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Entrevista del OR:

La gente de Danny Hoch

Obrero Revolucionario #910, 8 de junio, 1997

 

La cosa empieza con Floe, un joven rapero orondo, cuya jactancia y carreta cambia, sin advertencia, a una conmovedora añoranza de una novia que se fue. Sus carnales se burlan de él, pero persiste, buscando rebasar su vocabulario machista para describir lo que sentía en la compañía de esa mujer que le abrió la mente y el corazón.

Sigue Blanca, una joven puertorriqueña de enormes aretes dorados que derrocha orgullo y gracia. Pero está tensa. Ayer su novio se presentó ("después de un año, nueve meses y 16 días" de estar con ella) no con una oferta de matrimonio ni con una tarjeta de Hallmark, sino con un condón.

Doria, una judía de 60 y pico años, está hablando con su hijo por teléfono, como cada semana. El se metió a un trabajo que para ella es "ir a todos los barrios peligrosos... es como el Cuerpo de Paz pero en Nueva York". Suelta un chorro de comentarios liberales típicos, una divertida sarta de prejuicios clasistas, alternando entre orgullo y miedo por un hijo que se puso al lado del pueblo.

César entra cantando en español. Se sienta indeciso. Nos inclinamos para oírlo. Está en un lugar extraño: el consultorio de un terapeuta. Nos enteramos de que es un hombre íntegro y amable, que adora con ternura a su esposa, su hijo y su vida en común. Hace cuatro meses esa vida se hizo añicos cuando la policía mató a balazos a su hijo camino al cine.

Sería fascinante habitar el mundo de cualquiera de estos personajes, pero lo increíble es que todos ellos, y otros más, son producto de un solo actor. El show "Some People" (Algunas personas) de Danny Hoch nos sacude de una manera inesperada.

No es comedia, pero es muy divertida... a veces. Otras veces uno se acerca tanto a estas personas, en unos pocos minutos, que nos brotan lágrimas de furia (por los insultos y el sufrimiento que la sociedad les impone) y de esperanza y confianza (por la grandeza de corazón que brilla a través de sus dificultades).

Danny Hoch cuenta la verdadadera historia de esa gente desde el punto de vista de los oprimidos. Pero es una historia compleja, porque no evade explorar cómo el sistema capitalista se nos mete en la cabeza, creando una conciencia falsa y una ignorancia enfurecedora. Como en el caso de Víctor, un chavo puertorriqueño que está en un centro de rehabilitación tratando de convencer a una muchacha de que puede bailar, a pesar de que tiene que andar en muletas el res to de su vida porque la policía lo baleó a él y a unos compañeros por sospecha de robar un carro y su familia tiene miedo de hablar del incidente porque son guardaespaldas del alcalde. Pero de todos modos, Víctor piensa que este es un gran país, no como Irak donde "la gente no tiene libertad".

En "Out of Character", editado por Mark Russell, Danny habla de su vida: "Me crié con la cultura hip-hop en un barrio de altos edificios de Queens (Nueva York), donde no había una mayoría racial. Mi madrina era cubana, mis vecinos afroamericanos, caribeños, puertorriqueños, israelíes, senegaleses y sigue. Era rapero, break dancer, artista de pintas y vendedor de droga antes de mi bar mitzvah [13 años]. Por eso, mi experiencia y mi lenguaje son ta n multiculturales.... Cuando veía a Dan Rather en el noticiero, pensaba que su programa era de otro país...".

Para llegar al teatro pasó por la preparatoria "Fame" de Artes Teatrales en Nueva York, la Escuela de Artes de Carolina del Norte, la Academia Dramática Británico-Americana en Londres y de regreso a Nueva York. Nos dijo: "Poco a poco me di cuenta de que en la prepa y la universidad me estaban enseñando a abandonar mis raíces para nunca regresar. A ser parte de un trabajo--en televisión, películas o el teatro--que no tenía nada que ver con la gente que me vio crecer. Es decir, me estaban enseñando a abandonar a mi gente".

En vez de ganarse la vida haciendo telenovelas o comerciales, Danny era mesero seis días a la semana en un restaurante de barbacoa del barrio East Village. Finalmente, encontró trabajo haciendo teatro en preparatorias y cárceles. "Ellos no se dieron cuenta de que apenas tenía 19 años y yo no me di cuenta de que sería profesor de la Universidad de Nueva York". Durante cuatro años, cinco días a la semana, trabajó en solución de conflictos por medio del teatro, mientras simultáneamente preparaba su show. En 1994, estrenó "Some People" en el teatro Joseph Papp Public Theater de Nueva York. Lo galardonaron con el premio Obie. Desde 1994 lo ha presentado en muchos lugares en Estados Unidos, Austria, Cuba y Escocia; en 1995 la red televisiva HBO lo grabó.

Hace poco Danny terminó su nuevo show "A Progress in Work: Evolution of a Homeboy/Locked Down" en P.S. 122. Lo entrevistamos poco después.

Obrero Revolucionario: Dinos cómo creas tus personajes. ¨Cuáles son tus fuentes?

Danny Hoch: Las fuentes son mi propia vida.... Escribí un poema que dice: "Si creces en Suecia y hablas sueco y te portas como sueco y te vistes como sueco, ¨te puedo culpar? Pero si creces en Lafrak City [un enorme proyecto habitacional en Queens] en los años 70 y 80 y hablas español o patois, y tus vecinos son afroamericanos, y tus carnales son puertorriqueños e israelíes, y tu madrina es cubana y tu amigo es de Madagascar y cotorreas con puertorriqueños, pakistaníes, filipinos y judíos, ¨me puedes culpa a mí?"

Esa es mi fuente cultural y es mi fuente lingüística. Todos mis monólogos, no los escribo, los preparo oralmente, solo en un cuarto o frente a un público. Finalmente los escribo en papel, pero es muy doloroso porque es intelectual, no es visceral. Dejo que los monólogos me broten de la mente y de la boca, y de esa manera los personajes evolucionan.

OR: Tu arte presenta un complejo cuadro de la opresión que el sistema le impone a la gente y de su manera de responder. Pero no es una bola de estereotipos. Debe ser muy difícil.

DH: Creo que mi meta subconsciente es socavar los estereotipos y mostrar la complejidad subyacente. A veces cuando los artistas políticos presentan una obra cien por cien política, al público no le interesa. "No quiero que me prediquen qué hacer".... Pero si uno comienza con algo que les llama la atención... mira, piensa en cuántas personas miran esos estereotipos en Fox, ABC y NBC. Si uno les llama la atención con eso, pero luego le da la vuelta, puede ser una obra política.

....La historia de la gente de piel blanca que desempeña el papel de gente que no es blanca en Estados Unidos es negativa y la meta ha sido perpetuar el racismo por todos lados. Pero me dicen--yo no lo digo, es lo que me dicen a mí--"Es obvio, Danny, que quieres mucho a tus personajes. Si no fuera así, no los querríamos tanto nosotros. Les tienes mucho cariño".

OR: Has dicho que eres un griot urbano. ¨Qué significa eso?

DH: Bueno, últimamente he estado diciendo que soy actor. Pero griot era como llamaban los colonizadores franceses en Africa a los cuentistas del siglo 16, a artistas que contaban cuentos pero que simultáneamente eran cómicos, maestros, predicadores, chamanes y sacerdotes. Todo eso en una sola persona.

No me considero un cuentista de por sí, pero en cierto sentido mis monólogos son en esencia cuentos. Hago lo que hacen los griots por todo el mundo, ya sea en Africa, Asia o las Américas antes del colonialismo, o en Europa; en cierto sentido me poseen mis personajes. O me pongo máscaras o disfraces. Utilizo canciones y tal vez movimientos, que se podrían llamar baile, para educar, entretener y retar... y a veces a predicar. [risas]

Empecé a investigar esto cuando era profesor de la Universidad de Nueva York en su biblioteca. Tenía 19 años.... Descubrí que eso era el teatro en las culturas indígenas de todo el mundo.

OR: En ese entonces hacías talleres en Rikers [una horrible cárcel de Nueva York]...

DH: Todavía creo que lo que hice en las cárceles y prepas fue el teatro más increíble que he hecho o visto. No fuimos a entretener, sino a improvisar escenas muy cargadas, de impacto sobre una variedad de temas: el SIDA, los prejuicios raciales, el abuso, la violencia, la droga... con el fin de provocar a los presos o los estudiantes a reaccionar o dar sus opiniones, a decirnos cómo cambiar el desenlace para los personajes que creábamos.

Al final de cada taller, hacíamos que los chavos actuaran con nosotros, cambiando los personajes según la ocasión. Y la mitad de las veces terminaban llorando. Los presos.

Uno sabe que está haciendo algo de impacto cuando entra a un cuarto lleno de hombres pisoteados, jodidos por el sistema, que piensan al comienzo "qué es esta mierda", pero en cinco segundos se están callando el uno al otro y se sientan para ver lo que hacemos.

Y al final nos dicen: "¨Por qué se van? No se vayan. ¨Cuándo regresan? Quiero ser actor. Quiero hacer esto. Es mi sueño". Estoy seguro de que la mayoría, o muchos, de los lectores del OR han estado en la cárcel. Saben que eso no conduce a pensar en sueños o en que hay posibilidades.

OR: Una vez dijiste que los presos te alentaron a poner tus personajes en la televisión.

DH: Precisamente. Mi plan era hacer esa clase de teatro [en cárceles y escuelas] el resto de la vida. Al mismo tiempo trabajaba en mis monólogos, pero sin esperanzas de mayor publicidad. Pero de repente me di a conocer y se me presentaron muchas oportunidades. Oportunidades en Hollywood. Creo que desde 1993, cuando pasó eso, he rechazado ofertas de trabajo de cinco o seis millones de dólares en comedias, películas, teatro.

Piensan que estoy loco y me dicen: "¨Qué eres, un pinche mártir? ¨Quién te crees, uno de los presos de Rikers que te dan tanto orgullo? Si ellos tuvieran la oportunidad de hacer un comercial de Sprite por un millón de dólares, lo harían en par patadas. ¨Así que quién eres tú?"

Pero mi onda es que no hice todo lo que hice como actor política, social y emocionalmente--con los muchachos, mis muchachos, de mi ciudad, mi barrio--para hacer comerciales para Sprite. No lo hice para dinamitar casetas de peaje en [la película] "Money Train". Me ofrecieron $250.000, pero no lo hice. Prefiero que un tipo se me acerque en la calle y diga: "Oye, ¨no te vi en Rikers? Yo estaba ahí. Sí, estuve en tu taller, qué cosa más chévere. Fue chistoso y me hiciste pensar".

Bueno, no quería rechazar de plano todo lo de Hollywood, porque después de rechazar sus ofertas tanto tiempo se intrigaron. Decían: ¨quién es ese muchacho que siempre rechaza nuestras ofertas lucrativas? Así que finalmente me preguntaron: "¨Qué quieres hacer?".... Creo que tengo una responsabilidad de aprovechar este privilegio, de aprovechar el poder que se me dé en esta industria, para injertar política y contar historias que no se cuentan.

OR: Un artista tiene que caminar en la cuerda floja para mantenerse fiel a sus principios y a la vez usar los medios masivos para llegar a la gente para quien trabaja. En tu último show dices que te invitaron a un episodio del programa de televisión Seinfeld.

DH: Bueno, acababa de regresar de Cuba... me invitaron a ir a un episodio de Seinfeld y tenía que decidir en una hora si iba a agarrar un avión a la mañana siguiente. Leí el guión y por instinto no me gustó.

Cuando llegué, Jerry Seinfeld quería que hiciera el papel estereotípico de un guardia latino de una alberca que recoge las toallas, un hombre divertido y psicótico. Eso era todo el personaje. He debido seguir mis instintos. Mi instinto me dijo que eso iba a pasar, pero no le presté atención. Pensaba que iba a salir en Seinfeld, que más chavos vendrían a mis shows porque salí en Seinfeld. Porque HBO no estaba pasando mi show y bueno, mucha gente no tiene cable ni HBO.

Así que hablé con Jerry Seinfeld y el director. No me di aires de superioridad, pedí perdón pero les dije "no puedo hacer esto" cuando me pidieron que hablara con acento español. Trataron de manipularme con algo que no me esperaba. Fue muy manipulativo, para imponer su poder. Me preguntaron: "¨No eres actor? ¨No es lo que quieres hacer? ¨No te gustan los acentos, no haces diferentes personajes?" Y por un segundo me pusieron a preguntarme eso también.

Pero dije no, un segundo, sé de dónde soy, conozco mis raíces. Y miré mis zapatos. Estos zapatos han estado en Rikers, en Bronx Detention, en India y Camboya, y por todas partes en Brooklyn.... Si hago esto, es una violación de mis valores, es vender a mi gente.

Por supuesto no les dije eso, pero les expliqué mis razones.... Y me mandaron de regreso a Nueva York, primera clase, y no me pagaron....

Unos lo llaman integridad y otros piensan que soy un gran pendejo que quiere hacer alguna clase de "declaración". Pero si digo "sí", ¨qué estoy haciendo? Los de Seinfeld me dijeron: "Es una comedia de media hora. ¨Qué importa?" ¡Y me pregunté lo mismo! Este país está jodido. La gente tiene la mente jodida. Tenemos miedo el uno del otro por lo que vemos a diario por la televisión y en las películas. Y uno piensa que puede tener su carrera, escribir y dirigir comedias y películas en Hollywood y que todo está bien. Que es el centro del mundo, que es gente muy progresista. Pero lo que hace tiene grandes repercusiones, especialmente para los jóvenes. Y está mal.

OR: ¨Qué público buscas?

DH: Cuando empecé a trabajar con muchachos, decidí que eran el público que quería. Muchachos de todas las clases económicas y de todas las razas y grupos étnicos. Me molesta mucho cuando no hay jóvenes en mis shows..... Porque veo lo que les pasa en mis shows a muchachos de todos los sectores. Se inspiran, se emocionan y quieren hacer algo.

OR: Has hecho cosas muy creativas para llevar tus shows a la juventud, como por ejemplo en Minneapolis.

DH: Sí, sí. Fui a Minneapolis, a un teatro que se llama Mixed Blood Theater [Teatro sangre mezclada]. Su declaración de metas se parece a ese discurso de Martin Luther King sobre sus sueños. Sobre el multiculturalismo y la multietnicidad. Me di cuenta--de hecho, es muy obvio--que queda al lado de tres enormes multifamiliares de 25 pisos.... Tres cuartos de los inquilinos son negros y la mitad de ellos son etíopes. Me dije: "Qué chévere".

Así que la segunda noche voy a la casilla y me entero de que solo han vendido 13 boletos. Les pregunto: "¨No traen muchachos de los edificios de al lado a aprender aquí?" Me contestan: "¡No, nunca! Causan muchos problemas". Digo: "Bueno, ¨han venido a ver un show aquí?". Me dicen: "No, no, nunca". Digo: "Bueno, los han invitado alguna vez? Hay de 7000 a 10.000 personas en esos edificios y ¨nunca han estado aquí? ¨Desde cuándo está aquí el teatro?" "Trece años". ¡Increíble! Les pregunto: "Me deben dar unos boletos para repartir gratis, ¨no?"

Así que voy a la cancha de basket del proyecto y hay unos 50 chavos jugando basket. Todos son negros. Todos tienen los pantalones caídos y las gorras al revés. Y les digo: "Oigan, no quiero interrumpir el partido pero hay un actor que va a dar un show en frente. Es muy divertido, hace muchos personajes, hace de mujer, es divertidísimo. Salió en HBO". Dicen: "¨HBO? ¨De veras? No digas". Digo: "Deben ir a verlo". Preguntan: "¨Y cuánto cuesta?". Les digo: "Doce dólares, pero yo tengo boletos gratis".

Y fueron. Se sentaron en la última fila. En la primera fila estaban mis 13 admiradores progresistas blancos de Minneapolis. No los critico; vienen a mis shows y me respaldan; son buena gente.

Empiezo mi show y sabes que mi rollo, mi lenguaje, no es fácil. Bueno, no había captado que la mayoría de esos muchachos eran inmigrantes de primera generación, que acababan de llegar de Etiopía, así que ni siquiera han dominado el inglés "standard", mucho menos los dialectos que uso, con acento puertorriqueño de Brooklyn, o acento dominicano del Bronx, o acento judío de Queens, el discjockey trinitario o el jamaiquino. Era difícil para ellos.

Bueno, su respuesta cultural es distinta por ser de Etiopía--se ponen de pie y le contestan a los personajes, hablan con ellos--, y eso me fascina, porque eso es lo que debe ser el teatro, ¡pero además se traducen! Los que saben inglés traducen para los que no entienden. Porque es importante entender lo que digo. Para mí, que amo tanto la palabra, es como estar en la gloria, es el mejor show de mi vida.

¨Y qué hacen mis queridos admiradores blancos progresistas de primera fila? Se dan la vuelta para callarlos, para decirles: "Shhh, shhhh....". ¡Les dicen que se callen! Y los chavos se molestan: "No me diga que me calle, man". Y los blancos dicen: "No saben cómo comportarse en un teatro". Al fin y al cabo un blanco y un etíope pelean en el vestíbulo. Pero continúo.

Así que antes de terminar el show todos los chavos se han ido y solo quedan los 13 admiradores leales que me están esperando con los brazos cruzados.... Uno me dice, y te prometo que estas son sus palabras: "Estaban usurpando mi experiencia teatral". Le digo: "¨Por qué piensas que es tu experiencia teatral y no la de ellos?". El tipo era izquierdista, con una camiseta a cuadros muy a la moda, con un botoncito, de pelo teñido y anillo en la nariz... Le digo: "Estás en el Mixed Blood Theater. ¨Vives en esos multifamiliares?". "No". "Esos muchachos viven en esos edificios y nunca los han invitado a venir aquí. Ya se sienten enajenados. Cada quien tiene su manera de comportarse en un teatro...".

Así que discutimos, pero algunos me apoyaron y se pusieron a discutir entre sí. Me fui. Pero me di cuenta de que esa es la meta del teatro: incitar discusión. ¨Para qué sirve ir al teatro, ver una obra y salir sintiéndose satisfecho? Sin duda los muchachos tenían mucho de que hablar. Me hubiera gustado que regresaran. Me molestó mucho que los sacaran así....

Ahora, en todas las ciudades donde voy, si tengo tiempo voy a buscar a la muchachada y les doy boletos.

OR: Oí que fuiste a Lincoln, Nebraska. ¨Cómo estuvo la cosa?

DH: Fue la gran cosa, con mucho jaleo: "Dios mío, un artista de performance de Nueva York viene a la secundaria".... Hice unas escenas sobre la brutalidad policial y el racismo. Hice "Message to the Bluntman", el poema; hice de Bronx, el tipo de Rikers arrestado por vender camisetas; hice de Víctor, con las muletas. Nunca habían visto nada parecido en Lincoln, Nebraska.

Cuando empiezo el taller, digo: "Bueno, no sé, pero quizás la brutalidad policial no sea problema aquí". Y me dicen: "Sí, es problema. Un agente estranguló a un mexicano al lado de la calle, y balearon en la espalda a un chavo negro porque pensaban que tenía una pistola de perdigones, pero no tenía nada...".

Y la directora [quien es negra] me mira así [tiene la frente arrugada]. Y me pregunta una y otra vez: "¨Por qué suelta tantas palabrotas?" Yo quiero decirle: "¨Por qué siempre quiere cambiar el tema?". Les pregunto a los alumnos: "¨Qué piensan de la brutalidad policial? ¨Qué piensan del mexicano que mataron en Lincoln, Nebraska?". Y me contestan: "¡Es una barbaridad! No es justo". Les digo: "¨Y qué van a hacer?". "No sé, pero no es justo". Les digo: "Pero si no hacen nada, ¨para qué vale esta discusión?".

Regreso al hotel y mi manager me dice que la organización de artes no va a pagar por los dos shows ni los tres talleres en Lincoln. La directora llamó a la junta de educación de Nebraska y esta le quitó los $240.000 al Proyecto Wagon Train de artes y educación en los próximos cinco años. Y les retiró la invitación de todas las escuelas de Nebraska porque la directora dijo que yo hice, en sus palabras, "una discusión indebida e indecente sobre la brutalidad policial y el racismo que no era apropiada para jóvenes de esa edad".

OR: Tu trabajo parte de lo que se podría llamar una cultura de resistencia. Me pregunto cómo lo ves y si crees que esa clase de arte está creciendo?

DH: Creo que ha estado creciendo.... Creo que mi generación es única pues conozco a mucha gente de mi edad que durante toda la juventud nunca hemos pensado que íbamos a cumplir un año más.... por una guerra mundial, o que nos van a matar, o que el gobierno va a matarnos, o las drogas o lo que sea. Cuando tenía 16 años no creía que iba a cumplir 17. Cuando tenía 18 años nunca pensé que iba a cumplir 20. Ahora tengo 27 años y no sé si cumpliré 28. Así que pienso que muchos de mi generación, incluso si tenemos éxito y nos va bien, de todos modos no vamos a parar.

OR: ¨Por qué?

DH: Porque en los últimos 20 años ha habido tantísima brutalidad, que en los próximos 20 años no podremos sentarnos de brazos cruzados.

OR: ¨Piensas que tu arte hace que la gente cambie el mundo?

DH: Sé que es lo que debo hacer con mi vida. He visto que mi arte mueve a gente de todas las generaciones, los colores y los géneros.... Los hace hacer algo, les abre la mente. He podido tocar la posibilidad del cambio en esa gente, especialmente en las cárceles. Así que sí, siento que el teatro es muy poderoso, que es amenazante. Y quiero ser parte de su fuerza, quiero alcanzar el teatro....

Las posibilidades que presento en mis personajes, las complejidades y los diferentes niveles, muestran posibilidades a los demás. Muestran que no son unidimensionales. Tienen opciones, no tienen que aceptar una sola decisión.

Y si puedo seguir haciendo eso, me sentiré privilegiado. A veces no sé lo que hago, las palabras simplemente me brotan de la boca. Pero sé que es importante, me dicen que es importante.

No me dicen: "Ay, qué divertido eres". Por el contrario, siempre me dicen en la calle o después de un show: "Ay, dios, me hiciste pensar, me hiciste sentir. Ay, dios, no sabía eso. Ay, dios, el tipo de al lado estaba llorando. Ay, dios, ¨realmente pasó eso?" "Ay, dios, no voy a mirar Seinfeld". Siempre con "ay, dios...".

Siento mucha urgencia. Creo que el teatro tiene que tener urgencia porque vivimos tiempos urgentes.

*****

...El mes pasado estaba hablando con un pollo
que se llama Bingy,
así que presta atención,
te voy a decir lo que me dijo el pollo.
Hace mucho, muchísimo tiempo
los pollos dominaban la Tierra.
Unos 150.000 años antes de la llegada de los seres humanos.
Los pollos vivían en grandes mansiones
y las demás aves vivían en la calle.
Los pollos andaban en finos BMW
y las demás aves a pie.
Los pollos decían: "Miren esas aves,
son sucias y perezosas.
¨Cómo pueden vivir así?
¨Por qué nosotros somos tan inteligentes y ellos tan brutos?"
Bueno, hoy todos los pollos mueren
y las demás aves vuelan en el cielo.
Así terminó el cuento.
¡Ja, ja, ja, ja, ja, JA!

Danny Hoch, "Some People"

Durante los últimos dos años, Danny Hoch ha seguido actuando, ha escrito una obra, dos películas y un piloto para un programa de televisión. HBO pasará una escena suya en el programa "Subway Stories" en el verano. Su show de HBO, "Some People", no se puede comprar o rentar porque HBO tiene los derechos. Danny recomienda que los lectores del OR escriban a HBO para pedir una copia del show y pedir que lo presente otra vez.

Dirección: Home Box Office, 1100 Avenue of the Americas, New York, NY 10036

Un perfil de Danny, junto con algunos de sus monólogos, está a la venta en la antología "Out of Character: Rants, Raves, and Monologues from Today's Top Performance Artistas", editado por Mark Russell.


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