Cómo vencer la cuesta

Nuestro concepto estratégico

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #939, 11 de enero, 1998

En esta serie hemos abordado varios problemas importantes de la revolución proletaria, contradicciones concretas que forman la realidad material que nos toca transformar. Ahora cabe recalcar una realidad material inclusive más contundente: el sistema capitalista-imperialista es un fracaso rotundo, una catástrofe total para la inmensa mayoría de la humanidad.

No podemos consentir que la burguesía fanfarronee acerca de las "grandes virtudes" de su sistema. Es preciso responder directamente, señalando que es una catástrofe para la inmensa mayoría de la humanidad, y plantearle eso firmemente a las masas: señalar que el sistema es totalmente obsoleto, que hay que tumbarlo tan pronto como sea posible, y que después hay que luchar por eliminarlo de la faz de la Tierra de una vez por todas.

Los imperialistas hablan de los grandes logros de su tecnología, etc., etc., y hasta puede parecer que tengan razón... siempre y cuando tapen la realidad que vive más del 90% de la población de este planeta. De lo contrario, al ver las consecuencias para la inmensa mayoría, cualquiera dirá que este sistema es monstruoso, un desastre, un fracaso rotundo, material e ideológicamente. Hace mucho tiempo que este sistema no juega ningún papel positivo en el progreso de la sociedad y en la emancipación del pueblo. ¡No aceptaremos que digan nada que contradiga esa verdad!

Pero siempre pretenden tapar la realidad que viven las masas. Me hace pensar en el libro de Ralph Ellison The Invisible Man (El hombre invisible) acerca de la experiencia de los negros de Estados Unidos. Esto se puede extender a nivel general, podemos hablar de las masas invisibles; es decir, pretenden que más del 90% de los habitantes del planeta sean invisibles. Pretenden crear esa impresión al mayor grado posible y en la vida cotidiana lo logran en buena medida.

En cambio, nuestro objetivo es que las masas logren ser más visibles, y de una forma más y más consciente.

El punto fundamental es que los imperialistas, sus ideólogos y defensores--todos, tanto los liberales como los conservadores--representan el pasado. Eso es innegable y no aceptaremos que se pinten de otra forma. Claro, objetivamente lo van a hacer hasta que los tumbemos, hasta transformar la situación por medio de la revolución. Más bien, quiero decir que en el trabajo político que hacemos no vamos a concederles ni un milímetro en eso. La verdad es que cometen crímenes monstruosos y su sistema es un rotundo fracaso. ¡Hay que recalcarlo mil veces! Existen catástrofes y desastres innumerables, y el sistema es el responsable. ¡Lo demostraremos en los hechos! Tenemos todas las pruebas, no existe ninguna duda razonable. Podemos demostrarlo y es nuestro deber hacerlo, a través de nuestro trabajo general y particularmente en el trabajo de crear opinión pública, de hacer propaganda y agitación contundente y creativa. Es una tarea permanente: sacar a luz la realidad material que pretenden tapar; es decir, no permitir que la tapen ni que "desaparezcan" (hagan invisible) a la inmensa mayoría de la humanidad que experimenta esa realidad de las formas más grotescas e inmundas.

El sistema imperialista es un fracaso rotundo, un desastre total para las masas. La inmensa mayoría del planeta sufre una miseria incalificable a causa de su criminal proceder. No permitiremos que salgan impunes, ni en la esfera de la opinión pública.

Nuestro concepto estratégico

Tampoco debemos perder de vista los grandes logros de nuestra clase. Esa es la otra cara de nuestro concepto estratégico; o sea, necesitamos ambos: desdén estratégico del enemigo y confianza estratégica en nuestra clase y causa.

Dicho concepto estratégico tiene una base material-histórica sumamente firme. No niego que hayamos sufrido reveses y derrotas; de hecho, en cierto sentido, tácticamente, nos han asestado golpes devastadores. No ha sido nada fácil afrontar la realidad material y las consecuencias políticas e ideológicas de la pérdida de China como país socialista, encima de la pérdida de la Unión Soviética. Sin embargo, esa realidad--una realidad que nos toca reconocer y transformar--no debe cegarnos a los grandes logros de nuestra clase en un período muy breve de la historia.

Precisamente, desde una perspectiva histórica y considerando el período relativamente corto que ha atravesado la revolución proletaria mundial hasta ahora, hay que subrayar las transformaciones histórico-mundiales que se han logrado y el enorme potencial transformador de la revolución proletaria mundial que demuestran.

En otras palabras, nuestra clase ha logrado un mundo mucho mejor (independientemente del hecho de que hayamos sufrido un revés y que actualmente no exista) que el mundo impuesto por la burguesía a la mayoría de la humanidad; un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, inclusive, que los ideales que pregona la burguesía. Jamás debemos olvidar ese hecho; es más, hay que plantearlo audazmente para que eduque y aliente a las masas.

A pesar de los reveses que hemos sufrido, los logros nos han brindado un gran conocimiento de los medios y métodos de conducir la revolución a la victoria final. Con todas las vueltas y revueltas, todos los reveses y derrotas, hubo logros trascendentales muy concretos, además de lo que aprendimos por medio de toda esa experiencia. Es nuestro deber aprender más en el proceso de la lucha revolucionaria, tanto antes como después de conquistar el poder en distintos países. Pero, no debemos perder de vista los logros, las lecciones ni la brillante perspectiva que nos aguarda, ni el potencial inclusive de la situación actual.

Este punto está implícito en el célebre dicho de Mao Tsetung que he mencionado en distintas oportunidades: "El futuro es brillante, el camino es tortuoso". Ahí Mao logra captar profundamente la realidad material repleta de contradicciones. Expresa una verdad que hay que captar más a fondo y popularizar con las masas: nuestro concepto estratégico, con sus dos aspectos, se fundamenta en la realidad material histórica y actual. Hay que recalcar este punto fundamental, plantearlo audazmente e incorporar nuestro concepto estratégico a todo nuestro trabajo.

La experiencia de la revolución mundial hasta ahora demuestra que no ha resultado precisamente como la previeron Marx y Engels. Asimismo, no va a salir exactamente como lo imaginamos nosotros. De hecho, nadie puede prever eso con exactitud. Sin embargo, en otro plano--el plano estratégico general--debemos confiar que todo saldrá precisamente como el marxismo-leninismo-maoísmo lo ha previsto. Es decir, sí se tumbará el sistema capitalista-imperialista y se transformarán, se revolucionarizarán todas las relaciones, instituciones e ideas que le corresponden, así como las que corresponden a la explotación, la opresión, las divisiones de clase y los antagonismos sociales en general a escala mundial. O sea, si bien las cosas no van a salir de acuerdo a la visión exacta que podríamos tener en el movimiento comunista internacional--ni de acuerdo a la visión original de Marx y Engels--en el plano estratégico general todo saldrá precisamente como lo hemos previsto. Hay que manejar esa unidad de contrarios, captarla nosotros mismos y plantearla a las masas.


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