Bolivia: Bajo la bota yanqui

30 años después de la muerte del Che Guevara, el OR examina la dominación y el robo de Bolivia por Estados Unidos

Obrero Revolucionario #929, 26 de octubre, 1997

Hace 30 años, el 8 de octubre de 1967, el grupo guerrillero dirigido por Ernesto "Che" Guevara quedó rodeado por el ejército boliviano. A Guevara y otros guerrilleros los capturaron y ejecutaron a sangre fría.

El ejército boliviano se atribuyó la responsabilidad. Pero si bien un soldado boliviano apretó el gatillo, el gobierno estadounidense lo entrenó, le dio armas y le ordenó perseguir al grupo del Che y ejecutarlo. El hombre a cargo de la ejecución fue Félix Rodríguez, un viejo agente de la CIA, que 20 años más tarde desempeñaría un papel central en el tráfico de cocaína y armas para la contra nicaragüense.

En el OR No. 927, hablamos de la muerte de Guevara y del camino que propugnaba para los oprimidos. En los próximos meses presentaremos una crítica más detallada de su línea política y estrategia militar.

En este artículo, vamos a dar un vistazo a sus asesinos: Estados Unidos, sus agentes y sus lacayos bolivianos. En la primavera de 1966, cuando se detectó la presencia del grupo guerrillero de Guevara en los Andes bolivianos, Washington respondió como si Bolivia fuera su "patio" y mandó agentes de la CIA y Boínas Verdes a darle caza. También envió aviones repletos de armas, sistemas de comunicación y bombas de napalm. A los ojos de Washington, Bolivia y toda Latinoamérica pertenece a sus corporaciones, y sus gobiernos están al servicio de los intereses geopolíticos de Estados Unidos.

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Desde hace mucho tiempo ha sido así. A comienzos del siglo pasado, Estados Unidos libró varias guerras para sacar del continente a sus rivales europeos, como Inglaterra y España. En 1823, el presidente Monroe promulgó su arrogante doctrina de que desde esa fecha en adelante Latinoamérica "no se considerará abierta a la colonización de las potencias europeas". Poderosas fuerzas de la clase dominante estadounidense codiciaban un enorme imperio esclavista que se extendiera a Haití, Cuba, México y más al sur.

Con el nuevo siglo, Estados Unidos le quitó a España sus colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En 1904, después de construir una armada de guerra, el presidente Theodore Roosevelt anunció su Corolario a la Doctrina de Monroe, en que declaró que Estados Unidos tenía derecho de intervenir en cualquier país americano para echar a una potencia "extranjera" e instalar un gobierno a su gusto.

Durante esa época, los capitalistas yanquis empezaron a explotar los recursos minerales de Bolivia. Para esa fecha, casi se había agotado la plata de Potosí y otras minas. Un ejército de cientos de miles de esclavos indígenas la extrajo para España, lo que enriqueció a Europa pero dejó a Bolivia más hundida en la pobreza. Pero ahora el mercado mundial ansiaba las ricas vetas de estaño. En 1900, Bolivia producía el 11% del estaño del mundo. Pronto ese porcentaje se duplicó. En 1906, bancos estadounidenses financiaron los primeros ferrocarriles.

En los años 20, esos mismos bancos establecieron un banco nacional para sistematizar la explotación minera, Estados Unidos se encargó de la recaudación de impuestos, y el gobierno le dio a Standard Oil de New Jersey permiso para explotar las ricas reservas petroleras.

Todo ese "desarrollo" dejó atrás un país dependiente y dominado por el extranjero. Los nuevos ferrocarriles iban directamente de las minas de Potosí y Oruro al océano Pacífico. Mientras los ferrocarriles transportaban el estaño rápidamente a la costa, los bolivianos todavía tardaban 12 meses para viajar, a caballo o a pie, los 800 kilómetros de La Paz a Santa Cruz. No hubo una carretera entre las tres ciudades principales hasta 1953.

Los compradores del estaño controlaban el país. Una pequeñísima clase dominante boliviana se engordó de sus negocios con los extranjeros, pero la mayoría de la población padecía una cruel pobreza en aldeas campesinas aisladas. Ricos terratenientes controlaban más del 80% de las tierras y mantenían al campesinado indígena en una opresión feudal. Un 5% de los trabajadores eran mineros, y sucumbían a enfermedades del pulmón y agotamiento antes de alcanzar los 35 años.

Echan a sus rivales

De 1932 a 1935, Bolivia libró una guerra contra Paraguay. Standard Oil instigó la guerra para apoderarse de tierras para construir un oleoducto. Su rival, Shell Oil (una compañía inglesa/holandesa), apoyaba a Paraguay. Un senador estadounidense dijo: "Se trataba de una disputa entre dos corporaciones del cartel, a la vez enemigas y socias, pero no fueron ellas quienes pusieron los muertos". Sesenta mil bolivianos murieron en la "guerra del Chaco".

Durante los años 40, Estados Unidos echó a los partidarios de Alemania del gobierno boliviano. El ministro de Trabajo dijo que se llevó a cabo esa depuración porque Estados Unidos era "el único comprador de nuestros minerales".

En 1941, Washington estableció una "misión" militar en La Paz para "proteger" sus intereses económicos. Un año más tarde, el ejército boliviano masacró a mineros en huelga en la infame "masacre de Catavi". En 1945, el ejército empezó a enviar sus oficiales a la Escuela de las Américas. Asesores militares yanquis organizaron una fuerza aérea. Era apenas el comienzo.

Levantamientos
y contrarrevolución

A fines de la II Guerra Mundial, una ola de lucha anticolonial y antiimperialista recorrió el mundo, y el pueblo boliviano no fue excepción. En 1952, una rebelión popular tumbó al gobierno y sacudió toda la sociedad. Los trabajadores formaron milicias que vencieron al ejército en tres días de refriegas. El nuevo gobierno nacionalizó las minas para que un mayor porcentaje de la riqueza nacional se quedara en el país.

El ejército quedó fracturado. En 1952, fuerzas burguesas dieron los primeros pasos para restablecer las fuerzas armadas a su servicio.

Estados Unidos corrió a restablecer su control y se concentró en la reconstrucción de las fuerzas armadas. En 1956, puso oficiales a enseñar en la academia militar; en 1963, había más de 650 oficiales bolivianos en la Escuela de las Américas. Estados Unidos costeaba un tercio del presupuesto gubernamental y financió un enorme crecimiento militar.

Poco después de la creación de la CIA a comienzos de los años 50, llegaron agentes a Bolivia. Para fines de esa década, estaban muy metidos en el gobierno, nombraban funcionarios púbicos y les daban línea. A fines de los años 60, un ex ministro del Interior, Antonio Arguedas, dijo que la CIA le dio el cargo a cambio de cooperación. Describió cómo la CIA y las corporaciones estadounidenses manipulaban los comicios: "La CIA evaluaba las posibilidades de cada candidato y les recomendaba a compañías estadounidenses confiables o a compañías vinculadas a la CIA qué candidatos financiar".

El control militar-político yanqui creció al compás de su explotación económica. A cambio de nuevas inversiones, Washington exigió control de la compañía minera paraestatal y un programa de "estabilización" y recortes salariales. En 1953, el gobierno publicó un nuevo código para la industria petrolera en inglés, y para fines de esa década Gulf y otras nueve compañías estadounidenses operaban en el país. Por su parte, las minas nacionalizadas cayeron bajo el control de un "grupo asesor" del Banco Interamericano de Desarrollo, la Alianza para el Progreso y el banco de créditos extranjeros.

En la esfera política, Estados Unidos le dio su sello de aprobación a un gobierno militar. En 1964, el general René Barrientos Ortuño dio un golpe militar con ayuda estadounidense. En un dos por tres el nuevo gobierno apretó las clavijas: despidió a 6000 mineros, recortó sus salarios a 80 centavos al día y desarmó las milicias obreras. En 1966, Gulf Oil le dio al general $800.000 y un helicóptero para "legitimarse" con una victoria electoral. En 1967, el gobierno de Barrientos mandó matar al Che Guevara y masacró mineros en Catavi.

En los años siguientes, hubo mucha resistencia y muchos levantamientos populares. La política oficial vio siete golpes militares entre 1978 y 1982.

Nueva rivalidad

A partir de los años 60, a Estados Unidos le preocupaba mucho un nuevo rival imperialista que trataba de usurparlo su Bolivia y por toda Latinoamérica.

Durante cuatro décadas desde la revolución de 1917, la Unión Soviética fue una sociedad socialista. Pero en 1957, los seguidores del camino capitalista dirigidos por Nikita Jruschov se apoderaron del Partido Comunista y restauraron el capitalismo. La Unión Soviética trató de formar su propia red imperialista en todo el mundo. Mao Tsetung la llamó "socialimperialista": socialista de nombre, imperialista en la práctica.

A comienzos de los años 60, una nueva alianza entre Cuba y la Unión Soviética le abrió el "patio" de Estados Unidos. Para la clase dominante estadounidense fue un reto serio. La CIA organizó el fiasco de invasión de playa Girón, seguida por un embargo militar y años de operaciones clandestinas. Por todo el continente americano, la CIA y sus primos militares se pusieron en alerta y redoblaron su entrenamiento de los ejércitos latinoamericanos para cazar grupos guerrilleros, algunos de los cuales contaban con ayuda cubana.

En Bolivia, Estados Unidos temía tanto los movimientos de campesinos, mineros y estudiantes que sacudían el país, como la posibilidad de que sus rivales soviéticos los aprovecharan. Washington entiende muy bien el potencial de tal táctica: años antes aprovechó los movimientos populares contra la dominación española con su propia retórica anticolonial para establecerse como el nuevo amo.

En esa atmósfera, en marzo de 1967 Washington se enteró de la existencia de un nuevo grupo guerrillero con apoyo cubano en la sierra boliviana. Cuando capturaron al Che Guevara el 8 de octubre, Félix Rodríguez, viejo agente de la CIA, fue personalmente a dirigir su ejecución. Así Estados Unidos quería decirles a los pueblos de Sudamérica y del resto del mundo: "ni se les ocurra alzar la cabeza".

Si bien la Unión Soviética tenía vínculos con movimientos guerrilleros, también buscaba una mayor influencia por otros medios. En Bolivia y otros países, como Perú, estableció vínculos directos con la clase dominante y las fuerzas armadas. Ofreció invertir en el sector capitalista paraestatal financiando la primera fundición boliviana de estaño. A cambio, una porción de las ganancias se destinarían a la URSS.

En 1970, hubo nuevos levantamientos armados. En 1971, la nueva fundición financiada por los soviéticos abrió sus puertas, y el gobierno anuló un importante pacto comercial de acero con Estados Unidos. En respuesta, un golpe militar del general Hugo Banzer Suárez, Made in USA, impuso un programa de privatización industrial y represión de los movimientos populares. Simultáneamente, un nuevo producto boliviano llegó al mercado mundial: la coca.

Crisis y cocaína

En los años 80, la hoja y la pasta de coca pasaron a ser el principal producto de exportación de Bolivia. Los indígenas cultivaban pequeñas cantidades de coca desde siglos atrás para combatir el hambre y el frío, pero ahora los imperialistas la convirtieron en un cultivo de gran escala que por primera vez vinculó los campesinos bolivianos al mercado mundial. Las tierras dedicadas al cultivo de coca aumentaron 10 veces de 1977 a 1987 y la producción aumentó de 1800 toneladas a 50.000 toneladas, o sea, el 2700%. A fines de la década, docenas de miles de trabajadores inundaban las regiones cocaleras para la cosecha y la producción de la pasta. A comienzos de esta década, Bolivia era el segundo productor de coca del mundo, con una exportación de $1,6 billones al año y el 15% del mercado norteamericano. Una de cada cinco personas trabajaba en la coca.

Washington dice que se opone a la producción de cocaína y, con el pretexto de la "guerra contra la droga", ha llevado a cabo intervenciones en la región andina. Pero la verdad es que los imperialistas convirtieron la cocaína en un pilar clave de la economía boliviana y varios agentes yanquis han estado involucrados en toda etapa del proceso.

A comienzos de la década pasada, la CIA abrió nuevas rutas para la importación de cocaína de Colombia a Estados Unidos y, como consecuencia, cocaína barata inundó muchas ciudades. Las ganancias financiaron a la contra nicaragüense, que luchaba contra el gobierno sandinista. El nuevo auge de coca también transformó la región andina, especialmente Perú y Bolivia.

En esa misma época, una crisis económica internacional afectó mucho a Bolivia por su extrema dependencia del mercado mundial de minerales. Entre 1980 y 1985, su producción económica disminuyó un 17%, el desempleo se duplicó y la tasa de inflación alcanzó un 24.000%, la peor del mundo. El nivel de vida se desplomó. En 1985, el estaño perdió la mitad de su valor: 80% de los 28.000 mineros perdieron su trabajo y el gobierno subió el precio de la canasta básica drásticamente para pagar la deuda externa. La esposa de un minero dijo: "Hasta los ratones se van porque no hay nada de comer.... Lo único que tenemos es pan y agua de sultana [una bebida hecha con la cascarilla del café]".

El sistema imperialista arruinó la economía de estaño y abrió nuevas oportunidades para la venta de cocaína. Para la clase dominante boliviana, la cocaína era el salvador que les permitiría seguir pagando la deuda.

En 1980, el general Luis García Meza tomó las riendas con otro golpe militar. Michael Levine, ex agente de la DEA, informó que grandes traficantes de cocaína financiaron el "golpe cocalero" de García Meza. A cambio, les permitió escoger al encargado de la policía nacional y los servicios de inteligencia: el coronel Luis Arce Gómez. Así un pequeño grupo de capitalistas bien conectados se apoderó de la economía cocalera.

Oficialmente, el Departamento de Estado y la DEA condenaron esos sucesos y suspendieron relaciones diplomáticas con el gobierno de García Meza. Pero Levine dice que, tras bastidores, la CIA facilitó su golpe para estabilizar el país con una "bonanza cocalera". También dice que los bancos estadounidenses lo apoyaron aplazando el pago de la deuda.

Intervención militar
y la "guerra contra la droga"

En 1982, un gobierno elegido reemplazó a García Meza; en 1983, Estados Unidos reanudó la ayuda y firmó un acuerdo "para combatir la droga". Todo eso coincidió con un boom en la economía cocalera.

Estados Unidos redobló su intervención militar en la región con el pretexto de la "guerra contra la droga". En 1983, financió la creación de Umopar, una nueva fuerza policial rural, que rápidamente se ganó mala fama por su brutalidad y corrupción. Por primera vez, tropas estadounidenses participaron en una operación en Bolivia para "combatir el narcotráfico", y eso provocó una protesta de 20.000 personas en La Paz.

En 1987, Estados Unidos inició la "Operación Snowcap", con la supuesta meta de cortar en un 50% la producción de cocaína en Colombia, Perú y Bolivia. Llegaron Boínas Verdes (a entrenar a la policía, ayudar a la DEA y espiar), una unidad especial de la Patrulla Fronteriza y unidades del Servicio de Guardacostas y de los Navy Seals (a patrullar los ríos). Se llevaron a cabo operaciones parecidas en Perú.

Un blanco de las maniobras militares fue la guerra popular que dirige el Partido Comunista del Perú. La situación en Bolivia es muy parecida a la de las regiones de Perú donde se estaban construyendo bases de apoyo revolucionarias. Las clases dominantes de Estados Unidos y Bolivia temían que los avances revolucionarios en Perú "cruzaran la frontera" y estimularan una revolución maoísta en Bolivia.

Ahora se sabe que a mediados de la década pasada la cantidad de cocaína que llegaba a Estados Unidos aumentó, en gran medida por las operaciones de la CIA y sus cuates. Un estudio de 1992 del parlamento boliviano documentó que durante los años 80 la CIA estaba muy metida en la producción de cocaína en Huanchaca. "El verdadero rey de la cocaína es Estados Unidos", dijo Roberto Suárez, un narco de peso. "Aquí el traficante es el gobierno, allá es el sistema. Todo mundo está metido, del Departamento de Estado a la CIA".

En 1991, Washington envió 56 asesores militares para entrenar a dos batallones del ejército en una base a 95 km al norte de Santa Cruz. Hace poco el presidente Clinton propuso destinar $112 de equipo militar y entrenamiento para Latinoamérica. La consecuencia ha sido más represión. Según un estudio, el 60% de los detenidos en las enormes "operaciones antidroga" han sido amenazados, y el 44% han sido torturados o golpeados. En una redada reciente murieron siete campesinos, entre ellos una joven de 13 años y un bebé de seis meses de edad.

Un siglo bajo la bota yanqui

La producción de coca, como todas las demás operaciones imperialistas, ha dejado a las masas hundidas en la pobreza. Los campesinos que la cultivan viven en casuchas de adobe a lo largo de caminos de tierra. Una de cada seis familias tiene agua corriente o inodoro. El promedio de vida es de 50 años.

A pesar de que la gran mayoría de la población son campesinos, el país tiene que importar comida, que muchos no pueden comprar. El 85% de la población vive debajo del nivel oficial de pobreza. Según estadísticas de la ONU, la mitad de los niños de 2 a 5 años sufren los efectos de la desnutrición. Hay pocas escuelas o servicios médicos.

Una y otra vez, las luchas populares han sido aplastadas con armas "Made in USA". En diciembre de 1996, la policía y el ejército atacaron a unos mineros que se tomaron unas minas en Amayapampa y Capacirca, en el norte de Potosí. En un sitio de varios días, mataron a 12 e hirieron a docenas. Los mineros peleaban con el nuevo dueño de las minas, la corporación Vistagold de Denver.

Hoy, después de un siglo bajo la bota yanqui, la vida de las masas en Bolivia es peor que hace 500 años, cuando llegaron los primeros conquistadores europeos.


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