Pesadilla Tóxica en Oakland

Obrero Revolucionario #934, 30 de noviembre, 1997

Hombres vestidos de pie a cabeza de blanco, con botas y caretas antigás, tal como si hubieran salido de la película Outbreak (Epidemia), entraron a una fábrica en una pequeña comunidad negra y latina de East Oakland el 30 de septiembre. La policía evacuó a los habitantes de unas 150 a 200 residencias y los llevó a una primaria cercana. No pudieron regresar a la zona sellada hasta el día siguiente. Por lo menos 15 personas se internaron en hospitales con dolor de cabeza, náuseas, problemas de respiración y lagrimeo.

Ese día los inspectores estatales descubrieron una fuga de ácido hidroclórico en la compañía K & L Plating: 6600 litros se salieron de una tina de 7700 litros. El ácido traspasó un muro de concreto y estaba carcomiendo los bloques de concreto debajo de cuatro tinas destapadas de cianuro.

Por sí solos, tanto el ácido hidroclórico como el cianuro sódico son sumamente peligrosos y tóxicos. Los vapores concentrados del ácido hidroclórico pueden causar severas quemaduras en la boca, garganta, pulmones y ojos, además de un colapso respiratorio. El cianuro sódico es más tóxico: la minúscula cantidad de 50 miligramos puede provocar el colapso y la muerte instantánea. Cuando los dos se mezclan, forman una nube de gas tan tóxica que mata al instante a quien la inhale. Ese gas, cianuro de hidrógeno, se empleó en la cámara de gas de California.

Según una proyección computarizada que elaboró el Departamento de Bomberos, el ácido y el cianuro de la fábrica pudieron haber formado una nube de gas letal de casi un kilómetro de largo y de 45 a 70 metros de ancho. El asistente de un concejal de Oakland dijo: "Fue un Bhopal en potencia", comparando el peligro que pasaron con el desastre de 1984 en una planta de Union Carbide en India que causó la muerte a aproximadamente 5000 personas.

El OR visitó la comunidad poco después del incidente y casi todos se quejaban de los efectos de la fuga. Dijo un joven: "Sentía que me estaba pegando la gripa o algo por el estilo. Tengo las narices tapadas de mocos y mucha tos. Al despertar, me arden los pulmones. Cuando me fui, me sentí mejor. Todavía me duelen los ojos".

"Me siguen ardiendo los ojos y sigo moqueando; se me dificulta respirar, tengo dolores y síntomas que nunca tuve antes", le dijo al OR una anciana negra de 89 años que llegó al hospital después de la fuga. Asimismo, le dijo a un periódico local que notó malos olores durante varios días: "Primero olía como carne podrida, después como gasolina". Un joven de unos veinte años, quien estaba arreglando el carro en frente de su casa nos dijo: "Me ardía la nariz, casi me desmayo, no sabía qué diablos me pasaba. Nunca he sentido nada igual".

Una anciana de 69 años se quejaba de serios problemas de salud y dijo que sus rosas se están muriendo: "Allá afuera tengo rosas y se miraba que algo blanco caía en las hojas. No me siento igual y nunca he tenido problemas de salud antes".

"No hicieron nada"

No es la primera vez que Robert McSkimming, dueño de la planta K & L, viola las normas para la protección ambiental y la prevención de accidentes.

El 25 de septiembre de 1993 le ordenaron a Víctor Martínez, un empleado nuevo que apenas tenía cuatro días en K & L Plating, meterse a una tina de 3000 litros que contenía residuos de cianuro. Se desmayó a causa de los vapores. Ramón Romero, padre de 12 hijos, entró en la tina y rescató a Víctor pero también se desmayó y allí se murió. Sus compañeros tuvieron que inclinar la tina de dos metros y medio de altura, que contenía una mezcla de cianuro sódico, cianuro de cinc, hidróxido sódico y ácido hidroclórico, para sacar el cuerpo. Diecisiete personas fueron hospitalizadas por inhalar vapores tóxicos.

Los trabajadores no tenían equipo protector, a pesar de que es reglamentario. El gobierno estatal investigó el incidente y multó a la compañía $741.000. Al dueño y a un capataz los acusaron de homicidio culposo involuntario; el juicio se iniciará este mes.

En 1991, K & L tuvo que pagar una multa de $1000 por violar las normas de desechos tóxicos. En 1993, la multa fue de $13.577 por tirarlos a una alcantarilla. Asimismo, este año se encontraron desechos tóxicos en muestras del desagüe.

En 1994, ex empleados de K & L entablaron una demanda contra McSkimming por obligarlos a trabajar en un ambiente peligroso que les perjudicó la salud. También lo acusaron de no tener seguro social obrero y de falsificar la nómina. A pesar de tan larga historia de violaciones, K & L Plating siguió en operaciones hasta el 19 de septiembre de este año, cuando la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de California tomó la dirección de la compañía.

Entonces, la misma EPA estaba a cargo cuando ocurrió la fuga del 30 de septiembre. El viernes 26 de septiembre, unos inspectores estatales encontraron una pequeña fuga de ácido hidroclórico, pero se hicieron los de la vista gorda. El lunes 29 de septiembre, volvieron y observaron el ácido hidroclórico goteando en el piso; nuevamente hicieron caso omiso. Solo hasta el martes, cuando la fuga era enorme, avisaron a las autoridades.

En la comunidad ha causado mucha furia el manejo de la fuga por la EPA. Un plomero jubilado, dueño de una casa, le dijo al OR: "La EPA tiene un problema. Sabía de la fuga y no hizo nada. Hubiera avisado a las autoridades. Y ¿cómo es que tardaron un día entero en venir a investigar este problema?". Asimismo, dijo que después de que el gobierno selló la planta, les preguntó a los de la EPA qué pasaba y le contestaron que se trataba de "información confidencial".

Otro vecino también tiene coraje con la EPA por mantener ciega a la comunidad. Nos dijo: "Tenían sus hombres caminando allá no más. No nos dijeron nada. No nos avisaron del peligro. Estábamos sentados encima de una bomba de tiempo y ni sabíamos".

Otros accidentes

Esta fuga de K & L forma parte de un patrón de accidentes en plantas de galvanoplastia en esa parte de San Francisco en los últimos cinco años. Es una infamia que compañías tan peligrosas tengan permiso de operar en zonas residenciales.

El 22 de agosto de 1992, una nube marrón salió de la compañía Electro Forming en la avenida Nevin en Richmond (una ciudad chica al norte de Oakland), y se extendió por las zonas residenciales cercanas. Un escape de ácido nítrico reaccionó con el concreto del piso y produjo un gas letal: óxido nítrico, que ataca las membranas mucosoas, y quema la piel y los ojos. Cien personas fueron atendidas en el hospital. Igual que alrededor de K & L Plating en East Oakland, la mayoría de la comunidad que rodea la planta de Electro Forming es negra y latina.

El 18 de noviembre de 1992, un incendio en la Francis Plating, localizada en la calle 7 en West Oakland, lanzó humo tóxico al aire. Las autoridades cerraron una carretera y las vías públicas. En la planta había tinas de compuestos de cianuro, ácido nítrico, otros ácidos y cromo. Al regar las llamas, las sustancias tóxicas entraron al drenaje y llegaron hasta el estuario. Las autoridades tuvieron que cerrarlo por temor de que los barcos agitaran los productos químicos y eso creara una nube de gases tóxicos. West Oakland es una comunidad pobre, en su mayoría negra.

Un infierno tóxico

"Siempre apesta. Da asco cuando uno pasa frente a la fábrica allá a la vuelta. Lo bombean todo al aire. Sale tan espeso que uno no puede respirar a veces".

Un joven negro de la comunidad junto a la K & L Plating

La pequeña comunidad de East Oakland está rodeada de fábricas. Según cuentan los residentes, viven en medio de olores extraños y con el temor de no saber los efectos del aire que respiran y el agua que toman. Se preocupan especialmente que se perjudiquen los ancianos y los niños.

No es la primera vez que han llegado equipos de manejo de desechos tóxicos a la comunidad. Los residentes se acuerdan de dos veces en los últimos años que tuvieron que sellar la comunidad. "Hubo una fábrica aquí mero, atrasito de la casa", le dijo al OR una señora que tiene 21 años viviendo en la comunidad. "La fábrica preservaba cadáveres. Tiraba su no sé qué en la alcantarilla pública. Esa fue la primera vez de que me acuerdo que vinieron a sellar la zona. Todo el tiempo olía a lo que estaban usando, igual que olimos esto. Pero uno no sabía de dónde venía".

Varios residentes le echan la culpa de la muerte de sus seres queridos al ambiente tóxico. "De verdad creo que tuvo algo que ver con la muerte de mi esposo", le dijo al OR una anciana negra. "La nariz le moqueaba mucho y estornudaba. No se podía sonar las narices pues si se sonaba, le sangraban y tenía que ir al hospital. Ya tiene demasiado tiempo que nos está pasando esto. Deben hacer algo".

La señora que tiene 21 años viviendo en la comunidad añadió: "Mi hermana murió. Su recámara estaba atrás [más cerca de las fábricas] y ahí olía fuerte, fuerte, fuerte. Al hacer la autopsia, el doctor dijo que estaba toda aguada por dentro".

El parque de Verdese Carter en la avenida Bancroft, que tiene un equipo de recreo, se construyó en el sitio de una planta de pilas. En 1993, los residentes descubrieron una sustancia amarilla que salía de las grietas de la cancha de básquetbol donde juegan los niños.

También en East Oakland, los grupos comunitarios y ambientalistas están luchando para que quiten un incinerador de desechos médicos. Es el único en todo California y maneja desechos provenientes de 3000 hospitales, oficinas y laboratorios; suelta varios contaminantes como dioxina, que causa cáncer, diabetes, defectos congénitos y otros problemas de salud. Según The San Francisco Chronicle, desde 1990 ha tenido por lo menos 164 violaciones; ni siquiera se proporciona información acerca de la cantidad de sustancias que queman allí.

Muchos residentes de East Oakland están llegando a la conclusión de que el sistema valora más las fábricas que vomitan desechos tóxicos y los envenenan, que la vida de ellos, de sus hijos y de sus viejitos. Una señora que tiene su patio a unos pocos metros de la K & L, nos dijo que estas compañías no deben estar en zonas residenciales. "No les importa. Lo hubieran tumbado desde un principio. No debe de estar acá simplemente porque perjudica la salud. Es peligroso y nunca nos dieron ninguna advertencia".


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