MLM vs. anarquismo, parte 2: Aprender y dirigir


Bob Avakian

Obrero Revolucionario #920, 17 de agosto, 1997

En lo fundamental el anarquismo es reformista, a pesar de que a veces da la impresión de ser una filosofía muy radical que critica el marxismo desde una posición más "izquierdista".

Al respecto hay que señalar un punto sumamente importante. Aun cuando se haya logrado establecer estados socialistas en distintas partes del mundo, se les presentará una contradicción muy aguda: si no se logra avanzar la revolución proletaria mundial por medio de un proceso en forma de espiral, en cierto momento las fuerzas que luchan por la restauración del capitalismo en el seno de los mismos estados socialistas y la base material de dicha restauración se van a fortalecer cualitativamente. Bien, si esto se da aun donde hay un estado proletario ya establecido, con más razón va a suceder si se decide abolir inmediatamente al estado proletario.

Además, en cuanto a las limitaciones del anarquismo y su punto de vista de clase, hay que señalar que existe una diferencia profunda y fundamental entre simplemente ser opositores dentro de una sociedad dada y realmente forjar un movimiento revolucionario que toma el Poder y después realiza la transformación revolucionaria de la sociedad como parte de la revolución proletaria mundial. Es decir, en lo fundamental la posición anarquista hace una crítica pequeñoburguesa y representa la oposición pequeñoburguesa en el seno de una sociedad dada. Objetivamente el anarquismo no da para más como fuerza material, y en gran medida esto corresponde a las intenciones y metas subjetivas de los anarquistas.

La mayoría de los anarquistas en realidad no tienen la mira en la revolución, en tumbar el orden establecido para realizar la transformación revolucionaria de la sociedad y el mundo entero, sino que apuntan a algo mucho menos radical. Esto se debe al programa y la cosmovisión anarquistas, que a fin de cuentas representan los intereses de clase de la pequeña burguesía (como mencioné en la primera parte de esta serie), independientemente de los sentimientos e intenciones de los anarquistas como individuos. Sin embargo, esto no quiere decir que los anarquistas solo puedan jugar un papel negativo, o principalmente negativo ni que los anarquistas inevitablemente serán enemigos de la revolución proletaria. Pero hay que entender que la línea anarquista no puede dirigir el proceso de realizar las profundas transformaciones históricas que se requieren a nivel mundial. Por otra parte, cuanto más dirija este proceso una línea revolucionaria proletaria, es decir comunista, tanto más podremos fortalecer el lado positivo del anarquismo, su oposición a las relaciones opresivas, y así podremos también desarrollar el proceso de unidad-lucha-unidad con muchos anarquistas.

Aprendiendo de la crítica

En mis escritos sobre nuestra orientación estratégica del Frente Unico bajo Dirección Proletaria (FUDP) he señalado que bajo la dictadura del proletariado será necesario (como dijo Lenin) vivir con la pequeña burguesía y transformarla en el curso de un largo período histórico. Un aspecto de esto es que la oposición de la pequeña burguesía en el seno del estado socialista puede jugar un papel positivo porque esta gente plantea sus críticas con una óptica diferente a la del proletariado, señalando problemas de la sociedad socialista, el estado proletario y de su dirección.

Hay que reconocer que las divisiones de clase dentro de la sociedad socialista van a permanecer; asimismo esas capas pequeñoburguesas van a existir y regenerarse durante un largo tiempo. Por lo mismo, van a valerse de diferentes formas, entre ellas la crítica de las políticas y líneas del proletariado en el poder, para expresar su posición de clase. Si bien no debemos subordinarnos a esto, es decir, en lo fundamental no podemos permitir que rijan las tendencias y cosmovisión pequeñoburguesas, sí debemos reconocer que las críticas de parte de gente que expresa un punto de vista fundamentalmente anarquista (u otros puntos de vista que a fin de cuentas representan a la pequeña burguesía) pueden jugar un papel positivo porque nos ayudan a ver las fallas del estado socialista. Nos ayudan a ver cuándo y cómo no cumplimos en un sentido cabal; aquí no me refiero a cumplir según el criterio de los anarquistas, a cumplir lo que según su idealismo utópico debería de ser posible, sino a cumplir con lo que concretamente puede y debe hacerse dadas las condiciones en un momento dado para transformar la sociedad y superar las desigualdades y divisiones, e impulsar todo el proceso a escala mundial.

En fin, hay que reconocer que en este sentido ciertas fuerzas de oposición y críticas pueden jugar un papel positivo dentro de la sociedad socialista. Repito, reconociendo que esas fuerzas van a existir de todas formas y que van a buscar la manera de manifestar política e ideológicamente su posición de clase en todo momento, más vale empeñarnos en buscar la forma de canalizar esa crítica para que sea positiva. Sin embargo, es sumamente importante entender que la dirección de vanguardia juega un papel más crucial y cualitativamente más importante y decisivo para posibilitar el avance a la meta final del comunismo a nivel mundial. Y hay que entender también que el papel de la vanguardia abarca asimilar correctamente las críticas de tales fuerzas pequeñoburguesas, como esta o aquella tendencia anarquista.

El papel de la crítica hecha desde nuestro propio punto de vista de clase, el punto de vista del proletariado revolucionario, es más importante y profundo. Esto nos lleva otra vez al punto fundamental de Marx: la revolución comunista debe someterse a sí misma a una crítica permanente y rehacerse constantemente, levantándose de sus propias derrotas y fracasos para avanzar nuevamente. Entonces, si bien otras clases como la pequeña burguesía juegan un papel importante en cuanto a plantear críticas y ser una especie de oposición, y si bien hay que asimilar esto correctamente para que sirva al avance de la revolución proletaria, en un sentido más fundamental nuestra revolución debe basarse en una autocrítica permanente, avanzado siempre de esta forma.

El partido de vanguardia debe reconocer en primera instancia que no posee la verdad absoluta porque siempre hay más que aprender y también porque ni los comunistas ni nadie puede evitar los errores. Además de esto, el partido de vanguardia no es capaz de enfocar su atención en ciertas cosas, inclusive cosas importantes, precisamente porque como vanguardia se ve obligado a delinear prioridades y enfocar su atención y sus energías en ciertas cuestiones y luchas decisivas del momento.

Tanto en el transcurso de la lucha por tomar el poder como después en la sociedad socialista se dará la situación a que me refiero; es decir, nos absorberán tanto ciertas prioridades y concentraciones de lucha que no veremos con la misma claridad otros aspectos de la sociedad que otras fuerzas que no están tan metidas en las grandes luchas que libramos ni tienen la misma responsabilidad por la dirección general de la sociedad. Esto sucede hoy y sucederá a lo largo de la lucha por preparar y realizar la toma del poder, e inclusive después bajo la dictadura del proletariado.

De nuevo, lo importante es, como dijo Mao, saber aprender. Lo importante es tener la orientación y la metodología que se requieren para poder asimilar críticamente y sintetizar correctamente ideas y críticas, para que esto sirva a la causa global del avance de la revolución proletaria no solo en un país dado sino también a nivel mundial.


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