Cómo vencer la cuesta

Dos cuestas de la revolución mundial,
vencerlas y voltearle la tortilla al enemigo

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #940, 18 de enero, 1998

El problema de "vencer la cuesta" tiene dos aspectos. El primero: tomar el poder nacional, sea por el camino de la guerra popular prolongada o de la insurrección armada seguida por guerra civil. El segundo: vencer el cerco imperialista a nivel mundial, cambiar la configuración estratégica del mundo; es decir, dar el salto a una situación en que los estados socialistas y el proletariado internacional tenemos la ventaja estratégica, tomamos la ofensiva y acorralamos al enemigo.

En otras palabras, ¿cómo logramos que llegue el momento de voltear la tortilla, en cada país y a nivel mundial?

Mao da las gracias

Hablando de este problema de vencer la cuesta, Mao hizo un comentario muy interesante y muy peculiar, uno de esos comentarios que motiva reflexión acerca de un punto importante. Dijo: "Debemos agradecerles a los japoneses por invadir [China]". ¿Qué quería decir? Desde luego, no estaba proponiendo que se enviara una carta de agradecimiento a los imperialistas japoneses. Cometieron crímenes monstruosos contra las masas de China y Mao no lo negaba; pero quería subrayar un punto estratégico de gran importancia: la invasión de Japón y la lucha contra ella hicieron posible que el Partido Comunista y el Ejército Rojo ganaran mucha iniciativa e influencia en toda la sociedad.

Recuerdo haber leído (o escuchado) de una conversación entre dos generales durante la época de la Guerra de Resistencia contra el Japón en China: un general del ejército del Kuomintang (KMT) de Chiang Kai-shek y el general Stillwell, quien sirvió de enlace entre el ejército estadounidense y los ejércitos chinos, especialmente el ejército de Chiang Kai-shek. Stillwell estaba muy preocupado porque no había suficiente aceite y sal en las zonas controladas por el KMT. El general del KMT le respondió: "No se preocupe; debe entender que vamos a ceder más y más territorio a los japoneses; ¡así que no vamos a necesitar tanto aceite y sal!". He ahí una patente "lógica derrotista", una "dialéctica derrotista". No niego que haya ocasiones cuando es necesario ceder territorio por razones tácticas, pero ese general del KMT tenía un concepto estratégico de simplemente ceder más y más territorio, fundamentalmente de esperar de brazos cruzados mientras los comunistas repelían al ejército invasor de Japón, con la idea de entrar después y robarse los frutos de la victoria.

Esa orientación estratégica del KMT manifestaba un hecho: que los comunistas eran, cada vez más, la principal fuerza que combatía al invasor. Así, al final de la II Guerra Mundial, como resultado de una situación internacional favorable y de las victorias de la guerra de resistencia, el Partido Comunista pudo vencer la cuesta de tomar el poder nacional, a través de una lucha decidida que duró varios años. Por eso, Mao dijo: "Debemos agradecerles a los japoneses por invadir", porque al invadir, crearon una situación que el Partido Comunista logró transformar de manera muy favorable en una gran libertad. En el transcurso de la guerra de resistencia, las fuerzas revolucionarias, dirigidas por el Partido, hicieron los avances necesarios para colocarse en condiciones de luchar por el poder nacional a través de la guerra contra Chiang Kai-shek y sus padrinos imperialistas.

Tomar el poder nacional
no es nada fácil

Pero debemos tener en cuenta que hasta ahora esa experiencia no ha sido muy común en la historia del proletariado internacional y el movimiento comunista internacional. Es decir, en los países del tercer mundo, cuando "se hace sentir" una guerra popular prolongada y empieza a tener avances importantes, cuanto más avanza, mayores son los ataques del enemigo. Este se atrinchera y le asesta golpes bajos, resuelto a impedir que los revolucionarios cobren más fuerza y logren tomar el poder nacional.

Dado todo eso, no es nada sorprendente que surjan líneas incorrectas con relación a esas contradicciones (como hemos visto por ejemplo en Perú), particularmente tratándose de encrucijadas cruciales y contraataques feroces del enemigo o incluso de situaciones caracterizadas tanto por ataques como por la posibilidad de grandes avances si la necesidad se logra transformar en libertad por medio de lucha. Es muy difícil manejar esta contradicción correctamente: encontrar la manera de seguir avanzando, de dar saltos en la trayectoria hacia la toma del poder nacional, sin abarcar más de lo que sea posible en un momento dado, pero sin contentarse con simplemente "hacerse sentir", con estar presente nada más y no hacer todo lo posible por lograr los avances que permitirán la futura toma del poder nacional. Esa contradicción, repito, siempre se presenta y es muy aguda; es una de las cosas que hacen tan difícil "vencer la cuesta".

Ahora, hablar de lo difícil que es no es decir que sea imposible; pero para hacerlo, es preciso reconocer y transformar la necesidad que se presente, lo cual implica conocerla a fondo y librar la lucha revolucionaria por transformarla, lidiando con todas las cuestiones que se presentan.

En los países imperialistas, es muy posible que queramos hacer cosas que no es posible hacer todavía, es decir, cosas que no se pueden hacer sin librar la lucha decisiva para tomar el poder. En tales casos, no importa cuántas ganas tengamos, hay que esperar; pero más que esperar, debemos trabajar y luchar en la forma apropiada para avanzar hacia nuestros objetivos estratégicos. Esta situación encierra un gran peligro: por el mismo hecho de que no es posible todavía "vencer la cuesta" y librar la batalla decisiva por el poder, podríamos estancarnos o peor, degenerar. La misma contradicción se manifiesta en forma distinta trátese del camino al poder en un país imperialista o en un país del tercer mundo, donde hay que librar una guerra popular prolongada y la lucha militar es la forma principal de lucha desde el comienzo hasta la toma del poder nacional.

Hacer avances o correr
el peligro de sufrir reveses

La otra "cuesta", a escala mundial, es el hecho de que hasta ahora los países socialistas han existido solos o unos cuantos a la vez, y es muy probable que así será durante cierto período histórico. Es decir, en el plano estratégico general, los países socialistas y, en un sentido más amplio, el proletariado internacional y el movimiento comunista internacional, afrontaremos una situación donde será necesario cambiar la configuración de fuerzas a nivel mundial o correr el peligro de que los países socialistas se hundan después de cierto tiempo.

Desde luego no existe una fórmula matemática que rige eso, por decir, si no conquistamos más y más del mundo en cierto plazo, entonces el país o los países socialistas que existen inevitablemente se hundirán. No es así, obviamente; sin embargo, es cierto que el cerco imperialista de un país socialista crea una contradicción y esta influye en las contradicciones internas del país. Si la revolución proletaria mundial no avanza, llegará el momento en que ciertos aspectos se transformarán en su contrario, creando una situación más favorable para la restauración capitalista.

No es automático ni forzoso, pero lo seguro es que ciertos aspectos se transformarán en su contrario y se creará una situación más favorable para la restauración capitalista. Es decir, el materialismo dialéctico nos enseña que básicamente existen dos alternativas: lograr avances en la revolución mundial o sufrir un revés transitorio.

Todavía sobra decirlo, no hemos llegado al momento histórico que nos permita voltear la tortilla a escala mundial. Queremos tomar la ofensiva contra esos cabrones, pero no ha llegado el momento todavía. Queremos que chillen, que los atormente el problema de cómo responder al cerco que les tiende el proletariado internacional. A eso habrá que llegar paso por paso y, en este momento, nos encontramos en una fase anterior donde hay menos factores internacionales a nuestro favor. De todo eso, hay que platicar muy francamente con las masas. No implica que nuestra misión histórica--la revolución proletaria mundial y el avance al comunismo a escala mundial--sea imposible; todo lo contrario. Sin embargo, es cierto que se nos plantean dificultades y contradicciones muy concretas que habrá que superar para cumplir con dicha misión histórica.

¿Revolución o desmadre?

Muchas personas, especialmente los analistas burgueses, pronostican un desastre, un desmadre de revolución y crimen que se extenderá por todo el planeta, desde Brasil hasta Africa. De hecho, si la revolución proletaria no logra avanzar, sucederán cosas espantosas, sobre todo para las masas. Por eso, está muy claro que la guerra popular en Perú, la guerra popular recién iniciada en Nepal y, en general, las guerras populares dirigidas por vanguardias marxista-leninista-maoístas (MLM) son de suma importancia porque son una fuerza material y un faro que ilumina el otro camino, el camino hacia la liberación, para dejar atrás el desastre que se impone a la inmensa mayoría de la humanidad. Eso no es algo abstracto o meramente intelectual; al contrario, es algo muy concreto.

Desde una perspectiva histórico-mundial, debemos plantearles a las masas lo siguiente: "Oye, no te dejes engañar porque esos imperialistas, que en este momento son más grandes y más fuertes que nosotros, nos han dado una que otra paliza y han logrado destruir lo que habíamos creado, es decir, los países socialistas". La neta es que el imperialismo no está creando mejores condiciones para los niños del tercer mundo; miles mueren todos los días bajo el dominio del imperialismo y su sistema de acumulación de capital. Definitivamente, el sistema no está creando un mundo mejor para la inmensa mayoría de la humanidad. Todo lo contrario; en realidad está empeorando la pesadilla que el sistema ha creado, y así seguirá hasta que lo destruyamos por medio de la revolución, y finalmente logremos "vencer la cuesta" y acabar con el imperialismo y todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión.

No se trata de creer ciegamente. El mundo es un desmadre de dolor y sangre, y la revolución implicará más desmadre, más dolor y más sangre. No debemos ocultar eso de las masas. No obstante, la verdad es que nuestras grandes esperanzas de cambio revolucionario tienen una base muy sólida. Es decir, existe una base histórica y material para el avance al comunismo a nivel mundial, y es innegable que vale la pena. Es más, es lo más liberador en la historia de la humanidad.

El punto clave que enseña el materialismo histórico y el MLM en general es que la naturaleza y la contradicción fundamental del sistema seguirán iguales, y por eso se necesita una revolución dirigida por el proletariado que transformará la sociedad de acuerdo al punto de vista y los intereses de nuestra clase, y esa necesidad siempre se impondrá! Así ocurrirá a pesar de los reveses y derrotas que sufra la revolución proletaria mundial y de los cambios que pueda haber, por importantes que sean, en la sociedad burguesa y en el mundo dominado por el imperialismo. Es decir, ni avances en comunicación y tecnología; ni nuevos y dramáticos rasgos de la economía de ciertos países o del mundo; ni cambios en la superestructura concomitantes a esos cambios económicos y tecnológicos alterarán esa verdad fundamental.

Dicha necesidad se manifestará como una tendencia histórica y política general, y también en forma muy concreta a través de la angustia, el coraje y la resistencia de la gran mayoría de los habitantes del planeta; será como un tremendo grito que clamará que es necesario hacer la revolución proletaria y avanzar al comunismo a nivel mundial e iluminará el potencial para ese salto histórico-mundial. Se impondrá reiteradamente hasta que se plasme en una realidad material y rebasemos estas cuestas para avanzar a un plano más elevado, hacia la meta del comunismo. El deber de las vanguardias conscientes, en cada país y a nivel mundial, es precisamente captar esa realidad y movimiento material subyacente, reconocer sus distintas manifestaciones y canalizarla para plasmarla en la más poderosa fuerza material, es decir, la fuerza de las masas que luchan más consciente y decididamente por la meta final.


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