la justicia podría considerar legítimos los "derechos de Estados Unidos" en esa frontera artificial? ¨Por qué hay que respetar o reforzar esos "derechos"?

Hoy, los funcionarios del gobierno estadounidense, su prensa y las fuerzas que atacan a los inmigrantes se portan como si los mexicanos fueran "extranjeros" que vienen a "quitarnos lo que hemos construido". Pero por más de un siglo y medio, la mano de obra mexicana, en ambos lados de la frontera, ha creado mucha de la riqueza que se ha acumulado en Estados Unidos. En vista de eso, ¨es extraño que los mexicanos piensen que tienen el derecho de cruzar la frontera para escapar la pobreza impuesta a México? ¨No tiene razón el coro de: ¡Aquí estamos, aquí nos quedamos, no nos vamos!?

Mejor dicho, ¨tiene todo país el derecho de defender sus fronteras? No. No todos los países y no en todas las circunstancias. Muy en particular, no lo tiene un país opresor como Estados Unidos.

Estados Unidos defiende su frontera sur como una medida para preservar la relación de desigualdad y opresión que tiene con México. Y eso no se debe apoyar. Por su parte, el pueblo mexicano tiene todo el derecho de luchar para sacar corriendo al imperialismo yanqui.

La situación actual escalofría a la clase dominante estadounidense. La Rebelión de Los Angeles sacudió su segunda ciudad y por un par de días perdió el control; la mitad de los arrestados en la rebelión eran latinos. Miran al sur de la frontera, al levantamiento campesino en Chiapas, la guerra popular en Perú y las décadas de resistencia antiimperialista en Centroamérica, y ven la posibilidad de grandes estallidos por todo el continente.

Así que lanzaron una guerra fronteriza para "contener" la crisis y el sufrimiento de México, y no dejar que "desestabilicen" su sistema.

Junto con esa movilización armada viene una movilización política para justificar sus medidas represivas. Poderosas fuerzas quieren imponer su odiosa visión de una "nación blanca, cristiana y de habla inglesa, compuesta de familias tradicionales". Algunos hasta sueñan con echar a la fuerza a millones de los que ya viven y trabajan aquí. Hay un tono de "limpieza étnica" en este país, cuyo mínimo propósito es arrinconar a millones y tratarlos como arrimados en libertad condicional.

El sistema está ampliando la brecha entre el país opresor y el tercer mundo que explota, y entre el rico y el pobre en sus propias entrañas; creando una sociedad más y más "estratificada": una forma de apartheid impuesta por la chota, con privilegios por un lado y crueldades por el otro.

Pero nosotros tenemos que responder a sus planes con los nuestros.

El sistema quiere contener su "patio trasero". Pero eso solo perjudicará a las masas populares de ambos lados de la frontera. Como ha dicho Bob Avakian, Presidente del PCR, desde el punto de vista del internacionalismo proletario: "Ellos están muertos de miedo y quieren apretarle las clavijas a esa gente ingobernable que se está metiendo al patio trasero y a la casa. Nosotros queremos invitarlos a todos a entrar para que las condiciones sean aún más favorables estratégicamente para la revolución en Estados Unidos y la revolución en todas partes, en todas las Américas y, fundamentalmente, en todo el mundo".

¨Quién alimenta a quién?

En 1993 el gobernador de California, Pete Wilson, propuso recortar los servicios sociales para los inmigrantes sin papeles. Ahora el sistema político oficial repite su posición.

Wilson dijo que los inmigrantes son una "carga para los contribuyentes" porque los estados tienen que "proveerles servicios médicos, educación y otros beneficios, y el costo de estos programas sigue subiendo".

¡Qué manera de poner la realidad patas arriba: acusar a los más explotados de "gorronear" y decir que el costo de unos pocos servicios sociales ha minado la vida de la clase media!

Wilson preguntó: "¨Por qué debe el gobierno premiar la inmigración ilegal... a un costo tan alto para el pueblo americano?"

¡¨"Premiar"?! Ver a sus hijos morir de cólera, diarrea o desnutrición a causa de la pobreza que impone el imperialismo en su país; o a sus parientes y amigos amenazados o asesinados por gobiernos títeres en Guatemala, Chiapas, El Salvador o las Filipinas; o la lenta ruina de Haití bajo la dirección de Washington, por la que miles tienen que lanzarse al mar en pequeñas lanchas y esquivar los botes de la Marina enviados para "contenerlos". Y si esta gente tan premiada llega a Estados Unidos, con la esperanza de subsistir, aquí los reciben muy generosamente: ¡los apiñan en pequeños apartamentos y les dan los peores y más humillantes trabajos!

¡Qué pinche derecho tiene Pete Wilson de quejarse de "gorronear" cuando la clase que él representa es la mayor bola de parásitos y asesinos que se ha visto en la historia del mundo!

Toda esta cháchara de una "carga a los contribuyentes" y "premiar a los ilegales" pasa completamente por alto quién verdaderamente alimenta a quién en este mundo. Preguntemos a Pete Wilson y el resto de la clase dominante: ¨el trabajo de quién creó las ganancias de que disfrutan, quiénes recogen sus vegetales, ensamblan sus carros, construyen sus casas, cuidan sus céspedes, lavan sus platos, cosen su ropa, crian a sus hijos, limpian sus oficinas, manejan sus limosinas, hacen sus chips computarizados, descargan sus barcos, manejan sus camiones...?

Como dice la vieja canción revolucionaria: "Llevamos mil años alimentándolos, y todavía nos quedamos sin comer".

Todo eso son pretextos para medidas como la 187 y otros recortes de servicios sociales a los inmigrantes sin papeles. Ahora, con el mismo pretexto recortaron $23 billones en ayuda pública, estampillas de comida y seguridad social para los inmigrantes con papeles. Son medidas injustas y crueles.

¨De quiénes son las leyes? ¨
Quiénes dictan lo bueno y lo malo?

Hoy en día los politiqueros hablan mucho de inmigrantes "ilegales". Cuando hace poco filmaron a unos sheriffs golpeando a dos inmigrantes en Riverside, California, los reaccionarios dijeron que "los criminales que violan las leyes del país" deben esperar tal tratamiento cuando los agarran. Pete Wilson dijo que no se debe "premiar a los que violan las leyes" con derechos legales o servicios sociales.

Quieren declarar "criminales" a todo un sector del pueblo cuyo único "crimen" es ser pobre y cruzar una línea arbitraria sin tener los debidos papeles. Y no solo los inmigrantes: de la misma manera han criminalizado a toda una generación negra.

Con eso esperan mantener bajo la bota a grandes sectores de la población.

Imagínense las ganancias que sacan los capitalistas de la superexplotación de estos inmigrantes sin papeles. Si eres un trabajador agrícola "ilegal", ¨a quién vas a quejarte cuando te engañan y no te pagan? ¨Vas a pedir compensación de salud cuando te lastimas en el trabajo? ¨O compensación de desempleo cuando te despiden? ¨Vas a correr el riesgo de quejarte o participar en una huelga?

La plataforma del Partido Republicano propone nuevas formas de ampliar la categoría de "ilegales": una enmienda a la Constitución para que los hijos nacidos en Estados Unidos de padres sin papeles no sean automáticamente ciudadanos. Esta es una forma de criminalización hereditaria. Crea un sector del pueblo que nunca tendrá los mismos derechos de los demás. Hace recordar las leyes raciales de los nazis alemanes y las categorías raciales del sistema de apartheid.

¨Pero por qué debemos nosotros aceptar las categorías y criterios establecidos por este sistema, su Congreso y sus legislaturas? Necesitamos nuestros propios criterios basados en una visión amplia y el rechazo a la opresión. La Resistencia dice: "Ser inmigrante no es un crimen. La vida humana es más importante que sus leyes".

No es un crimen cruzar una frontera para subsistir. Pero cuando los agentes uniformados del sistema persiguen, maltratan y violan a los inmigrantes, es un crimen. Y cuando la gente vive explotada y oprimida, es un crimen.

¨Es justo violar leyes injustas? Como dijo una vez Bob Dylan: "A veces para ser honesto uno tiene que vivir fuera de la ley". En momentos históricos como hoy, todos tenemos que tomar partido con los oprimidos. "We are all illegals! ¡Todos somos ilegales!"

El futuro está en juego

Si uno examina a fondo los ataques a los inmigrantes, se da cuenta de que lo que dicen fundamentalmente es: "Si no paramos a los inmigrantes ahora, Estados Unidos cambiará para siempre". Piensan que eso es una pesadilla. Pero nosotros decimos: "¨¡Y qué tiene de malo eso?!".

La guerra en la frontera es parte de una lucha más amplia sobre qué clase de futuro y qué clase de sociedad saldrá del presente. En este contexto, ¨no se necesitan urgentemente grandes cambios?

ntemos a Pete Wilson y el resto de la clase dominante: ¨el trabajo de quién creó las ganancias de que disfrutan, quiénes recogen sus vegetales, ensamblan sus carros, construyen sus casas, cuidan sus céspede


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